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viernes, 5 de noviembre de 2010

Cristina...

Luego de una primera fase de construcción de vacío de poder intentando opacar la figura de Cristina al exaltar las dotes de estadista de Néstor Kirchner, que durante años negaron, y ante la evidencia de que la condición de unidad política absoluta entre ambos provocaba el efecto paradojal de que el reconocimiento de Néstor reforzaba ambas imágenes, el sistema de medios hegemónicos ha decidido clausurar los efectos del fallecimiento e iniciar la estrategia de campaña de silencio y olvido.

Bajo la certeza de que todo pasa, aún que los acontecimientos más importantes en términos emotivos finalmente ceden, sin embargo, el doble vínculo amoroso que constituyó como sujetos políticos a muchos de quienes participaron en la despedida a Néstor, el vínculo de amor personal hacia su líder muerto y el amor ya definitivo entre Néstor y Cristina, harán más persistente la reivindicación de ambos en parte de la ciudadanía, en especial los jóvenes, que la que supondría un simple y volátil estado de opinión pública, donde no se juegan lazos de afecto.

Esta circunstancia constitutiva del sujeto peronista en su modalidad kirchnerista, bajo un doble vínculo amoroso, permitirá construir aceptación con una persistencia e intensidad superior a la de un estado de opinión pública tradicional.

Sin embargo, debemos convenir que estadísticamente en el gran número, la magnitud de la conmoción irá cediendo como fenómeno socialmente activo, capaz de producir efectos de legitimidad política y electoral.

Pero, aun cuando todo pase, queda sin embargo el recomienzo de la gestión de Cristina con este estado de opinión pública tan favorable que será factor clave en el encolumnamiento de todo el justicialismo tras su jefatura. Hoy es Cristina Kirchner la única figura que lleva al Justicialismo a la victoria, y eso, en el partido fundado por Perón, no se discute. El que gana tiene los votos y, además, la razón.

En líneas generales, el sacrificio personal de Néstor Kirchner devolvió a Cristina y su gestión los niveles de popularidad y votos previos a la crisis de la resolución 125. La angustia que lo atravesó desde la traición de Cobos, y lo que supuso en términos de erosión de la popularidad del Gobierno y en particular de Cristina, marcó el último tramo de la vida de Néstor. Hay ahí también en especial para la mirada de los jóvenes, una historia de traición y amor incondicional, que se despliega en su entrega final.

Luego, será el estilo de conducción enérgico de Cristina, del que aún algunos dudan rememorando la metáfora de "Chirolita" de Duhalde que le endilgaban a Néstor -y así les fue-, junto a la gestión del largo año por venir, serán factores clave para ya no lograr aumentar, sino apenas sostener la imagen pública, de gestión y la intención de voto de magnitudes superiores que manifiesta Cristina Kirchner, que le permitiría hoy un holgado triunfo en primera vuelta, frente a una oposición duramente golpeada.

En efecto, la desaparición física de Kirchner reconfiguró el escenario electoral con tal profundidad que desparecieron prácticamente las opciones que se fundaron sólo en la crítica al ex Presidente. Desaparece Elisa Carrió, agoniza Cleto Cobos, como ejemplos paradigmáticos del rediseño electoral que se operó tras el fallecimiento de Néstor Kirchner.

Es una gran diferencia cuali/cuantitativa respecto del pasado reciente, donde la primera minoría del FPV estaba aún en camino a cumplir el llamado “mito del 40+1”. Tal como señalamos desde estas mismas columnas, estaba aún a cuatro puntos de ganar en primera vuelta.

Hoy ya no se trata de aumentar, sino de mantener niveles de adhesión, y eso supone una estrategia distinta pero, por supuesto, de otro tipo de complejidad que la necesidad de crecimiento.

Es aún imposible imaginar qué sucede con este cambio de escenario notable pero, como siempre, su sostenimiento se define en la gestión de gobierno y el ejercicio pleno de la conducción política, que supondrá entre otras cuestiones, el reordenamiento electoral de distritos clave como Santa Fe, Córdoba y Capital, modificando el sistema de alianzas que se dibujó en el año 2009, donde el oficialismo obtuviera el 9% de los votos.

Datos alentadores en esa dirección ya ha dado Cristina en su primera aparición pública en la planta automotriz de Santa Isabel, con el gobierno y el peronismo cordobés sosteniendo su figura. En provincias emblemas del impacto de la crisis de la 125, como Santa Fe y Entre Ríos, la imagen positiva de Cristina Kirchner -según relevamientos de Horacio Robustelli- llega al 61% contra apenas 19% de imagen negativa. ¿Se desarmará ahora todo el andamiaje de desdoblamientos de elecciones provinciales y nacionales sin manda constitucional contruido a la luz de la incertidumbre del triunfo en 2011 del FPV?

En orden a la gestión, una prioridad será intervenir con transferencias de ingresos vía Asignación Universal y otros planes sociales sobre los segmentos vulnerables con energía, sectores de la base ampliada de la pirámide social, que tradicionalmente votaron el proyecto justicialista que se desplegara centrado en la figura de Néstor Kirchner a partir del año 2003 y continúa hoy bajo la conducción unificada de Cristina.

Segmentos vulnerables que en el año 2009 fugaron hacia otras alternativas, en especial en Buenos Aires, donde optaron por el hoy muy menguado peronismo disidente, dándole, por ejemplo, el 30% de los votos a Francisco De Narváez en el segundo cordón del Conurbano.

Lo mismo ocurrirá con la jubilación mínima. Luego del necesario veto al planteo irresponsable del 82% móvil, el Gobierno nacional elevará la jubilación mínima.

Mínima que hoy impacta sobre el 72% del total de jubilados y pensionados, producto de la ampliación de la base previsional que supuso la incorporación de 2,5 millones de ciudadanos al sistema que se encontraban sin cobertura tras el impacto de la informalización del mercado de trabajo y la imposibilidad de realizar aportes que trajo como herencia el neoliberalismo que reclama ahora restituir el 82% móvil.

En suma, la sociedad argentina observará en el próximo año el ejercicio del liderazgo y la conducción política del Justicialismo y la gestión presidencial sin sobresaltos, por primera vez unificados en manos de mujer: Cristina.

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