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lunes, 20 de junio de 2011

MANU … BELGRANO. Como militar Belgrano fue el mejor de todos los de su tiempo, excepto San Martín.

Por Salvador Ferla
  El día de la muerte de San Martín es el día de la muerte de San Martín, no El Día de la Cordillera.
El día de la muerte de Belgrano es el Día de la Bandera.
El acto de independencia cumplido por Belgrano en las barrancas del Paraná es, quizás -no estoy seguro- su momento más glorioso.
  Pero sucede que la bandera lo tapa, esconde su rica personalidad así como la vigorosa personalidad de Domingo French está oculta tras una decoración de escarapelas y cintitas.
  En la creación de la Bandera Argentina a orillas del Paraná no se es fiel, hay mucho de Billiken en esto.
  Belgrano es un tipo de mala suerte histórica.
  En Vilcapugio y Ayohuma perdió su chance de héroe militar.
  Y en Buenos Aires, el Buenos Aires de las intrigas y los misterios políticos, cedió su puesto de primera figura en beneficio del doctor Moreno, indiscutiblemente inferior a él.
  Su defensa del norte argentino, del que llegó a ser un verdadero experto, su decisión de no retroceder más abajo de Tucumán; su limpia y ardiente pasión política valen más que la bandera, pues se trata de realidades.
  No obstante no es el numen de mayo, y si no se le ocurre crear la bandera estaría al nível de Ortiz de Ocampo o de Rondeau, lo cual sería absurdo.
  Aquí se intenta graficar a las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.
  Abogado, economista, funcionario público, periodista y militar.
  Como militar fue, a pesar de sus derrotas, el mejor de todos los que actuaron en su tiempo excepto San Martín.
  Y en nadie se encarna la revolución porteña con más amplitud y autenticidad.
  Con república con monarquía, con la Carlota o con un rebuscado Inca, Belgrano piensa en la independencia argentina y trabaja por ella.
  Se siente dueño y responsable de la revolución.
  Por eso no va al norte simplemente a ganar batallas sino a cumplir un plan político, a remediar los efectos desastrosos del morenismo aplicado por su primo Castelli...
  Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
  En el seno de la Junta adhirió a las ideas terroristas de Moreno.
  Pero Belgrano, este desconcertante Belgrano de la voz afeminada y unas agallas enormes, tenía entre sus muchas virtudes, la de una gran capacidad de aprendizaje.
  Cuando sale a campaña al frente de su ejército, al Paraguay primero, al Alto Perú después, el señorito porteño del círculo de los ilustrados va conociendo el país, comprendiéndolo y amándolo.
  El señorito porteño Manuel Belgrano.
  Pero no fue un líder nacional, requisito sine qua non del padre de la patria.
  Necesitaba más ambición y menos subordinación a la élite de la que provenía.
  Le faltaba la simpatía y el dinamismo de Dorrego para convertir sus nobles ideales humanistas en una auténtica y sentida relación con el pueblo.
  No tuvo tiempo de eliminar totalmente el prejuicio ideológico que señalaba a España y al Interior como zonas de barbarie.
  En definitiva, siendo el único astro surgido de la revolución porteña, al igual que Liniers y Saavedra no se animó a cruzar el Rubicón.
  Y en vez de bajar a Buenos Aires a tomar un poder mostrenco, vio impotente y angustiado cómo su ejército se desintegraba.
  Le faltó voluntad de convertirse en caudillo nacional, quizás por ese prejuicio adverso respecto de los caudillos, común en su círculo; y se malogró al fin en sus posibilidades de padre de la patria, de supremo hacedor político-militar del país naciente.
  Nuevamente el Río de la Plata se quedó sin caudillo; y Atanasio Duarte, el oficial de Patricios que brindara por Saavedra emperador, siguió desde el destierro brindando en vano por un caudillo nacional, que era lo que en realidad quería.
 
*Fragmento textual del libro de Salvador Ferla: Historia Argentina con Drama y Humor. Buenos Aires, Peña Lillo editor, 1983. Capítulo: La Frustración de los Líderes.
 
NOTA DE LA NAC&POP: Indudablemente ante Belgrano nos encontramos frente a un militante político. Un militante no necesita ser ídolo popular. Esa es una tarea para los que tienen otra misión. Un militante es el que hace todo lo que se tiene que hacer por su ideal, por su pueblo y por su Patria que son su causa.¡¿Que importancia tiene para un militante que se lo reconozca o celebre!? Poca. El militante a veces cede protagonismos en función de la economía de esfuerzos o de los tiempos revolucionarios. Tiene una mirada trascendente y estratégica de su rol y no pierde energía atendiendo su ego. A veces es necesario resaltar la visión u oportunidad del liderazgo de un compañero porque le hace bien a la lucha en ese momento. Por eso Belgrano fue militar, fue periodista, fue economista, fue exaltador de Moreno, fue fiel a San Martín, fue fiel a su Patria naciente. Por eso pensó en el rol histórico de un monarca indígena como podía ser Atahualpa junto con San Martín. Belgrano es un compañero de extraordinario valor. Todo un revolucionario. ¡Un patriota de la San Puta! Compañero Manuel Belgrano…¡Presente! ¡Ahora y siempre!
 
MARTIN GARCIA / NAC&POP

Gentileza de Daniel Chiarenza danich45@gmail.com 

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