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martes, 30 de julio de 2013

OPERACIONES DE CLARÍN Y LA NACIÓN


C
on encuestas poco favorables para sus intereses, los medios hegemónicos apelan al fantasma del “fraude”.

Ya con previsiones preelectorales no tan optimistas como las presentadas en primer término, la prensa hegemónica ensaya salidas frente al cambio de tendencia que muestran los sondeos, en especial frente a los números poco favorables para su candidato favorito: Sergio Massa.

Por Germán Celesia /



 El domingo, Clarín y La Nación dan a conocer encuestas no tan favorables a Sergio Massa como otras publicadas luego del cierre de listas para las Elecciones Primarias. Clarín opta por darles un espacio secundario y no la primera plana como lo había hecho previamente. La Nación da al estudio que contrató la portada de su edición y luego ensaya diatribas de fuerte contenido antipopular, previniendo la posibilidad de que el oficialismo siga mejorando en los sondeos casi como si se tratara del peor escenario posible para los intereses del País. Como antecedente, hay que tener en cuenta que en los últimos comicios, estas empresas fueron proclives a subestimar el caudal de apoyo del oficialismo.

“Massa lleva una ventaja de entre 5 y 7 puntos”, es el título de una pequeña nota publicada en Clarín, donde sin mayores detalles presenta trabajos datos de trabajos Enrique Zuleta Puceiro y Hugo Haime & Asociados que le darían una ventaja de entre 5,3 y 6,8 puntos sobre Martín Insaurralde.

En cambio, La Nación anuncia en tapa, con datos de Poliarquía: “Massa sigue al frente, pero Insaurralde recorta la ventaja”. Luego agrega: “Con el 32,5% de intención de voto, el intendente de Tigre supera por cinco puntos al candidato oficialista; en 20 días la distancia se redujo un 50%; paridad en el conurbano”. Un dato relevante sería de simple lógica política: “Massa perdió terreno entre quienes dijeron sentirse ‛cercanos′ al Gobierno y creció 4 puntos entre los que se consideran ‛muy lejanos′ (…) a la Casa Rosada”. En otro artículo, anuncia: “En el Gran Buenos Aires la diferencia se hizo mínima”.

El informe se completa con la columna titulada: “Más conocimiento y menos incógnitas”, que firma Fabián Perechodnik .

¿Cómo hacen frente los diarios opositores a estos datos, que marcarían un cambio de la tendencia favorable a Massa que anunciaban tres semanas atrás? Las respuestas son variadas, desde pedidos de “endurecimiento” del perfil opositor del candidato del Frente Renovador hasta denuncias anticipadas de “fraude” en caso de un triunfo del oficialismo.

En Clarín, Eduardo van der Kooy apela a exabruptos de todo tipo para referirse a la Presidenta, e incluso habla, sin ninguna evidencia que lo avale, de “reprimenda presidencial” a Insuarralde. También asegura que “Massa tiene su dosis de fortuna” por ser criticado por el Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, uno de los blancos preferidos de la prensa hegemónica. “El intendente de Tigre sigue intentado contentar, en simultáneo, al heterogéneo electorado que lo sigue, donde se mezclan un grueso sector antikirchnerista con un bolsón de simpatizantes K. Los dardos contra Moreno y los camporistas, tal vez, conformarían a todos”, asegura Van der Kooy.

Ricardo Kirchbaum titula su artículo: “El futuro del ‛modelo′, en manos de Massa y Scioli”. Allí da por hecha una derrota del oficialismo y afirma: “Scioli aspira a no perder por mucho las primarias. Cristina trabaja duro para aupar a Insaurralde y en las encuestas sus perspectivas son mejores que hace días. El pronóstico es que no habría catástrofe, como se temía, sino sólo una derrota en el principal distrito electoral de la Argentina”. Luego reitera la falacia de suponer que si hubiera una victoria del oficialismo sería a través de alguna trampa. “Si los números están más cerca, los fiscales de Massa y de la oposición deberán estar muy atentos el día de la elección. En agosto y, sobre todo, en octubre”.

La suposición de que si ganara el oficialismo sería por un fraude electoral, es ampliada por La Nación en su edición del lunes, en un artículo firmado por Mariano Obarrio y cuya casi exclusiva fuente es una fundación relacionada con organizaciones como La Sociedad Rural y ex funcionarios de la última dictadura como Manuel Solanet, a la que parecen adherir partidos políticos como el PRO; el Socialismo, la Coalición Cívica y el Radicalismo.

“Difunden consejos prácticos para evitar un posible fraude”, se titula la nota. “En medio de suspicacias por lo que se juega en las próximas elecciones legislativas, un grupo de partidos políticos opositores y la Red Ser Fiscal difundieron consejos prácticos para evitar irregularidades que puedan dar lugar a sospechas de fraude electoral”, dice Obarrio.

Según el hombre de La Nación, “en las elecciones presidenciales de 2011 se registraron decenas de denuncias por irregularidades”, y “muchos fiscales se sorprendieron al ver las actas que difundió el Gobierno con resultados alterados respecto de los originales”. De esta manera, pone en duda por lo menos la magnitud del triunfo oficialista en 2011, aunque carezca del mínimo aval de la Justicia Electoral para su acusación.

Obarrio parece prever alguna “irregularidad o disturbio que se produzca durante los comicios, como faltante de boletas, rotura o incendio de urnas o boletas, amenazas o grupos de personas sospechosas”, además de “voto cadena”.

Consejos y exhabruptos

Los columnistas políticos se salen de sí para aconsejar los próximos pasos del postulante del Frente Renovador. Según Kirchbaum, editor de Clarín, “el intendente de Tigre ya hizo lo principal: se abrió del oficialismo y sepultó la agónica esperanza de plantear por las vías legales la re-reelección de Cristina. Scioli, por su parte, jugando con la divisa de la Presidenta, quiere salvar la ropa, pero no para ayudar a que los Kirchner sigan en la Casa Rosada sino para ser él el heredero (…) Es, otra vez, una interna en el peronismo lo que está dirimiendo la posible candidatura presidencial para el 2015 (…) El problema es que el kirchnerismo, con su sectarismo genético y su incapacidad para abandonar el papel de comisario político que le encanta ejercer (tiene) su futuro (…) en manos de dirigentes a los que no sólo considera ajenos (…) sino enemigos del ‛modelo′ o de lo que queda de él”.

Joaquín Morales Solá, en La Nación, coincide con plantear a los dos bonaerenses como alternativas para la sucesión presidencial, pero a tono de queja, lo que deja traslucir su resistencia a la cultura política peronista. “Las encuestas comienzan a pronosticar una dura polarización entre el cristinismo y el poskirchnerismo en la provincia de Buenos Aires. Esas expresiones las corporizan Sergio Massa, que nació en el kirchnerismo y ahora se propone superarlo, y Martín Insaurralde, aferrado a la Presidenta. El amplio espacio de intención de voto que había entre ellos se está encogiendo. Massa no ha perdido tantos seguidores, pero Insaurralde, antes un desconocido para gran parte del electorado, está creciendo tomado de la incansable mano de Cristina Kirchner”.

Según Morales Solá, “la Presidenta se propone superar el piso del 30 por ciento de los votos que le auguran los encuestadores. Necesitará sumar votos en la homérica Buenos Aires, aun perdiendo, para compensar probables derrotas en otros distritos. Massa aspira a tocar el 40 por ciento de los votos en agosto, que todavía no los tiene, para acercarse en octubre al 50 por ciento, que es su meta real”, asegura. “El problema de la Presidenta – dice el columnista - es que cualquier derrota en Buenos Aires será un enorme fracaso”.

Para el hombre de la Nación y TN; Massa “no quiere enfrentarla directamente para poder conquistar votos de simpatizantes cristinistas, pero, a la vez, el antikirchnerismo le exige una oposición más clara que la que está haciendo”. A la vez, se queja de la falta de alternativas ajenas a la tradición justicialista: “¿Por qué el peronismo expresa en Buenos Aires al oficialismo y a la oposición? ¿Qué pasó con las fuerzas políticas no peronistas?”.

Según el columnista, “un eventual triunfo de Massa le arruinaría a Scioli, además, su proyecto de ser un insuperable candidato presidencial del peronismo en 2015”. Por eso, “la disputa entre Scioli y Massa consiste, al final del día, en determinar cómo será el liderazgo del peronismo cuando ya no esté ningún Kirchner. Massa es un creyente convencido en que la distancia con el cristinismo lo ayudará a hacerse de un poder seguramente vacante. Scioli, un optimista incurable, sostiene, en cambio, que la entrega del poder a él será el último legado de Cristina, cuando ella vislumbre que su único horizonte es el fin”. También en La Nación, Jésica Bossi da por hecha la derrota del oficialismo y afirma que Scioli busca que no sea por más de 8 o 10 puntos y que Massa no supere el 40% de los votos.

El lunes, en Clarín, Eduardo Aulicino retoma el tema de las encuestas. “El cristinismo se siente entonado con el recorte de distancias entre Sergio Massa e Insaurralde. Varias encuestas ubican esa diferencia en torno de los 5 puntos y otras, por encima de 7. Los números parecen acercarse a los pronósticos más mesurados que ya colocaban un resultado de ese nivel como el más posible (…) La difusión de estas cifras abre algunos interrogantes sobre lo que pueda ocurrir en las dos semanas que restan hasta las primarias, y también sobre sus posibles efectos hacia el interior del peronismo. El primer punto es si la Presidenta está colocando en su techo al oficialismo o si aún tiene margen de crecimiento. El segundo es el impacto que puede tener en las otras franjas opositoras una disputa cerrada entre el candidato presidencial y Massa. Si existe una tendencia al voto castigo útil, podría licuarse parte de la franja de los sectores más críticos, en especial de Francisco de Narváez, en favor del intendente de Tigre”, vaticina.

Según el editor de Clarín, “el repunte de Insaurralde, luego del impacto inicial que provocó Massa con su decisión de competir, es atribuido centralmente a la Presidenta. Daniel Scioli también aporta a la tarea de apuntalar al intendente de Lomas, pero es considerado un socio coyuntural, necesario pero no deseado. Los gestos de convivencia son actuados en la superficie, aunque por lo bajo nadie en el círculo cristinista ha modificado su calificación sobre el gobernador: sigue siendo un enemigo, en especial porque mantiene sus esperanzas de dar batalla por la candidatura de 2015”, asegura. Quiere evitar a toda costa la sensación de concordia en el oficialismo.

El análisis de Jésica Bossi en La Nación tiene puntos de coincidencia. El artículo se titula: “Con su futuro en juego, Scioli gana protagonismo”. Afirma que “suma su presencia en actos y spots para apuntalar a los candidatos oficiales y, sobre todo, neutralizar a Massa”. Según la periodista,
“se convirtió en una figura clave en la campaña electoral del kirchnerismo, después de sellar una ‛paz forzada′ -como definen en la Casa Rosada- para satisfacer necesidades mutuas: Cristina Kirchner quiere mejorar la performance oficial en las urnas y el gobernador bonaerense apuesta a mellar las chances del rival de más peso, Sergio Massa, para mantener en pie su propio proyecto presidencial”. El lunes, El Día publica una nota similar titulada: “Scioli se instaló como uno de los grandes protagonistas en la campaña del oficialismo”. 

Ya domingo, Marisa Alvarez se permite hablar en el diario platense de “virtual empate” entre el oficialismo y el Frente Renovador, lo que “genera en el kirchnerismo un notorio entusiasmo (…) Es que las proyecciones de esos datos, que obviamente tienen en cuenta el caudal histórico del kirchnerismo, le permiten también al oficialismo confiar en una posible victoria el 11 de agosto”. El lunes el diario titularía: “Se polariza la elección bonaerense, según las encuestas” una reproducción de lo publicado el domingo.

El diario platense publica también el domingo una entrevista a Massa en la cual no hay una sola pregunta referida a sus propuestas para el Congreso de la Nación, con lo cual hace poco para echar luz sobre su posición respecto de diversas cuestiones. El título de la entrevista apenas lo muestra como contrario al gobierno: “Dejamos el oficialismo para no volver nunca más”. El candidato dice que en el kirchnerismo “hay un autismo, un encierro, en la relación con la sociedad que es irrecuperable”, pero no habla sobre sus propias ideas.

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