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miércoles, 30 de enero de 2013

El inicio del ciclo independentista

Por Alberto Lettieri. Historiador
politica@miradasalsur.com

Qué pasó, por qué, entre quiénes, cómo, dónde, con qué criterios y con cuáles resultados: las claves para comprender lo ocurrido durante la Asamblea del año 1813, de cuya apertura, el 31 de enero se conmemora en todo el país el Bicentenario.

La Revolución de Mayo instaló dos cuestiones en la agenda política del Río de la Plata: el diseño de un régimen político capaz de garantizar la gobernabilidad del territorio del antiguo Virreinato y la definición de la cuestión de la soberanía política, ya fuese a través de la sanción de la independencia, de la conservación de los lazos coloniales con España o bien de la creación de nuevos vínculos de dependencia con otra potencia europea.

En lo referido a la cuestión del régimen político, las respuestas iniciales incluyeron el ensayo de fórmulas colegiadas, como la Primera Junta o la Junta Grande, impulsada por Cornelio Saavedra, que pretendió construir gobernabilidad a través del consenso de las principales ciudades esparcidas a lo largo del antiguo territorio virreinal, promoviendo el envío de representantes que deberían integrarse al órgano de gobierno. Esta iniciativa fue cuestionada por el sector morenista, que exigía la consolidación de la Revolución a través de la guerra, a fin de reemplazar a las elites coloniales locales y modificar las leyes y estructuras sociales heredadas del Antiguo Régimen. Si bien la posición de Mariano Moreno fue derrotada y su gestor decidió emprender una confusa misión diplomática en cuyo transcurso habría de fallecer, la estrategia de Saavedra terminó por colapsar a consecuencia de tres grandes límites que no consiguió superar: la negativa de la dirigencia de varias de las principales ciudades del antiguo virreinato a aceptar el liderazgo porteño, los resultados crecientemente desalentadores de la lucha armada que pretendió disciplinarlas y la escasa operatividad de un cuerpo colegiado numeroso para tomar decisiones ejecutivas con la inmediatez que exigía el curso de los acontecimientos.

En relación con la segunda cuestión –la definición de la soberanía política– se adoptó la tesis inglesa, conocida como la “máscara de Fernando VII”, que implicaba proclamar que el ejercicio del gobierno por parte de las Juntas tenía como fin garantizar la unidad territorial hasta que el monarca legítimo fuera liberado de su prisión napoleónica y pudiese reasumir sus derechos soberanos. En un principio, esta solución resultó instrumental tanto para los revolucionarios, que contaban así con un principio de legitimidad para reclamar la unidad territorial y la sumisión de las ciudades, cuanto para Gran Bretaña, que accedía al librecambio en el Río de la Plata sin poner en cuestión los derechos políticos de su aliado Fernando VII en la lucha contra Napoleón, preservando de ese modo la continuidad de su alianza europea. Sin embargo, este ingenioso recurso demostró escasa efectividad para imponer la sumisión de los territorios virreinales a Buenos Aires, en tanto que la declinación napoleónica a partir de su derrota en Rusia, en 1812, preanunciaba que la temida reposición de Fernando comenzaba a cobrar cuerpo. Era necesario definir el tema soberanía y al respecto los puntos de vista eran dispares.

Momento de decisión. A pesar del desplazamiento de Mariano Moreno, ni Saavedra ni la Junta Grande consiguieron consolidarse. Los resultados negativos en los frentes de batalla provocaron la rebelión del Cabildo de Buenos Aires, el 22 de septiembre de 1811, que procedió a designar un nuevo gobierno, el Primer Triunvirato, excluyendo a Saavedra y relegando a la Junta a la condición de “Conservadora de los Derechos de Fernando VII”. Inmediatamente, el Triunvirato derivó la competencia legislativa al Cabildo porteño, y hacia fines de 1811 la Junta fue disuelta con la excusa de que habían instigado un motín fallido –“de las trenzas”– y sus miembros fueron expulsados de Buenos Aires. La conducción del Primer Triunvirato cayó rápidamente en manos de uno de sus secretarios, Bernardino Rivadavia, que impulsó una drástica política de centralización. Para ello, el Triunvirato sancionó un Estatuto que le autoadjudicó el carácter de Gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, autorizándose a adoptar las medidas que estimase necesarias para la defensa y salvación de la Patria. En este marco, suprimió las Juntas provinciales e impuso gobernadores y delegados, en su mayoría de origen porteño, anticipando la filosofía del unitarismo.

El Primer Triunvirato adoptó una política conservadora y promonárquica, evitó avanzar en sentido de la proclamación de la independencia y adoptó una estrategia militar defensiva, limitada a entorpecer el avance del enemigo. Por tal razón desautorizó la creación y jura de la bandera nacional por parte Manuel Belgrano (27/2/1812). La acción del Triunvirato fue cuestionada por los morenistas, y también por la Logia Lautaro, fundada por entonces en Buenos Aires por José de San Martín y Carlos María de Alvear, recientemente retornados de España. La victoria de Belgrano en la batalla de Tucumán (24/9/1812), en abierta contradicción con las instrucciones recibidas, propició el desplazamiento del Primer Triunvirato por parte de la Sociedad Patriótica, que nucleaba a la Logia y a los morenistas, con el objetivo de profundizar el curso de la Revolución. Para ello designó al Segundo Triunvirato, al que impuso la convocatoria de una Asamblea Constituyente con participación de todas las provincias, con el fin de sancionar la Independencia.

La Asamblea del Año XIII. La Asamblea Constituyente comenzó a sesionar en Buenos Aires el 31 de enero de 1813. Si bien el artiguismo fue invitado a participar, sus delegados fueron rechazados a consecuencia de las instrucciones de que venían provistos, que exigían la definición de una matriz confederal y se oponían drásticamente a la centralización impulsada por Buenos Aires. El líder oriental, por su parte, fue declarado “traidor a la patria”.

En sus primeros tramos, la Asamblea evidenció una llamativa actividad, que se tradujo en la sanción de la libertad de vientres, la aprobación del Escudo y del Himno nacional, el establecimiento del 25 de Mayo como fecha patria, la creación de un sistema de pesos y medidas y la eliminación de los instrumentos de tortura. Asimismo abolió la mita, la encomienda y el yanaconazgo y suprimió los títulos de nobleza, la heráldica y los blasones, imponiendo la vigencia de una ley común. En el terreno bélico la victoria de Belgrano en la decisiva batalla de Salta (10/2/1813) expulsó definitivamente al invasor del territorio nacional.

Sin embargo, la declinación napoleónica y la inminente restauración de Fernando VII fueron imprimiéndole a la Asamblea una matriz conservadora. Esto se tradujo en la influencia creciente de Carlos María de Alvear, su primer presidente, cuya inocultable acción probritánica era respaldada por los comerciantes porteños, desvelados por definir cuanto antes una nueva matriz colonial que les garantizara la continuidad de los pingües negocios que les ofrecía el mercado inglés. En consonancia con esto, las derrotas de Belgrano en Vilcapugio y Ayohuma (1/9 y 14/10/1813) permitieron archivar el proyecto independentista y crearon las condiciones para una centralización mayor del poder político, concretada a través de la creación del Directorio Supremo a principios de 1814. Sin sorpresas, el primer Director Supremo fue Gervasio Posadas, tío de Alvear, quien en realidad cumplió una especie de interinato hasta que su sobrino regresó del frente de batalla y asumió formalmente el 9 de enero de 1815.

El curso de los acontecimientos europeos y el debilitamiento del frente bélico, fueron vaciando de contenido a una Asamblea convocada especialmente para sancionar la independencia, de modo tal que registró escasas sesiones a partir de 1814, siendo disuelta tras el desplazamiento de Alvear, el 18 de abril de 1815. Como contrapartida, la presión británica sobre el gobierno del Río de la Plata se incrementaba. Lord Stranford, embajador británico en el Brasil, presionó a las autoridades porteñas para que felicitasen a Fernando VII por su inminente retorno al trono. De manera emblemática, el 25 de mayo de 1814 Sarratea, uno de los enviados del gobierno de las Provincias Unidas a Europa, transmitió esas congratulaciones y reafirmó el vínculo colonial con Fernando, mientras otros dos emisarios, Rivadavia y Belgrano, trataban sin éxito de conseguir a algún príncipe europeo dispuesto a asumir una monarquía hereditaria en nuestro territorio. Por su parte, Alvear sólo recibía la negativa de las autoridades británicas a su proposición de convertir al Río de la Plata en protectorado inglés. La declinación de Alvear era sorprendente. Poco después, el Gral. Álvarez Thomas se negó a combatir contra Artigas en el frente oriental y declaró la rebelión contra el Director Supremo, quien se vio obligado a renunciar a su cargo.

Si bien la Asamblea del año XIII no cumplió con el su objetivo de proclamar la Independencia, significó el inicio de lo que podemos denominar Ciclo Independentista, completado por las proclamas de independencia de los Congresos de Oriente –Liga Federal bajo liderazgo de Artigas– (1815) y de Tucumán (1816). Sus contradicciones y sus limitaciones permiten sopesar fielmente la magnitud de la empresa iniciada con la Revolución de Mayo y las formidables resistencias que debieron superarse para llevarla a buen término.

viernes, 25 de enero de 2013

Las ramas secas del peronismo

En la llamada quincena fuerte de enero, los políticos ya analizan todas las posibilidades para las elecciones de medio término que se realizarán en el mes de octubre. Reuniones del oficialismo (kirchneristas, sciolistas o massistas) o de la oposición en todas sus variantes (PRO, denarvaistas, FAP o UCR) todos piensan en estrategias y alianzas pero faltan muchas definiciones.

El hecho más llamativo de este verano -mucho más que en otros años- es que la agenda política la contralan los multimedios hegemónicos que intentan a través de los “analistas del desánimo” producir rupturas en el oficialismo para lograr una derrota electoral o intentar hacer el mayor daño.


Los partidos de la oposición ya aceptaron la tutela de Héctor Magnetto en 2011 y así les fue: la peor elección en la historia de la oposición. Como no levantan cabeza la orden ahora es producir una ruptura en el peronismo. Todos los días nos cansamos de leer que el gobernador Daniel Scioli o el intendente Sergio Massa romperán y presentarán su propia lista.


Algunos compran esta idea pero son aquellos que conocen poco la historia del movimiento nacional que fundó el general Juan Domingo Perón y que hoy conduce la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.


Los que rompieron y se fueron del movimiento nacional y popular siempre dejaron de existir. Le sucedió a Cipriano Reyes, a Augusto Vandor, a los Montoneros, al Frente Grande, a Pino Solanas, a Carlos Menem, a Eduardo Duhalde y, más recientemente, a Hugo Moyano.


El peronismo es un gran movimiento nacional con su propia fuerza transformadora. Es un árbol que tiene distintas ramas, algunas más cerca de la raíz dadora de vida y otras más alejadas, por lo cual estas ultimas a veces se separan tanto de la esencia que se cortan y se secan.


El gobernador y el intendente de Tigre miden mucho, nadie lo duda. La pregunta que no se hacen los multimedios y las corporaciones es cuánto medirían si rompieran con el FpV. Seguramente el espejo es Moyano que de los 300 mil trabajadores que movilizó en la 9 de julio hoy sólo le queda un puñado de seguidores y, obvio, las cámaras de TN.


Por ahora y con esta presidenta, sigue vigente aquella frase de John William Cooke: “El peronismo es el hecho maldito del país burgués” y la única opción para no convertirse en una rama seca dentro del peronismo es seguir levantando las banderas de una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

 Por Alfredo Silletta

Más notebooks nacionales

La empresa Dell anunció ayer a la ministra de Industria, Débora Giorgi, el comienzo de la producción de computadores notebooks en Argentina con una inversión de 15,5 millones de pesos. La inversión será realizada en asociación con la empresa local Iatec, del grupo Mirgor, que está ubicada en Río Grande, Tierra del Fuego. Con esta inversión, Dell alcanzará una capacidad de producción de 180 mil unidades al año y planea incorporar 124 nuevos empleados a la planta. “Tenemos un mercado pujante y un Estado que protege la producción local de la competencia desleal, con políticas activas”, explicó Débora Giorgi a través de un comunicado. Desde la empresa detallaron que en 2013 van a producir 100 mil notebook y que podrían llegar a las 180 mil con los tres turnos diarios. Los dos modelos que fabricarán son Inspiron 3421-6CT34 y la Inspiron 3421-6K8G3.
Página 12

miércoles, 16 de enero de 2013

16 de enero de 1959 Se inicia la toma del Frigorífico “Lisandro de la Torre” por sus trabajadores

Por Jorge Déboli (*)
 
El Estado de Bienestar en la Argentina, tuvo plena vigencia hasta mediados de la década del ’70, cuando el neoliberalismo se encontró o generó las condiciones óptimas para implementar su programa de saqueo y destrucción en nuestro país.
 
Sin embargo, los intentos por lograrlo, se remontan a varios años atrás, mediante la utilización, incluso de gobiernos constitucionales pero débiles en sus convicciones, rayanos con el cipayismo.
 
En 1958, con el peronismo proscripto, el desarrollismo que proponía la UCRI –una escisión de la UCR fundada por Arturo Frondizi, gana las elecciones nacionales a partir de un pacto que acuerda con el General Perón, que además le asegura una amplia mayoría en ambas cámaras legislativas del Congreso Nacional.
 
A pesar de ello, en un marco de frágil equilibrio, dicho acuerdo cada día se fue debilitando a partir de las concesiones que Frondizi empezó a otorgar al capital extranjero y al Partido Militar, en el que se apoyó para sostener, mediante la represión, la ruptura del acuerdo con el peronismo.
 
En rigor, con Frondizi comienza la entrega del patrimonio nacional mediante la aplicación de un programa que acuerda con Aramburu y Rojas, rompiendo automáticamente el que había acordado unos meses antes con Perón, y que desde el arranque de su gobierno se empezó a implementar con el monitoreo del FMI.
 
La firma de los contratos petroleros que le abrieron la puerta al capital extranjero –con el supuesto fin de conseguir el autoabastecimiento-; el desmantelamiento progresivo de la red ferroviaria nacional, con el propósito de desarrollar la red caminera nacional y el transporte de cargas; y la privatización del Frigorífico Municipal Lisandro de La Torre, fueron algunas de las medidas que los militares de la Libertadora nunca se animaron a hacer y que si pudo llevar adelante el entonces presidente Arturo Frondizi.
 
El FMI siempre presente
Sin embargo, Frondizi creyó que cumpliendo con algunos de los puntos que acordó con Perón, como la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales, la derogación de las inhabilitaciones gremiales y políticas (salvo la de Perón), el aumento de salarios, y la devolución de la personería jurídica de la central obrera, iba a lograr el apoyo de los sindicatos a su plan de gobierno.
 
Esta nueva relación entre el Estado y sindicalismo, sumió a éste último en una contradicción que llevó a una división de la dirigencia gremial peronista: o se subordinaban a los grupos de poder, o se enfrentaban a la represión del poder militar.
 
En este marco, Frondizi comenzó a implementar su programa, que además incluyó un Plan de Estabilización, sugerido por el FMI; un Plan de Austeridad que provocó la caída de los salarios; una devaluación de la moneda nacional; una inflación del 113 % y una desocupación que en dos años, trepó entre del 6 y al 10%.
 
La entrega del frigorífico (2)
 
En el transcurso del último mes de 1958 se habían realizado elecciones en el gremio de la carne, triunfando la lista encabezada por Sebastián Borro, quien había sido secretario adjunto y se desempeñaba como obrero en el frigorífico Lisandro de La Torre, que funcionaba en el populoso barrio de Mataderos en la Capital Federal, donde trabajaban cerca de 9.000 personas entre obreros y empleados.
 
El 10 de enero de 1959, Frondizi giró al Congreso Nacional el proyecto de ley por el cual se autorizaba la venta o arrendamiento del frigorífico, que daba prioridad para la compra a la Corporación Argentina de Productores (C.A.P).
 
El 13 de enero alrededor de 2000 personas se movilizaron hacia el Congreso.
 
En dos carteles expresaban sus demandas: -En defensa de nuestro patrimonio, contra la entrega de nuestro frigorífico a la empresa privada.
 
La vigilia se sucedió hasta la noche en que Diputados dio media sanción al proyecto de Ley, e inmediatamente girada al Senado, que en rápido trámite la sancionó sin debate previo.
 
Esto motivó que los delegados convocaron para el 14 de enero a una asamblea general del gremio donde se plantearon las diferentes propuestas: ocupar el establecimiento o realizar un paro de 24 horas y posteriormente ocuparlo.
 
Se pospuso la decisión para el día siguiente, porque una delegación de la Comisión Directiva fue recibida por el presidente Frondizi, a quien le solicitaron que vete la Ley sancionada.
 
Respuesta no positiva
 
La respuesta que el presidente le dio a Borro y demás dirigentes sindicales que lo acompañaban, fue negativa, lo que terminó por decidir por parte de los trabajadores la toma el edificio donde funcionaba el frigorífico acompañado por un paro por tiempo indeterminado, al tiempo que solicitaban a las 62 Organizaciones, y demás organizaciones obreras la convocatoria a un paro general de apoyo a la lucha.
 
Por su parte, el gobierno declaraba que, -Existiendo medidas de fuerza, no habrá lugar a ninguna clase de tratativas, y -si se mantiene la huelga y la ocupación, el Poder Ejecutivo actuará con toda decisión y energía, amenazaba; en tanto que el sindicato ratificaba las medidas resueltas por la asamblea, -la haremos cumplir hasta que sea derogada la Ley que dispone el traspaso del frigorífico.
 
Para justificar la represión, el gobierno declaró esa misma noche la ilegalidad del paro y exigió el desalojo del frigorífico para las tres de la madrugada del sábado.
 
Una hora más tarde de vencido el plazo, se produjo la represión.
 
A las fuerzas policiales se sumaron cuatro tanques Sherman del Regimiento de Granaderos a Caballo y varios jeeps con soldados provistos de ametralladoras, cien hombres de investigaciones con armas largas y efectivos de Gendarmería que se sumaron por la madrugada, totalizando más de 2.000 efectivos, que primero tomaron el local sindical y luego se posicionaron frente al frigorífico.
 
Histórica resistencia
 
A la orden de avance, un tanque atropelló el portón de acceso, por la ex calle Rodó, franqueando de esa manera el paso hacia el interior del predio, donde unos 6.000 obreros reunidos alrededor del mástil comenzaron a cantar el Himno Nacional.
 
A partir de ese momento y hasta las 8 de la mañana del sábado, se generó una intensa lucha que dejó como saldo 95 obreros detenidos, tres heridos y seis con lesiones de consideración, en tanto que entre las fuerzas de seguridad hubo 7 heridos.
 
Ese mismo sábado el plenario de las 62 Organizaciones, enterado de la situación, declaró un paro general por tiempo indeterminado en todo el país a partir del 19 de enero.
 
La resistencia a la privatización del frigorífico municipal, con los vecinos como protagonistas, se amplió al propio barrio de Mataderos, cuya población se desarrolló y creció acompañando la actividad del establecimiento.
 
Dentro de las acciones e resistencia organizada por los vecinos, estaban la construcción de barricadas para impedir la circulación de los carros de asalto, así como cortar el suministro de energía eléctrica, en tanto que los comerciantes del barrio, mantenían cerrados sus negocios.
 
Ante esta situación, el gobierno nacional decretó la aplicación del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) que implicaba enjuiciar por tribunales militares, a los civiles que participaban del conflicto.
 
Sin embargo, la resistencia por falta de organización fue disminuyendo con los días hasta que el 22 de enero el paro general se levantó, aunque en el frigorífico la medida continuó, agravada la situación por una cesantía masiva de personal en más de 5000 obreros y empleados.
 
Al mes siguiente se reanudaron las tareas con personal contratado nuevo y en 1960 se concretó la venta del frigorífico a la Corporación Argentina de Productores de Carne.
 
El centenario edificio hoy es ocupado por el Laboratorio Roemmers, con su planta Pharma 2000.
 
 
 
(1) Editor del Semanario Informes, cuyo padre, Aníbal Luis Déboli, en 1959 era técnico de mantenimiento eléctrico del frigorífico Lisandro de La Torre, y a pesar de su filiación radical, no dudó en participar de la resistencia a la privatización de la empresa del Estado Municipal, que no sólo era eficiente, sino que ademés era superavitaria.
 
(2) Los historiadores Luis Cortese, Secretario de Redacción de Historias de la Ciudad y Teresita Mariaca, directora del área sociocultural del Centro de Gestión y Participación del Barrio de Mataderos, describen en su trabajo de investigación, los pormenores de aquella lucha de quines resistían la abolición del Estado de Bienestar en la Argentina.

lunes, 14 de enero de 2013

Lo viejo, pero con un envase renovado


Por Jorge Muracciole.
En su prédica antiestatal, la oposición de derecha apuesta a la restauración del ideario noventista. Cuando en otoño de 2003 Nestor Kirchner decidió, a pesar de su escaso 23% de votos, ser el  presidente de la transición que hiciera realidad un verdadero punto de inflexión con los gobiernos de los noventa, tanto los ultra-menemistas como los que hoy se autodenominan  disidentes en las filas del peronismo, quedaron condenados a recomponer por derecha sus golpeadas huestes.
Y lo hicieron con sus otrora aliados neoliberales noventistas, o algún candidato providencial que desde el barullo de la post convertibilidad tratase de maquillarse y emerger al mercado electoral con una impronta light y una ideología de derechas descafeinada, que permitiera hacer base en los sectores medios. Desde ese imaginario clasemediero tan reacio a la efervescencia de masas, y ávidos de orden y administración sin demasiados sobresaltos de la cosa  pública, en una suerte de extremismo de centro donde la gestión reine sobre la política.
A  diez años de los inicios del proyecto kirchnerista, los balbuceos de la variopinta oposición se potencian en las páginas del multimedios Clarín y sus socios de la tribuna de doctrina, y en la sistemática prédica de Todo Negativo del canal de las malas noticias. Unidos en el discurso de la queja a toda medida gubernamental, la oposición atraviesa el verano con la mirada puesta en las elecciones de octubre, con un ojo en las encuestas y la esperanza en el desgaste del oficialismo. Obsesionados con ese objetivo, todo viene bien para criticar las medidas gubernamentales, desde el cepo al dólar y el acto de regreso de la Fragata Libertad –rescatada de las garras globalizadas de los fondos buitre– hasta la parafernalia mediática armada por la reunión con choripanes  en la Esma.
Lo que no puede superar la heterogénea oposición son sus límites programáticos sobre que alternativa superadora al "populismo kirchnerista" los pueda aglutinar de cara al futuro.
Desde el renovado intento de la diáspora duhaldista,  encabezada por algunos barones de los municipios bonaerenses como el tristemente célebre Jesús Cariglino, en alianza con ultramenemistas como  el sindicalista opositor Luis Barrionuevo, o el capo de los peones pro-ruralista Momo Venegas, constituyéndose en el ala disidente que desde el peronismo tiende puentes  en su distopía aliancista con la fracción más conservadora del radicalismo, comandada por el intendente de San Isidro Gustavo Pose y sus avanzados acuerdos con los bonaerenses PRO macristas, como  el intendente de Vicente  Lopez, Jorge Macri.
 La oposición de derecha apuesta a la restauración del ideario noventista, en su prédica antiestatal, sus sistemáticas alusiones contra el intervencionismo gubernamental, tanto en la expropiación de Repsol YPF, la política de control de cambio o la millonaria inversión en lo social que desde hace una década se ha convertido en políticas de Estado, o en el rescate de la linea de bandera Aerolíneas Argentinas. En el plano internacional, las críticas se centran principalmente en la politica exterior de consolidación del bloque Mercosur y la autonomía creciente de los países del área sudamericana respecto de las iniciativas políticas inspiradas en EE UU. Hoy su oposición se hace carne en un antichavismo militante.
 Como se desprende de este análisis, nada nuevo se avisora bajo el sol neoliberal de esa derecha ligada consuetudinariamente al establishment. Inspiradores de la necesariedad del llamado Proceso de Reorganización Nacional, cuyo brazo genocida vestía uniforme pero cuyos ideólogos  provenían de la rancia Socieded Rural como Martinez de Hoz, o del neoliberalismo político de paladar negro como los Alsogaray, los Blaquier y un extenso rosario de conexiones de intereses económicos y financieros, que no sólo dieron rienda suelta a sus políticas de disciplinamiento social sin límite en los años dictatoriales, sino  que más tarde tutelaron la democracia formal con la inestimable ayuda de los propietarios de Papel Prensa , que no sólo  se consolidaron sino que crecieron exponencialmente en el manejo de las  rizomáticas redes de la llamada comunicación de masas, desde marzo de 1976,  a lo largo de la obedientemente moderada transición democrática radical-menemista.
Esa suerte de transversalidad conservadora excluyó sistemáticamente lo mejor del peronismo y el radicalismo, y supo construir una divisoria de aguas en la sociedad que naturalizó el terrorismo de Estado y que hizo posible en la post-dictadura la continuidad  de los planes privatistas del neoliberalismo, logrando realizar el sueño de la utopía neoliberal. Y en el camino,  vaciar de contenidos populares al peronismo devenido en menemismo, impulsando a la vez al sillón de Rivadavia al desangelado radical-conservador Fernando De la Rúa, como su continuidad  política y económica.
Esa transversalidad que tanto mal le hizo al país, hoy se expresa de cara al futuro en la entente de los tres jefes comunales de Vicente López, San Isidro y Malvinas Argentinas, que se  reunieron en Mar del Plata en un congreso de gestión comunal, que sirvió de plataforma mediática para lanzar públicamente la conformación de un frente opositor para enfrentar al kirchnerismo en las elecciones legislativas de octubre de este año. De lograr sus objetivos en el principal distrito electoral del país, ese Frente electoral opositor en la provincia de Buenos Aires sería la demostración en la práctica que la transversalidad de derecha puede, como lo hizo en otros momentos de la historia argentina, lograr restaurar con algún consenso en las clases subalternas su agenda privatista de disciplinamiento social y subordinación a los intereses de las corporaciones a escala local y transnacional. La búsqueda de un nuevo envoltorio para las viejas recetas es el desafío, de las élites. El márketing político, con la ayuda  inestimable del andamiaje mediático, demostrarán en el futuro sus capacidades o sus limitaciones, Ley de Medios mediante. «

Los pactos electorales son la moda del verano

Por Felipe Yapur. 

El kirchnerismo tiene un proyecto que lo desarrolla, con más avances que retrocesos, desde hace diez años.

A pesar de los pocos días que transcurrieron del año, ya es posible vislumbrar la estrategia elegida por la oposición para enfrentar los comicios parlamentarios y que no es otra que la acumulación por derecha. Es la única alternativa que encontraron los opositores para enfrentar al kirchnerismo y así intentar repetir lo que hoy se presenta como un imposible, triunfar como en aquel lejano 2009. En ese sentido, es posible ver caminar por las playas argentinas algunos embriones de alianzas, con personajes que se muestran juntos por apuro y necesidad de sobrevivir desechando propuestas y, sobre todo, coherencia ideológica. El neoliberalismo de los noventa lucha por no morir y se expresa a veces de manera extraña. Las opciones que ofrece la oposición son un ejemplo de ello.
El kirchnerismo tiene un proyecto que lo desarrolla, con más avances que retrocesos, desde hace diez años. El modelo amplió y reconoció derechos, benefició a sectores históricamente postergados, garantizó jubilaciones para todos y recuperó empresas que habían sido presas del neoliberalismo. El pueblo no es tonto. Reconoce los avances, las mejoras y se expresan en las elecciones. No todas fueron rosas para el kirchnerismo, pero tuvo la virtud de aprender de sus errores, de la mayoría de ellos, y corregir el camino. Un detalle que tampoco fue pasado por alto por el electorado y que se reflejó en el crecimiento de los votos. 
La oposición, en cambio, nunca aprendió de sus yerros. Dejó pasar oportunidades, como aquellos dos años que la sociedad les regaló y que sólo tuvieron capacidad para organizar lo que se conoció como el Grupo A, un verdadero rejunte de aspirantes a verdugos de kirchneristas. El fracaso todavía es tan intenso que algunos continúan sufriendo las consecuencias y no paran de golpear sus cabezas contra las gruesas paredes del Congreso.
Es posible caer en el error de considerar algunas de las alianzas, que están germinando, como fruto absoluto de la necesidad. Hay un porcentaje importante de ello, pero también delata la pobreza de ideas y propuestas que algunas fuerzas políticas tienen.
El PRO de Mauricio Macri busca con desesperación convertirse en lo más parecido a un partido nacional. Ha salido a la caza de referentes políticos que, suena pretencioso, comulguen con sus ideas. Ya está Patricia Bullrich (foto), que aporta nombre y nada más, pero ha encontrado en la UCR, el partido centenario que ya tiene cada vez menos de radical y más de conservador, muchos entusiastas. En la Capital Federal hay más de un radical para incorporarse pero, sinceramente, es lo que menos importa para el macrismo porque es el único distrito que controla. La cuestión es la provincia de Buenos Aires y allí sumar intendentes no es nada despreciable. Por ahora anda el radical Gustavo Posse (San Isidro) que, si bien es importante, por ahora no hace primavera ni llena las urnas de votos. Lo interesante, en todo caso, es que aporta a la tesis de la derechización. 
Además, Macri sabe –mejor dicho los que lo asesoran– que todo frente político que se precie necesita de una pizca importante de peronismo. De allí los viajes a Córdoba para mostrarse con el gobernador José Manuel de la Sota. Será un duro hueso de roer para los macristas, pero tiene lógica que flirtee con el mandatario mediterráneo. Al fin y al cabo, De la Sota se ha ido transformando en una de las cabezas visibles de la fracción del peronismo residual y de derecha, ese que no aceptó al kirchnerismo. El gobernador emite flamígeras declaraciones contra el gobierno nacional. Se muestra díscolo, rebelde y se ofrece como posible conductor del PJ sin kirchneristas. Es lógico que lo haga, así también se juega en política. De paso trata de ocultar que en las elecciones de 2011 no pudo colar ni un diputado nacional, todos los votos se los llevaron los kirchneristas cordobeses. Son detalles que ocultan las grandes corporaciones mediáticas. 
En esto de acumular por derecha ha provocado acercamientos sorprendentes. Por caso, se vuelve complejo entender como una cabriola táctica la pasión que Libres del Sur descubrió por el neoliberal Alfonso de Prat-Gay. El todavía legislador de la Coalición Cívica está lejos de poder se confundido con un militante del campo nacional y popular. Salvo, claro está, que en Libres del Sur piensen que pertenece a una fracción muy poco conocida de la Juventud Peronista: la JP Morgan.
Sin duda, esta fusión que se pasea por las arenas bonaerenses da cuenta de lo afirmado al principio. No sería llamativo si ello lo hiciera el PRO o referentes del peronismo menemista, pero en este caso se trata de un partido que aporta a lo que se conoce como el Frente Amplio Progresista (FAP), considerado por sus miembros como la alternativa de centroizquierda. 
Sin embargo, la actitud de  Libres del Sur no es contradictoria hacia el interior del FAP. En estos últimos días, Hermes Binner, su líder máximo, no cesó en su intención por demostrar que puede ser más conservador de lo que se sospecha. Prefirió ponerse del lado de los fondos buitre que utilizan los estrados judiciales de los Estados Unidos para perjudicar a la Argentina, tener una actitud ambigua frente a la situación de la Fragata Libertad y se descubrirse como antichavista. 
Ahora, habrá que ver cómo se resuelven estas alianzas y acercamientos en el FAP en cada uno de los distritos. La llegada de Prat Gay tiene como objetivo reforzar la oferta porteña pero todavía no se expresaron las huestes de Unidad Popular que conduce Claudio Lozano, quien pretende revivir su relación con Proyecto Sur de Fernando "Pino" Solanas.
Mientras toda la oposición se devana los sesos para encontrar aquello que conmueva al electorado, para el kirchnerismo el escenario está lejos de mostrarse complicado. Ha demostrado capacidad para soportar las tormentas externas, los errores internos y continuar gobernando. Pero en estas elecciones parlamentarias hay algo más importante que está en juego: la continuidad del modelo. Una de las maneras de garantizarlo es con gestión, gestión y más gestión. Esto incluye continuar avanzando en la recuperación del rol del Estado en distintos estamentos de la vida económica y política del país. Esta ola estatizante, que tanto irrita a la oposición y a las corporaciones, no sólo le ha dado satisfacciones electorales al Frente para la Victoria, sino fundamentalmente beneficios al pueblo argentino. Un dato que no se debe despreciar.
Por último, y aunque parezca fuera de lugar, en los comicios de este año también está en juego la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La interminable disputa que lleva adelante el Grupo Clarín, que dilata la aplicación de la norma, tiene como objetivo conseguir una modificación en la correlación de fuerzas del Congreso que le permita, en el mejor de los caso, corregirla para su propio beneficio. La actitud que tome cada fuerza política ante esta batalla, con la que se busca garantizar la democratización de la palabra, no será ajena para el ciudadano a la hora de pensar el voto. Al fin y al cabo, esta ley tuvo un alto respaldo por parte de la sociedad.

domingo, 13 de enero de 2013

En el medio, pero asomando

De Izquierda a Derecha en la foto: Massa, Scioli y Macri
Por José Natanson
Imagen: DyN.

En una genealogía básica, dos generaciones ocupan hoy el centro del poder: la generación de los ’70, cuya máxima exponente es la Presidenta, y la generación de La Cámpora, que en un sentido metafórico –y en algunos casos literal– puede ser vista como compuesta por los hijos sub-40 de la primera. Su característica común, la gran novedad que han introducido en la Argentina post crisis, es la intensidad ideológica.

Pero entre una y otra se abre lugar una tercera, la generación del ’90, menos analizada como tal pero perfectamente identificable, al menos si definimos a una generación política como un grupo de dirigentes que han crecido en un mismo tiempo histórico y que comparten una serie de rasgos que los diferencian del resto: tres de ellos –Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa– cuentan con buenas posibilidades de llegar a la presidencia o la gobernación bonaerense en el 2015.

También tienen padres: la generación del ’90 es hija de la primera camada de dirigentes de la recuperación democrática (Alfonsín, Menem, Duhalde, De la Rúa), esos leones herbívoros de la política de partidos que, como escribió Martín Rodríguez (Le Monde DiplomatiquebNº 155), llevan como estandarte el sello de agua del abrazo Perón-Balbín. Formados a su amparo, los noventistas han logrado sobrevivir a la condena social que hoy pesa sobre la década que los marcó para siempre, y siguen siendo la mejor expresión de la mezcla de política, deporte y espectáculo típica del menemismo. Cuidadosos constructores de una intimidad pública que paga más que mil actos militantes, más que desideologizados son flexibles, y es esa laxitud la que les permite navegar las aguas del tiempo sin salpicarse.

Caractericémoslos.

El más joven de todos, Sergio Massa, comenzó su carrera política en la UCeDé (fue presidente de la Juventud Liberal bonaerense), de donde emigró al peronismo para trabajar con Palito Ortega primero y luego con Duhalde, que en 2002 lo designó al frente de la Anses, una cáscara vacía que con el kirchnerismo se iría llenando de recursos y política.

Su historia es conocida: padrino político de Amado Boudou, breve jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, logró la hazaña de derrotar al eterno vecinalismo tigrense y luego obtuvo su reelección con un porcentaje soviético (73 por ciento) de votos, extendiendo su influencia a municipios vecinos, como San Martín y San Fernando, donde sus apadrinados consiguieron sorpresivas victorias. En el corto lapso de un par de años, Massa convirtió a Tigre en una vidriera que incluye la transmisión de lo que en otro momento se llamaban “eventos de nivel internacional”, como el reality Soñando por bailar desde el teatro Niní Marshall y el partido Federer-Del Potro desde el Estadio del Puerto de Frutos.

Atento a no sobreexponerse, Massa aparece pero no tanto, y se lo ve suelto en televisión, aunque menos delgado que en sus comienzos, hablando siempre de gestión y evitando definiciones. Su ambigüedad es menos famosa que la de Scioli pero no menos astuta: renunció a la Jefatura de Gabinete pero no pegó el salto a una oposición rústica al estilo Alberto Fernández, aceptó incluirse como candidato testimonial en 2009 pero sumó a su esposa, Malena Galmarini, como primera candidata a concejal y, tras elegir un color diferente para la boleta municipal (un naranja oscuro más parecido al de De Narváez que al azul del Frente para la Victoria), obtuvo 17 puntos más que la lista de Kirchner.

Macri ha sido analizado hasta el cansancio. Para agregar un ángulo más podríamos decir que es la expresión de una nueva derecha latinoamericana cuyo origen es el mismo que la nueva izquierda: la caída del Muro de Berlín, el fin de la amenaza comunista y la distracción relativa de Washington respecto de América latina. En este nuevo entorno geopolítico, el clásico partido militar desapareció como vía de acceso al gobierno, y el poder –económico, mediático, corporativo– comenzó a buscar la forma de construir alternativas propias.

En este sentido Macri es un líder democrático, que disputa elecciones y, si las pierde, reconoce sus derrotas. Y es, también, un líder posneoliberal (lo cual no quiere decir que no pueda ser neoliberal, o un poco neoliberal). Conviene ser claro en este punto: la gestión macrista es mediocre desde prácticamente cualquier punto de vista, pero no privatizó las escuelas (aunque aumentó los subsidios a la educación privada y subejecutó el presupuesto para la pública), ni instaló un shopping en el Durand (aunque descuida la salud pública) ni les pide el DNI a los bonaerenses que se atienden en los hospitales porteños (más allá de sus declaraciones xenófobas). Macri gestiona; mal pero gestiona, y mi impresión es que cabe criticarlo más por lo que no hizo que por lo que hizo, que es realmente poco.

El caso del subte es interesante. Aceptó hacerse cargo un año después de haberse comprometido a ello y recién cuando el costo político se estaba haciendo insoportable. Su primer reflejo fue típicamente neoliberal: un feroz aumento de la tarifa que, en el largo plazo, conduciría a la división del transporte metropolitano en dos subsistemas socialmente segmentados: uno eficiente pero caro, para la clase media, y otro barato pero malo, basado en el colectivo y el tren, para los sectores populares.

Pero ahora da la impresión de que ha reflexionado y de hecho las dos medidas orientadas a cubrir el bache del subsidio –aumento a las patentes de los autos de alta gama y elevación de las tarifas del peaje– son lógicas y hasta progresivas, en la medida en que el transporte automotor subsidia al transporte público. Por eso llama la atención la crítica de algunos dirigentes de izquierda que recurren a los mismos argumentos que a menudo se utilizan contra el gobierno nacional. Por subir las patentes y el ABL (los dos impuestos municipales progresivos, a diferencia de Ingresos Brutos y sellos, que son regresivos porque castigan la producción y el comercio y se trasladan a precios), Macri fue acusado de “hacer caja” y actuar con “fines recaudatorios”, lo que en verdad debería ser un elogio. Pero las cosas son así: la gestión flexibiliza, no solo hacia la derecha, y entonces Macri, el alcalde neoliberal, sube los impuestos, anuncia su voluntad de renegociar el contrato del subte con Metrovías, lo que en otro contexto hubiera sido leído como un atentado contra la seguridad jurídica, e incluso no descarta... ¡una estatización!

De los tres, Scioli es el que está más cerca de cumplir el sueño presidencial. Su estrategia se basa en la tesis de la inevitabilidad: sabe que el kirchnerismo químicamente puro no lo soporta, pues considera –con razón– que su ADN lo inclinará irremediablemente hacia la derecha, pero sabe también que, como sucedió con la vicepresidencia, la gobernación y las testimoniales, lo necesita. Su definición es clara: aspirará a la Presidencia si Cristina no juega, y a esa esperanza se aferra. Se trata en realidad de la construcción, lenta y paciente, del “número dos”, y en este sentido no deja de ser llamativo que una de las agrupaciones que lo impulsan se llame justamente La DOS (por Daniel Osvaldo Scioli).

Su gestión también es lavada. Luego del acto en el Estadio Unico de La Plata en el que festejó fin de año con actuaciones de Cacho Castaña y Julio Iglesias, uno de sus voceros destacaba como sus principales logros de gobierno la Ley de Fertilización Asistida y la reducción de los accidentes de tránsito (dos cosas que están muy bien pero que son sobre todo poco conflictivas, porque ¿quién puede oponerse a que las mujeres tengan hijos o que la gente no muera en las rutas?). Como Macri, que cuando se angustia habla de Antonia, Scioli no le teme a mostrar su familia, y de hecho en el acto de diciembre aparecieron Karina y su hija, Lorena, embarazada de seis meses. Para el verano, que es cuando Scioli brilla, la gobernación preparó una serie de recitales gratuitos en Mar del Plata que son la pesadilla de los empresarios teatrales y lanzó la campaña publicitaria “Vamos a la playa”, con la actuación de David Hasselhoff y Emilio Disi en un paisaje oceánico con predominio de culos femeninos.

Concluyamos con una consideración general. Pese a las ambigüedades, los tres son peronistas y ninguno le rehúye al aparato: Massa construye aliados municipales, Scioli gobierna sobre las ruinas del duhaldismo y Macri preservó, vía Santilli y Ritondo, parte de la red histórica del PJ Capital. Pero ninguno es, como Menem o Duhalde, un “hombre de partido”, y los tres son exponentes de lo que Isidoro Cheresky denomina “la política después de los partidos”, un juego político en el que priman los liderazgos de popularidad construidos a través de la presencia mediática, en relación siempre precaria con un electorado-audiencia, y al que se suman, eventualmente, estructuras en disponibilidad. Los tres expresan la nueva política, pero en un sentido diferente a lo que creen.

¿Son de derecha? Sí, en un sentido íntimo y personal. Y también, con diferencias, en un sentido posicional: Macri como principal referente del anti-kirchnerismo; Scioli y Massa como expresiones de un kirchnerismo de baja intensidad (más que al anti-kirchnerismo juegan al pos-kirchnerismo). Pero sobre todo, y esta es la tesis de esta nota, expresan la mezcla de tres tradiciones políticas muy potentes: el conservadurismo típico de los caudillos territoriales del PJ, el liberalismo propio de la era del mercado y la globalización, y el peronismo que provee flexibilidad, estructura y aliados. Ese mix es su gran apuesta, para cuando finalmente se apaguen las luces de la batalla cultural.

* Director de Le Monde Diplomatique, Edición Cono Sur - www.eldiplo.org

Dos estilos que se necesitan, por ahora

Daniel Scioli se mantuvo inmutable mientras Cristina explicaba que hacer política es tomar riesgos: “Sería lindo decir esas frases que les gustan a todos: el amor, el cariño, a quién no le va a gustar. Pero cuando uno gobierna un país y pretende gobernar para 40 millones de argentinos, a veces tiene que tomar decisiones que no les gustan a todos.” Cristina no miró en ningún momento al gobernador bonaerense, pero no asociar sus palabras con el estilo ideológico casual day que curte el ex motonauta sería no interpretar lo que subyace como evidente en la disputa de estilos. Ella se declara auténtica, nada hipócrita: “Soy como me muestro, de una sola pieza.” Él, en cambio, cultiva un sinuoso espíritu de convivencia entre opuestos: se saca fotos y juega al fútbol con Moyano y Macri, sin dejar de asistir a los actos del kirchnerismo duro. Está clarísimo que el idioma político de señas que practica provoca indigestión en los despachos de la Casa Rosada. Mientras Cristina se pelea por motivos fundados con Clarín, La Nación, la Corte, los caceroleros, los fondos buitre, Ghana y la Sociedad Rural, Scioli juega a ser el Mahatma Ghandi de la revista Gente, con alguna que otra definición pro-Cristina cuya tibieza enardece más que calmar a los leales a la presidenta. ¿Por qué ella, entonces, utiliza la elipsis y no lo cruza abiertamente? Tal vez no sea el momento. Tal vez no quiera del todo. Es cierto que Scioli juega en el armado oficial, desde los tiempos de Néstor Kirchner, un papel importante: contener al establishment empresario y al pejotismo que no cree en nada de lo que propone el kirchnerismo pero igual se beneficia de sus políticas. Una suerte de kirchnerismo por conveniencia, donde no hay amor, apenas canjes de cariño. Cristina heredó esta ingeniería compleja y desapasionada, pero muy útil en lo electoral, que sin embargo hoy convive con una militancia mucho más aguerrida y definida, ideológicamente hablando, que hace unos años, tanto en el territorio como en el funcionariado estatal. Este espacio lo construyó ella y se referencia en ella. Por ahí asoma La Cámpora, pero son todas las organizaciones que integran Unidos y Organizados, brazo del kirchnerismo puro, que no comulga con La Juan Domingo ni con la DOS, las herramientas del proyecto presidencial “Scioli 2015”, básicamente porque no creen que el bonaerense vaya a ser el bendecido por Cristina, si esta finalmente resuelve no ir por una eventual reforma constitucional que extienda su mandato, como piensa hasta ahora.
Scioli jamás adoptaría el discurso combativo, setentista, de Cristina. El “Patria Sí, Colonia No” o el sanmartiniano “en pelotas como nuestros hermanos los indios”, deben sonarle remotos e innecesarios.
Son dos estilos. Dos formas de entender la política que se necesitan, por ahora. Nadie sabe cuándo Cristina abandonará la elipsis o Scioli el lenguaje de señas. Pero está claro que la pelea contra las corporaciones sólo está garantizada por quien vino a conducirla y no por los que miran inmutables desde un costado, mientras Cristina se desgarra en la tarima, mostrándose como es: de una sola pieza.

Las empresas que pertenecían a Franco Macri, padre del jefe de gobierno porteño Socma y Sevel, entre más de 70 firmas beneficiadas por la dictadura militar

Si tu papá era empresario y se hicieron cargo de su deuda, por lo menos hay que guardar respetuoso silencio." Las palabras pronunciadas por la presidenta Cristina Fernández el pasado jueves desde la Casa Rosada y dirigidas al jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, hacían alusión al oscuro prontuario financiero de las empresas Socma y Sevel. Ambas firmas fueron beneficiadas durante la dictadura con la estatización de su deuda privada, y todavía eran propiedad del empresario Franco Macri.  
Sin embargo, no fueron las únicas favorecidas en los años de plomo. Socma y Sevel forman parte de un extenso listado de más de 70 empresas que traspasaron sus pasivos hacia las arcas del Estado entre 1979 y 1983. La disposición, tomada por los sucesivos presidentes dictatoriales, benefició a grandes corporaciones y grupos económicos que, hasta hoy, y pese a la intervención de la justicia, nunca fueron llamados para dar explicaciones en los Tribunales.
Según consta en la causa que investigó esta espuria maniobra, entre las firmas nacionales más importantes se encuentran la mencionada Sevel, que a fines de 1983 adeudaba 124 millones de dólares; Acindar, del ex ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz, con 649 millones; Compañía Naviera, de la familia Pérez Companc, con 211 millones; y Loma Negra, de los Fortabat, con 62 millones. También hay corporaciones multinacionales como Techint, IBM, Ford y Fiat. Y, por supuesto, el listado incluye al sector financiero: Banco Río, Francés, Citibank y Supervielle, entre otros.
Algunas de las empresas favorecidas estaban vinculadas a la Fundación Mediterránea, un think tank liberal nacido al calor del menemismo, que tuvo como líder a Domingo Cavallo, el orquestador de la estatización de la deuda externa (ver aparte). Allí aparecen Astra, Alto Paraná SA, Banco Galicia, Grupo SADE e Industrias Metalúrgicas Pescarmona, entre otras.
El perjuicio que las compañías asociadas a la dictadura ocasionaron al Estado fue calculado en 1983: 23 mil millones de dólares, más de la mitad de la deuda externa de esos años, que alcanzaba los 45.100 millones de dólares.
"Fue una de las mayores estafas al pueblo argentino. El Estado fue usado para negocios privados y para innumerable cantidad de operaciones turbias", aseguró a Tiempo Argentino uno de los más rigurosos investigadores del tema, el ex diputado nacional Mario Cafiero.
Pero, ¿cómo fue posible que estos privados transfirieran sus pasivos en el exterior a las cuentas públicas? Según el historiador Alejandro Olmos Gaona, que demandó a un centenar de firmas favorecidas con la estatización de sus deudas en la dictadura, la respuesta está en los llamados seguros de cambio. "Permitían que una empresa se endeudara con el exterior a un dólar uno a uno. Cuando el dólar subía y la empresa debía pagar su deuda, el Estado se hacía cargo de la diferencia", explicó Olmos Gaona.
Mediante este régimen, el Banco Central les garantizó a estos deudores el tipo de cambio vigente en aquel momento, con el objetivo de protegerlos en caso de que hubiera una devaluación que incrementara el valor de estos pasivos. Eso, justamente, fue lo que sucedió.
"El tipo de cambio aumentó diez veces en un año, con lo cual el Central les cobró a los privados en pesos y a la tasa inicial, lo que produjo un descomunal subsidio estatal para los deudores externos privados. Fue una estafa, pero una estafa legal", sostuvo el historiador y economista Eduardo Basualdo, autor del libro Deuda externa y poder económico en la Argentina.
La trama de esta operación fue investigada por el juez Jorge Ballesteros. "Empresas de significativa importancia y bancos privados endeudados con el exterior, socializando costos, comprometieron todavía más los fondos públicos con el servicio de la deuda externa a través de la instrumentación del régimen de seguros de cambio", afirmó el magistrado en la causa Nº 14.467, donde pesquisó el crecimiento de la deuda bajo el gobierno militar.
Además, Ballesteros determinó que en muchos casos las empresas ni siquiera pagaron los créditos obtenidos, pero los funcionarios estatales jamás reclamaron el dinero. Así, según las pericias, "con fondos del Tesoro Nacional se cancelaron obligaciones de varias empresas privadas en distintas monedas". Pero ni el Central ni el Banco Nacional de Desarrollo "iniciaron actuaciones judiciales para el recupero de las sumas". 
El empresariado no sólo fue favorecido con lo dispuesto por el Central durante los años de plomo, sino también con los escasos controles sobre la actividad financiera. El juez Ballesteros detectó infracciones a la ley penal cambiaria, confusión entre deudor y acreedor, sumas no ingresadas al país, anomalías en la concertación de seguros de cambio, aportes de capital encubiertos como préstamos financieros, subfacturaciones y autopréstamos. Entre las entidades acusadas de realizar esta última maniobra estaba Socma, del Grupo Macri. 
También fueron señaladas Cargill, Selva Oil, Sideco Americana, Suchard Argentina, Celulosa Jujuy, Ford Motors Argentina, Sudamtex, Textil Sudamericana y Renault.
Otras irregularidades fueron atribuidas a Cementos NOA SA que, de acuerdo con la causa, de los 50 millones de dólares que acusaba en concepto de deuda con bancos en el exterior, "sólo ingresaron al país 6.169.086, es decir, el 12,20%, entregado por el Banco Exterior de España para la compra de maquinarias. El resto adeudado, más de 44 millones de dólares, jamás ingresó y debió ser asumido por el Estado."
Pese a los intentos por condenar a los políticos y empresarios que participaron de esta oscura operación, la causa judicial se cerró en 2000, sin condenas. Apenas hubo, por un tiempo, un procesado: Martínez de Hoz. Después de su contundente fallo, Ballesteros se limitó a enviar una recomendación al Congreso de la Nación para que determine a los posibles culpables, algo que nunca sucedió.
A fines de 2011, en el marco de un nuevo expediente abierto en 2005, el fiscal Federico Delgado presentó un escrito para volver a investigar la estatización de la deuda privada. Allí planteó la evaluación del inicio de acciones de reparación,  no sólo contra funcionarios públicos sino también contra empresas. Pero, hasta el momento, el pedido del fiscal no fue considerado.
En su discurso del pasado jueves, la presidenta Cristina Fernández dijo: "Tengo el listado de las empresas en las cuales el gobierno argentino se hizo cargo de la deuda privada." Si el Estado Nacional decidiera tomar las acciones necesarias para condenar a los responsables de esta gran estafa, al menos una deuda quedaría saldada: la de la justicia. «
 
 
Al pueblo
Estafa 
"Fue una de las mayores estafas al pueblo argentino", dijo el ex diputado Mario Cafiero. 
 
 
La cifra
23
mil millones de dólares es el perjuicio que, según se calculó en 1983, las empresas asociadas a la dictadura ocasionaron al Estado Nacional.  
 
 
Principales beneficiados 
01 - Cogasco SA 1.348.000.000
02 - Autopistas Urbanas SA 951.000.000
03 - Celulosa Argentina SA 836.000.000
04 - Acindar SA 649.000.000
05 - Banco Río 520.000.000
06 - Alto Parana SA 425.000.000
07 - Banco de Italia 388.000.000
08 - Banco de Galicia 293.000.000
09 - Bridas SA 238.000.000
10 - Alpargatas SA 228.000.000
11 - CitiBank 213.000.000
12 - Cía. Naviera Perez Companc 211.000.000
13 - Dalmine Siderca 186.000.000
14 - Banco Francés 184.000.000
15 - Papel De Tucumán 176.000.000
16 - Juan Minetti SA 173.000.000
17 - Banco Mercantil 167.000.000
18 - Aluar SA 163.000.000
19 - Banco Ganadero 157.000.000
20 - Celulosa Puerto Piray 156.000.000
21 - Banco Crédito Argentino 153.000.000
22 - Banco Comercial del Norte 137.000.000
23 - Banco de Londres 135.000.000
24 - Banco Tornquist 134.000.000
25 - Banco Español 134.000.000
26 - Sade 125.000.000
27 - Sevel 124.000.000
28 - Banco de Quilmes 123.000.000
29 - Parques Interama 119.000.000
30 - Cía. De Perforaciones Río Colorado 119.000.000
31 - Swift Armour 115.000.000
32 - IBM 109.000.000
33 - Banco Sudameris 107.000.000
34 - First National Bank Of Boston 103.000.000
35 - Astra A Evangelista SA 103.000.000
36 - Mercedes Benz 92.000.000
37 - Banco De Crédito Rural 92.000.000
38 - Deutsche Bank 90.000.000
39 - Industrias Metalúrgicas Pescarmona 89.000.000
40 - Banco Roberts 89.000.000
41 - Banco General de Negocios 87.000.000
42 - Alianza Naviera Argentina 82.000.000
43 - Propulsora Siderúrgica 81.000.000
44 - Ford 80.000.000
45 - Astilleros Alianza SA de Construc. 80.000.000
46 - Masuh SA 80.000.000
47 - Continental Illinois National Bank 76.000.000
48 - Banco Shaw 73.000.000
49 - Pirelli 70.000.000
50 - Deere and Company 69.000.000
51 - Cemento Noa 67.000.000
52 - Banco Supervielle 65.000.000
53 - Alimentaria San Luis 65.000.000
54 - Loma Negra 62 .000.000
55 - Selva Oil Incorporated 61.000.000
56 - Macrosa 61.000.000
57 - Sideco Argentina 61.000.000
58 - Chase Manhattan Bank 61.000.000
59 - Bank Of America 59.000.000
60 - Astra Cía. Argentina de Petroleo 59.000.000
61 - Deminex Argentina 57.000.000
62 - Industrias Pirelli 56.000.000
63 - Esso 55 La Penice S A 53.000.000
64 - Manufactures Hanover Trust 53.000.000
65 - Petroquímica Comodoro Rivadavia 52.000.000
66 - Cia General Fabril Financiera 52.000.000
67 - Panedile Argentina 51.000.000
68 - Fiat 51.000.000
69 - Banco Pcia. de Buenos Aires 50.000.000
Otros 11.116.000.000
TOTAL: u$s 23.000.000.000

Deconstrucción y odio

Por José Pablo Feinmann
Han surgido –acaso sin saberlo– maestros de la deconstrucción. Se apoderan de un texto y alteran su sentido. Ante todo, por el lugar y el espacio que le dan en la red. El lector de Letrinet, siempre superficial y apurado, leerá el copete y seguirá adelante. Pero con la simple lectura del copete hará su juicio sobre el escrito del emisor. Y, para colmo, vomitará algún veredicto insultante, veloz, que llega con frecuencia a la cumbre del ultraje (a mí me han dicho delicadezas como Gordo bufarrón, por ejemplo) en la abominable sección Comentarios. Al principio, me reía. No porque la frase fuese ingeniosa, sino por lo desmedida que era, acaso por arañar la cima del disparate, del absurdo. O por el asombro que provocaba el desparpajo para el agravio que existía perversamente en ciertos individuos. Ya no me río. El asco y la pena reemplazaron a la risa. El destino de un texto es el de su distorsión por el medio que lo reproduce y luego lo espera el estercolero de los Comentarios, donde una cantidad inmensa de anónimos resentidos, de anónimos llenos de odio, dejará caer sobre el escritor del texto (que se ha cuidado, para colmo, de redactarlo bien, cuidando su estilo) una serie de palabras que llegan también a otra cumbre similar a la anterior (la del ultraje): la cumbre de lo soez. Todo esto porque el texto le ha parecido “K” al que arroja toda esa basura sobre el emisor al que considera “anti-K”. Aunque los “K” también incurren en la blasfemia. Pero menos. Bastará analizar los insultos del 8-N para comprobarlo. Los insultos provienen de los grandes medios de comunicación. Es más: creo que tienen expertos que son los que escriben la mayoría de los comentarios o los alteran. ¡Jacques Derrida en las letrinas de Internet! Sin saberlo, estos anónimos personajes penetran en los terrenos de la deconstrucción en que los juegos del lenguaje pueden hacerle decir a un texto diferentes significados. “En suma, un texto puede tener tantos diferentes significados que le es imposible tener uno” (J.A. Cuddon, Dictionary of literary terms and literary theory, Penguin Books, Londres, 1991, p. 223). Por ejemplo: en mi último incidente de este tipo dije, en mi ex programa de radio de Continental, que si el dibujante Sábat creía que un traspié judicial de la Presidenta le otorgaba el derecho a dibujarla con un ojo morado, expresando flagrantemente un caso de violencia de género, se equivocaba: “Si piensa eso mejor que no lo dibuje”. Más claro agua: si el señor Sábat cree que a alguien (a cualquier mujer, no importa que en este caso hubiese sido la Presidenta), cuando tiene un traspié, se la puede dibujar con un ojo morado, porque, desde luego, le han dado una trompada en el ojo, si piensa esa barbaridad, señor, no la dibuje. Lo mismo habría hecho si, en mi diario, Página/12, a Rep se le hubiera ocurrido dibujar a Carrió con un ojo morado porque algo no le salió como quería. La violencia de género, el femicidio, es una realidad atroz, no saberlo es vivir en otro planeta. Creo que Sábat no superó la época de Rico Tipo, revista de los años cincuenta, donde, sí, había mujeres golpeadas o personajes que se llamaban Pochita Morfoni o Bólido. Allá él, que dibuje lo que quiera. Él ni se molesta en contestar. ¿Para qué? Muchos le ahorran el trabajo. Todo el sistema de los medios poderosos. Que publicaron –alterando mi texto– “Feinmann pide que Sábat no dibuje lo que piensa”. Y bien, esto es sólo un ejemplo del periodismo que hoy reina. Que es parte de la banalidad de los tiempos, de la instauración de la mentira como herramienta periodística. Antes, el periodismo trabajaba sobre una materialidad, un mundo fáctico al que interpretaba. Hoy no. No necesita hechos. Los inventa. A los textos los reconstruye y les cambia sus significados. O los cercena y pone esos fragmentos como grandes títulos de las notas. En suma: miente.
Esta modernidad informática se presenta con unas características temibles. Ya no se interpreta la realidad (recordemos la frase de Nietzsche: no hay hechos, hay interpretaciones), se la falsea, se la distorsiona, se miente sin ningún obstáculo moral. El periodismo de hoy carece de barreras morales. Sólo busca herir a su enemigo (ni siquiera adversario) del modo más efectivo y más destructivo posible.
Nos resta analizar el poder de Internet en estas maniobras de falsedad y agresión. Todo “se sube a la red”. El medio hegemónico transcribe la noticia y la parte “dura” queda para el lumpenaje que llena los comentarios. Ya se pide la pena de muerte, el fusilamiento o el cercenamiento de miembros para los que los “grandes medios” señalan como culpables. La realidad se ha empobrecido de un modo –creo– irrecuperable. Vivimos en un mundo binario: K y anti-K. Ese mundo binario –diría Carl Schmmit– no puede sino desatar una guerra. Es lo que apunta con la díada amigo-enemigo. Es lo que ya había señalado Marx en el Manifiesto: burguesía y proletariado. Hoy podrá tener la nominación que se nos ocurra (más acertadamente) darle. Pero es la historia como conflicto, como antagonismo excluyente. Retengamos este concepto: hay un antagonismo excluyente cuando dos grupos, que entran en conflicto, niegan o rechazan la existencia de cualquier otro, centralizando en el enfrentamiento entre ambos todos los elementos de la realidad. No existe el “tercero”. O se está en un bando o en otro. Para cada uno de los bandos el que está en el otro es un ser abominable con el que todo diálogo es imposible. No hay una posible voz de conciliación pues debería ubicarse en un lugar al que no se le permite existir: un lugar, no neutral, pero alejado de la condición binaria creada por los bandos en pugna. Que se expresa en el célebre: o ellos o nosotros. Esta ausencia del tercero permite el desborde vital e ideológico del binarismo del odio. O se crean opciones diferenciadas, que puedan al menos pensar al margen del odio, o el futuro se presenta oscuro y repetitivo. Todo es previsible. Uno ya sabe qué va a decir alguien con sólo saber a qué bando pertenece. Nadie patea el tablero. La única que podría modificar esta situación es la Presidenta por ser el cuadro político más capacitado de la pobre escena nacional. Podría buscar opositores para sostener alguna forma de diálogo. Sería un comienzo. “¿Con quiénes?”, dirá ella con razón. Es cierto: hay pocos. Habrá que encontrar alguno. Si, al menos, no la hubieran insultado tanto, desmereciéndose como opositores, sería más fácil. Pero alguien habrá. Tal vez la tarea más delicada del Gobierno sería apoyar el surgimiento de una nueva oposición. Colaborar en esa tarea. Cuando uno no tiene con quién dialogar tiene que ayudar a crearlo. La soledad es sombría, triste y, según se dice, mala consejera. Hay que ir en busca de gente inteligente que no piense como uno. Es difícil. Pero no imposible. El país tiene que salir del empobrecimiento de lo binario. Del odio de lo binario. Hagamos algo antes. Porque Dios hace dos mil años que no dice nada. Lo mejor que podría surgir es una fuerza autónoma que pudiera –honestamente– servir de puente, descomprimir, reemplazar los insultos por las ideas. Nadie –en la vieja y repetitiva “oposición”– está en condiciones de hacerlo. Ha surgido un político radical con una buena consigna y él no se ha embarrado en la figura del “enemigo”. La consigna es: “Crear una nueva oposición”. Gente del perfil de Sabbatella antes de su incorporación al gobierno. Son pocos. Pero es una tarea necesaria. Alguien, el día en que murió Néstor Kirchner y empezó el censo, escribió: “El censo empezó bien: un hijo de puta menos”. ¿Cuánto tiene que odiar un ser humano para escribir algo así?