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domingo, 21 de julio de 2013

Una campaña electoral con sólo dos jefes

Magnetto y Aranda
A pesar de los disfraces, de los artilugios y de las arteras apropiaciones de la identidad peronista de algunos y de un pretendido republicanismo de hipócrita moralina, en otros, la dicotomía, el abismo insondable que separa ambos modelos es un hecho irreversible. 
El discurso –y no el relato, como pretenden– del gobierno nacional se plasma, se vuelve tangible en obras, acciones, gestión y en la línea ascendente de ampliación de derechos y garantías, de empoderamiento creciente de los ninguneados de siempre, de los invisibilizados.

Desde el "Rodrigazo" de 1975 hasta 2003, el saqueo organizado o las incapacidades conducentes de los distintos gobiernos, fueron descartando a personas de carne y hueso a los que la simplificación de las estadísticas les quitó carnadura, sus nombres, sus identidades, su historia. ¿Cuántos quedaron en el camino? ¿Cuántos miraron para otro lado? ¿Quiénes se escondieron ante el dolor, la incertidumbre, la desesperanza de los otros? ¿De qué sirvieron las baratijas o la electrónica que pasa de moda y que hay que desechar mes a mes por las que manadas de consumidores descontrolados compraban en Miami y durante el 1 a 1 de Menen y De la Rúa, si además cunde el pánico ante los excluidos que se supieron conseguir? ¿Cuántos Cacho y María, los personajes inventados por Durán Barba para que recitara su producto Mauricio Macri –a su vez subproducto de la alfabetización y la política– se quedaron sin trabajo ni jubilación, mientras los trabajadores eran expoliados y estafados por las AFJP y el Grupo Clarín hacía negociados espurios a costa de los laburantes? O Patricia Bullrich justificaba el robo del 13% de los salarios de trabajadores y jubilados en aras del paraíso que nos prometía el FMI.
¿Quiénes son los cultores y difusores del "odio y rencor" que el macrista Diego Santilli adjudica hipócritamente al gobierno nacional? ¿Cómo interpretar el "cansancio de diez años de odio gratuito" del aforista compulsivo, el rabino Bergman? ¿Será porque al odio a lo popular que encarnan lo piensan cobrar? El PRO es un verdadero reservorio de discriminadores, elitistas y ocultadores de sus verdaderas intenciones.
Las razones esgrimidas por Macri para oponerse a la Ley de Fertilización Asistida gratuita y universal revelan que sólo les interesa la parte más pudiente y exclusiva de la sociedad, que siguen pensando que la apuesta a la vida y a los hijos debe ser únicamente de los ricos. Aunque aparezcan en un spot con música de Palito cantando "Un muchacho como yo, que vive simplemente..." Simplemente inmoral.
Y qué decir de quien debería recibir el "Gorila de Oro" por repetir los argumentos y pensamientos de la oligarquía, cuando en los años '60 se burlaban de los pobres que vivían en las villas y tenían antenas de TV. Más moderno, el infame Hugo Moyano repite las críticas a los planes de ayuda del Estado, llamándolos como los caceroleros Planes Descansar y niega la posibilidad de la integración y de la igualación educativa y simbólica de las netbooks que distribuye el gobierno nacional, abrazado a un fantoche neoliberal, financista de la campaña de Menem en 2003 y cuyo único plan es derrotar a Cristina. Y se dicen peronistas. Una sociedad de mentirosos.
Mientras los autotitulados centroizquierdistas rejuntados arrastran sin ponerse colorados sus trayectorias de fracasos cuando fueron gobierno. O maridajes contra natura en busca de las bancas perdidas. Bombardean con rencor de perdedores, todas y cada una de las medidas del gobierno. Saben que a pesar de todos los esfuerzos por agradar y cumplir con el gran capo, el corifeo de toda la oposición, Héctor Magnetto, los han nominado en la casa del Gran Hermano Clarín.
Es Sergio "Camaleón" Massa el elegido. Y los demás, partiquinos de una opereta destituyente. Pero todos fungiendo como guardia de corps frente a las dos batallas decisivas: las elecciones que se vienen y al pronunciamiento de una Corte Suprema sobre la Ley de Medios, que la puede sumergir en la vergüenza y el descrédito o mostrar algo de independencia y respetar lo que votó el pueblo por medio de sus representantes.
Es tan tajante la división entre democracia o corporaciones que, para esta contienda electoral, existen solamente dos jefes de campaña: Cristina Fernández de Kirchner y Héctor Magnetto.
Resulta a veces difícil de comprender que parte de los que se han beneficiado con este modelo político y las medidas económicas y sociales supongan que los que han votado en contra de todos los avances y progresos sean capaces de mejorar algo. Que el duhaldismo y el macrismo que respaldan a Massa puedan traer otra cosa que exclusión, claudicación y patoterismo. Que las promesas rimbombantes de otros sectores suelen irse en helicóptero por incapacidades manifiestas.
Desde 2003 los argentinos hemos recuperado al Estado como herramienta indispensables para la justicia social y la independencia económica. Es este paradigma peronista al que la oposición quiere destruir.
Con la conducción de Cristina y con el mayor número posible de legisladores seguiremos construyendo la casa de todos y todas. Cada vez más sólida y cada vez más fuertes.

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