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sábado, 30 de junio de 2012

LOS COMPAÑEROS MILITANTES, SAN PEDRO Y SAN PABLO, TERMINARON DECAPITADO, UNO Y CRUCIFICADO EL OTRO COMO TANTOS CUMPAS

  Escrito por Miguel Landro
En el barrio juntábamos muebles, ramas y cajones y hacíamos la fogata de San Pedro y San Pablo.

Gentileza de Miguel Eduardo Landro Lamoureux emelandro@gmail.com
En el barrio juntábamos muebles viejos, ramas de los árboles y cajones y hacíamos una fogata de San Pedro y San Pablo.

Apóstol de Jesucristo y principal propagador del Cristianismo, que tuvo una participación decisiva en la expansión de la Iglesia, desde el momento de su conversión.  
 
Saulo, el futuro San Pablo, nacido en Tarso de Cilicia, hacia el año 8 de la Era Cristiana, pertenecía a una familia judía de la diáspora o dispersión y, como tal, estaba sólidamente formado en la Ley judaica.  
 
Pronto pasó Saulo a Jerusalén, a completar su educación rabínica, y su maestro fue el más autorizado rabino de entonces, Gamaliel el Viejo.  
 
Su gran talento le afianzó rápidamente en los principios de la Ley antigua, que cita constantemente de memoria y con gran exactitud.  
 
Su carácter impetuoso le lanza a un fanatismo exagerado, en legítima defensa de la Ley y tradiciones ancestrales. 
 
En las sinagogas de Cilicia debió de conocer la doctrina de la nueva fe cristiana, por la predicación de San Esteban, y su celo e impetuosidad le llevaron a unirse a los perseguidores de ello, convencido de que defendía la causa de Dios. 
 
«Yo perseguí de muerte —nos dice él mismo— a los seguidores de esta nueva doctrina, aprisionando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres». 
 
Y cuando estalló el motín que costó la vida a San Esteban, Pablo evidentemente tomó parte activa en él, ya que los verdugos dejan las vestiduras ante sus ojos: «Y depositaron las vestiduras delante de un mancebo llamado Saulo», leemos en los «Hechos de los Apóstoles». 
 
Por aquel tiempo se había ya constituido en Damasco un grupo importante de la nueva comunidad cristiana, del que pronto tuvo noticia Pablo, que contaba por entonces unos veintiséis años de edad.

Con su afán de exterminio pidió al príncipe de los sacerdotes unas cartas de presentación para Damasco, a fin de apresar a los adeptos de la nueva fe.
 
Mas todo había de suceder de muy distinta manera... 
 
Obtenidas las cartas, Pablo y sus compañeros se acercaban va a Damasco, cuando de pronto una luz del cielo les envolvió en su resplandor.
 
Pablo vio entonces a Jesús.  
 
A su vista cayó en tierra y ovó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?». 
 
Atemorizado y sin reconocerlo, Pablo preguntó: «¿Quién eres Tú, Señor?». 
 
Y el Señor le dijo: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa es para ti el dar coces contra el aguijón». 
 
Saulo, entonces, temblando, teniendo ante sí la sangre de Esteban y todas sus persecuciones, otra vez preguntó: «Señor, ¿qué quieres que haga?». 
 
Y le respondió Jesús: «Levántate y entra en la ciudad, donde se te dirá lo que debes hacer». 
 
Los compañeros de Pablo estaban asombrados.
 
Oían, pero sin ver a nadie; y como al levantarse Pablo estaba ciego, le cogieron de la mano y le condujeron a la ciudad, donde permaneció tres días atacado por la ceguera y sin comer ni beber nada. 
 
Recobrada milagrosamente la vista, se retiró a la Arabia por un tiempo, y allí, antes de volver a Damasco, permaneció entregado a la oración y en trato íntimo con el Señor.

Regresó luego a la ciudad, entrando de lleno en su función de apóstol y en su gran labor evangelizadora. 
 
Cuando empezó a predicar, directamente y sin rodeos, la doctrina de Jesús, y a proclamar que Jesucristo es el verdadero Dios y el Mesías prometido, los judíos de Damasco decidieron perderle y lograron del etnarca del rey Aretas que pusiese guardias a las puertas de la ciudad para que no pudiera escapar, mientras le perseguían dentro.  
 
«En vista de lo cual, los discípulos, tomándole una noche, le descolgaron por un muro, metido en un serón”. (Libro de los «Hechos».) 
 
Desde entonces su vida apostólica es una cadena de persecuciones, de grandes dificultades; pero, al mismo tiempo, de grandes triunfos para la causa cristiana. 
 
Pablo trabajó con ahínco, primero como subordinado, junto a los demás propagadores.

Pronto sus grandes cualidades de organizador, su talento, su energía y férrea voluntad; su gran capacidad, en fin, para el apostolado y su extenso conocimiento de la Ley, junto a su cultura helenista, así como su habilidad para comunicar a otros su pensamiento, le destacarán entre todos.  
 
A esto hay que añadir el impulso interior que empujaba a aquel carácter ardiente a entregarse totalmente a la conversión, no sólo de los judíos, sino de todos los pueblos gentiles adonde pudiera llevar su palabra. 
 
Viajó sin descanso de una parte a otra del mundo romano, solo o acompañado, sembrando por doquier la fecunda semilla de la fe en Cristo Jesús. 
 
El celo y la actividad apostólica de San Pablo no disminuyeron con los años.  
 
Unos veinticinco duraron sus asombrosas y eficaces campañas. Y jamás cediendo al cansancio, siempre con renovadas energías. 
 
Después de un quinquenio preliminar en las cercanías de Jerusalén y Damasco, se lanza a través de Asia, por sendas desconocidas, juntamente con su amigo San Bernabé, organizando iglesias, luchando con judíos y gentiles...

Pocos años más tarde, visitará esas iglesias, en la que se llama su segunda misión o segundo gran viaje, entre el año 52 y el 55 de la Era Cristiana.
 
 
En el decurso del mismo, su figura va agrandándose muy visiblemente, su empresa se hace cada día más vasta. 
 
Con dos o tres compañeros, o una pequeña escolta, y otras veces solo, se interna Pablo muy adentro del inmenso imperio de los ídolos, sin dejar de tomar contacto con colonias hebreas fanáticas y rencorosas. 
 
Predica en las plazas, en los anfiteatros, en las sinagogas, y mientras unos se hacen discípulos suyos, otros se amotinan, le maldicen y le apedrean.  
 
La persecución acrece su vigor, la contradicción exalta su fe en la victoria. 
 
Completada la evangelización de la Galacia, sigue hacia Occidente y llega a Tróada.  
 
Allí la voz del Espíritu Santo le habla por medio de un macedonio que se le aparece en sueños y le dice: «Ven a mi país». 
 
A los pocos días embarcaba para Filipos, el primer suelo europeo que enrojece con su sangre.  
 
En efecto, irritados ciertos elementos por el éxito de su predicación —la población estaba formada en parte por una colonia de veteranos romanos—, se lanzaron un día sobre él y le arrastraron ante el tribunal de la ciudad, diciendo: «Este judío alborota al pueblo y propaga costumbres que no podemos aceptar los romanos». 
 
Pablo y sus compañeros sufrieron el tormento de la flagelación y fueron arrojados a un oscuro calabozo.

El carcelero les oyó cantar, vio una luz que inundaba la prisión, sintió el ruido de las cadenas que caían rotas. Compasivo, trajo comida a sus presos.
 
Creyó.  
 
Luego fue bautizado...
 
Y al día siguiente les transmitió una orden de sus jefes: «Salid y marchad en paz». 
 
Predica Pablo en Tesalónica, capital de la región, centro de confluencia de ideas religiosas y de tráfico mercantil.  
 
Logra conversiones importantes y deja establecida una comunidad, que pronto será iglesia floreciente.
 
Como siempre, los judaizantes soliviantan al pueblo contra él, atentan contra su vida, y se ve obligado a fugarse. 
 
¿A dónde irá?  
 
Los «Hechos de los Apóstoles» dicen enigmáticamente: «Los que le guiaban le llevaron hasta Atenas».
 
En realidad, sus guías no fueron nunca otros que los impulsos del divino Espíritu.  
 
Empresa atrevida la visita de Atenas, centro del saber y el arte de la época... 
 
Su breve y famosa estancia, son episodios asaz conocidos se le permitió que disertase en el foro y en el Areópago o senado de los sabios.  
 
El discurso memorable que a éstos dirigió nos ha sido conservado por San Lucas, en los «Hechos». 
 
Tomando pie de la idea del «Dios desconocido» al que había visto dedicada una ara votiva, el Apóstol les habla del Dios único, que ha creado todas las cosas, que nos ha redimido y que un día resucitará nuestra carne. 
 
Al hablar de la resurrección de los muertos, fue interrumpido por gritos, murmullos obstructivos y carcajadas. 
 
Muchos oyentes abandonaron el local; otros se acercaron al orador para decirle: «Basta por hoy; otro día nos hablarás de estas cosas».  
 
Pero algunos creyeron, entre ellos el que será en el Santoral cristiano «Dionisio el Areopagita». 
 
Al salir Pablo de Atenas, con tristeza por los pocos adeptos conseguidos, pero con la inquebrantable esperanza de que la siembra esparcida había de fructificar en el futuro, encaminóse a Corinto, donde residiría más de un año y medio.  
 
Mucho había que trabajar en la gran ciudad del estrecho, sensual, inquieta, cosmopolita.
 
Sin embargo, confiaba el Apóstol en que su frivolidad ofrecería menos resistencia a la levadura evangélica que el orgullo de los que presumían de eruditos.
 
Y no se equivocó.  
 
Buscó el medio de ganarse el pan con el ejercicio de su oficio de constructor de tiendas.  
 
Un fabricante le tomó enseguida a su servicio.
 
Y pronto también, alternándolo con el trabajo material, pudo desplegar su trabajo apostólico.
 
Dialogaba con muchos, persuadía a no pocos. 
 
Cada sábado disputaba en la sinagoga.  
 
Durante dieciocho meses no cesó de predicar, de discutir, de bautizar...  
 
Y había reunido ya una iglesia numerosa, cuando, como de costumbre, se manifestó y estalló el odio de los judíos que, no atreviéndose a darle muerte, le llevaron a los tribunales como innovador.  
 
El procónsul Galión no quiso discutir sobre asuntos de doctrinas y arrojó de su presencia a los acusadores y al acusado. 
 
Regresa entonces Pablo a Jerusalén.  
 
Tenía ansias de visitar las iglesias de Palestina, donde los judaizantes habían intrigado, sin descanso, durante tos tres años de ese su segundo viaje. 
 
Su misión tercera se desarrolla entre los años 55 y 59.  
 
El cuartel central de su campaña es, durante más de dos años, la ciudad de Éfeso, la gran metrópoli del Asia Menor, nudo de todas las comunicaciones orientales y occidentales, punto estratégico de primer orden para arrojar la semilla del Evangelio. «Una puerta grande se abre ante mí», había dicho él mismo.  
 
Empieza predicando en la sinagoga.  
 
Pero a los tres meses rompe con los judíos.
 
Entonces alquila por dos horas diarias el liceo de un profesor de Filosofía, y allí instruye a sus oyentes predilectos. 
 
Su apostolado se va desplegando, en público y de casa en casa, convenciendo a los paganos, animando a los fieles, exhortando a los judíos... Estalla también allí, por fin, la algarada hebraico-gentílica contra el Apóstol.  
 
La promueven los profesionales de la magia, que tienen gran clientela en la ciudad; los orfebres, que dejaron de vender muchos objetos religiosos, sobre todo imágenes de la diosa Artemisa, patrona de la población; los díscolos, a los cuales ofende la predicación moralizante del enérgico forastero... Pablo se escapa del tumulto como puede, ayudado de algunos fieles fervorosos.  
 
Ha dejado en Éfeso una importante comunidad, que posteriormente será dirigida por el Apóstol San Juan. 
 
En el transcurso de los dos años siguientes, encontramos a San Pablo en Macedonia, en Grecia, especialmente en Corinto, donde permanece unos tres meses, y en Jerusalén, a donde regresó con motivo de las fiestas de Pentecostés del año 58.  
 
Allí los judíos del Asia Menor, que habían acudido a dichas fiestas, se amotinaron contra él, acusándole de predicar contra la Ley y contra el Templo. 
 
Gracias al título de ciudadano romano, cuyos privilegios hizo valer, se libró de ser azotado; luego, después de dos años de estar preso en Cesarea, logró terminar su encarcelamiento apelando al César. 
 
Fue trasladado a Roma.  
 
En la travesía naufragó la embarcación que le llevaba.  
 
No llegó a la capital del imperio hasta principios del año 61.
 
Su proceso duró otros dos años.  
 
Durante este tiempo pudo morar en una casa alquilada, recibir muchas visitas, y entregarse por completo al ministerio de la palabra, convirtiendo a muchos gentiles.  
 
Por fin se pronunció sentencia absolutoria en la causa que se le seguía. 
 
Entonces Pablo se aleja de Roma y es tradición —robustecida por sus propios escritos en que consigna sus planes de apostolado— que vino a España, donde permaneció una temporada. 
 
Vuelve después a sufrir cautiverio en Roma, a fines del año 66, en plena persecución de Nerón.  
 
Se le encierra entonces en una prisión terrible, en la que se le condenó a una absoluta inactividad e incomunicación.  
 
Debió padecer muchísimo al encontrarse paralizado.
 
Supo, no obstante, doblegarse a la voluntad del Señor, que le tenía destinado, como a Pedro, el Príncipe de los Apóstoles, a una muerte próxima. 
 
Según la tradición más admitida, los dos fueron inmolados el mismo día, en el año 67;
 Pedro, crucificado cabeza abajo en la colina del Vaticano; Pablo, decapitado en la Vía Ostiense, en la llanura que la separa del Tíber. 
 
 
La vida y la obra de San Pablo se nos presentan con un relieve tan prodigioso, que nadie podrá contemplarlas nunca en toda su espléndida complejidad.
 
«El mundo no verá jamás otro hombre como Pablo» dijo San Juan Crisóstomo, el más ilustre de sus admiradores. 
 
La palabra y el ademán de Pablo, su vigor y fulgor místicos, subyugaban de una manera fulminante.  
 
Y fue incomparable la clara sutileza de su inteligencia. 
 
Dialéctico formidable, no disputa por puro placer, sino para lanzar las almas a Dios.  
 
Ahí está su sublime originalidad. «Discurre de una manera violenta, rápida, intuitiva —ha dicho muy justamente un autor—; dramatiza sus argumentos, los deja sin completar, arrastrado por el torbellino de las ideas, y lo mismo sus premisas que sus conclusiones se nos presentan tumultuosamente y de improviso”. 
 
Todo ello comprobaremos si nos afectamos a la lectura de sus «Epístolas»: cartas dirigidas a diversas iglesias y personalidades, en las cuales deja resueltos numerosos problemas y condensa toda la moral cristiana; en las cuales expone una teología cuya inmensidad no ha podido abarcar todavía ningún comentarista, una teología siempre precisa y nunca vacilante, «que nos lleva —como se ha dicho magníficamente— de misterio en misterio, de claridad en claridad, como reflejando en un espejo la gloria del Señor». 
 
Compañeros
San Pedro y San Pablo
¡PRESENTES!
¡Ahora y Siempre!

viernes, 29 de junio de 2012

1815 29 de junio 2012 197 ANIVERSARIO DEL CONGRESO DE ORIENTE

¡ARTIGAS VUELVE!
PATRIA GRANDE Y JUSTICIA SOCIAL

1815  29 de junio  2012

196 ANIVERSARIO DEL CONGRESO DE ORIENTE

José Gervasio de Artigas
El artiguismo fue, en la primera década revolucionaria, el sueño nacional que más profundamente cuestionó tanto la herencia colonial como el proyecto de las clases dominantes rioplatenses: se proponía conquistar la independencia, pero no sin reparar la larga deuda social con los desposeídos. Sólo los poderosos habían accedido a las “mercedes reales” o “repartimientos” que otorgaba el virreinato. La palabra de Artigas es rotunda: “...los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de su provincia... Serán igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos. Serán preferidos los casados a los americanos solteros, y éstos a cualquier extranjero”.

Artigas fue el precursor y el más intransigente partidario de la independencia nacional, frente a gobiernos vacilantes. En el noroeste y Cuyo, Güemes, Belgrano y San Martín, y en oriente Artigas. Son conocidas sus Instrucciones a los diputados orientales a la Asamblea Constituyente de 1813: “Primeramente pedirán la declaración de la independencia absoluta de estas colonias, que ellas están absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de España, y familia de los Borbones, y que toda conexión política entre ellas y el estado de España, es y debe ser totalmente disuelta”.

Pero si se estaba fundando un régimen poscolonial, ¿se intentaría una articulación más igualitaria entre las provincias o se confirmaría la preeminencia de Buenos Aires sobre el interior?

Después de la muerte de Moreno y el desplazamiento del oriental Joaquín Campana, Artigas enfrentó en soledad a fuerzas gigantescas: el imperio esclavista de Brasil, el centralismo de Buenos Aires y la insidiosa diplomacia británica. Pero el enemigo más difícil de vencer, y el que finalmente lo venció, porque estaba adentro mismo de sus fuerzas propias, era el espíritu oligarca. Los doctorcitos con su ideologismo y los ricos de mirada corta, sacrificaron la grandeza de la revolución al precio vil de sus privilegios. Artigas fue el bárbaro y la amenaza a un nuevo orden tan injusto como el colonial.

El dilema artiguista era claro: revolución o contrarrevolución.

Al gauchaje movilizado en la reconquista y la defensa de Buenos Aires de las invasiones inglesas los movía algo más que fervor patriótico: iban tras sus reivindicaciones sociales. A partir de entonces, sin distinción de raza ni estamento, aquellos desposeídos preferidos por Artigas estaban tiñendo con su sangre los escenarios de la emancipación americana. ¿Serían algo más que carne de cañón para el encumbramiento de una nueva clase dominante? ¿Tendrían a su regreso la porción de tierra que les pertenecía, el respeto ciudadano que se habían ganado, la dignidad e igualdad por la que habían peleado, el derecho a ejercer libremente su cultura, su tradición? Esa era la creencia que llevó a miles de pobres a la guerra. ¿O sólo serían dueños de su fuerza de trabajo, sin derechos sociales ni participación en las decisiones políticas, al servicio de los privilegiados de siempre y nuevos ricos empinándose otra vez  sobre su sacrificio?

A partir de estas interrogantes es que se comprende la misión histórica que inspiró a Artigas, encarnación de lo plebeyo. Cuyanos que poblaron los ejércitos sanmartinianos, altoperuanos que se rebelaron en las “republiquetas”, orientales que protagonizaron la “redota”: de la interpretación de sus esperanzas surgen los principios que van a regir en las principales medidas de gobierno adoptadas por Artigas, cuya cumbre son los logros alcanzados en el llamado Congreso de Oriente, que de modo irregular e históricamente poco documentado, se sabe que sesionó en el Arroyo de la China, actual Concepción del Uruguay, en la provincia de Entre Ríos.

A favor de la trascendencia de la fecha del 29 de junio de 1815 debemos además advertir: en ese Congreso se sentaron las bases de un pensamiento que dio origen a todos los movimientos nacionales y populares, incluso a los que hoy imperan en la mayor parte de los países que componen la Nación fragmentada de la América del Sur.

Implícito en todas las revoluciones americanas, desde las asonadas hasta las guerrillas, de las insurrecciones campesinas a las puebladas urbanas, la memoria de José Artigas, de su pueblo en armas y de los caudillos que lo acompañaron, ha vivido en la intuición de los pueblos que luchan por la igualdad, la libertad y la dignidad. Castro, Ortega,  Chaves, Roussef, Humala, Correa, Morales, Mugica y Cristina Kirchner, UNASUR, son herederos de esta tradición de Patria Grande y Justicia Social.

Podemos afirmar así que ¡ARTIGAS VUELVE!, porque a pesar de más de un siglo de ocultamiento y denigración, hoy su figura a cabalga por el continente americano, su Patria, la que él no pudo ver. 

29 de junio de 2011
Ernesto Jauretche

Audio de entrevista a Artemio López con motivo del paro y movilización de Hugo Moyano

jueves, 28 de junio de 2012

La artrosis de la columna vertebral del movimiento

Por Enrique Masllorens

Para dirimir espacios de poder personal y el de sus socios, el jefe de la CGT se ha aliado con quienes siempre lo despreciaron y sube la apuesta a riesgo de perder todo por ganarse a la opinión ‘independiente’. 

En tiempos en que Hugo y Pablo Moyano se arrogan la custodia y la esencia del peronismo y miden según sus propias varas a otros dirigentes y militantes, parece saludable citar al general y reflexionar sobre sus dichos y sus realizaciones. Y hablando de salud, es recomendable ahondar en la ciencia de la anatomía para intentar reflejar cuáles son las funciones y relaciones con otras partes del cuerpo humano que tiene la columna vertebral, a la que Perón, en otro momento histórico, equiparó al movimiento obrero organizado. Empecemos por entender que se trata de un sistema integrado por diversas partes que no pueden escindirse del resto, porque cualquier daño o separación hace desaparecer la razón de ser de dicha columna. Una vértebra fuera de lugar complica al resto, provoca dolores y le resta efectividad al conjunto. Su función de sostén estático y dinámico y de ayudar a mantener el centro de gravedad hace que no se pierda el necesario equilibrio cuando un humano se pone de pie. Podría decirse que su finalidad principal es proteger a la médula espinal, esa que entre sus funciones básicas –además de transmitir las sensaciones sensitivas– es la de hacer que el cerebro ordene a los órganos efectores realizar determinada acción.

El fundador del peronismo usaba con sumo cuidado sus analogías y definiciones, y a lo largo de su vida y sus obras y sus escritos, a cada quien le dio una ubicación en sus dispositivos tácticos y estratégicos. Las equivalencias, antes y ahora, siguen siendo las mismas.
Perón se reservó para sí la conducción estratégica, el cerebro y la médula espinal e hizo lo propio con los que lo iban a suceder, expresando taxativamente que la conducción del Movimiento Nacional Peronista debía estar siempre en cabeza de quien ejerciera la Presidencia de la Nación y/o quien presidiera el Partido Justicialista. Y ahora la conducción estratégica del movimiento y de la Nación es de Cristina Fernández de Kirchner.
En su Manual de Conducción Política, el General –que siempre pregonó la necesidad de la unidad, solidaridad y organización– dedica una parte de sus clases al tema de la unidad de concepción como presupuesto básico para conseguir la felicidad del pueblo. Y explica que dicha unidad es la congruencia en el sistema de análisis, es decir: no oponer ideas antagónicas dentro de una misma concepción, porque una idea destruye a la otra idea. Y un poco más adelante dice en un párrafo que parece dedicado –entre otros– a Hugo y Pablo Moyano: “Hay hombres a quienes, para destruir lo que dicen, es necesario dejarlos hablar, nada más. Dejarlos hablar, porque ellos solos se destruyen. Eso es la falta de congruencia en sus propias ideas.”
La trayectoria pasada de Hugo Moyano y su MTA en tiempos de entrega del menemismo neoliberal y del lamentable gobierno de la Alianza y su posterior apoyo en los primeros años del gobierno popular del kirchnerismo son ahora relatos de un digno y encomiable pasado. Como lo es su paso vidrioso por la Juventud Sindical de la Mar del Plata fascista de los Demarchi y los Piantoni y los esbirros de la CNU. ¿Con cuál de esos antagónicos derroteros es ahora congruente el líder camionero?
Lo cierto es que para dirimir espacios de poder personal y el de sus socios, el jefe de la CGT se ha aliado con quienes siempre lo despreciaron y sube la apuesta a riesgo de perder todo por ganarse a la opinión “independiente”. Y toma desde hace tiempo la tribuna mediática del Grupo Clarín, que lo goza y que se solaza con el daño que le pueden infligir al gobierno popular. Hasta lanza un paro desestabilizador desde el estudio de TN junto al balbuceante provocador Marcelo Bonelli. El autoproclamado vigilante del peronismo y su desaforado hijo deberían volver a leer a Evita en Mi mensaje: “Yo los he visto marearse por las alturas. Dirigentes obreros entregados a los amos de la oligarquía por una sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como traidores entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo.”
Pero Moyano y sus antiguos y nuevos aliados no son más que una contradicción secundaria, aunque lamentablemente producida dentro del movimiento nacional. Dolorosa e inesperada como una artrosis de columna, pero secundaria al fin.
La terapéutica sigue siendo la unidad y la organización y el trasvasamiento generacional, que como decía Juan Perón, “es indispensable para que el Movimiento no envejezca y muera por la acción destructora del tiempo, lo que se evita por la renovación de sus cuadros dirigentes”.
Y en este marco global de caída estrepitosa de los mercados de los países centrales y de los valores que dicen encarnar, y del lento pero ominoso cerco que se va desplegando sobre los países de nuestra región que construyen su camino de emancipación, nos queda como mandato histórico, y en defensa propia, el de estrechar filas junto a nuestra presidenta y al resto de los países de la Patria Grande.
Porque aunque los cipayos vernáculos se burlen, la contradicción principal sigue siendo: Patria o colonia. Y para los verdaderos peronistas, la Patria sólo lo es cuando es justa, libre y soberana.

martes, 26 de junio de 2012

La Presidenta anunció un programa de créditos para jubilados

La presidenta Cristina Fernández anunció por cadena nacional el programa Argenta, de créditos para jubilados y pensionados, financiados por la Anses a tasas entre el 17 y el 21 por ciento, con plazos de hasta cuarenta cuotas. También decretó duelo nacional por la muerte de 14 personas, entre ellos once gendarmes, en el choque de dos micros y un camión en la ruta 3, en Chubut. Por ese motivo dispuso que el miércoles no habrá personal de seguridad en Plaza de Mayo, durante la movilización convocada por Hugo Moyano, y que solo se custodiará la Casa de Gobierno. Al referirse al motivo del reclamo, subrayó, con ejemplos concretos, que "el 81 por ciento de los trabajadores no paga impuesto a las ganancias", y que el 19 por ciento se queda con el 41 de la masa salarial. "Esta presidenta no es operable", afirmó, sin referirse a nombres puntuales. "No va haber extorsión ni agravio que me aparten del camino", agregó, en una jornada en la que recordó los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, ocurridos hace diez años en la denominada "Masacre de Avellaneda", a manos de la policía bonaerense. Emitido por Visión Siete, noticiero de la TV Pública argentina, el martes 26 de junio de 2012.

CFK: "No habrá extorsión, insulto o amenaza que me corra del objetivo"

La Presidenta decretó un día de duelo nacional por los ocho gendarmes fallecidos en el accidente vial de Chubut.
La presidenta Cristina Kirchner criticó el paro de distribución de combustibles realizado por Camioneros la semana pasada al señalar que "otros sectores resolvieron las negociaciones salariales sin extorsionar ni perjudicar a la mayoría de los argentinos", y advirtió que "mientras el mundo está en el Titanic pareciera que algunos quieren hundir -con la lógica del escorpión- el barco que construimos entre todos, en el cual hay 9 millones de trabajadores registrados". En cuanto a la movilización convocada para mañana por el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, en reclamo de la eliminación del impuesto a la ganancias, indicó que solo alcanza al 19 por ciento de los asalariados, y desafío a discutir "esto de hacer socialismo con la plata del Estado y reaccionar cuando les tocan el bolsillo". Además, la mandataria hizo referencia a la toma por parte de un grupo de trabajadores de la mayor refinería de petróleo del país, en Cerro Dragón, Chubut, luego del cual murieron 8 gendarmes oriundos de Santa Fe, y aseguró que de ahora en adelante no se utilizarán fuerzas federales para resolver conflictos de orden provincial.

A un día de la movilización convocada por Moyano, la presidenta aseguró que los sectores beneficiados por el crecimiento económico del país "están tratando de pinchar el bote con la lógica del escorpión, salvo que haya más que cuestiones políticas". "El mundo está al borde del Titanic, y este bote en el que está la Argentina lo hemos construido nosotros", planteó.

Y resaltó: "Hoy nos encontramos con una Argentina en que se dice que es una injusticia (por el impuesto a la ganancias) contribuir para sostener la obra pública, a los jubilados y los subsidios".

En ese sentido, la mandataria agregó que el país tiene los mejores salarios de Latinoamérica y que "se está llegando al fifty-fifty que buscamos los peronistas", y desafío a debatir el reparto de esa masa salarial entre el conjunto de los trabajadores al apuntar: "El 19 por ciento del conjunto de los trabajadores se queda con el 41 por ciento de la masa salarial".

En otro orden, anunció que las fuerzas de seguridad no custodiarán la marcha, y que le impartió instrucciones al secretario de Seguridad (Sergio Berni) y a la ministra de Seguridad (Nilda Garré) "para que no haya personal de seguridad durante el tránsito de personas" que mañana asistan a la Plaza de Mayo.

La jefa de Estado detalló que sólo estará "custodiada la Casa Rosada", al remarcar que "no es justo tampoco que los trabajadores (de las fuerzas) tengan que ser insultados, escupidos o empujados" por los manifestantes, al hacer referencia a los incidentes con camioneros registrados la semana pasada.

Además, la mandataria culpó por el conflicto en Cerro Dragón a gremios, empresarios --"que ganaron millones durante estos años", apuntó Cristina-- y a la justicia por no controlar la situación y solicitar la ayuda de la Gendarmería, que tuvo un desenlace trágico, por el cual declaró un día de duelo.

La jefa de Estado consideró que la toma por parte de un grupo de trabajadores, divididos de la Uocra, se explica porque "los sindicatos y los empresarios creen que dividiendo al movimiento obrero y anteponiendo intereses personales van a lograr mejores resultados, pero ocurren cosas que no todos queremos".

En ese sentido, la presidenta insistió: "No se entienden estás actitudes salvo que haya algo más que problemas gremiales, otras intenciones, en el marco de la situación de la región", en referencia al golpe institucional en Paraguay, y la denuncia del gobierno boliviano sobre la intención de promover un golpe de Estado a partir del motín que sostiene un sector de la policía.

Cristina manifestó su dolor por la muerte de los gendarmes, leyó sus nombres y resaltó: "Tenemos que lamentar las muertes de jóvenes que no ganaban ni la tercera o cuarta parte que quienes ocupaban con actos de vandalismo". Y agregó que se distrajo "a los gendarmes para algo que no es por intereses sindicales sino políticos, de bandas. Lo que se estaba buscando es que se entrara a sangre y fuego y producir una evento que desestabilizará al Gobierno", denunció. Así, tras criticar la actuación gremial, judicial y política señaló que el gobierno nacional no "someterá más a la Gendarmería a problemas de los que se tiene que hacer cargo las policías provinciales".

Luego, la mandataria presidenta hizo referencia a los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki al apuntar que, en junio de 2002, "los que se morían por situaciones de violencia eran trabajadores, que pedía trabajo y cortaban los puentes, mientras que en esta Argentina con trabajo algunos sectores producen muertes por actos injustificados. Que injustas y poco solidarias la actitudes de algunos, con todo lo que han conseguido".

26/06/12

domingo, 24 de junio de 2012

¿Habilidad u honorabilidad?

El suicidio político consiste en sacrificar a los conducidos en función del mero beneficio personal, en permitir que las pasiones dominen la acción, que debería ser lo más cercano posible a la racionalidad o a la maximización de los beneficios personales y colectivos. 

 El peor pecado –error, falta– que puede cometer un político es anteponer a los proyectos colectivos –y desnudar públicamente esas intenciones– una estrategia estrictamente personalista. No digo que los dirigentes que tienen vocación por conducir mayorías no posean vanidades o intereses personales ni tampoco sostengo, claro, que quienes interpreten esas voluntades no sientan ni deseen que ellos, y solamente ellos, estén llamados a ejercer ese liderazgo. El suicidio político consiste en sacrificar a los conducidos en función del mero beneficio personal, en permitir que las pasiones dominen la acción que debería ser –perdón por la poca elegancia del estilo prescriptivo– lo más cercano posible a la racionalidad o a la maximización de los beneficios personales y colectivos. En la relación entre conductor y conducidos debe haber una sintonía dialéctica en la que ninguno de los dos sectores debe estar, en términos absolutos, al servicio de las estrategias del otro. El jueves, el titular de SMATA, Ricardo Pignanelli, recordó el consejo que alguna vez le había dicho el número uno de la CGT, Hugo Moyano, hace unos años: “Ricardo, nunca hay que poner a los trabajadores de tu gremio en un callejón sin salida. Yo no lo hice ni aun en los años duros contra el menemismo.”  Es una máxima fundamental para todo líder gremial, excepto para aquellos que colocan los intereses personales o los de los partidos “minúsculos y maximalistas” por sobre las necesidades del laburante común. ¿Por qué Moyano decidió pegarse un tiro en la boca?

Personalmente no creo en las generalizaciones sobre “actitudes mafiosas de los sindicalistas” ni en las acusaciones humeantes de “lógicas corporativas”. Aunque considero que hay que democratizar al interior de los sindicatos las formas de selección de líderes y estructuras, no soy enemigo de la unicidad por actividad. No creo en la despolitización del gremialismo ni tengo prejuicios ni sociales ni raciales respecto del sindicalismo, por lo tanto no admito que se me tilde ni de “gorila” ni se me macartee por “progre”. Mi crítica es estrictamente política. En los últimos días, el moyanismo ha demostrado paradojalmente que puede hacer daño desde la debilidad manifiesta. Quien tiene el poder no necesita mostrarlo. Quien alardea del poder que posee es porque no tiene el poder suficiente como para que el otro se dé cuenta. Quien golpea la mesa o patea el tablero es porque no tiene otra forma de demostrar su impotencia. ¿Puede lastimar? Sí, claro. Pero ya se encuentra en una posición desventajosa. 
Moyano pisó el palito. Y la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, demostró de una forma muy sutil de qué manera son capaces las mujeres de demostrar poder. No es necesario gritar, no es necesario alardear, no es necesario ser “fálico” para ejercerlo. Con llamarse a silencio y dejar girar en falso al contrincante fue suficiente. Con un par de indirectas y con la inacción, logró que el otrora poderoso líder de la CGT –el hombre que habría crecido a la sombra del kirchnerismo agrandando desmesuradamente su gremio y sus conexiones con empresarios del rubro en un esquema que semejaba el de una doble ventanilla con terminales en la UIA– pasara de la noche a la mañana a liderar un grupo pequeño de gremios sin demasiada representatividad ni peso específico, a la CTA de Pablo Micheli –que ni siquiera pudo ganar limpiamente las elecciones de su propia central– y a los partidos trotskistas. A ese apoyo se le suma la Mesa de Enlace, el Grupo Clarín y alguno que otro grupo político –¿el macrismo, la UCR que por fin ve realizada la posibilidad de contar con su propia rama sindical?– más dispuesto a formar la Armada Brancaleone al grito de “Camioneros, troscos, terratenientes y cacerolas, la lucha es una sola” ¿Le harán “fuck you” el miércoles a la presidenta en la marcha de Plaza de Mayo? 
Seguramente, muchos de corazón tierno como yo, habríamos querido que un líder de la importancia histórica de Moyano no hubiera decidido transitar el camino de enfrentamiento con la conductora del movimiento nacional y popular. Es inevitable recordar la frase de Eva Perón que reza: “el que le hace una huelga al peronismo es un carnero de la oligarquía” y, también, enumerar la cantidad de líderes sindicales que desafiaron a Juan Domingo Perón, como por ejemplo Cipriano Reyes, un hombre clave en el 17 de octubre de 1945 que creyó que era más importante que el jefe del movimiento, intentó encorsetarlo en el Partido Laborista y terminó preso, y claro Augusto Timoteo Vandor, quien intentó crear un peronismo sin Perón y concluyó asesinado. Utilizo estos dos ejemplos no en términos chicaneros. Moyano no es ni Reyes ni Vandor ni terminará como ellos. E incluso es necesario revisar las legitimidades de las circunstancias y estrategias de cada uno de ellos. Lo que intento decir es que, en términos políticos, de manejo del poder, el conductor siempre tiene ventajas sobre los líderes sindicales por muy poderosos que ellos se crean. Y la historia, incluso, juega a favor de ellos. Excepto, claro, que se trate de un proceso de destitución y golpismo solapado. 
Hay que mirar atentamente lo que ocurrió en Paraguay con la destitución del presidente Fernando Lugo. Y pensar posibles esquemas de imitación para la Argentina. Por ejemplo, ¿el paro y sabotaje de Camioneros –que linkea inevitablemente con el conflicto que esmeriló al gobierno de Salvador Allende y posibilitó el golpe de Augusto Pinochet (aunque las comparaciones son injustas)– puede ser el puntapié inicial de un fragoteo más profundo en nuestro país? ¿Las palabras de Hermes Binner ayer en La Capital de Rosario son un consejo o una amenaza? Dijo el líder del Frente Amplio Progresista: “Se visualiza un conflicto muy grande dentro del partido de gobierno y este camino nos perjudica a todos. Nadie se va a favorecer con un conflicto de esta naturaleza, más allá de que apoyemos con reservas algunas acciones del gobierno. Tenemos que conservar la democracia y si en algo tenemos que mirarnos es en lo que pasa en Paraguay. La mayoría automática que tienen determinados poderes políticos terminan sobreponiéndose al diálogo, a la concertación y esto no es bueno para la democracia.” ¿Y la ausencia de Daniel Scioli? ¿Es cómplice de la movida moyanista como creen muchos o funcional a la estrategia kirchnerista a largo plazo?
Desayunaba ayer con Araceli Bellota en un café de Almagro tras una malograda charla pública que no se realizó cuando ella me contó una anécdota sobre una charla entre Perón y Vandor antes del inefable crimen del dirigente de la UOM. Relata Araceli que Perón le dijo: “A usted lo matan; se ha metido en un lío que a usted lo van a matar.” Lo mataban unos o lo mataban otros, porque él había aceptado dinero de la embajada americana y creía que se los iba a fumar a los de la CIA. “Ahora, usted está entre la espada y la pared: si usted le falla al Movimiento, el Movimiento lo mata; y si usted le falla a la CIA, la CIA lo mata.” Y agregó Perón: “Me acuerdo que lloró. Le dije: usted no es tan habilidoso como se cree, no sea idiota, en esto no hay habilidad, hay honorabilidad, que no es lo mismo.”
¿Será una cuestión de habilidad o de honorabilidad la de Moyano en su dilema tan distinto, obviamente, al de Vandor?

domingo, 17 de junio de 2012

Ladrillos y escenas

Un plan de viviendas ambicioso, con precedentes lejanos. Lo más accesible de Pro.Cre.Ar. y lo más trabajoso. Dos funcionarios en ascenso, lecturas varias. Peronómetros mal calibrados. Scioli, sus movidas mediáticas y algunas señales. Los intendentes conurbanos, con lógica propia. Y algo sobre discursos, música y armonía.

Por Mario Wainfeld

En la semana que pasó se cumplió otro aniversario del último discurso pronunciado por el tres veces presidente Juan Domingo Perón, desde el balcón de la Casa Rosada. Fue aquel en el que, acaso intuyendo su pronto final, enunció que se llevaba en “mis oídos la más maravillosa música que es, para mí, la palabra del pueblo argentino”. La armonía político-musical había nacido treinta años antes, con hitos sensibles. Uno de ellos fue un gran plan de viviendas, con créditos del Banco Hipotecario, comenzado en el primer mandato. Las cifras varían, según la fuente y tal vez según su cercanía con el justicialismo. En cualquier caso, oscilan entre 300.000 y 400.000, un número formidable para una población que, redondeando de nuevo, andaba por la mitad de la actual.

La mayoría de los hogares, que se expandieron en todo el territorio nacional, se bautizaron “casitas cajón”, por su forma. Tenían un jardín chico adelante, a menudo ornado con enanitos de terracota. Algunas sobreviven con decoro, merced al tesón de los dueños. Otras ya fueron, otras padecieron el transcurso del tiempo y las crisis. Luego se edificaron barrios “a la alto” con edificios de variada calidad, monoblocks, de la mano de los Planes Fonavi. En el ’73, el tercer peronismo bosquejó un proyecto parental con el de los ’50, menos ambicioso en la cantidad, que no llegó a plasmarse.

Como fuera, hay que remontarse a aquel pasado remoto, al inicio de los “treinta gloriosos” años ulteriores a la llamada Segunda Guerra Mundial, para ubicar un Plan estatal de dimensiones o pretensiones similares al Pro.Cre.Ar anunciado el martes pasado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Como ocurrió con el primer peronismo, el Programa tiene un aditamento interesante para una parte del universo de potenciales beneficiarios. Se trata del impulso a las pymes y al comercio local. En ellos recaerá el beneficio de lo que construyan quienes son ya propietarios de terrenos. Esos créditos serán los que se concretarán más pronto, como lo indican el sentido común, las previsiones de funcionarios y los primeros datos de pedidos de audiencia presentados ante la Anses. Pequeñas empresas, albañiles de barrio y hasta autoconstrucción en ciernes, entonces.

Mucho más trabajosa será la tarea de adecuación de terrenos fiscales. Hay dos desafíos arduos para superar: la infraestructura urbana y la regularidad de los títulos. Poner la propiedad pública al servicio de una necesidad-derecho ciudadano es un valor notable del Pro.Cre.Ar. Funcionarios concernidos se entusiasman: hay disponible un “PBI hundido”, un patrimonio inmobiliario estatal subaprovechado, balcanizado entre distintas reparticiones o entes residuales. He ahí otro mensaje interesante, un modo virtuoso de sacarle el jugo al patrimonio público. La enunciación se complejiza al pensar la prolijidad registral de esas propiedades, que deben estar impecables para ser vendidas en regla. No es fácil, mirarlos con lupa suele ser asomarse a un berenjenal jurídico.

La distribución geográfica dispar es otro aspecto. En la mayoría de los partidos del conurbano bonaerense las tierras fiscales disponibles escasean o, literalmente, no existen.

Aun con esos ripios a superar, las metas de la iniciativa conjugan con el abecé keynesiano para afrontar una etapa de crisis internacional, con impacto sensible en el crecimiento local. Las proyecciones acerca de puestos de trabajo a crearse o impacto en el PBI deben ser tomadas con pinzas: siempre hay voluntarismo y ojímetro en tales cálculos. Pero, si se consiguiera una parte importante de los objetivos, las consecuencias virtuosas serían innegables.

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Los que dudan y los que creen: Enardecidos comentaristas de las ediciones on line de los grandes medios y periodistas del mismo “palo” expresan su incredulidad. No va a andar, nada hizo el kirchnerismo en esta materia (distorsionan), es otro simulacro... En paralelo, ciudadanos de a pie se inscriben de forma masiva. Acaso no confían del todo, pero se conducen con racionalidad económica. Los que se empalagan con la conducta de “los mercados” deberían reparar en la lógica de los ciudadanos. Acuden al Estado, apuestan a que la movida resulte. Es pura racionalidad instrumental: el “no” ya lo tienen. ¿Y si es una añagaza, una cortina de humo “K”? Parafraseando al General entonces tronará el escarmiento electoral. La democracia es un sistema que contiene un ingrediente carismático básico: el que manda debe revalidarse cotidianamente a través de sus obras. La autoridad legal es un aditamento ineludible, pero a la hora del voto se miden desempeños. El Gobierno ha generado una expectativa enorme, las ganancias o pérdidas por el resultado se harán sentir por el pueblo soberano.

La presentación de Pro.Cre.Ar. fue buena en un sentido básico: los posibles interesados entendieron que hay una oportunidad. Una ciudadanía celosa de sus derechos y combativa no es el mejor público para distraer con juegos de manos. Puestos a pensar la vigencia del peronismo, esa referencia ha de tener su gravitación.

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Puesta en escena: El viceministro de Economía, Axel Kicillof, y el titular de la Anses antecedieron a la Presidenta en el anuncio del Pro.Cre.Ar. La oratoria de Cristina Kirchner es un tópico que apasiona a aliados y adversarios. Hace ya un tiempo que su discurso, stricto sensu, se integra con un repertorio de recursos escenográficos que (cual si fueran conjurados) tirios y troyanos leen y traducen con fruición. Hay, claro, un empoderamiento de los jóvenes funcionarios que se explicaron con desenvoltura y aportando data para un público más avezado que el que mira por tevé.

Avidos por llegar a conclusiones catastrofistas y unívocas (un error metodológico recurrente), analistas opositores infieren que el “cristinismo” ha dado vuelta un par de páginas. Rompe con el peronismo y aun con el kirchnerismo originario. Julio De Vido, el ministro de Planificación, es el ejemplo más socorrido. Está desvalido, arguyen, versus los jóvenes de La Cámpora ascendidos por la presidenta Cristina. Ni Kicillof ni Bossio son orgánicos de esa agrupación pero los profetas son poco afectos a los detalles o a la información misma.

Nada queda del elenco de Néstor Kirchner, se deprimen. Es raro porque jamás ahorraron denuestos en vida del ex presidente. También es poco riguroso: Cristina sigue teniendo en sus puestos a funcionarios cruciales que amanecieron en sus cargos en 2003. El propio De Vido (hasta nueva orden), el secretario legal y técnico Carlos Zannini, los ministros Alicia Kirchner y Carlos Tomada sólo por repasar a los más empinados. Son un grupo grande, si se coteja su continuidad con la de funcionarios de gobiernos anteriores.

Pero acaso la mayor inconsecuencia del relato “deskirchnerizador” sea Guillermo Moreno. El funcionario más fustigado por las corporaciones económicas, a quien “Néstor” (ahora todos lo evocan con el nombre de pila) definió como la mejor figura de Gabinete. El Mega Secretario sigue en el candelero, locuaz e hiperquinético aunque diste bastante de ser afín a La Cámpora.

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El otro rostro del peronismo: El peronómetro de personas que conocen poco al justicialismo y lo entienden menos detecta que Cristina Kirchner ya no integra el Movimiento. Sondean los rostros de los intendentes del conurbano (a quienes detestan y no comprenden) o de los gobernadores. Interpretan que el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández ha creado un partido de masas y no un sello de goma. Y se extasían con los amagues de autonomía del gobernador Daniel Scioli.

El peronómetro del cronista arroja otra medición. Raro que no sea peronista quien militó siempre en esa fuerza y cuyas concepciones del poder y la gobernabilidad son arquetípicas de la cultura justicialista.

Observaciones terrenales pueden habilitar un cuadro menos académico. Mandatarios bonaerenses con votos “del territorio” resienten la ausencia de Néstor Kirchner, quien, progresivamente y en especial con Cristina presidenta, solía articular con ellos, “contenerlos”, darles palique. Ese rol, esa intermediación con la pátina encantadora del poder, no ha sido suplido con éxito, casi no suplido. La interlocución con De Vido prosigue pero la merma de la obra pública le ha restado encanto. Intendentes y gobernadores rezongan, muy por lo bajo e intramuros, de estar lejos de Olivos y la Rosada.

Claro que si de peronistas hablamos, es forzoso sopesar los intereses amén de la tertulia, cuyo valor no está negando el cronista, al contrario. Son factores que se complementan.

Los intendentes, sobre todo los conurbanos, saben que su suerte económica y política está enlazada con la Nación. En promedio, les ha ido muy bien desde 2003 o 2007: muchos de ellos son reelectos o pertenecen a una agrupación que domina el territorio.

Las dificultades financieras de la actual etapa son altas, el propio pago del aguinaldo en los próximos días hace fruncir los ceños de varios, que no de todos. La coparticipación provincial mermó significativamente en 2012. El impacto de la reforma impositiva reciente es dispar. La participación del nuevo inmobiliario en el conurbano es baja, acaso del cinco por ciento. Más nutrientes serán las subas de los ingresos brutos y de las tasas a la tevé por cable y al juego. Pero los fondos llegarán recién en el segundo semestre, lo que puede ser un tubo de oxígeno reforzado porque esa época del año es, habitualmente, financieramente más propicia que los primeros meses.

La solución siempre depende, en fracción apreciable, de los flujos nacionales.

Fuertes en las urnas cuando juegan de locales, muy diluidos apenas los transgreden, los alcaldes perucas hacen cuentas y (salvo contados casos como el tigrense Sergio Massa) mantienen los pies en el plato.

Los coqueteos de Scioli con el ministro Roberto Lavagna los tienen sin cuidado: nada producirán en sus efectividades conducentes. Alberto Fernández (una “viuda”, bromean incluso cerca de Scioli) no les mueve el pelo.

Diferente es la reacción respecto de los contactos con Moyano, aunque tampoco favorable. El líder camionero es poco estimado por “el territorio”. La recolección de basura es uno de los ítems más gravosos para todos los municipios. Las demandas salariales lícitas y crecientes de Moyano incordian a los intendentes. Y sus presiones muy habituales los enardecen. “No hay uno de nosotros que no haya sido apretado por el Negro”, confidencia un dirigente muy votado en su distrito. Las paritarias del ramo se pactan entre el gremio y las patronales, sin participación del poder político. “Nos dejan afuera, arreglan aumentos enormes y las empresas trasladan los costos.” Unas horas sin recolección de basura es un dolor de cabeza, unos días una amenaza destituyente, computan según su propia tabla.

Lo económico no quita lo cortés. Los apodados “barones” también evocan con bronca y memoria el desembarco de Moyano en el Partido Justicialista, sin reconocimientos ni gestos amigables a los poderes locales. Las relaciones públicas no son el fuerte de “Hugo”, ni el reconocimiento de los “otros”, así se trate de compañeros-aliados circunstanciales.

El gobernador arma su picadito con Moyano. La Rosada toma nota y junta broncas. En el duro terruño cercano a La Ñata, los pareceres no son tan diferentes.

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Toco y me voy: Las encuestas, aseguran en La Plata, mantienen inmune al amiantado Scioli. Con esa base, el gobernador combina desplantes, amagues y gestos de pertenencia hacia la Rosada. Difunde el match contra el equipo de los camioneros. Divulga una charla reservada con Lavagna. Deja que sus lugartenientes mencionen al desgaire que “jugará” en 2013 con una lista de diputados nacionales que encabecen el ubicuo Massa y su esposa Karina Rabollini.

En su derredor relativizan, ma non troppo, el reunionismo tan visibilizado. “Muchos gobernadores se juntan con Moyano, a escondidas –fumigan suavemente a sus pares– nosotros lo hacemos a la luz del día.” De Economía se habla con muchos, ablandan, para luego acentuar distancias: “Tampoco es cuestión de escuchar nada más que a Kicillof o a Moreno”.

La apretura financiera también agobia al gobernador, quien mantiene tratativas cotidianas con el gobierno nacional. Su trato con los intendentes conurbanos combina las buenas ondas propias del estilo sciolista con reclamos de rigor que llegan desde los municipios: más plata, más recursos para los hospitales, más patrulleros, menos ostentación para afuera, menos cultivo de la imagen del gobernador en desmedro de la cooperación. Una tensión pragmática donde cada cual atiende su juego y cuida su caudal propio.

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Escenas: La Presidenta trabaja su relato y los escenarios que lo rodean. Ese devenir fascina a propios y ajenos. Sus adversarios controvierten los discursos y, últimamente, también se ensañan con quienes la acompañan. Tal vez fantasean que ése sea un modo de deslegitimarla, a poco tiempo de un veredicto popular rotundo. Si probamos que la señora Salustriana de la Puna no dijo lo que dijo... Si develamos que un presunto obrero que charla con la Presidenta es (¡horror!) un militante político...

Se procura que el archivo (con perdón, “a lo 6, 7, 8”) equivalga a una elección presidencial. Excesiva fantasía, ligada a la carestía de referencias políticas alternativas.

Los que asoman la cabeza, Scioli y el jefe de Gobierno Mauricio Macri, manejan buenos dispositivos mediáticos y de publicidad. No se fundan en su capacidad oratoria, como Cristina Kirchner, por razones obvias. Pero cultivan con esmero ese jardín, buscando su target. El de Scioli aspira a ser más extendido socialmente, punto digno de interés.

El relato y sus adornos son práctica corriente de cualquier político contemporáneo. Basta ver el cuidado de las intervenciones públicas del presidente norteamericano Barack Obama. O rememorar (casi nadie lo hace) cuán estudiada y profesional era la comunicación del ex presidente Fernando de la Rúa. Hasta el fiasco que hizo en el programa de Marcelo Tinelli fue producto de tratativas detallistas y análisis de mercado profundos. No anduvo, claro. No siempre funciona, dirá quien lee esta columna. Al hombre le faltaba madera. De eso se trata.

Las palabras y el relato son fundantes pero la relación entre gobernantes y ciudadanos en democracia están supeditadas a variables más determinantes. Cuando nadie recuerde si Pro.Cre.Ar. fue anunciado en el Museo del Bicentenario o en el miniestadio de Ferro, muchos argentinos sopesarán qué fue de esas promesas. O más en general, cómo le fue en la etapa kirchnerista. Hasta ahora, lo revalidó dos veces, tantas como al hombre que (no sin haber cometido errores y tropelías) se llevó en los oídos la más maravillosa música. Esa que suena sólo cuando hay aprobación. El actual gobierno deberá esmerarse para mantenerla con hechos en los bravos años venideros, de eso depende su perduración.


Cortinas de humo

Hace cuestión de un semestre cundía la alarma republicana tras la creación del Instituto Dorrego. Avizoraban amenazas tremendas: unicato, enseñanza obligatoria de ciertos textos, persecución a los no revisionistas y anche a algunos revisionistas. El escándalo se evaporó en el aire. Ninguna de las agorerías se plasmó, la libertad de expresión y de cátedra se sostienen, en términos aceptables.

Cuando comenzó este año, aniversario de la guerra de Malvinas, también sonaron alertas opositoras. Pronosticaban la exacerbación de narrativas patrioteras y chauvinistas, quién sabe hasta belicistas. Y se preocupaban porque “la gesta de Malvinas” podía funcionar como una cortina de humo que ocultara todas las cuitas y debates de una sociedad diversa y compleja.

La presentación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ante el Comité de Descolonización de la ONU es discutible, como casi todo. Pero, salvo las autoridades británicas, nadie lo tildó de violento o nacionalista con zeta. La intervención fue pensada en toda su extensión, que abarcó a un malvinense crítico y la alusión de un non paper desclasificado que comprueba tratativas entre el presidente Juan Domingo Perón y las autoridades inglesas, allá por 1974.

La compañía de un vasto abanico de legisladores de la oposición (casi todo el arco político con representación parlamentaria a nivel nacional) y la sumatoria de nuevas adhesiones redondearon un discurso sólido, sugestivo e institucional.

Ya llegado el invierno, superados los aniversarios del desembarco y la rendición, la malvinización no se fue de madre. El aniversario avivó polémicas, se aportó material histórico (como el ya citado y el informe Rattenbach), se puso la lupa sobre violaciones de derechos humanos contra argentinos cometidos por oficiales de sus Fuerzas Armadas. Se escribió mucho, se discutió bastante, se dinamizó la acción diplomática. La Argentina no se apartó de la línea pacífica que llevan sus surtidos gobiernos desde 1983. Así como la salud no es apenas la ausencia de enfermedad, el pacifismo criollo ha sido más que no guerrear: fue activo y enérgico. En superar los conflictos limítrofes con países hermanos (aun con el lunar que fue el entredicho con Uruguay por la pastera). En intervenir decisivamente para sostener la gobernabilidad en países del vecindario, desmontar aprestos bélicos, mostrar unidad con la Unasur contra intentos de golpes de Estado.

Ni delirios belicistas, ni cortinas de humo. Bien mirado, este año ha desbordado intensidad (de Repsol a Daniel Reposo, de la reforma al Banco Central al lockout del “campo”, de la interna de la CGT al Pro.Cre.Ar). Ninguna sorpresa hubo, salvo para los apocalípticos. Imposible detener la dinámica de un sistema político vivaz y de una sociedad democrática. Y mucho menos, ocultarla con cortinas de humo.

mwainfeld@pagina12.com.ar

17/06/12 Página|12