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domingo, 31 de julio de 2011

“Para no sufrir la crisis mundial, hay que seguir con este modelo”

Para la funcionaria, el desendeudamiento y una economía diversificada alejan al país de amenazas externas.
La amenaza de que Estados Unidos pueda caer en default y la profunda crisis que vive Europa que llega a poner incluso en peligro la supervivencia de su moneda continental, pintan un horizonte desalentador para la economía global. Sin embargo, a diferencia de otras crisis en las que recurrentemente cae el capitalismo, esta vez los países emergentes –y en particular Argentina– aparecen mejor resguardados para soportar el embate. Esta óptica es compartida por la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, quien en esta entrevista concedida a Miradas al Sur asegura que el modelo económico puesto en marcha en Argentina desde el 2003 explica en gran parte el contraste con lo que sucede en los países centrales. Claro que la situación externa fue sólo una parte de la charla, en la que la funcionaria también se refirió a los desafíos que surgen a partir de un modelo que incentiva la demanda agregada, el rol que debe jugar un Banco Central que respalda ese esquema, las causales de la inflación desde una visión heterodoxa y la importancia de que el crecimiento económico venga acompañado de una mejor distribución del ingreso.
–¿Qué consecuencias puede traer en la Argentina la crisis económica que se vive en Estados Unidos y Europa?

–En un mundo globalizado, todos los países están interconectados y nunca puede ser neutro lo que ocurra a nivel de los países centrales para los países en de­sarrollo. Lo que pasa es que acá hay dos cuestiones que diferencian a la situación en la que se encuentra la Argentina respecto de otras crisis internacionales. Por un lado, en estos ocho años se construyó un proceso muy vinculado a la demanda interna, lo que genera un reaseguro muy importante para la sustentabilidad de este crecimiento. Otra de las cuestiones que es muy importante es que nosotros venimos creciendo a partir de nuestro financiamiento. Este desendeudamiento no lo valoramos en toda su dimensión, pero nos quita una vulnerabilidad enorme en relación con otros países emergentes porque tenemos fuentes endógenas para seguir autofinanciando este proceso de crecimiento. La otra cuestión que hay que destacar es que en esta crisis, los que siguieron traccionando el crecimiento de la economía fueron los países en desarrollo. En este escenario, aparecen economías de Asia emergente como son India y China que siguen creciendo y que también son factores explicativos muy importantes del alza de los precios de las materias primas. Nadie sensatamente está viendo que en el futuro cercano pueda darse una inflexión importante en el precio de las materias primas. También es cierto que nadie puede dormirse en los laureles. Lo que tiene que hacer la Argentina es lo que viene haciendo en los últimos años, que es transformar productivamente su economía y profundizar su proceso de industrialización, para presentar una economía lo más diversificada posible.
–¿La aparición de algunos cuellos de botella, como por ejemplo la provisión de energía para la producción, pueden amenazar los niveles de crecimiento y condicionar ese proceso de producción diversificada?

–Esos son los problemas típicos y naturales de la economía y de su funcionamiento. Y son obviamente los desafíos de un país como el nuestro que a partir de la instauración de un proyecto económico, social y político viene transformando estructuralmente todo lo que es el proceso de acumulación y distribución de la riqueza. Obviamente que nada es lineal, siempre hay problemas que van a apareciendo y uno los tiene que ir afrontando. Pueden aparecer cuellos de botella y tensiones, pero lo que tenemos que valorar es que son desafíos fantásticos, ya que representan la consecuencia de un país que crece, distribuye y que consume más. Pero además, la variable muy importante para tener en cuenta es que invierte mucho. Argentina tiene un nivel de inversión muy elevado en relación con el resto de los países de América latina, pero también con sus parámetros históricos.
–¿Esa tensión entre la oferta y la demanda es la que en parte explica la inflación en Argentina?

–Es una de sus causas, que son múltiples. De ahí a la importancia que le damos a la cuestión del crédito a la inversión y a las empresas. Muchos nos critican porque el Banco Central se ocupa del crédito en vez de ocuparse de lo que pasa con la estabilidad. Es que hay una gran relación entre lo que ocurre con el crédito y el financiamiento a la producción, la disponibilidad de recursos para ampliar la capacidad productiva y lo que ocurre en materia de estabilidad de precios. Creo que cuando discutimos tensiones que pueden aparecer, por ejemplo, en el tema de los precios, tenemos que partir de un buen diagnóstico de por qué ocurren esas tensiones y a partir de ahí cuáles son las políticas más idóneas y eficientes para atacar. Pero siempre teniendo en cuenta qué pasa con las condiciones estructurales de la economía argentina que nos permite ir avanzando sin llegar a tener restricciones fuertes como las que sufrimos de manera recurrente. Una de las restricciones histórica, que no solamente llevó a situaciones de estrangulamiento y a posteriores aceleraciones inflacionarias, tiene que ver con la famosa restricción del sector externo. Por ejemplo en los noventa, la economía crecía solamente por el endeudamiento externo, y pese a que en un momento hubo buenos términos de intercambio no se transformó productivamente la economía. Entonces cuando se produjo un cambio de ciclo, la salida fue ajuste, devaluación y vuelta a empezar. Ese fenómeno hoy no está presente en el escenario económico de la Argentina y a eso me refiero cuando hablo de cambios estructurales que despejan de los problemas que uno podría mirar con mucha atención y definir si este crecimiento es sostenible o no en el tiempo. Este crecimiento del consumo no sería sustentable si no estuviera sucediendo en simultáneo un proceso de inversión para ampliar la capacidad productiva o un proceso de sustitución de importaciones. Son las políticas deliberadas las que permiten que este aumento del consumo no se vaya a bienes importados sino que se traduzca en más trabajo argentino.
–En una reciente entrevista usted señaló que la participación de los alimentos en el índice de precios consumidor en Argentina ronda el 40 por ciento, en tanto que en países como Chile o Brasil está en el 22 o 23 por ciento y que por lo tanto eso también explica la presión sobre los precios. ¿A qué se debe esa diferencia?

–No lo sé. Sinceramente me llamó la atención cuando hicimos el estudio y arribamos a esas conclusiones. Creo que tiene que ver con patrones de consumo en la Argentina, donde por ejemplo casi el 10% es carne. Entonces, si el precio internacional de este producto sube un 20% como sucedió en el 2008, eso impacta directamente en la Argentina en dos puntos de inflación. Esto también hay que tenerlo claro cuando se hace el diagnóstico acerca de los movimientos de precios. Y no es que nosotros no nos preocupemos por esas cuestiones sino que atacamos por el lado que hay que atacar, que es por el lado de la oferta. Esto es ampliando capacidad productiva, desconcentrando, generando más competitividad interna dentro de lo que es la oferta local.
–Los proyectos para reformar la Carta Orgánica del Bcra y la Ley de Entidades Financieras no han logrado avanzar aún en el Congreso y difícilmente se traten este año. ¿Los tiempos políticos dificultan las decisiones que busque tomar el Banco Central para acompañar el actual proceso económico?

–Aun con este marco normativo vigente, existen grados de libertad para hacer cosas que estén orientadas a promover un modelo de desarrollo. La modificación de la Carta Orgánica tiene por objeto hacerlo coherente con lo que ha venido haciendo el Banco Central en los últimos años y la recuperación de la soberanía. Cambiar el objeto único, con el objeto múltiple, que tenga que ver con la cuestión de la producción y el empleo, me parece que es algo que el Banco Central ya ha venido trabajando en ese sentido, pero es importante que estas cosas queden escritas. la discusión en torno del objetivo del Bcra y cómo puede ser autónomo a la hora de definir sus operaciones de regulación y supervisión, de ninguna manera puede estar al margen de lo que es el conjunto de la política macroeconómica. El tema de la cuestión monetaria, financiera, cambiaria es lo suficientemente importante dentro de lo que es la política macroeconómica como para pensar que puede ir por carriles separados de lo que es el proyecto económico que se desenvuelve en una nación. Quedan resquicios para actual pero también es cierto que el mandato del Banco Central sigue siendo el que impuso Cavallo en 1992 y es necesario reformarlo. La Ley de Entidades Financieras también ha sufrido muchas metamorfosis desde el año ’77, pero sigue siendo la ley de la dictadura. Habría que tener una ley que realmente se adecue a las necesidades de este momento.
LANZAMIENTO. Plan para mejorar el crédito a la producción
La promoción del crédito a la inversión y la producción es uno de los objetivos que se traza el Banco Central para sostener el crecimiento económico que viene evidenciando la Argentina en los últimos años. En ese sentido, la entidad está a punto de lanzar lo que se conoce en la jerga financiera como un swap de tasas y que les permitirá a las empresas tener un mejor acceso a la financiación. “Los bancos –señala Mercedes Marcó del Pont– nos plantearon que a ellos les resulta complicado prestar a tasa fija porque tienen colocación de depósitos a plazos muy cortos y por lo tanto necesitan alguna cobertura por parte del Banco Central para poder hacerlo.” La iniciativa del Central es crear una cobertura de tasa que le brinde cierta certidumbre al empresario acerca de cuál va a ser el costo financiero a la hora de tomar un crédito. “La idea es construir una curva de tasa de interés y que el Banco Central le dé una cobertura a los bancos que si la tasa de fondeo se va por encima de la tasa prefijada, el Banco Central, cubre la diferencia. Pero si está por debajo, son los bancos los que cubren la diferencia”, agrega la titular de la entidad.
Para Marcó del Pont, este tipo de aplicaciones no se puede poner en práctica para otro tipo de créditos, como el de la vivienda donde el acceso también es muy difícil para un amplio sector de la población, ya que en este caso los plazos son mucho más largos. “En la discusión sobre el crédito a la vivienda empiezan a jugar otras cuestiones que tienen que ver con quién subsidia la tasa de interés para que le cierre ecuación cuota-ingreso. De ahí, la importancia que el Gobierno le está dando a toda la política de construcción de nuevas viviendas, no solamente para los sectores de estrato bajo sino también medios, porque acá hay una cuestión de ampliación de oferta para empezar a parar este aumento de los precios y de valorización de la propiedad que está ocurriendo en muchos centros urbanos de la Argentina", asegura Marcó del Pont.
EQUIDAD. Crecimiento y distribución
El modelo económico puesto en marcha en 2003 generó una notable recuperación del empleo y mejoró la distribución del ingreso. Sin embargo, algunos centros de investigación que estudian las políticas redistributivas y avalan en general el modelo actual, como Cifra y Cenda, advierten que a partir de la recuperación que se produjo tras la salida de la crisis global 2008–2009, el crecimiento no vino acompañado por una redistribución similar a la que se dio en la primera etapa kirchnerista. Mercedes Marcó del Pont no coincide con esta visión y entiende que la brecha entre ricos y pobres sigue achicándose de manera constante. “Cuando se produjo la crisis mundial, fue justamente en el momento que se lanzó la Asignación Universal a la niñez, que es una de políticas que más contribuyeron al achicamiento de la brecha de la desigualdad”, sostiene la funcionaria. “Políticas como la universalización de las jubilaciones y la asignación a la niñez han acelerado fuertemente en todos los indicadores de desigualdad, ya sea en el indicador de Gini como la brecha entre los más ricos y los más pobres. En la comparación con respecto al resto de la región, Argentina es el país que más ha avanzado en términos de la reducción de la brecha de la desigualdad (ver recuadro). Para analizar la cuestión de la dinámica de los precios en Argentina nos pusimos a estudiar y en términos comparados, como fue la dinámica de la distribución en AL y ahí surge claramente esa evidencia a partir de datos empíricos”, completa.
–La política tributaria en la Argentina sigue siendo muy regresiva y lleva a que los impuestos caigan sobre los que menos tienen. ¿No es necesario iniciar una reforma tributaria para profundizar la redistribución del ingreso?

–La discusión tributaria hay que darla pero a partir de un dato objetivo. Esta estructura tan regresiva que caracterizó a la Argentina durante los noventa tuvo un cambio cualitativo muy fuerte con la implementación de las retenciones. Es una forma muy clara de apropiarse de una renta que también le cambió el perfil a la estructura tributaria. Sabemos que el agropecuario es un sector en el que históricamente ha habido una proporción importante de informalidad. Tanto desde el Ministerio de Economía como desde la Afip se vienen llevando adelante políticas deliberadas y que son las que permiten hacer políticas públicas. El rol distributivo desde el punto de vista fiscal, es que las políticas distributivas se hacen a partir de la orientación de recursos públicos hacia determinados sectores. No se ha suplido de otra manera, sino que se ha implementado desde donde se tiene que implementar, que son las políticas que hablábamos anteriormente. Para sostener esto en el tiempo se necesita tener un fisco que recaude, para lo cual es importante un debate que tenemos que dar hacia delante. Acerca de qué perfil tributario, qué se puede mejorar todavía del impuesto a las ganancias. Si realmente están pagando más los que más tienen, qué se puede hacer para promover la reinversión y menos la distribución de las ganancias. Me parece que es uno de los terrenos que tenemos que discutir hacia delante, pero no podemos ignorar el cambio cualitativo que ha ocurrido en el perfil tributario en la Argentina.

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