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viernes, 15 de julio de 2011

El chico de la tapa armó un gran revuelo

Lo que nos están queriendo hacer creer es que si votaste a Macri, le das asco a Fito. Y en definitiva, esa no es la verdad. Nos perderíamos bastante de lo que está diciendo Páez.
 
Fito Páez ha armado un gran revuelo. Un revuelo interesante, de esos que desatan pasiones, idas y vueltas, amores y odios. No hace falta a esta altura de los acontecimientos citar aquí sus dichos.
Fito se ha expresado como artista y en caliente, y con esto no queremos decir que deba arrepentirse ni justificarse. Lo dicho, dicho está y tendrá su razón de ser. Y su razón de ser probablemente tenga que ver con la indignación, y tal vez la impotencia.
Fito se ha expresado, y lo hizo como sabe hacerlo, con un grito desesperado: “¡Despiértense!” Alguien dirá que no es lo que dijo, pero no hay dudas que es lo que quiso decir, lo que está en el fondo, mucho más allá de la forma.
Y a muchos, evidentemente, se les está pasando por alto un dato: no es la primera vez que lo hace, que lo dice. Ya en el año 2000, previo a la hecatombe que seguiría, el rosarino gritaba a través de su música “la puta madre que los remil parió, ¿por qué nos cuesta tanto el amor?” en “El diablo en tu corazón”, que abría el disco “Rey Sol”. En ese momento nadie se ofendió, nadie lo tildó de fascista, nadie lo acusó de intolerante. Lo que ocurrió entonces fue que los voceros de la mediocridad mediática se escandalizaron, porque en el video clip de dicha canción, aparecían dos chicas adolescentes besándose apasionadamente en medio de la calle. Es decir que también en aquella oportunidad se quedaron en lo superficial y no escucharon el grito profundo. Sólo que a diferencia de aquella, esta vez, el diablo no es el propio individualismo, la frivolidad, el éxito a cualquier costo, la especulación financiera y de otros tipos, la indiferencia frente a la miseria y la desocupación, frente a una sociedad que se desangraba. Esta vez el diablo tiene nombre y apellido y acaba de ser votado por el 47% de los porteños.
Ahora, vale la pena preguntarse por las consecuencias de estos dichos. Creo que lejos de despertar, movilizar o llamar a la reflexión, en esta coyuntura política particular, el supuesto desprecio de Fito a los votantes de Macri tendrá como corolario por parte de estos, la ratificación de ese voto en el ballottage. La polarización que se planteó mediáticamente y a través del énfasis discursivo de los dos principales candidatos funcionó, sólo que con un resultado inesperado. La mayoría de los votos fueron sólo a uno de ellos, muy por encima del otro. Se desplomó Proyecto Sur, que había conseguido un 24% sólo dos años atrás, así como la Coalición Cívica y otras fuerzas. Pero esos votos se fueron al que inteligentemente jugó a ser el bueno de la película, y hasta una víctima en dicho escenario de polarización.
Ahora Filmus tiene una dura tarea, tratar de revertir una elección que no le fue del todo generosa, tratar incluso de que alguien que votó a Macri cambie su voto a Filmus, y en este sentido los dichos de Fito no colaboran. Seguramente el cantautor no haya medido eso, ni siquiera imaginado semejante repercusión.
También es factible que Fito se haya manifestado de esa forma imbuido por un microclima; el de su cotidianidad, el de sus amistades, por el microclima coincidente y también por el desconocimiento de esa mitad porteña objeto del asco. Yo personalmente no conozco a nadie que haya votado a Macri. Parece ridículo pero es así. Conozco votantes de Filmus y de Solanas, del Frente de Izquierda y hasta radicales, pero no conozco a nadie que me haya dicho abiertamente “yo voté a Macri”. ¿Es verosímil que no conozca a ninguno de esos más de 800 mil porteños? Calculo que no. Tal vez el portero de mi edificio, el diariero, la moza del bar o la chica que atiende el kiosco de la esquina lo hayan votado. Ciertamente no lo sé, y en todo caso, si alguno me lo confesara, no cambiaría mi percepción sobre su persona; es decir, no me generaría asco alguno. Supongo que al maestro rosarino le pasaría lo mismo. Porque claramente no son fachos ni enemigos. Son ciudadanos que debemos persuadir, a los que debemos llegar con nuestros medios y principios.
Por eso, no hay que tomar las palabras de Fito como algo personal, sería un error de interpretación, sería equívoco y ligero. No por casualidad, es el modo interpretativo que los grandes medios están propagando. Lo que nos están queriendo hacer creer es que si votaste a Macri, le das asco a Fito. Y en definitva, esa no es la verdad. Nos perderíamos bastante de lo que está diciendo Páez.
Lo primero que señala en su artículo es que a Buenos Aires la encuentra misteriosa. No puede hallar una explicación, no consigue entenderlo. Buenos Aires quiere un gobierno de derechas, afirma sobre el final del escrito. Y sí, maestro, es cierto. Lo que deberíamos entonces preguntarnos es qué estamos haciendo las izquierdas para que los ciudadanos prefieran a la derecha, y en todo caso, qué nos han dejado y cuánto tiene que ver en ello, las experiencias de gobiernos que se decían progresistas y han fracasado.
Con toda seguridad, a Macri lo votó esa porción despreciable de nuestra Ciudad, que vive tan feliz porque cada metro cuadrado del parquet que sus pantuflas pisan a diario vale 3000 dólares, pero también lo han votado sectores despojados y clase media, lo que mal llamamos “gente común”, tal vez desinteresada de la política y desinformada de las atrocidades que vienen ocurriendo desde la gestión de Mauricio Macri en estos últimos cuatro años. Está en nosotros, está en vos, Fito, transformar el asco en potencia transformadora, en canciones y palabras para convencer, para multiplicar, para cambiar al gobierno y a la Ciudad de Buenos Aires.

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