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domingo, 10 de diciembre de 2017

Una encuesta muestra que casi nadie cree que el nuevo sistema previsional beneficie a los jubilados




Por Raúl Kollman 
Siete de diez piensan que el nuevo cálculo va a ser negativo, la mitad ve que los jubilados están peor que hace dos años y el ochenta por ciento afirma que no se puede vivir con los haberes mínimos.

Apenas uno de cada cuatro argentinos, una minoría, cree que la reforma previsional va a ser beneficiosa para los jubilados. Y siete de cada diez personas sostienen que la nueva fórmula de cálculo del aumento de haberes va a ser perjudicial, negativa, para los jubilados. Ambos datos son una demostración de que gran parte de los ciudadanos ya sabe, algunos un poco más y otros un poco menos, que la reforma reduce los aumentos a los jubilados y que el gobierno quiere “ahorrar” más de 100.000 millones de pesos en 2018 a costa de los ingresos de la clase pasiva. Esa mirada negativa sobre el ajuste que implica la reforma se percibe también en otras opiniones. Prácticamente la mitad de la población dice que los jubilados están peor que hace dos años, es decir durante el gobierno kirchnerista, mientras que apenas uno de cada cinco argentinos piensa que los jubilados mejoraron la situación desde 2015. En sintonía con ese análisis, la casi totalidad de los ciudadanos evalúan que una persona que percibe la jubilación mínima no puede vivir dignamente.

Las conclusiones surgen de una amplia encuesta, realizada en exclusiva para PáginaI12, por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron 800 personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. El sondeo, telefónico, se terminó de procesar ayer.
 “Todo parece indicar que se viven tiempos turbulentos en esta Argentina de hoy –analiza Bacman–. La gente está muy preocupada. Luego de su triunfo electoral, el gobierno nacional siguió de manera inflexible con su metódico plan económico: se produjo el tan temido aumento de tarifas, los combustibles también subieron, el gobierno no logra encontrar la receta que le permita bajar la inflación. Y en tal contexto, la economía desde el mes pasado se ha ubicado nuevamente en el centro de la escena y se convierte otra vez en la principal preocupación de los argentinos. Se viene fin de año y se percibe un clima enrarecido por la economía y también por la política. No debe causar sorpresa alguna que las tres reformas que el gobierno ha enviado para su aprobación al Congreso Nacional no logren buena aceptación en la opinión púbica argentina. Y es lógico: tal como se vio el mes pasado, en un clima social bastante crítico, las reformas producen desconfianza y rechazo”.

En la encuesta del CEOP se perciben dos fenómenos. El primero es que es que los ciudadanos están preocupados. Los jubilados, porque deteriora su situación inmediata: en marzo iban a percibir un aumento del 13 o 14 por ciento, de acuerdo a la actual fórmula, y si el gobierno suplanta el cálculo, se prevé que el aumento sólo sea del 5,7 por ciento. Pero también hay una preocupación por el largo plazo, es decir porque el deterioro en la movilidad jubilatoria va a afectar a los futuros jubilados, que percibirán un haber inicial significativamente menor. También sigue instalada en la conciencia la idea de que puede venir una privatización, con planes aún más perjudiciales.
“En la medida que se avanza en la lectura de los resultados que este trabajo de campo arroja, los aspectos subyacentes se hacen manifiestos: la preocupación da lugar al enojo –apunta el titular del CEOP–. Y también es lógico que esto ocurra. La percepción se sostiene en la evaluación de la situación de aquellos que han dado una parte importante de su vida al trabajo y que los encuestados ven que penan como jubilados y que, en definitiva, no poseen el derecho a acceder a una vida digna y sustentable. En tal sentido, la opinión de la gente es taxativa: alrededor de las tres cuartas partes de los entrevistados manifiestan que están convencidos que a los que tienen la jubilación mínima, lo que ganan ‘no les alcanza para vivir dignamente’. Realmente lapidario. Estamos hablando de que así lo ven tres cuartas partes de los consultados, una proporción altísima”.

Como es lógico, cualquier ciudadano percibe que aumentaron, incluso por encima de la inflación, las tarifas, los medicamentos y los alimentos, es decir lo que constituye el consumo elemental de los jubilados. De manera que no requiere de análisis muy sofisticados darse cuenta que la nueva fórmula es perjudicial. A eso debe agregarse que desde el primer día una gran mayoría de argentinos cree que la administración Macri beneficia a los sectores de mayores recursos. La combinación de percepciones –que se perjudica a los jubilados y se beneficia a los poderosos– arma un cóctel explosivo en la opinión pública.

“¿El riesgo? –se pregunta Bacman– Concretamente recae en el fuerte impacto negativo que puede producir en la sociedad cuando la nueva ley previsional sea aprobada. Es cierto que el gobierno está esperanzado que con la nueva composición del Congreso la ley sea aprobada. Pero, luego viene la reacción de la gente. A la luz de estos resultados puede vislumbrarse un alto rechazo por parte de la sociedad. Sobre llovido, mojado. El ajuste los perjudica y la mayor parte de los entrevistados entiende que los jubilados están peor que dos años atrás. En todo está el verdadero riesgo: al caldeado clima social de fin de año, se le puede adicionar las consecuencias de esta reforma previsional”.

“En síntesis –redondea Bacman–, los argentinos se perciben bastante lejanos a esta reforma previsional. No creen que beneficie a los jubilados; están convencidos que la situación de los pasivos más vulnerables va a tender a empeorar y avizoran un futuro en el que también ellos van a ser perjudicados. Para muchos, incluidos la mayor parte de los independientes, este no es el cambio que esperaban. Habrá incluso una franja enojada porque la reforma va en contra de las promesas de campaña. No son cuestiones que se borren fácilmente”.