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viernes, 19 de agosto de 2011

LA PRINCIPAL CAUSA DE INFLACIÓN EN LA ARGENTINA ES LA TASA DE INTERÉS

Por Walter A. Moore

Un estudio realizado en Alemania [1], donde la tasa básica de interés no excede el 5 o 6% anual, nos muestra que prácticamente el precio de cualquier producto o servicio en el mercado incluye al menos un 50% de intereses que se suman en los distintos procesos que le agregan valor.

En la Argentina esa tasa se mantiene estable desde hace más de dos décadas entre el 14% y el 17% anual, tomando un promedio de sus infinitas versiones de usura.

Cuando la tasa promedio de ganancia de las empresas argentinas se encuentra alrededor del 13%, es evidente que los que producen la riqueza deben aumentar los precios para poder pagar a los prestamistas, impulsando la espiral inflacionaria.

El profesor Walter Beveraggi Allende en su libro “Teoría Cualitativa de la Moneda”, observa la extraordinaria estabilidad de los precios en la República Argentina entre los años 1895 y 1945, en los cuales durante medio siglo, la inflación fue igual a cero, a pesar de la economía colonial de la Argentina, el peso de la deuda externa y las grandes crisis internacionales de dicho período, cuyas causas resume así:

“La economía argentina transita un curso plenamente favorable en materia de estabilidad de precios, crecimiento del producto interno, niveles de ocupación, acumulación de reservas internacionales de pago, etc., mientras se aplica una política de fluidez monetaria y muy bajos tipos de interés: todo ello hasta finalizar la Segunda Guerra Mundial.

En ese período la tasa de interés anual nunca superó el 2% o el 3%, y también la emisión monetaria correspondía al volumen del Producto Bruto Interno.

En otras palabras, la experiencia demuestra que para impedir la inflación basta con:

· Mantener la tasa de interés anual por debajo del 3% y

· Emitir una cantidad de dinero similar al monto del PBI.

Esto no sucede porque los medios masivos y académicos vendieron dos ideas falsas:

· Primera idea falsa de que el dinero es una “Cosa”, o sea algo similar a una “mercancía” cuyo precio oscila de acuerdo a las fluctuaciones de la oferta y la demanda o sea que cuanto más escaso sea este, más caro será su precio, que no es otro que la tasa de interés.

· Cuanto mayor sea la emisión, habrá más inflación, cuando lo que sucede es exactamente lo contrario. Cuanto más dinero exista en plaza, menor será la tasa de interés y en consecuencia menor será el encarecimiento de los productos y servicios.

Los medios masivos al servicio de los bancos, instalaron esta idea, y así impidieron que los Estados emitan más dinero para pagar sus actividades. Y si el dinero emitido no le alcanza al Gobierno, ¿qué pueden hacer? – Pedirlo prestado a los bancos, y pagar interés por algo que ellos pueden conseguir gratis.

El robo usurario ha llegado a tal punto en nuestro país que es imposible construir viviendas por falta de financiamiento pagable por las personas que las necesitan.

Los argentinos están lanzados a conseguir su prosperidad, y el crecimiento de la economía medido hoy tan meticulosamente, se multiplicaría asombrosamente si el costo del dinero bajara a sus precios normales del 2% anual. Para lograr esto sólo se necesita una decisión política: Emitir una cantidad igual a la riqueza que generamos, o sea al PBI, impidiendo que esa mayor emisión entre en el circuito especulativo, y vaya a los sectores productores de riqueza real.

Si a este incremento de la prosperidad queremos sumar equidad, debemos impedir que la riqueza que generamos los argentinos las corporaciones multinacionales usen la descomunal fuga de divisas existente para llevar ese dinero a alimentar a los gigantes extranjeros.

Con el sólo hecho de impedir que durante 5 o 10 años se obligue a las empresas a reinvertir sus ganancias en la Argentina tendríamos dos procesos sinérgicos de crecimiento:

· Por una parte, se generarían nuevos puestos de trabajo inmediatos, como consecuencia de las nuevas inversiones.

· Por otra estas deberán instalarse en distintos lugares del país, donde puedan encontrar una mano de obra y una nueva clientela disponible, que serán los mismos trabajadores de esas plantas.

Sumando los impulsos productivos generados por una tasa de interés de rango internacional (0,25% anual en Estados Unidos) y basta con leer el diario para saber que los ricos quieren poner su dinero en algo real, porque el deletéreo mundo de la especulación ya implica un riesgo mortal, con la normativa que obligue a invertir en el país, el crecimiento de la economía llegará a números que hoy parecen inalcanzables.

Y una vez que cerremos estas dos filtraciones que nos están hundiendo (usura e evasión), tendremos nuevos problemas, pero también nueva oportunidades. Ahora nuestros pueblos marchan hacia la prosperidad, y los llamados “Países Centrales” se deslizan hacia la pobreza.

Eso requiere que nos volvamos a ubicar mental y políticamente.

Buenos Aires, agosto de 2011

[1] [1] Margrit Kennedy, Dinero sin inflación ni tasas de interés, Ed. Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 1998

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