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viernes, 11 de febrero de 2011

Más sobre la colectora de Sabatella

Por Abel Fernandez
Comencé a escribir sobre este tema porque me pareció una buena forma de vincular la enconada discusión teórica sobre peronismo y progresismo que conmueve la blogosfera politizada, con una disputa política concreta en la provincia de Buenos Aires. Traté de enfocarlo sin engancharme en los relatos de “infiltrados” y “traidores”, a izquierda y derecha – soy un hombre de la Capital, lo que me permite cierta distancia – y analizarlo como el inevitable despliegue de las ambiciones y temores de los actores políticos. Y el marco que la realidad les imponía.

No importa. Se inició, en ese post y aún más en el siguiente, un confuso, apasionado y muy rico debate entre peronistas y progres, con algunas intervenciones socialdemócratas y cualunquistas. Pero me parece que el análisis de la realidad electoral quedó un poco de lado.

Sospecho que era inevitable: las listas “colectoras”, que hasta no hace mucho eran de interés para los apoderados partidarios y blogueros conocedores de la interna bonaerenses, ha llegado a ser el “tema” político más caliente en este febrero. Si hasta Clarín se ha visto motivado a publicar ayer un artículo didáctico, donde explica que son una herramienta contra Scioli. Y hoy LaNación trae una nota firmada por Luis Majul “Escenas de la batalla entre CFK y Scioli“… Se me ocurre que ya hemos llegado al nivel más elemental de divulgación, salvo que aparezca en fascículos para la escuela primaria.

Es obvio que. ante una oposición que no termina de afirmarse, los poderes fácticos enfrentados al gobierno nacional – estos dos medios, por ejemplo – harán ruido con algo que puede llegar a ser un conflicto, quizás hasta una división, en el oficialismo. Y hablando de oposición, ya salió De Narváez a aprovechar la volada.

Pero no hay que engañarse: han sido voces kirchneristas, desde el mismo centro formal del “dispositivo”, como el jefe de gabinete Aníbal Fernández, hasta las fronteras rebeldes donde se ubica Luis D´Elía, las que han hecho más para instalarlo en los medios. Curiosamente, semanas y semanas antes que se deba, o pueda, tomarse una decisión definitiva. Y sin que la presidente, Cristina Fernández, se pronuncie.

Creo que para analizarlo racionalmente, es necesario usar la clasificación con que atormento a mi amigo Manolo Barge: dirigentes / militantes / pueblo. O, en tiempos desangelados, candidatos / activistas / votantes. Ojo: me parece que, en la mayoría de los análisis, algunos lúcidos y brillantes, que leí en la blogosfera y en los medios no se distingue con claridad a esta última categoría: la de los que votan.

Desde el punto de vista de la Presidente y de su “mesa (muy) chica”, la motivación es obvia: abrir un canal para el voto de “centro-izquierda” que hoy aprueba del gobierno o de sus políticas pero es renuente a votar al peronismo… o a algunos de sus candidatos. Autorizar una “colectora” puede juzgarse más fácil que armar un frente en toda la regla, que obligaría a abrir las listas de diputados y concejales y comprometer cargos en el gobierno provincial.

Tengamos en cuenta que un 5 % en la Provincia de Buenos Aires (aproximadamente lo que Sabbatella alcanzó en junio ´09) significa más votos en una elección presidencial que varias provincias “chicas” juntas. Y si bien hoy las encuestas colocan a Cristina Fernández muy por arriba de sus potenciales adversarios, no puede descartarse una polarización, que sumase sus votos. De Narváez no parecía un contendiente serio, a principios del ´09. La reelección presidencial es mucho más segura si gana en primera vuelta.

Ha habido también, es evidente, un permiso tácito a los ataques al gobernador Scioli desde fuera del gobierno pero adentro del kirchnerismo. Esto me resulta más difícil de entender, a pesar de la tradicional rivalidad entre la presidencia y el gobierno de Buenos Aires, que en el peronismo hubo desde Perón y Mercante a Menem y Duhalde. Pero en este caso, Scioli es hoy el inevitable candidato a la reelección como gobernador; más aún, estoy convencido que la operación “colectoras” fue conversada con él: no es viable de otra forma.

En cambio, la actitud de dirigentes kirchneristas – y una parte de la militancia K – que han salido a atacar al gobernador de la Provincia, resulta muy explicable. El discurso conciliador que Scioli ha hecho suyo es el blanco ideal de los que enarbolan – y, en la mayoría de los casos, creen sinceramente – un relato de heroica confrontación. Enfrentarlo les da una identidad que expresa su rechazo a un aspecto del peronismo con el que no se encuentran cómodos: su ideal de conciliación nacional y su inclinación a sumar apoyos sin cuestionar procedencias ideológicas (Aspecto que deben aceptar, y defender, cuando lo hace el gobierno nacional. Scioli les da una oportunidad sin costos – si no forman parte del gobierno provincial, claro – de exorcisarlo).

Aunque personalmente prefiero la conciliación y no cuestiono ideologías – soy un cordero herbívoro – en tanto sirvan para alcanzar los objetivos comunes, tengo que reconocer que la poco efectiva gestión de Scioli como gobernador hace más fácil cuestionarlo. Pero como político, me saco un sombrero imaginario: su coherencia práctica y su sangre fría le han permitido sobrevivir a Menem, a Duhalde y a las furias de Kirchner. Hoy es, en parte debido a los ataques que mencioné arriba y también a su actitud conciliadora, la “esperanza blanca” de los sectores hostiles al gobierno – más que Macri, Duhalde, o el hermético Reutemann; más aún que Ricardo Alfonsín – sin dejar de ser el candidato más importante, después de la Presidente, de la coalición oficialista, y cuyo triunfo es necesario para asegurar la reelección de ésta.

Por el otro lado, la actitud de Martín Sabbatella también es lógica y coherente. El desarrollo político de Nuevo Encuentro y de su figura se basa en la crítica dura al peronismo bonaerense y a sus figuras. No “apoya al peronismo desde la izquierda“, como otras experiencias históricas. Es un partido opositor al gobierno provincial y al PJ, que apoya la reelección de la Presidente, pero que ya decía esto en octubre del año pasado “Con relación a Daniel Scioli, puedo hacer una evaluación de la gestión, que es una mala gestión, y puedo hacer una evaluación de su pensamiento ideológico: yo creo que es un señor que pertenece a la centro derecha argentina”. Una parte de la militancia kirchnerista también piensa así.

Sabbatella además apela a la insatisfacción de algunos sectores del Gran Buenos Aires – la clase media progresista – con la gestión y el estilo de los intendentes peronistas. No importa que el menemista Rousselot haya sido destruído en Morón por el cafierista Horacio Román: Sabbatella se ha ubicado como el enemigo de los “Barones del Conurbano”.

Y, por supuesto, también es muy explicable la reacción de los intendentes frente a la idea de una “colectora” sabbatellista. Más que los cuestionamientos políticos, les preocupa la pérdida de algunas bancas en los Consejos Deliberantes que pueda destruir su gobernabilidad. No es un temor infundado: Morón, Quilmes, Lomas de Zamora… Sobran los ejemplos.

Es decir: la política de autorizar listas colectoras ya enfrenta la oposición abierta de los jefes políticos actuales de los distritos más importantes. Es natural entonces que aún mi prudente amigo Ezequiel Meler, no comeprogres él, se haya preocupado por los riesgos de esta estrategia en dos posts muy recientes, aquí y aquí, y advierta “tal vez el kirchnerismo no pueda ganar una primera vuelta sin los votos progresistas, pero directamente no figura sin los votos del justicialismo, sin sus legisladores, sin sus gobernadores y sin sus militantes. Puntualmente, no figura (en Buenos Aires) sin Daniel Scioli, como no figura en Santa Fe por afuera del PJ. Y eso, en las áreas metropolitanas, porque en las periféricas… bueno, en las periféricas hay que ver si le alcanza para pelear una intendencia”

Muy lúcido, y necesario para tener en cuenta. Pero es un análisis teórico. Si bien la candidata necesita del PJ, el PJ necesita de la candidata y de su alta “intención de voto”. Si a eso le sumamos los recursos del Estado Nacional, y la aquiescencia del gobernador Scioli, la pulseada puede definirse a favor de la colectora, por lo menos en algunos distritos (es el nivel municipal el que preocupa).

Tengamos presente también que la Presidente aún a hoy no ha dicho una palabra sobre el asunto. Mi expectativa es que, como indica el más elemental manual de política, esperará a que se definan las fuerzas – evaluando también la mayor o menor disposición a acompañar sus políticas – antes de pronunciarse. Después de todo, uno de los libros más interesantes sobre la política real no fue escrito por Maquiavelo o por Weber, sino por Saint Exupery. Relata como el Principito era monarca absoluto de su pequeño mundo: todas las mañanas ordenaba al sol que saliese.

Escribí este largo y quizás aburrido relato para mi propia satisfacción: ordenar en mi cabeza estos rompecabezas complicados tan típicos de los argentinos. Eso sí, puede quedar desactualizado, hasta absurdo, por nuevos hechos.

Por eso quiero pasar a ocuparme, brevemente, de lo que anticipé al comienzo: los argentinos y argentinas que votan. Ese – quiero insistirles a mis amigos de la blogosfera -, aunque evolucione, es mucho más permanente que cualquiera de los líderes políticos.

El problema que se presenta al peronismo de la Provincia de Buenos Aires, a sus expresiones territoriales y también a las sindicales, no se origina con Sabbatella. Ni tampoco con la coalición: peronismo + progresismo, que Kirchner construyó. El problema, lo conocemos muy bien en la Capital Federal, es que el peronismo tradicional no ha elaborado, salvo ocasiones muy precisas y puntuales, una política exitosa para atraer y conservar a la mayoría de la clase media.

Y la clase media, y sus preferencias electorales, son, desde hace décadas, cada vez más significativas en el Gran Buenos Aires. Vicente López, San Isidro, dejaron de ser peronistas mucho antes que Morón. Avellaneda… hemos perdido y hemos ganado, pero por poco. En todo el Primer Cordón del conurbano – esto lo saben de memoria todos los políticos – los aparatos tradicionales del peronismo son cada vez menos relevantes.

No necesitamos recurrir a sociólogos: un mapa electoral del aréa metropolitana indica con mucha claridad los niveles de ingreso: los más pobres, nos siguen votando a nosotros. La clase media… Ya en los ´80 perdimos en Ciudad Evita.

Entonces, los peronistas debemos aceptar que, si queremos gobernar Argentina en esta nueva década, necesitamos sumar expresiones políticas que incorporen a esos sectores medios (aunque a veces nos moleste su soberbia y ese hábito de juzgarnos desde butacas de espectador). Necesitamos la coalición progresista que Kirchner supo armar. Y, por supuesto, tampoco podemos alienar a todos los sectores medios que no son progres. Aquellos que encuentran a Scioli “menos crispado”. ¿O alguien cree que Scioli expresa al peronismo de la Resistencia? ¿O nadie recuerda quien pensó que Daniel sería un buen candidato para gobernador de Buenos Aires?

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