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domingo, 20 de febrero de 2011

Por Demián Verduga
A ocho meses de las elecciones hay sólo un 10 por ciento de indecisos. Cristina se sostiene en 45 puntos de intensión de voto. Macri y Alfonsín pelean el segundo puesto con cerca del 16 por ciento

Luego del fallecimiento de Néstor Kirchner, varias encuestadoras dijeron que había que esperar para analizar los niveles de apoyo que Cristina Fernández tenía en la sociedad. Que había una vertiente de respaldo producto de la solidaridad por el duelo. “Es lo que explica la adhesión”, dijo a Miradas al Sur en su número del 21 de noviembre de 2010 Sergio Berensztein, de Poliarquía, la consultora preferida del diario La Nación. Sostenía –como otros– que el apoyo por duelo duraría lo mismo que la luna de miel que suele tener un presidente que recién asume, es decir, 100 días. El tres de febrero pasado se cumplieron esos 100 días y los niveles de respaldo que recibe Cristina Fernández, hoy, son los mismos que en las semanas posteriores al 27 de octubre.
Según los datos de la consultora Equis, que coinciden con los de Ibarómetro, la Presidenta tiene a nivel nacional un 45 por ciento de intensión de voto. Mide más del doble que los que se disputan el segundo puesto, Mauricio Macri y Ricardo Alfonsín, que oscilan entre el 15 y el 18 por ciento. El resto de los dirigentes lanzados a la presidencia viene bastante detrás. Fernando Pino Solanas mide 4,2; Eduardo Duhalde, 4; Elisa Carrió, 3,1. Hay, además, dos datos clave: el nivel de indecisos es muy bajo, 10 por ciento a 8 meses de las elecciones. Indica que el terreno para crecer que tienen todos los candidatos es pequeño. Y no hay polarización del voto opositor, los seguidores de Alfonsín no se vuelcan a Macri y viceversa.

Final de duelo. Cuando se les pregunta por los motivos de la adhesión que recibe Cristina, los consultores –Artemio López, Doris Capurro y Ricardo Rouvier– dicen a Miradas al Sur que se debe a “los logros de la gestión”. López agrega: “Hubo un salto en las encuestas luego del fallecimiento de Kirchner, pero hay muchas tendencias que ya estaban”. El consultor recuerda que “Cristina y Néstor le llevaban más del doble al segundo” antes del 27 de octubre. “Ambos medían 37 por ciento de intensión de voto mientras Macri, Alfonsín o Julio Cobos no pasaban del 12.” Capurro tiene una visión similar. Sostiene que luego del fallecimiento de Kirchner “se aceleró un proceso de recuperación que existía”. “La solidez del respaldo que tiene la Presidenta se ve en cómo se sostiene en el tiempo”, destaca Capurro. Y López remata: “A esta altura, es imposible adjudicarle el apoyo al duelo”.
La comparación del oficialismo con la oposición también explica el panorama. Rouvier dice que “la opinión pública está muy enojada con la oposición. Tenía expectativas que jamás se cumplieron y la está castigando”. Más allá de esta percepción global, los motivos del desencanto con cada fuerza no son los mismos. “Los radicales –señala Artemio– están demasiado enfrascados en su interna. Eso los desdibuja frente a la sociedad.” Sobre este peso de las internas en la cultura política de la UCR, el politólogo Miguel De Luca (ver entrevista) rememora un chiste que los radicales suelen hacerse entre ellos mismos: “Un radical le pregunta a otro: ¿Qué es el gobierno? Y el que contesta dice: lo que pasa entre una interna y la siguiente”. Luego de la broma del politólogo, López retoma su argumento: “Los complica no tener candidatos fuertes en distritos clave, como Capital Federal y provincia de Buenos Aires. No alcanza con tener un presidenciable. Hacen falta figuras que traccionen de abajo hacia arriba”.
Respecto de Macri, el consultor sostiene que “perdió complejidad”. “Los consejos de sus asesores fueron que debía desperonizarse –remarca López–. De ese modo, lo transformaron en una expresión de derecha clásica, al estilo de la Ucedé, y le pusieron un techo muy bajo.” Capurro agrega que “los niveles de politización de la sociedad complican a Macri”. Dice que “incluso el electorado que apoya al jefe de Gobierno” analiza y desmenuza mucho su voto. Da un ejemplo: “La gestión PRO en la Ciudad tiene un nivel de aprobación que ronda el 40 por ciento. Sin embargo, en ese distrito, la intensión de voto de Macri para presidente es del 20. Cristina le saca más de 15 puntos en Capital”. Según Capurro, lo que muestra la diferencia entre la aprobación de la gestión y la intensión de voto es que “para los porteños que lo respaldan, Macri es un buen alcalde, con la vieja idea del alumbrado, barrido y limpieza, pero esos mismos votantes no lo ven, por ahora, como presidente”.
En el caso de Solanas, Capurro sostiene que “su falta de vocación de poder le hizo perder respaldo”. Dice que “podría haber sido candidato” a jefe de la Ciudad con posibilidades de ganar. “Prefirió ir a la nacional y tener un rol testimonial. Esa decisión le quitó perspectivas a Proyecto Sur”. López, por su parte, agrega: “Su antikirchnerismo acérrimo también lo hizo retroceder”. El consultor sostiene que “una parte de los votantes de Solanas miraba con simpatía” varias políticas del Gobierno Nacional.
Al analizar el desplome de Carrió, que en la elección presidencial de 2007 salió segunda, Rouvier sostiene que “la sociedad se cansó de Lilita”. “Sus denuncias no desembocaron en nada y su discurso apocalíptico ya no prende”.

Decididos. En el primer párrafo de esta nota se mencionó un dato: el nivel de indecisos a nivel nacional es del 10 por ciento. Una cifra baja, a 8 meses de las elecciones. Por ejemplo: cuando faltaban 4 meses para la votación de abril de 2003, en la que Carlos Menem ganó y Kirchner salió segundo, los indecisos representaban el 50 por ciento del electorado. El dato indica que el mapa está bastante consolidado y resalta una de las características de ciclo krichnerista: el retorno de la política.
Eso, según López, es lo que explica la cifra: “Al repolitizarse la sociedad, se volvió a discutir en los bares, los taxis y las casas. Y la gente toma una posición. No es indiferente”. Para Rouvier también es una señal de que “la oferta electoral” cubre todas las vertientes que hay en la sociedad. Dice que si “a la gente no la convenciera ningún candidato” los indecisos crecerían.
Capurro comparte el diagnóstico y agrega que “es muy difícil que al escenario con estas tres vertientes (Cristina, Alfonsín y Macri) se le sume una nueva”. Sin embargo, la consultora destaca que por la diferencia que lleva la Presidenta en intensión de voto, lo que se debate es “quién lidera la oposición” después de las elecciones. Según Capurro, el partido que salga segundo sobrevivirá, pero no puede asegurarse lo mismo del tercero. “La recuperación del radicalismo es muy reciente –dice–. Salir tercero podría producir una nueva diáspora. En el caso del PRO, también puede ser el principio del fin si llega a sacar el bronce y perder la Capital.” La consultora remarca que “por eso es importante para ambos partidos” disputar el segundo puesto, aunque estén lejos de ganar.

La inseguridad. Hay un indicador que no se puede soslayar y que es coincidente en todas las encuestas. Cuando se le pregunta a la población cuál es su principal problema, la inseguridad está siempre en primer lugar. “La inflación –señala López– aparece trece puestos más abajo.” El dato dispara un interrogante: ¿es un orden de prioridades más fértil para un discurso de derecha que para uno progresista?
Capurro señala que “contra lo que pueda aparecer en los medios de comunicación, la mayoría de la población no cree que la solución para la inseguridad sea tan sencilla como proponen algunos dirigentes de derecha”. Cita una encuesta de su consultora cuya pregunta fue: ¿cree que la solución a la inseguridad pasa por endurecer penas y aumentar la represión o por brindar más educación y limpiar de corrupción las fuerzas policiales? “El 70 por ciento se inclinó por la segunda opción.”
La analista sostiene que “cuando hay un hecho conmocionante” la primer reacción social es pedir más represión. Pero luego, “con la cabeza más fría”, la mayoría vuelve a pensar que el tema es muy complejo y que “no se va a resolver a los tiros”. López camparte la visión y agrega: “La población tiene una ambigüedad con la policía. En parte quiere que haya más pero también le teme. La ve como parte de la solución y del problema”.
–¿Un gobierno que tiene como eje de su discurso la inclusión, no pierde votos en una sociedad cuya demanda central es la seguridad? –preguntó Miradas al Sur a Capurro–.
–No necesariamente. La mayoría de la población cree que el problema precisa una solución integral. La mirada de la Presidenta sobre el tema está más cerca de esa visión. Por algo sigue primera en todas las encuestas y lejos del segundo.

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