Trabajadores que sobrevivieron a la dictadura participaron del acto de señalización de ese ex centro de detención. “Fue el primer lugar donde pedimos ayuda”, recordaron las víctimas.
La Comisaría Nº 1 de Tigre fue transformada, como tantas otras durante la dictadura, en un centro clandestino de detención. Pero este lugar de secuestro y tortura tuvo la particularidad de alojar a los trabajadores de las fábricas del cordón industrial del norte y noroeste del Conurbano Bonaerense, entre ellos, los obreros de la Ford, entregados por sus patrones a los genocidas. Ayer, esa comisaría fue señalizada como ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio, en una actividad coordinada entre el Archivo Nacional de la Memoria, la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Zona Norte y el municipio de Tigre. Pedro Troiani, sobreviviente de la fábrica Ford de General Pacheco, señaló ayer que “Ford se tiene que sentar en el banquillo de los acusados, y explicar por qué nos entregó, por qué hizo las listas de los delegados obreros y se desentendió diciendo que faltábamos sin aviso después de que nos secuestraron”. “Ahora vemos con satisfacción que se habla de ‘golpe cívico-militar’, porque nunca se mencionaba a las empresas como Ford, que nos entregó por defender los derechos de los trabajadores”, denunció.
El acto, organizado por la Red Federal de Sitios de Memoria que señaliza en todo el país los sitios donde funcionaron centros clandestinos, se hizo en la comisaría tigrense ubicada en Bourdieu 548. Participó el intendente de Tigre, Sergio Massa; el ministro de Seguridad provincial, Ricardo Casal; la coordinadora del Archivo Nacional de la Memoria, Judith Said; el asesor en Derechos Humanos de la provincia, Edgardo Binstock; el director de Prensa y Comunicación del Archivo Nacional de la Memoria, Marcelo Duhalde, y ex trabajadores de la empresa Ford de General Pacheco y de los astilleros Astarsa, Vicente Forte y Mestrina.
Graciela Villalba, integrante de Familiares de Desaparecidos Navales, recordó que esta Comisaría “fue el primer lugar, paradójicamente, adonde vinimos a preguntar y a pedir ayuda por nuestros familiares detenidos, hace 35 años, que en ese momento no sabíamos que iban a ser desaparecidos”. “Señalizar este ex centro clandestino nos hace revivir la lucha de todos estos años; es llegar adonde nos propusimos para que no quede impune la barbarie más grande cometida en nuestro país”, expresó.
En representación de la Comisión por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Zona Norte, Raquel Witis –madre de Mariano Witis, asesinado por un policía bonaerense en septiembre de 2000– se esperanzó en que “los que pasen por este lugar y los que trabajan en esta Comisaría no sean indiferentes a este cartel, que piensen en esos obreros que pasaron por aquí y que destierren ese ansia represiva cruel e inhumana que aún anida en los uniformados y los lleva a cometer actos injustificables como los de Kostecky y Santillán, Luciano Arruga, Carlos Fuentealba, Lucas Rotela.”
Judith Said, en nombre del gobierno nacional, sostuvo que “esta placa que colocamos, es para los compañeros de zona norte, es para la provincia de Buenos Aires y es también para quienes cumplen funciones en la fuerza; queremos que sepan cómo fue la represión, cuáles eran las atribuciones que se tomaron a partir de esa dictadura cívico-militar y por qué estamos llevando adelante los juicios, para que de una vez por todas sus responsables sean sancionados”.
Por su parte, Edgardo Binstock resaltó que “muchas empresas fueron cómplices de la dictadura porque lo que estaba en juego era un modelo de país, y por eso las víctimas fueron centralmente los trabajadores, porque buscó destruirse la organización obrera y la conciencia de trabajo y de lucha”.
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