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domingo, 29 de julio de 2012

“Con una patente se pagan tres años del presupuesto en ciencia”

Lino Barañao
Una charla sobre el impacto de la innovación o por qué la tecnovaca vale mucho más que un torazo de la Rural.

Faltan pocas semanas para que el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva termine de mudarse por etapas al Polo de Palermo, donde ya funciona un laboratorio y otros sectores. En la sede de la avenida Córdoba, el ascensor es muy gentil dando la bienvenida mediante una voz de mujer altamente profesionalizada en tales gentilezas. El ministro Lino Barañao espera en su despacho, calladito, contenido, sin mayores efusiones. El hombre, sin embargo, funciona como un acelerador de partículas: a poco de largar entra en estado de vértigo. En un minuto de grabación entra, por arriesgar un parámetro, lo que dirían 617,43 De la Rúas. Lo que sigue es el resultado de un galope frenético sobre lo que se está haciendo en el país en términos de políticas científicas y tecnológicas. Un paseo a velocidad Warp que apenas arranca en Tecnópolis se pone a saltar con los guanacos de la Patagonia, relaciona microchips con patentes por genes obtenidos en Argentina (traducibles en miles de millones de dólares para el país), visita las plantas de Tierra del Fuego, mira a Monsanto de frente, crea nanoestructuras para la YPF recuperada… hasta volver en picada a Tecnópolis y concluir: más vale tecnovaca del Inta de Balcarce que toro campeón de la Rural, por más que se peine a lo Fort.
El inicio de la conversación (se pauta de manera pacífica, que hablar de Tecnópolis para Miradas al sur es algo redundante) conecta con lo previsible: los logros de la etapa iniciada en 2003. “Los cambios –dice el ministro– se reflejan en un presupuesto que viene creciendo, aumento de salarios, obras que se ven no sólo en el Polo Tecnológico, sino en todo el país. En marzo o abril de 2008 yo hablé de la necesidad de un plan de infraestructura de 130 mil metros cuadrados, como resultado de treinta años de no hacer nada…
–¿Ese número era una proyección salida de…?

–De un estudio del Conicet que había relevado la cantidad de gente que había y el espacio que faltaba, el Polo no estaba incluido. Ya llevamos construidos más de 60 mil metros cuadrados. Estas cosas hicieron que muchos científicos se decidieran a volver al país. Hoy ya no pesa tanto la idea de repatriación, sino que la gente que se va, se doctora, está tres años afuera, pero vuelve sabiendo que no va a trabajar con alambres sino con los mismos equipos que tiene en el exterior.
–¿Cuál es el último dato del Plan Raíces? ¿Unos 800 científicos retornados?

(Baraño intercambia datos con una secretaria: “902, 903…”)
–Más de novecientos, seguro (N de R: el “número correcto”, oficial y final que envían desde el ministerio asegura: 932 científicos e investigadores).
Cuando llega el momento de los subsidios a empresas del sector, Barañao dice:
–Las funciones del científico y la empresa son complementarias. Vos le ponés plata a la universidad o al Conicet para que obtenga información. Eso termina ahí porque la universidad no tiene posibilidades de fabricar nada. Por más que diseñe un celular no va a salir a fabricarlo. La empresa es la que toma la información y la convierte en un teléfono, un medicamento o en una olla a presión. Ni la empresa va a hacer investigación de alto nivel, ni la universidad va a fabricar mágicamente nada. Después podés discutir si la empresa va a ser estatal o de capital privado. El desacoplamiento entre ambos actores termina subsidiando el incremento de la brecha tecnológica; porque toda la información que se produce sin activar la cadena productiva termina siendo aprovechada en el exterior para mejorar la productividad de sus empresas.
Puna y glamour. Hay algo en el imaginario del ministro que podría emparentarse con la mítica del buen emprendedor capitalista, el gran innovador, casi la épica de garage del joven estadounidense de suburbios que se hace millonario y glamoroso. Sólo podría emparentarse porque acá entran míticas que van de la Puna, a las pampas, a la Patagonia, al conurbano también. En algún momento, Barañao cuenta cómo desde su retorno al país en 1984 encabezó protestas de nuestros investigadores contra las políticas ciegas y ajustadoras de diversos gobiernos. Hasta que “en mayo de 2003, tras una reunión con investigadores en el ministerio de Educación con Daniel Filmus, surgió que me postulara como presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica”.
–Acá surge el tema de ver las cosas desde el otro lado del escritorio. Nadie deja de reconocer que los sueldos de los científicos mejoraron mucho. Pero hay un conflicto con los becarios, que sostienen que son científicos precarizados. Tengo un sobrino que es activista de esa causa…

–Matías, creo… (el ministro se ríe con un ja-já sonoro. Suena espontáneo). Hay una discusión sobre si un becario es o no un trabajador. La beca es un estipendio que se da para completar la formación universitaria, para obtener un título de doctor, está condicionada a eso. La sociedad paga para que el estudiante termine su formación. La universidad carga el disco rígido de una cantidad de información pero no la capacidad de hacer preguntas nuevas, que es lo que da el doctorado. El doctorado, además, habilita para una cantidad de oportunidades. Distinto es el caso de alguien que no quiere obtener el doctorado, que prefiere trabajar en el laboratorio, contribuye a la investigación, pero no tiene ese plus que da el doctorado. La beca cumple su función pero sucede que por la excesiva longitud de las carreras a veces se dan casos de gente con más de 30 años haciendo una tesis con una beca y eso no es muy lógico. Ya cinco años es mucho para un doctorado, en Europa son cuatro.
–¿Cuáles son los límites en nuestro país?

–Son cinco años, pero después se piden prórrogas; se extiende hasta seis o siete años el período como becario. Yo optaría por un período más corto y luego o se entra al sistema científico o al productivo o a un gobierno municipal o provincial, que es algo que queremos promover: un estado más profesionalizado, la capacidad de resolver problemas usando métodos científicos, ser útil en la gestión hasta de una cooperativa.
–Aunque sean números gruesos. ¿Cuánto cobra en promedio un investigador en su primer año y cuánto un becario?

–Debe estar en un quince por ciento arriba de un becario (N de R: nuevo intercambio de datos con la asistente. Según los números oficiales, hoy, por una beca doctoral se cobran $5.100. Un investigador asistente comienza con $7.825 pesos).
–Lo que decía sobre científicos en gobiernos municipales permite pensar en un biólogo/funcionario que se ocupe del problema de las napas contaminadas en el conurbano. Hay una cantidad de problemas ambientales en Argentina: agua, contaminación en las ciudades, denuncias sobre glifosato, debates sobre minería a cielo abierto. ¿Qué políticas específicas tiene el ministerio para generar oleadas de investigadores dedicados a estos temas, sabiendo que son especialmente conflictivos?

–Tenemos una unidad de gestión socioambiental para proyectos propios. También una línea de financiamiento para producción limpia de las empresas. El tema ambiental está ahora en los doctorados, como otros, no es que tenga una prioridad particular. Estamos tratando de implementar una línea de trabajo que se llama Municipios.doc. Así como le pagamos al becario para que vaya dos años a una empresa, queremos hacer lo mismo con los municipios. Si un becario tiene un doctorado en Sociología sobre evolución de los emprendimientos municipales, es una experiencia útil. Ahora, si se trata de Filosofía y el concepto de belleza en Lucrecio, es más difícil. Y lamentablemente todavía tenemos una universidad en la que los temas son una repetición de los ya trabajados por los investigadores, que tienen una tendencia a clonarse, que es lo más fácil. Un becario especializado en historia de Galicia no más allá del siglo XVII es un problema para ubicar.
–Se entiende la lectura pero es casi ofensiva para las humanidades, para los que estudian Historia…

–Dentro de Historia hay cosas que te van a ser útiles. Yo pretendo de las Ciencias Sociales lo que pretendo de cualquier ciencia: que presten atención a la posible utilidad de lo que hacen. No estoy en contra de la libertad académica. Argentina tiene una cantidad de problemas de índole social que ameritarían ser estudiados.
Vicuñas, guanacos, ovejas malas. Es particularmente a partir de este tramo de la entrevista que Barañao comienza a galopar sobre problemas y proyectos concretos en territorios muy distintos. Comienza por el hilado de lana de vicuña como podría comenzar por el diseño de vehículos inspirados en el bicho bolita, siempre con la consigna “cómo hacer para que eso sea sostenible”.
–Lo que se necesita es que el Estado avance un paso más, porque si no hay una demanda hay que generarla y lo mismo con el gerenciamiento local. Para eso necesitamos sociólogos, antropólogos. Lo mismo con el manejo del guanaco para hacerlo sostenible y reemplazar a la oveja.
–¿Es cierto que la oveja es un bicho malo que contribuye a la desertificación de la Patagonia por el tipo de ramoneo que practica?

–Es así. La oveja arranca y el guanaco muerde y corta. La oveja tiene un tipo de pezuña que daña el terreno y el guanaco unas patas acolchadas que no dañan, es un bicho adaptado a su ecosistema. Y ahora hay un tema interesante no sólo para la biología, sino para las ciencias sociales: en el Norte andan diciendo que la vicuña es una plaga que rompe los alambrados y le quita la comida a la oveja. Lo que pasa es que hay que hacer un manejo adecuado con un bicho que todavía es salvaje. Como hacían los incas, que ponían a las vicuñas en una especie de embudo para esquilarlas y después soltarlas. Lo que hay que hacer es que la vicuña se industrialice con alta calidad en el lugar; que el productor jujeño haga un pulóver que se pueda vender en Europa en competencia con un pulóver italiano. Con una etiqueta que diga que fue hecho por las comunidades originarias, con trabajo justo, con salvaguarda del medio ambiente. Esta etiqueta le da valor a ese pulóver. Es un rol para el Estado: no puede ser que se paguen dos pesos con cincuenta por la lana y que en Milán se venda a 300 euros.
–En el marco de los programas de federalización de ciencia y técnica, ¿el ministerio trabaja en estos temas puntuales?

–Sí, hay programas específicos sobre el tema de la industrialización de fibra de camélidos. Lo mismo con los cultivos andinos. No sólo la quinua que está de moda, sino también una planta a la que le pongo todas las fichas que es el yacón, una especie de batata que es dulce pero tiene un tipo de azúcar apta para diabéticos. Todo el tema de los probióticos, los alimentos que producen efectos saludables, es importante. Existen unos doscientos millones de diabéticos en el mundo. Hay un mercado de millones de personas en Medio Oriente, China, India, que ahora comen mucho y no hacen ejercicio. Producir jaleas o edulcorantes con la etiquetita que te decía es hacer también que nuestra población del Norte viva de lo que produjo históricamente. Nuestra misión es vincular un mercado emergente atractivo con el desarrollo de poblaciones que no sólo no recibieron el aporte de la ciencia metropolitana, sino que le sacaron lo que sabía. Esta gente cultivaba en andenes que garantizaban parámetros de temperatura o humedad, tenían llamas y alpacas que son mejores que las ovejas… y se las sacaron. Es también una reparación histórica.
–El mismo tema pero saltando a las industrias de Tierra del Fuego, catalogadas como meras armadurías. La Presidenta habla seguido sobre la necesidad de incorporar más producción nacional en lo que se fabrica…

–Con uno de los fondos sectoriales estamos trabajando junto al equipo de la universidad del Sur, en Bahía Blanca, del doctor Pedro Julián, en el diseño de un microchip nacional que va a servir para los nuevos boxes que vienen con el televisor o para celulares y netbooks, para bajar películas por cable y no por internet. No se trata de producir el chip, esto se sigue haciendo a bajo costo en China u otros países. Lo que se paga es el diseño, el testeo y el software que se carga en el chip. El chip en sí mismo vale centavos. Es como el celular: armarlo lleva 180 segundos. Lo que más vale es el diseño, la información que le metés adentro, un software abierto que permite mejoras continuas. El tema de las empresas con base tecnológica lo estamos trabajando activamente con el ministerio de Industria y con el Inti. Pensá que uno de los desarrollos de juegos más bajados del I-Pod era de desarrollo local.
–El valor agregado no se juega ni en los componentes ni en el armado, sino en la información, el diseño…

–Lo que genera valor es quién tiene la patente del diseño, del software de un celular, por ejemplo. Un celular vale lo mismo que una camisa. ¿Cómo puede ser eso? Es un cambio muy importante. Yo en Tierra del Fuego lo que pondría son grandes compañías de software. No habría costos por transportar productos a miles de kilómetros y es un lindo lugar para vivir, sobre todo para los programadores a los que les gusta estar encerrados y después pueden salir a pasear.
–¿Es fácil para Argentina competir con países como India en el tema de diseño de software?

–No es fácil porque los costos en India o Pakistán son bajos. Pero si apostamos a lo disruptivo, a la originalidad, sí tenemos chances. Los argentinos somos famosos por no seguir las reglas. Eso es malo en muchos casos pero puede ser bueno si hacés las cosas mejor. Tenemos el caso de Invap que hace satélites, radares, reactores.
–¿Qué explica el milagro o la excepcionalidad de Invap?

–Que es un equipo de profesionales de altísimo nivel, son la gente más inteligente que conozco. Más una gestión empresarial de alto nivel. Los tipos saben resolver un problema y saben negociar un costo como cualquier multinacional. Con una ventaja: son casi una cooperativa. Cuando les va mal todos ponen, hasta el gerente general pone plata. Y cuando las cosas van bien reparten un bono para todos. Saben que van a recuperar y les gusta trabajar en Invap. Es un ejemplo digno de ser imitado.
–¿Por ejemplo?

–Miguel Galuccio (N. de R: el Ceo de la YPF recuperada) tiene la idea de hacer una empresa de alta tecnología para yacimientos no convencionales, una Invap del petróleo.
–¿En este caso, el tema es diseñar los fierros para perforar o se trata de otra cosa?

–No, no. Vos vendés tecnología, es lo que hacía Galuccio en la empresa de la que viene. No produce petróleo, sino “tecnología para”. Es más complejo que los fierros. Es el modelo de computación para saber cómo hacer los agujeros. Es el material nanoestructurado para enchufarlo al pozo y mantener la abertura abierta. Es cómo manejar el impacto ambiental por el tema del uso del agua…
–Esperemos que lo dejen trabajar…

–Yo creo que tiene polenta, se va a imponer por su idoneidad.
–El país viene de un problema de falta de ingenieros, ¿que más se necesita para esto?

–Tenemos pocos ingenieros, pocos programadores, ahora vamos a necesitar más geólogos porque no se estaba explorando.
–¿Qué otras ramas del conocimiento deberían intervenir en este tipo de desarrollos?

–Ingenieros de procesos, químicos, biólogos. Esa celulosa nanoestructurada de la que te hablé, la que se necesita para mantener la abertura de los pozos no convencionales, es una especie de gel. La produce una bacteria. Esa capita blanca que deja el vinagre, eso es celulosa nanoestructurada. ¿Qué hay que hacer? Hacer crecer esa bacteria en grandes tanques y producirla en grandes cantidades. Es un problema para biotecnólogos, para microbiólogos.
La conversación vuelve a la puesta de Tecnópolis. “El chico que va a la Rural va a ver un toro campeón y sabe que la vaquita seguirá siendo ajena, como dijo Atahualpa. Pero si ve un robot en Tecnópolis sabe que si desarrolla un software de computación puede ser el dueño de ese robot. Son modelos muy distintos.
–Es emblemático que ambas exposiciones coincidan en el tiempo…

–Tal cual. Y, paradójicamente, las vacas de Tecnópolis valen mucho más que las que están en la Rural. Porque una vaca que produce 70 gramos de hormonas de crecimiento en la leche son varios miles de dólares de diferencia, por más que la otra sea una vaca campeona hermosa. O la vaca del Inta de Balcarce, Rosita Isa, que produce leche maternizada. Ahí está la tecnología y no la hizo un gran productor, sino dos veterinarios de clase media laburando con el Estado.
La rentabilidad de un bonito gol de la ciencia
–Tenemos buenos biólogos y genetistas. Usted hablaba del conocimiento que se va afuera sin crear patentes. Siendo que existen empresas argentinas que desarrollan semillas modificadas, ¿cómo es que tenemos que depender de patentes extranjeras en ese terreno?
–Es un problema bastante complejo. Por un lado tenemos el mejoramiento tradicional: un tipo que a lo largo de años de prueba sabe qué tipo de semillas andan bien en Trenque Lauquen. A eso se sumó la biotecnología que te permite “copiar y pegar” sacándole a una bacteria algo y ponérselo a la soja o el maíz para que sea resistente a un herbicida o que no se lo coma un bicho. Ahí hay una disputa sobre qué vale más: si la información asociada a saber qué planta es la que más produce o la información sobre el gen que vos pusiste. La compañía que produjo el gen va a decir que el gen vale más. Durante mucho tiempo, Argentina fue comprador de tecnología. A partir de que el país comienza a desarrollar tecnología propia, la situación cambia. Es lo que dijo la Presidenta cuando habló del gen que aisló la doctora Raquel Chan (N de R: la bióloga molecular que se desempeña al frente del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral). Lo patenta el Conicet y eso no sólo permite aplicarlo acá y tener más producción, sino licenciar el uso de ese gen. Como hace Monsanto: ¿querés usar ese gen? Pagá. Sacá las cuentas y cubrís el presupuesto del Conicet de los últimos años con eso solo.
–Para precisarlo más. Un buen gol de nuestra ciencia termina siendo súper rentable en términos de lo que el Estado puso para ciencia y técnica…

–Totalmente. Y te digo que no es una patente sola sino varias, como las relacionadas con vacunas que estamos haciendo con Francia. Las cifras están en el orden de los mil millones de dólares de licenciamiento. Son cifras habituales a nivel global, lo que se le paga a una firma de Sillicon Valley. Lo que está empezando a ocurrir es que Argentina produce cosas que valen eso. Mil millones de dólares son tres años del presupuesto del Conicet; y hablamos sólo de una patente. Más la mayor competitividad para el productor argentino que aunque haya sequía va a seguir produciendo. Y vamos al paso siguiente en la tecnología: alimentos mejorados, más sanos, con menos alergenos, más eficiente para el uso de los fertilizantes, que, como los agroquímicos, no son inocuos.
La próxima generación: apostar a genes machazos
–¿Cómo se regula en el país el tema de las ganancias económicas que generan las patentes? ¿Está previsto que se redistribuyan en parte en el propio sistema de ciencia y técnica?
–El sistema es muy generoso comparado con el norteamericano. Si un investigador del Conicet encuentra algo, el 50 por ciento de los beneficios va para él y el otro 50 para el Conicet o se reparte entre el Conicet y la universidad, si participó en esa investigación.
–¿Y cuando participa la empresa privada con el Estado?

–Si hay una alianza con una empresa se determina según lo que invirtió cada uno. Cuando hacemos acuerdos con las empresas establecemos que lo que invirtió el Estado se multiplica por cuatro por todo lo que invirtió antes; de pronto son veinte años investigando una yerba. Con la propiedad intelectual no se puede ser ni fundamentalista ni inocente. No podés desconocer las grandes presiones que hay detrás de las patentes y cómo las grandes compañías pretenden usarlas en prácticas monopólicas. Tampoco decir “las patentes son malas, no patento nada” porque entonces te curran. Si este gen aislado por la doctora Chan no lo patentamos, habrá alguien en Minnesota que diga “Ah, mirá qué interesante, vamos a producirlo con una bandera argentina. Pero si querés usarlo te lo cobro”. Hay un estudio que se hizo de los ’80 a los ’90 y pico que demostró que con los 500 mejores trabajos de investigación hechos en países en desarrollo se hicieron 250 patentes en los desarrollados, ninguno implicando a los investigadores originales. No basta entonces con tener la capacidad de investigar y de proteger la propiedad intelectual local. Con Raquel Chan y la Universidad del Litoral trabaja también la empresa Bioceres, una asociación de productores nacionales que va a producir la semilla y que se asoció con una empresa americana para aprobar esos genes y venderlos en Estados Unidos y tener ingresos.
–¿Qué pasa con la propiedad intelectual si un investigador argentino encuentra un gen que es gemelo de otro que patentó Monsanto?

–Debería ser mellizo, si no sería una copia. Pero no necesitás al gemelo o al mellizo sino a la siguiente generación. El gen de resistencia a la sequía de la doctora Chan es mejor que los que están desarrollando grandes compañías, porque no sólo se banca la sequía sino que, al contrario que los otros, si no hay sequía te produce 130 en lugar de 100. La idea no es copiar, sino hacer mejor y pelearles el mercado. Esta tecnología de vacunas en la que estamos trabajando va a servir para combatir parásitos, es oral y no necesita refrigeración. Grandes multinacionales están viniendo al país a ver en qué asociarse y hacer de novedoso porque saben que la capacidad de invención está acá.

El hombre que se batió a duelo por Evita

Viajar al pasado con los ojos del presente es una travesía a realizar siempre con cuidado, siempre en puntas de pie. Porque hoy resulta inimaginable –además de ilegal– que alguien pretenda morir o matar por honor, es decir, que quiera lavar una ofensa con sangre. Pero a mediados del siglo XX, elegir padrinos, caminar con un arma en la mano los 16 pasos de rigor, darse vuelta y apretar el gatillo para partir o despachar a otro de este mundo, era aceptado por los códigos caballerescos de entonces. Rodolfo Decker tiene hoy 92 años y una lucidez envidiable. Fue presidente de la bancada de diputados peronistas en 1946, con apenas 25 años. Era tan joven al mando de los más de 100 legisladores oficialistas, que se dejó los bigotes para aparentar más edad. En 1948, Decker dirigía, a su vez, el diario El Laborista, de un peronismo editorial desbordante. Fue precisamente desde las páginas de su diario que respondió a una columna que el coronel José Francisco Suárez había escrito en La Prensa y que consideró injuriosa hacia la figura de Eva Perón. Decker insinuó en tapa que la mujer del militar tenía una doble vida. Días después, recibió una visita inesperada. Lo que sigue es la historia del hombre que se batió a duelo por el honor de Evita, y sobrevivió para contarlo.

–¿Usted reacciona por el artículo del coronel José Francisco Suárez?

–Exacto. Frente a esa infamia, como director de El Laborista –usted sabe que los directores de los diarios estamos muy bien informados–, me enteré que la esposa de este coronel no hacía honor a su matrimonio. Entonces, al día siguiente, con título catástrofe publiqué en tapa que "el coronel tal, en lugar de referirse en la forma en que lo hace a la esposa del excelentísimo presidente, señora María Eva Duarte de Perón, debería fijarse en los ramazones que tiene en su frente". Frente a esa situación, al día siguiente me vienen a visitar dos caballeros: el diputado y coronel Gregorio Pomar y el diputado Luis Dellepiane, radicales ambos, este último hijo del que fue el último ministro de Guerra de Don Hipólito Irigoyen. Los recibo en El Laborista, y me manifiestan que vienen a pedirme una rectificación de lo expresado en el diario o una satisfacción por las armas con sus padrinos. Yo les digo que lamentablemente no voy a poder batirme a duelo en esta oportunidad por la sencilla razón de que, de acuerdo con las normas de la caballería, quien no sabe poner en orden a su propia esposa, no es un caballero. "Comprendan que yo con este coronel –les digo– no me batiré." Frente a esta situación, dijeron: "Lamentablemente, deberá batirse a duelo con nosotros, que somos los padrinos del coronel." Les respondí: "Para mí ustedes sí son caballeros. Designen a sus padrinos y no tengo inconveniente de ir al duelo."
–¿Usted solo contra los dos?

–Sí. De buenas a primeras, me encontré con que debía batirme a duelo con los dos. En esas situaciones caballerescas, usted no puede nunca echarse atrás. Además, yo representaba en ese momento a un partido, para mí era un enorme honor. Arreglaron los padrinos, se pusieron de acuerdo y uno de los duelos se realizó en el Club Militar de Vicente López.
–¿Se había batido a duelo alguna vez? ¿Tenía manejo de armas?

–No. Ni una cosa ni la otra, pero en esos momentos usted no puede dar ni un paso atrás. Siempre he aconsejado a mis compañeros y colegas que cuando uno se encuentra en una situación caballeresca, no hay que hacer otra cosa que aceptarlo y seguir adelante.
–O sea que se animó sin experiencia a un duelo a matar o morir. A primera sangre, como se dice…

–Cuando es con pistolas, eso de primera sangre es relativo. Eso ocurre cuando se bate a duelo con sable o espada, porque un tajo es suficiente para parar el asunto. Acá no era así: una bala en la cabeza o en el corazón, no suspende nada.
–La fecha, según el archivo, fue el 3 de  marzo de 1948.

–Efectivamente. Una mañana de mucho frío, oscura, era muy temprano. El primer duelo fue con el coronel Pomar, para mí, sinceramente, un caballero, un señor.
–¿De buena o mala puntería?

–Le digo la verdad: yo nunca había tenido una pistola de duelo en mis manos, que son siempre muy pesadas. Mi intención no era tirar al cuerpo al contrincante. Yo soy católico, apostólico, romano y me siento en la obligación de evitar todo lo que sea un verdadero crimen o matar a un individuo. No estoy en condiciones morales para hacerlo porque mis principios no me lo permiten. La otra persona, no sé cómo habrá procedido, pero yo sabía que era un caballero, de manera que nos batimos a duelo y no pasó nada, no nos dimos y no nos reconciliamos. A la tarde, era el segundo duelo, en situaciones muy especiales, porque los padrinos del diputado Dellepiane decían que no estaban de acuerdo con el lugar que habíamos elegido por la mañana porque había ido mucha gente. Claro, había salido en los diarios. Y ellos dijeron que iban a elegir otro lugar para que no haya nadie. Y mis padrinos les aceptaron que ellos lo eligieran. Y eligieron un horno de ladrillos abandonado en proximidades del camino que va a La Plata. Yo desconocía totalmente. Lo dramático del asunto es que ellos venían adelante y nosotros seguíamos a sus dos o tres autos. Con buena fe, los íbamos siguiendo. En esa época, el ferrocarril atravesaba el camino a la altura entre Avellaneda y Quilmes, con una barrera que cuando estaba baja, impedía el paso de los vehículos. Pasan ellos, paso yo, y el coche que venía con gente acompañándome, médicos y demás, baja la barrera y no puede pasar. Me encontré solo frente a todos los demás. Cuando llegamos allá, había como 30 o 40 personas que ya estaban allí. Mi situación no era muy gratificante, pero había que hacerlo. Fuimos al duelo. Cada cual hizo su parte. El duelo era a 16 pasos y de frente, de manera que era interesante y dramático. Estaba el general Basilio Pertiné (NdR: abuelo de la mujer de Fernando de la Rúa), que era el director de los dos lances. Decían "uno, dos, tres… fuego", y usted tenía que disparar antes que dijeran el número tres. Hice mi disparo antes que dijeran el número tres, y no pasó nada. Pero Dellepiane siguió apuntándome y el director Pertiné le dijo que bajara el arma, habían pasado los tres puntos y si me mataba era un crimen común y corriente. Dellepiane dijo que su arma estaba descargada. Pertiné tomó el arma, la gatilló y salió el tiro. No sé lo que pasó.
 –La sacó barata, Decker. Sobrevivió a dos duelos en un mismo día… Todo por el honor de Evita. ¿Ella se enteró? ¿Le agradeció el gesto?
–La verdad es que me agradeció mucho pero yo no le quise dar ninguna trascendencia. No hice más que cumplir con lo que correspondía. Eva Perón se merecía eso y mucho más. Nosotros veíamos cómo se sacrificaba. Era una mujer extraordinaria. Muchas veces he acompañado a la señora porque ella me lo pedía en la Secretaría de Trabajo y Previsión, que atendía hasta las dos de la mañana a la gente humilde, las abrazaba, las besaba, no tenía temor a nada, ayudaba a todo el mundo y después con dos o tres amigos de ella que estábamos ahí acompañándola, nos invitaba a la Residencia Oficial a cenar, adonde llegábamos a las dos y media de la mañana y la mesa ya preparada, y la señora nos explicaba cuáles eran sus sueños, lo que pensaba para el país, para la gente humilde y los trabajadores. A las cinco o cinco y cuarto, sonaba el despertador del General y la señora decía: "Muchachos, si el General nos encuentra acá, nos mata a todos, váyanse enseguida", y agarraba a los caniches para que no ladraran y nosotros salíamos por la puerta del costado.
–¿Cuántos años tiene hoy?

–Apenas noventa y dos. Y sigo luchando en la política y en la profesión. No he abandonado ninguna de las dos cosas, mis grandes amores, aparte de mi esposa, de apenas 91 años. «

El club del ’45

Rodolfo Decker preside hoy el Club del ’45, instituto dedicado a la divulgación de la doctrina peronista.
Pertenece a esa camada de contemporáneos de Perón y Eva Perón que no interpretan al justicialismo: lo relatan tal y cómo lo vivieron. Porque son, fundamentalmente, protagonistas de una época intensa.
En la bibliografía no peronista, su nombre aparece junto a los de Raúl Apold y José Visca como los exponentes de una política de medios –la del primer y segundo peronismo– que suele resumirse en la clausura del diario La Prensa. Son visiones parciales de un proceso histórico complejo, y del siglo pasado, imposible de saldar en estas páginas que sólo buscan homenajear a Evita, cuando se cumplen 60 años de su muerte, desde una anécdota personalísima.

26 de JUL. Homenaje a Eva Perón a 60 años de su muerte. Cristina Fernández

26 de Julio de 2012: La presidenta Cristina Fernández de Kirchner rindió homenaje a Eva Perón al cumplirse 60 años de su muerte, en un acto que encabezó en la ciudad de José C. Paz donde consideró que Eva volvió en los millones de argentinos incorporados al trabajo y a un país más libre e independiente.
Recordó la Presidenta que la consigna de Evita, "volveré y seré millones" se cumplió, porque "ha vuelto a volver y ser millones y cumplió su propia profecía de volver a una Argentina diferente".
"Ella ha vuelto también en la dignidad de una patria que ha dejado de ser colonia", añadió, y recordó  "las imágenes del 2001 cuando se incendió el país, cuando bajo las políticas neoliberales y subordinadas al FMI y a las indicaciones de afuera, que nos había sumergido en la vergüenza de recibir cada seis meses la visita de un virrey, que venía a decirnos lo que teníamos que hacer".
"Díganme --preguntó a la multitud que se había congregado frente al palco- si no estamos haciendo las cosas para cumplir ese legado y ese mandato histórico que ella impuso a todo aquel que fuera peronista".

miércoles, 25 de julio de 2012

25 DE JULIO DE 1932: NACIMIENTO DE GUSTAVO REARTE, FUNDADOR DE LA JUVENTUD PERONISTA

Gustavo Rearte
Por Daniel Alberto Chiarenza

  Gustavo Rearte nació en Buenos Aires, el 25 de julio de 1931; y murió, también, en Buenos Aires, el 1º de julio de 1973.
 
Fue un dirigente político y sindical argentino que desde que su uso de razón se lo permitió adhirió a los preceptos sociales del Peronismo, una de las figuras más destacadas del ala izquierda de ese Movimiento, inclusive fue el fundador de la Juventud Peronista en 1957, rama que no existía hasta ese punto de la Resistencia.
 
Rearte empezó como obrero en la fábrica SIAM, después en Jabón Federal y llegó a ser secretario general del Sindicato de Jaboneros y Perfumeros.
 
Además de fundar la nueva rama, Gustavo fue integrante de su primera mesa ejecutiva.
 
Cuando La Fusiladora, con sus esbirros: Lonardi, Aramburu y Rojas derrocan a Perón en el '55, es uno de los jóvenes trabajadores peronistas que integran los numerosos Comandos de la Resistencia, formando parte del Comando Juan José Valle, mártir de la Causa Peronista del año anterior.
 
La lucha por la vuelta de Perón y contra el régimen dictatorial lo lleva a encontrarse y juntarse con otros militantes peronistas: sus propios hermanos Alberto y Miguel Rearte, Carlos Caride, Jorge Rulli, Envar Cacho El Kadri, Susana Valle, Felipe Vallese, Héctor Spina, etc.
 
En enero de 1959 estuvo en la dirigencia combativa que organizó la toma del frigorífico Lisandro de la Torre, para evitar su privatización.
 
Tras la represión fue preso y en el peronismo combativo fue creciendo la idea de que solamente quedaba la lucha armada como opción, así comienzan las experiencias guerrilleras de Uturunco y luego Taco Ralo en Tucumán.
 
En 1960, Gustavo Rearte, Envar El Kadri, Jorge Rulli y Felipe Vallese, entre otros, participan de la primera acción de resistencia armada urbana, que concretaron bajo la sigla Ejército Peronista de Liberación Nacional (EPLN): el operativo llevado adelante fue el ataque a una guardia de la Aeronáutica en Ciudad Evita. Rearte fue el jefe del operativo, que resultó todo un éxito y les permitió apropiarse de dos subametralladoras PAM, uniformes y municiones.
 
¡Viva Perón, Carajo!!!
 
Luego, la conducción de la JP envió a Rearte a Montevideo a establecer contacto con los exiliados peronistas.
 
Allí se reúne con John William Cooke, jefe del Comando Táctico de la Resistencia Peronista y -por aquellos años- delegado personal de Perón.
 
Fueron ellos, en aquel momento trascendente para la Historia de América Latina, quienes establecieron los puentes del peronismo con la Revolución Cubana, con Fidel Castro y el Che Guevara.
 
Rearte, inclusive, fue el enlace para preparar dos viajes de Perón a Cuba, que finalmente no se realizaron.
 
En 1962 y estando en formación la combativa CGT de los Argentinos, escribió el documento de Huerta Grande que marcó un hito en la historia del movimiento obrero. Cuando regresa, es baleado por una comisión policial en la esquina de Rodríguez Peña y Sarmiento, en el centro de la Capital Federal y encarcelado. Sucesivamente, pasa por las cárceles de Devoto, Caseros y Olmos.
 
Por esos días, Gustavo Rearte fue deambulando por muchos presidios de nuestra Patria.
 
En julio de 1963, el gobierno radical de Arturo Illia promulga una amnistía para todos los presos políticos.
 
Son liberados, entre otros, los iniciales fundadores de la Juventud Peronista: Rearte, Rulli, Spina y El Kadri, quienes se abocan a reorganizar a la JotaPé, que había sufrido duros golpes por la represión implementada por el Plan CONINTES (Plan de Conmoción Interna del Estado - Decreto 2.628/13 de marzo de 1960 - Gobierno de la UCRI de Arturo Frondizi).
 
Gustavo Rearte, posteriormente, se integrará al Movimiento Revolucionario Peronista (MRP) formando parte de su conducción.
 
Fue en la época en que Rearte mantenía un vínculo muy fuerte con Perón, quien le había pedido que formara una organización político-militar para su regreso.
 
Es cuando Gustavo se decide a fundar, como se dijo, el Movimiento Revolucionario Peronista y envió a numerosos cuadros a entrenarse a Cuba.
 
El contacto entre Rearte y Perón era fluído, a veces por visitas de Rearte y a veces por carta.
 
En razón de la experiencia del apoyo a la lucha armada, Rearte fue muy cauto y muy buen diagnosticador de coyunturas apropiadas e inapropiadas para golpear con la guerrilla.
 
Esas discusiones eran duras incluso entre compañeros.
 
Su hija Eva, cuenta en un reportaje -bastantes años después- que cuando le pusieron el nombre de su padre a una calle, Cacho El Kadri se le acercó para pedirle disculpas porque en medio de aquellas discusiones lo había calificado de traidor.
 
La posición de Rearte con las últimas organizaciones armadas del peronismo, FAP y Montoneros, también fue la misma.
 
Creía que no estaban dadas las condiciones y que un proceso de ese tipo terminaría en una masacre.
 
Hace relativamente poco tiempo (2006), la compañera licenciada Eva Rearte hablaba de este modo con motivo de ser su padre el sujeto de un merecido homenaje en la Legislatura porteña: -Yo nací con un padre militante y siempre me explicó que luchaba contra las injusticias y por los derechos de la gente, era un tipo muy estudioso, muy pensante, muy reflexivo [...]
 
María Eva Rearte: -Papá estaba en Plaza de Mayo con mi madre cuando fueron los bombardeos –cuenta Eva Rearte–, siempre nos contaba que se habían tenido que refugiar de las bombas bajo la recova. Ese fue un punto de inflexión para las decisiones que tomaría después en su vida [...]
Consecuencia de los bombardeos del 16 de junio de 1955 contra la indefensa población civil.
 
-El viejo estuvo con el Che cuando pasó hacia Bolivia. Discutió para convencerlo que no estaban dadas las condiciones, que el PC lo iba a traicionar y que lo iban a matar, señala Eva.
 
Hubo encuentros entre Gustavo Rearte y el Che.
 
-Perón lo trató muchas veces como a un hijo –afirma Eva – su hija-, yo creo que vio en él una veta pese a que muchas veces no estaba de acuerdo y le discutía. Perón le ofreció sentarse en la mesa del Partido Justicialista, ser su enviado, le ofreció viajar en el avión de su retorno. Pero mi viejo le decía que él no veía ningún revolucionario donde le ofrecía que estuviera y que no se sentaba con cualquiera. Era peronista y amaba a Perón, pero se había formado en otro momento, tenía otra formación [...]
 
 
Eva Rearte: -Es la contradicción que se vive con alguien a quien se admira, pero se crece distinto –continúa–, yo soy ahijada de Perón. Me bautizaron a los siete años con los Contursi como representantes de Perón. Se escribían, Perón lo recibía. Mi papá le llevaba sus análisis sobre la situación en el país. Hasta que llegó un momento en que no lo recibió. No vivió ese corte con bronca, sino más bien con tristeza. Fue muy doloroso para él[...]
 
-Muchos de los que se preparaban para esas experiencias eran compañeros suyos –recuerda–, discutió con ellos, les dijo que los iban a aniquilar y la discusión vuelve a repetirse unos años más tarde con Taco Ralo. También creía en la lucha armada, pero pensaba que la lucha principal era política, porque la lucha armada tenía que ser apoyada por la gente [...]
 
-Papá había estado en la Plaza durante los bombardeos, entre los fusilados de aquellos años tenía conocidos, todo eso lo llevó a pensar que la única opción era la lucha armada, pero al mismo tiempo llegó a la conclusión de que la capacidad de odio y de saña de los militares podía desembocar en una masacre tal como pasó después[...]
 
Eva Rearte:-Siempre nos explicó todo lo que hacía y por qué y además nos hacía partícipes, a su manera, un poco como era la lucha de esos primeros años de la Resistencia, en plena prohibición del peronismo y sus símbolos.
 
Me acuerdo cuando yo era chiquita, él me decía -Eva salí corriendo y cuando yo me alejaba, empezaba a gritar a todo pulmón -¡Evita! ¡Evita!
 
La gente se horrorizaba y él lo gozaba porque estaba llamando a su hija.
Continúa contando Eva que: otra vez en pleno San Justo, iban en un colectivo.
 
Rearte le pedía a Eva que cantara la Marcha Peronista y cuando se armaba el revuelo, la sacaba por la ventanilla porque afuera ya había otro compañero para recibirla.
 
Evita Rearte: -Papá había escrito el programa revolucionario de Huerta Grande, era obrero, no había terminado el secundario. A fines de los ’70, cuando empecé el colegio, se puso a estudiar conmigo. Hizo el secundario libre y hacíamos juntos los trabajos prácticos. Con sus manazas tenía que bordar unas batitas con punto vainilla. Quería recibirse para estudiar abogacía, pero no pudo por la enfermedad [...]
 
Programas revolucionarios de La Falda y Huerta, según la particular visión de Ricardo Carpani.
 
-Era un convencido de la necesidad de concientizar y concientizarse, se pasaba hasta altas horas de la noche leyendo, le gustaba la historia de las revoluciones, discutía mucho sobre la revolución argelina y la cubana, por supuesto.
 
El compañero Gustavo era un gran lector de Historia de las Revoluciones.
 
Eva lo recuerda también la cárcel: -La primera imagen que tengo de mi padre es su brazo saliendo por una ventana de la cárcel de Caseros y hablándonos a los gritos.
 
Y recuerda cuando regresaron a su casa y había un túmulo con una cruz que decía: -Rearte te queda poco tiempo, a pesar de que su padre intentó taparlo con los brazos para que no lo vieran.
 
-Ya estaba enfermo en su último viaje a Cuba, en el ’72.
 
Participó en la campaña presidencial de Héctor Cámpora pese a que no estaba de acuerdo porque pensaba que Perón tenía que ser el candidato.
 
En marzo lo internaron y murió en julio, -tras ver con tristeza la masacre de Ezeiza puntualiza Eva.
 
-Yo creo que el homenaje que le van a hacer en la Legislatura es también un homenaje a la gente que luchó con él y que entregó todo en forma desinteresada por esa lucha dentro del movimiento peronista. Y también es una forma de recuperación de la memoria porque de alguna manera, los hechos de los años ’70 relegaron las figuras de muchos luchadores populares de los años anteriores. Recordarlos es una forma de hacerles justicia.

viernes, 20 de julio de 2012

Norberto Galasso presentó su nuevo libro "La compañera Evita"

Galasso tiene en sus manos el libro que presentó en ND Ateneo
El historiador Norberto Galasso afirmó que "homenajear a Eva Perón es tener compromiso y militancia permanente", al presentar su nuevo libro "La compañera Evita" que repasa exhaustivamente la vida de la líder del justicialismo e indaga sobre aspectos menos explorados de su carrera política.
Acompañado por el histórico dirigente sindical Alfredo Ferraresi y el referente de la organización Los Pibes, Lito Borello, Galasso comenzó, este jueves a la noche, su intervención pidiendo un aplauso para Ana Carmen Macri, amiga personal de Evita, quien asistió al teatro ND Ateneo para escuchar al historiador desglosar algunos de los capítulos de la biografía.

Galasso hizo un recorrido por la vida de Eva desde su nacimiento hasta su muerte, rescatando siempre la vocación política y revolucionaria de la primera dama de Juan Domingo Perón, y destacando su nombre como una definición de "compromiso y militancia permanente, no de grandes palabras, pero sí como decía ella: "Cuando yo le doy algo a un pobre, en realidad no le estoy dando algo; le estoy devolviendo lo que le han quitado". 

Galasso aseguró, al referirse a uno de los tantos aspectos de su vida, que Eva Perón fue "algo así como un ministro de Trabajo paralelo", al explicar que ella era quien mantenía "un contacto directo entre el líder del movimiento y un sector del movimiento, que eran los trabajadores. Porque lo mantenía informado a Perón acerca de los conflictos".

Al profundizar en aspectos menos explorados sobre la vida política de la referente del Justicialismo, el autor señaló que Evita "hizo gremialismo antes de conocer a Perón", al evocar que fue una de las socias fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), una entidad gremial constituida para defender los derechos de los trabajadores de la radiofonía argentina.

En tanto, sobre el contexto regional, el autor sostuvo que América Latina se encuentra ante "una oportunidad histórica y extraordinaria mientras el mundo tiene una crisis profunda y dramática con lo que está sucediendo en Italia, Grecia, España. Y mismo Estados Unidos tiene un nivel de desocupación mayor al nuestro, con tasas que no han bajado del 17 por ciento".

El encuentro contó con las adhesiones, entre otros, de los diputados nacionales del Frente para la Victoria (FpV), Adriana Puiggrós, Héctor Recalde y Facundo Moyano, mientras que se esperaba la participación de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien no pudo llegar al encuentro por el tráfico que afectaba las calles porteñas.

La actividad fue convocada por el Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales Felipe Varela, la Corriente Política Enrique Santos Discépolo y la Editorial Colihue.

“El Gobierno está condenado a tomar decisiones cada vez más audaces”

Horacio González
Por Néstor Leone

Horacio González, sociólogo y ensayista, reflexiona sobre el momento actual y las relaciones entre el aparato justicialista, la identidad peronista y la política oficial.

Director de la Biblioteca Nacional, intelectual respetado en ámbitos diversos y autor, entre muchos libros, de Kirchnerismo: una controversia cultural, Horacio González pondera la naturaleza política de la gestión actual, considera los contornos de algo que podría empezar a llamarse “cristinismo” y marca los desafíos políticos e intelectuales de los tiempos que vienen. A su vez, señala la necesidad de promover una política más frentista, analiza la estrategia de alianzas e introduce la cuestión de la reforma de la Constitución que, explica, va más allá de la cuestión reeleccionaria.

¿Cómo aproximarse a esta especie de tensión abierta entre el gobierno nacional y algunos espacios que formaban parte de su más inmediata línea de aliados?
En primer lugar, me sorprendió la naturaleza del desafío que propuso Hugo Moyano. No parecía estar albergada en el conjunto de contradicciones tolerables que había hasta aquí entre el Gobierno y el sindicalismo. Pero más me sorprendió la virulencia que tuvo al lanzar su diferendo en un programa de televisión de TN y en medio de un gran dramatismo. A eso le sumó, luego, un discurso en Plaza de Mayo en el que acusó a la Presidenta de absorber la política nacional indiscriminadamente y no dejar lugar para las reivindicaciones sindicales clásicas del peronismo, poniendo la cuestión como una interpelación sobre el mismo peronismo.

Teniendo en cuenta el lugar que ocupan el movimiento obrero y la CGT en el imaginario y la ingeniería peronista, y el valor de la unidad, ¿qué representa esta ruptura con Moyano y la fragmentación de la central sindical?
Es una preocupación, que incluye una paradoja bastante visible. El Gobierno necesita apoyarse en un conjunto de sindicatos ligados a la producción, más afines a la tradición clásica del peronismo y más afines, también, con el modelo nacional, popular y productivo que la Presidenta defiende y promueve. Pero, aunque son parte de los elementos que están en juego, no son los únicos. En realidad, la escena es mucho más dramática.

¿En qué sentido?
En el sentido en que se escinden fuerzas que estaban coaligadas y surgen con nuevas alianzas no previstas. Es lógico, en este contexto, que aparezcan preguntas con respecto al tipo de alianzas que se establecen, dado que no es lo mismo cualquier alianza. De alguna manera, las alianzas sindicales, todas, tienen sus problemas específicos. Moyano los tenía, sin dudas. En la Argentina se están discutiendo temas fundamentales y la Presidenta les hace frente: el de la producción, por ejemplo, pero también el del tiempo. Creo que el tiempo es el otro tema fundamental que da tintes de dramatismo. Desde Maquiavelo en adelante, por otra parte, está presente en todas las reflexiones políticas.

Con respecto a esto se dice: “el kirchnerismo se equivoca en adelantar las disputas que sobrevendrían o que están en el horizonte”.
Sobre el tiempo, en política, nadie sabe demasiado. Eso hace que sea tan fascinante. Voy a definir a la Presidenta como alguien que reflexiona sobre su papel y que no es la figura que a veces se quiere pintar en ciertos artículos del diario La Nación, como alguien que goza del mando, como si ahí se acabara la cuestión. Y dentro de esas reflexiones de la Presidenta está el tiempo. Es notable cómo menciona esta cuestión, lo pasajero de las cosas, su transitoriedad. Lo dijo de muchas maneras. ¿Hay que darle o no importancia a esas reflexiones? Yo se las doy. La política es algo que, para adentro, parece no tener límites, pero que sospecha siempre de los límites del tiempo.

Y en el peronismo, la dialéctica tiempo-organización fue siempre uno de sus ejes centrales.
Es una buena observación. La idea del tiempo que había en Perón era la de un gran escéptico, de un gran estoico. Hay dos grandes utilizaciones de la idea del tiempo en el peronismo. Una, “la organización vence al tiempo”, una frase complaciente que la historia sutilmente desmiente. ¿Qué organización vence al tiempo? Lo que hay es la mirada sobre cómo caen las construcciones políticas y cómo el tiempo vence a la organización. Perón establece una inversión a la idea de los poderes del tiempo. Y algo de eso, de todos modos, muestra el peronismo, con su nombre, con la forma de invocar sus emblemas, tan presentes en la Argentina.

¿Y la otra?
La otra frase es en relación al uso de los instrumentos de la política: “es preferible el tiempo que la sangre”. Es un poco contradictoria con la anterior, es cierto, porque aquí el tiempo vencería a los apresurados, a los violentos. Es decir, el peronismo tiene dos versiones del tiempo. Una es una versión homogénea, unánime, compañera de las organizaciones populares. En la otra versión, el tiempo es un adversario. Todos estos elementos, con nuevos y viejos nombres, son los que están hoy presentes.

¿En qué sentido?
Cuando la Presidenta habla de unidad, solidaridad y organización hace referencia al último Perón. Perón es alguien que cultivaba su nombre como factor productivo; es un productivista de su nombre. Y a veces se asombraba de las cosas que se hacían en su nombre. Rodolfo Ortega Peña, que tenía mucha lucidez, decía: “Perón pone a Perón, ¿usted qué pone?”. Perón ponía lo que ya estaba, la militancia tenía que hacer lo suyo, lo otro. Posiblemente pelear sobre el nombre de Perón de un modo que a Perón le disgustaba haya sido un error de los setenta. Una vez participé en Olivos de una reunión con la Juventud Peronista de aquella época, y alguien le dijo que ha ido por las provincias llevando su nombre y hablando de la revolución social. Entonces, Perón le contesta: “Ah, ¿todo el trabajo lo hago yo?”. A Perón no le gustaba que su nombre presidiera algo con lo que no estaba de acuerdo. De alguna manera achicó la expansión de su nombre. Al ver eso, el llamado a la unidad, la solidaridad y la organización tenía una característica casi extrema. Era llamar a los más fieles, en el seno de miles y miles que usaron su nombre.

¿Es lo que está haciendo Cristina?
No es ésta la situación que vivimos ahora, claramente. Pero vivimos, efectivamente, una situación de similar dramatismo. Ese llamado a la unidad lo es. No indica que la historia sea circular y que la Argentina vuelva permanentemente hacia el mismo punto, pero sí indica un dilema alrededor de la interpretación del peronismo. Nuevamente se pueden leer artículos en el diario La Nación respecto a que el peronismo ocuparía toda la escena, que sería una totalidad “hacia” el totalismo y que la ausencia de pluralismo conduciría a escenas de violencia ante la supuesta ausencia de reglas para dirimir sus conflictos internos… No desprecio esa discusión, pero si se reconoce que estamos dentro de un conflicto de naturaleza política y económica, conflicto entre interpretaciones de la historia, conflicto también por sucesión presidencial. Personalmente, no veo impropio reconocer ese conflicto y, en ese reconocimiento, desplegar las reglas que lo procesen.

Cuando se habla de aliados políticos y alianzas sociales que se ganan o se pierden, se habla también de la búsqueda de construcción de mayorías. El Gobierno ha logrado construirlas aun cuando no se lo esperaba o en situaciones muy cuesta arriba. ¿Qué significan estas últimas movidas, en ese sentido?
Del kirchnerismo originario hay una característica que se sigue manteniendo: toma decisiones bajo el acoso de fuerzas muy poderosas, globales y nacionales. Existe un discurso muy ofensivo de parte de esa oposición, en el sentido moral y práctico-político, y eso mantiene a la Presidenta en permanente tensión. Y en esa tensión ha tomado sus mejores decisiones: la Ley de Medios, la Asignación Universal, la expropiación de YPF. Ahora, sus mejores decisiones también están acosadas, lo que obliga a una cadena de mejores decisiones posteriores. Es decir, el kirchnerismo está más condenado que el peronismo originario a tomar cada vez decisiones más audaces. Ahora bien, la famosa audacia, que citaron Danton y Lenin, no consigue establecer por sí sola un espacio de profundidad democrática. La audacia tiene que asociarse a la imaginación, a la movilización social y al establecimiento de ámbitos institucionales que procesen el conflicto interno en las fuerzas de cambio.

La audacia y el cálculo, diría Beatriz Sarlo, casi como un elogio.
Me había olvidado que el título del libro era ése... La proposición de Sarlo es interesante porque equilibra las dos cosas. La audacia proviene de una especie de divina irresponsabilidad, de una imaginación desbordante, de un traspaso de límites; en tanto, el cálculo lo atenúa y lo remite a las instituciones. Entre esas dos proporciones se mueve la política en el kirchnerismo. A mí, que acompaño al Gobierno y soy funcionario, me gustaría que quedase más explicitado todo esto para generar un capítulo nuevo en la política argentina. El kirchnerismo lo es: es un capítulo nuevo. Pero quizá se necesitaría un grado mayor de explicitación de los términos de esta confrontación, cosa que también exigiría un esfuerzo mayor para construir ciertos textos comunes. Muchos de ellos emanan de los discursos de la Presidenta, pero la cuestión de fondo que planteo es la necesidad de que esos discursos puedan dialogar con los nuevos textos de época.

¿Cuáles? ¿Existen como tales?
La razón populista, de Ernesto Laclau, lo hace, pero es un texto de características académicas muy avanzadas y no tiene relación directa con el idioma político que se usa aquí en la Argentina o en cualquier otra parte. Sin embargo, hay ahí problemas fundamentales que son tratados, como “la decisión que es parte de un vacío”. El populismo de Laclau es un sistema de llamados y eso el kirchnerismo lo conoce bien. Yo soy el producto, en la memoria peronista, de un llamado telefónico: el de Kirchner a un tipo como yo, un simple profesor universitario, que había vivido la historia del peronismo y que no tenía mayores expectativas, al que convocaban para traspasar un límite. Ahora bien, se necesitan nuevos llamados como ése, a otras personas, a otras identidades. Y eso supone la existencia de un frente.

¿En términos tradicionales?
Mis amigos me dicen: “¿Qué frente? ¿Con los socialistas? ¡Si están siempre en contra! ¿Con los radicales?” No soy tan ingenuo como para pensar eso. En ese sentido, parece interesante una reforma institucional que tuviera como sujeto cambiar los sistemas que durante décadas ha gobernado a la Argentina: de propiedad, de producción de la tierra, de derechos. Son cosas que podrían tener estatuto constitucional junto a la cláusula de la reelección, a la cual no le tendría temor si apareciera engarzada con estos grandes cambios constitucionales y en un estilo de gobierno en el que se reproduzcan aquellos “llamados” del primer Kirchner a situaciones nuevas. El frentismo lo que hace es omitir, por un momento, que cada sector social argentino tenga que participar en una alianza a través de sus mediaciones. No dice “CGT y empresarios”, como haría un Consejo Económico y Social. Al omitirla, el frentista dice “trabajadores, estudiantes, intelectuales, empresarios”, lo cual permite mencionar historias de vida, ocupaciones y formas de ciudadanía. En definitiva, construcción de ciudadanía social, que es un concepto que me parece que falta.

¿Esos serían los contornos de ese “nuevo capítulo” del que hablaba recién?
Sí, exactamente. Cuando el kirchnerismo, y ahora el cristinismo, mayores dificultades atraviesan, y este momento es de dificultades, aparece más la inventiva. En la tradición liberal, a la que respeto aunque le siga criticando muchas cosas, el obstáculo está fuera de sí. En la tradición nacional-popular, en cambio, reconoce que puede estar en sí mismo. Por tanto, trabaja con ellos y sobre ellos. Por eso, también, puede ser muy “absorbente” respecto a los elementos prácticos interesantes de la tradición liberal-republicana. Desde el punto de vista constitucional, la Argentina tiene que estar entre Arturo Sampay y Juan Bautista Alberdi. De Alberdi deberíamos tomar el espíritu cosmopolita, productivista y presidentalista de la Constitución argentina. Y de Sampay, el espíritu del procedimiento estatal para generar comunidades capaces de asumir la gran responsabilidad de tomar la riqueza del país desde el punto de vista de un Estado democrático. Eso sí, le agregaría el derecho de huelga. E incluiría entero el artículo 14 bis.

Los Duhalde y el llamado Peronismo Federal, aparentemente, ya no representan disidencia posible. La disidencia, se especula, podría venir del propio seno de quienes hoy se asumen kirchneristas.
Una parte de la polémica vendrá con aquellos que acusen al kirchnerismo de no ser peronista, cosa que de alguna manera hizo Moyano en la Plaza.

Cuando pareció reaparecer el “peronómetro”…
No me refiero al peronómetro. Invocó ni más ni menos que a Ricardo Balbín y su abrazo con Perón. La Presidenta bien podría hacerlo, porque su concepción también atraviesa ese momento. Si la trasponemos a la relación con Julio Cobos fue un fracaso total. Sin embargo, creo que un diálogo diferente con figuras del radicalismo, del socialismo, del amplio abanico de las izquierdas, como de algún modo se insinúa en la reforma de los Códigos Civil o Procesal, o como se insinuó en el viaje al Comité de Descolonización de la ONU por Malvinas, es algo a ser planteado. No como unidad nacional en abstracto, sino como diálogo con una escucha hacia la izquierda. Defiendo un diálogo a explorar. Si no, el proceso de transformación pierde muchas discusiones; sobre todo, en términos de la cuestión energética, ambiental, indigenista. Y estas discusiones hacen al pluralismo de la Argentina.

Ligado a esto parecería persistir cierta tensión entre el peronismo como “partido del orden” y el peronismo como “partido de transformación”.
En los escritos originales de Perón las dos cosas tienen la misma importancia. Tiene una influencia del pensamiento organicista y, al mismo tiempo, está asistido por las furias. Y las furias, en general, son elementos de transformación. Es recordable tanto la figura de Sampay, que es el momento de la organización y el orden, como la de John William Cooke, que es el momento de la apertura cosmopolita hacia las grandes corrientes de la transformación mundial. El kirchnerismo no cultivó la escritura, como aquel peronismo. Cultiva la oratoria con grandes escenas que corresponde al momento en que atraviesan los medios. No en vano la lucha en los medios es una lucha por los medios, por escenas que se contraponen permanentemente. La Presidenta es una constructora de escenas muy importante.

¿En qué sentido?
En el discurso de la Presidenta está el discurso del orden, institucionalizador, y la tentación agonística, que es muy interesante, porque es lo que le da el alma a la política, es la lucha sin saber bien lo que va a pasar. Hace discursos de una gran energía discursiva y le pone contornos épicos, por ejemplo, a la inauguración de una fábrica de maquinarias. Y, a su vez, los discursos que da en los organismos internacionales son de una factura más calma, con definiciones muy agudas sobre la crisis internacional y conceptos de largo alcance, pero no por eso son menos intensos.

En 2003, en diálogo con Torcuato Di Tella, Néstor Kirchner afirmaba que el justicialismo, como tal, había devenido en una especie de “confederación de partidos provinciales”. ¿En qué estado está hoy la cuestión?
De alguna manera, el justicialismo clásico pervive en las provincias, con su tono conservador popular. Los estudios de Torcuato Di Tella, precisamente, marcan bien cómo el peronismo provincial hereda ese conservadurismo de los años cuarenta; incluso, en la provincia de Buenos Aires. El kirchnerismo, en ese sentido, es una manera de elegir conflictos en el tiempo, como decía antes. Y, en relación a eso, no ha elegido tener conflicto con ninguna situación provincial y ha tendido, en general, a reproducir ciertas lógicas, aunque ahora, evidentemente, se haya elegido algún tipo de confrontación con Daniel Scioli.

No hay gobernadores que cuestionen el liderazgo de la Presidenta, pero sí cierta idea de organización de compartimentos estancos, parcelada por viejos o nuevos liderazgos muy locales que, desde ahí, afirman su adhesión a nivel nacional.
Ni siquiera sé si es una confederación de partidos. También hay que decir que el tipo histórico de los gobernadores del justicialismo es bastante parecido al de hoy, vengan o no del peronismo o sean radicales. Hay una situación superior que los acoge a todos, que son los regímenes de coparticipación, la tentación de un movimiento nacional y un sistema de protección para las provincias a veces llamado federalismo, sin más; un federalismo que tiene aspectos presupuestarios y muchas veces culturales que habría que reconstruir. Por eso me vuelvo a preguntar si no es tiempo de pensar en tiempos constitucionales, no sólo porque esté en juego la necesidad de tener espacios de tiempo adecuados para pensar en una sucesión que no debe ser traumática al punto de generar una tensión insoportable en la vida política argentina... Pienso en términos constitucionales porque creo que todos estos conflictos pueden ser procesados a través de un gran acuerdo que permita los próximos capítulos de la vida nacional. Por eso digo, también, que es un momento alberdiano. Convoco de nuevo a Sampay y digo que todo el constitucionalismo argentino debería estar dando un gran debate para ver si efectivamente es posible modificar términos constitucionales en medio del conflicto o si es más productivo hacerlo en medio de la calma.

¿Y usted qué cree?
Que en medio del conflicto es más interesante. La prueba es la Constitución de 1853. Momento más intranquilo y menos pacífico que ese, imposible. No la firmó Buenos Aires, por ejemplo. Volvería a Las Bases, de Alberdi, que fue la Constitución en las sombras, texto al que le cuestionaría muchas cosas, como el trastocamiento étnico del país que propone a través de la inmigración, pero es un gran impulso para pensar el país. Esto exige reflexiones profundas y más agudas sobre el siglo XIX. La Presidenta las hace, porque intenta respecto del XIX lo que no es fácil hacer con el XX, esa suerte de agrupamiento de la diversidad que hace cuando menciona a Belgrano, a Monteagudo, a Rosas, a la Batalla de Obligado, a las mujeres de Ayohuma… Está haciendo una especie de configuración de unanimidades en una historia del siglo XIX que estaba drásticamente partida en facciones. Ahora, esto mismo no es fácil hacerlo con el XX.

CRISTINISMO

En algún momento de la entrevista mencionó el término “cristinismo”. Quería preguntarle por las novedades y rupturas respecto del kirchnerismo original que traería para merecer una nominalidad propia.
La figura del ocupante del poder, para los contemporáneos, es lo que más importa. Para un historiador importa menos. De todos modos, se puede hablar de un “cristinismo”, que se compone de muchos elementos no declarados como tales. El estilo de la Presidenta es singular: atrae a mucha gente y mucha gente, también, la critica por eso. Tiene como rasgo fundamental quebrar la barrera entre la expresión estatal pública y las menciones circunstanciales, con un ramillete de observaciones sobre el teatro en el que ocurre el discurso. Por ejemplo, las interpelaciones a los ministros a la manera de alguien que toma lista, la mención de los camarógrafos… La Presidenta tiene una mirada de escenógrafa sobre su acto discursivo. El diario La Nación ve eso como una forma de totalismo. Y para otros es un motivo de gran atracción que el discurso público salga de la solemnidad del orador empacado con sus menciones a la crisis global y que tenga, también, menciones a chascarrillos aldeanos. Eso da lugar a un debate sobre la figura presidencial y abre la senda de un cristinismo dentro del kirchnerismo, que a su vez está dentro del peronismo, como un sistema de elementos empotrados unos sobre otros. Siempre fue así, por otra parte, porque la persona política tiene su dramaturgia propia y un nombre siempre es impregnador, y no creo que sea totalitarismo sino factores de la democratización del nombre.

SCIOLI

¿Qué tipo de peronismo representa la figura de Daniel Scioli?
Es una figura muy potente para ciertos sectores de las clases medias bajas, una figura de lo argentino, que supone una batalla permanente para disimular los focos de conflicto. Por ejemplo, su figura al lado de Cristina, en discursos en los que se lo ataca, resulta, de algún modo, atractiva. El que sabe aguantar y, al mismo tiempo, lo hace con ligero tinte de víctima, que se refleja en la impavidez de su rostro. Su estilo de esquivar tiene algo del deportista… De ahí y de su origen como miembro de una familia que vendía electrodomésticos saca sus estilos, con la idea de mercado de venta de objetos de consumo domésticos. Sus expresiones habituales son propias de un tipo de clase media argentina que no es fácil definir bien y que aparece en las palabras “aguante”, “se la bancó”, “puso la cara”… En fin, todos efectos de la simulación en política que a Scioli es lo mejor que le sale. Es inútil criticarle si tiene o no ideas políticas. Sus ideas políticas son ideas sobre su propio rostro. Y, por lo tanto, lo tendría que estudiar un politólogo especializado en grandes escenas fisonómicas.

Revista Debate
http://www.revistadebate.com.ar/2012/07/13/5660.php

Aguinaldo, la Nación asistirá a la provincia

Tras reunirse con Daniel Scioli, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció que la Nación girará 600 millones de pesos al gobierno bonaerense, que la semana próxima saldará el pago del aguinaldo. Además, se autorizó a la provincia a emitir más deuda. Emitido por Visión Siete, noticiero de la TV Pública argentina, el viernes 20 de julio de 2012.


lunes, 16 de julio de 2012

Daniel Scioli y Cristina, los topes de una disputa

Por Alejandro Horowicz

¿Se puede gobernar en minoría la principal provincia del mapa nacional? En todo caso, ¿por cuánto tiempo? La política nacional guarda un misterio escrutable: ¿que hará Daniel Scioli?

Una parodia de crisis política mece la poltrona del gobernador de la provincia de Buenos Aires. Eso sí, la tenaza limita su juego: a la hora de la verdad numérica sus huestes quedaron sensiblemente reducidas; y en la legislatura provincial, al menos, el gobernador está en minoría. La fragilidad de su estructura política quedó al descubierto.

¿Se puede gobernar en minoría la principal provincia del mapa nacional? En todo caso, ¿por cuánto tiempo? En una de las caras de la tenaza bonaerense está la presidenta de la República, en la otra un reguero de reclamos de empleados públicos que intentan cobrar trabajosamente el aguinaldo. Encima la oposición, para auxiliarlo, pide un precio que Scioli no parece dispuesto a pagar: saltar la tranquera; restablecer sus “naturales” vasos comunicantes con “amigos” de igual ADN ideológico. Asumirse como “jefe” de toda la oposición, nacionalizar el conflicto provincial. ¿Lo hará?

Consideremos esa hipótesis: la UCR bonaerense le tiende la mano, sus diputados se suman a los del gobernador, incluso los sobrevivientes del Peronismo Federal terminan por apoyarlo. En ese caso, el brumoso quinteto que dice acompañarlo persistirá en la tarea. Y si lo hace, alcanzará para quebrar la tenaza. Pero ni los radicales, ni los seguidores del puntero de Lomas de Zamora, parecen materia dispuesta a votar una ley que arrime recursos reduciendo, por ejemplo, la astronómica tasa de ganancia de los pools sojeros; después de todo, la pequeña corrección del impuesto inmobiliario rural gatilló la resistencia de la Mesa de Enlace; sin embargo, el gobernador no podrá zafar sin incrementar los acotados recursos propios. Ahí se obtiene la primera conclusión tajante: saltar el cerco no le sirve, no para seguir gobernando con una mayor cuota de oxigeno político. ¿El gobernador se terminará acomodando a tan incómoda montura?

Avancemos despacio. La oposición no puede respaldar a Scioli más allá del parloteo; el gobernador solicita, requiere, necesita dinero fresco. O lo genera mediante impuestos provinciales (después de todo, esa sería la retraducción práctica de la andanada discursiva presidencial) o lo recibe del Poder Ejecutivo. La oposición no puede apoyar una cosa ni lograr la otra, por tanto sigue en el limbo, carece de política propia. No es la lealtad la que le impide a Scioli invertir las alianzas, sino la dura materialidad de la política práctica. Salvo que decida inmolarse.

A ver, Horowicz, no se haga el vivo, usted sabe perfectamente que nadie se inmola en la política contemporánea, ni aquí ni en parte alguna. ¿Por qué un hombre que hizo de la obediente medianía su estrategia natural haría semejante cosa? Convengamos algo, estoy de acuerdo en que, en condiciones normales, ese sería el comportamiento esperable, pero estas no son condiciones normales y por tanto se pueden esperar curiosidades relevantes. Consideremos dos extremos lógicos, no políticos. En uno el gobernador “aguanta” todo y sobrevive. En el otro no aguanta más y pega el brinco. Primero, aguantar todo y sobrevivir no es exactamente lo mismo. Sobrevivir, para un hombre que mostró sus cartas presidenciales de movida, no puede ser otra cosa que conservar vivo su proyecto. ¿Si aguanta todo, su proyecto aguanta? Sólo si Cristina Fernández quiere. ¿Y si pega el salto? ¿Cómo? Da batalla pública para terminar renunciando y trasformarse en el punto de recomposición del universo anti -K.

Claro, Horowicz, es bueno que usted lo reconozca, esa es la madre del autoritarismo K. O Scioli se somete sin más, o pega el salto. Y eso es lo que queríamos demostrar: no es que Scioli quiera irse, es Cristina quien empuja.

¿Esa es una sucia maniobra desestabilizadora? ¿O es simplemente naturaleza del modelo político argentino? En un sistema presidencialista, el presidente elige a su sucesor, después de todo "poder" es un verbo que se conjuga solamente en presente del indicativo. Toda discusión sobre el poder futuro, discute de hecho quién manda hoy. Roca eligió a Juárez Celman; Roque Sáenz Peña a Hipólito Yrigoyen; e Yrigoyen hizo lo propio con Marcelo Torcuato de Alvear, quien le devolvió la poltrona a Yrigoyen. Sólo el coronel Perón tuvo un padrino plebeyo, el 17 de octubre, y el bloque de clases dominantes jamás se lo perdonó. Carlos Menem optó por Fernando De la Rúa, y Eduardo Duhalde ubicó a Néstor Kirchner en Balcarce 50. Y esa termina siendo una decisión plebiscitada: la sociedad argentina la convalida o la rechaza en las urnas.

Además, el enfrentamiento entre el gobernador de la provincia de Buenos Aires con el presidente de la República es una palinodia que también se repite. Recordemos, el General Perón y el gobernador Mercante, durante el primer peronismo; el presidente Frondizi y el gobernador Alende, en el año '62; de nuevo Perón y el gobernador Oscar Bidegain, en el '74; y si la escena no se repitió con Raúl Alfonsín fue porque la UCR perdió, en el '87, esa estratégica provincia a manos de Antonio Cafiero; pero con Menem y Eduardo Duhalde el conflicto recobró máxima intensidad, en su anteúltima versión. Por eso Menem optó por Fernando de la Rúa. Entonces, salvo durante los gobiernos militares, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, por peso específico del distrito, termina siendo un “enemigo natural” del presidente. No es la “personalidad” de Cristina, un tanto sobreestimada en esta versión sencillota, sino el funcionamiento de la estructura.

Esa es la historia nacional, y para que no se repita es preciso cambiar de modelo político; poner en marcha la alternativa parlamentaria, reformar la Constitución. No grita enardecida la oposición, ese es un traje a medida de Cristina, la otra cara del continuismo. Ahora podemos entender, la oposición requiere de un animal que no provee la zoología política. Ni acepta un nuevo presidente fogoneado por la Casa Rosada, ni tolera un gobierno parlamentario. Quiere designar el próximo presidente como derecho natural inalienable, como durante el ciclo 1983–2001, donde se votara lo que se votara todos los gobiernos hacían lo mismo, y para lograrlo espera que la crisis global arrime la brasa y la economía nacional se detenga.

Entonces, razonan a media voz, cuando quede claro que no sirven, que sólo ejercen su cruel despotismo personal sin límite republicano, la sociedad argentina reaccionará. El razonamiento es simple. Si el enojo clasemediero por las dificultades para hacerse de dólares siguiera su curso, si los precios de los productos de la canasta familiar se volvieran a empinar y la economía se terminara estancando, después de todo la brasileña ya lo hizo, hasta los amigos del gobierno se convertirían en sus enemigos. El viento de cola habría sostenido el barrilete; con un huracán soplando en sentido opuesto se caería.

Un silencio denso se instala en el horizonte político nacional, es evidente que no faltan irresponsables que apuestan a las virtudes pedagógicas de la crisis, a que la marcha de sus volutas arrase una vez más la estragada piel de la sociedad argentina y la rehaga a la griega. Pero la compacta mayoría de la sociedad argentina está condenada al sentido común. Y nadie con sentido común está dispuesto a dejarse arrasar primero, para que después Scioli sea presidente. Es un poco mucho. Sólo la Mesa de Enlace, en privado, puede permitirse semejante tipo de “reflexión”; y nada indica que esa interesada voluntad suicida puesta en marcha (después de todo las crisis no sólo tienen perdedores también están los “ganadores sistémicos”) termine por cristalizar otra mayoría amorfa capaz de avanzar alegremente en dirección a la nada. Sobre todo, mientras la experiencia de 2001 sigue estando tan fresca en la cabeza de casi todos.

16/07/12 Página|12