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viernes, 27 de agosto de 2010

¿PERONISMO? AYER, HOY Y SIEMPRE

El movimiento obrero a demás de columna vertebral, está en condiciones de ponerse a la cabeza de la recomposición del sistema de ideas para la nueva época.
¿PERONISMO? AYER, HOY Y SIEMPRE.

De tanto en tanto, el peronismo es interpelado en algún ámbito académico, periodístico o cafeteril.
Lo cierto es que -a pesar de las reiteradas crisis del movimiento nacional fundado por el Gral. Perón-, el peronismo ha mutado en infinidad de formas y de justificaciones teóricas e ideológicas, pero no ha desaparecido.
Ha perdido sí, una importante porción de su identidad reflejada y sintetizada en un proyecto nacional.
[1]
El peronismo, especialmente en sus orígenes a sabido enriquecer los vasos comunicantes entre su doctrina, la concepción estratégica de la organización social y las políticas públicas emanadas de su gobierno, que llevaron a las mayorías populares a mejorar considerablemente su condición de vida y su protagonismo efectivo en la vida nacional.

Esta secuencia virtuosa se vio alterada por el devenir histórico, que no viene al caso aquí historiar en detalle, pero sí es posible subrayar que esta situación tiene innumerables causas, tanto o más que aquellas que hicieron posible el surgimiento del peronismo en la década del ´40.

A pesar del bombardeo de la plaza de mayo en el ´55, la reforma financiera del ´77 acompañada con el brutal aniquilamiento de lo mejor de nuestra militancia, o del desmantelamiento del estado durante los ´80 y los ´90, el peronismo parece no querer desaparecer.

Ahora bien, si es verdad que para muchos el peronismo sigue siendo una esperanza de vida, el interrogante principal debería ser: ¿A partir de dónde, con qué herramientas y con quiénes, es posible recomponer aquella secuencia virtuosa, entre doctrina, concepción estratégica y política pública en aras del bien común?

¿Por dónde pasa entonces el nudo de la cuestión?

Como el problema es complejo, requiere de soluciones complejas y nuestra propuesta pasaría aquí por dos ejes principales: El primero es la de pensar el peronismo desde una mirada regional, más allá de las fronteras físicas de la Argentina.

Nos estamos refiriendo al UNASUR o si se quiere desde América del Sur, la Patria Grande.

De la misma manera que la fabricación de bienes industriales, no necesariamente termina en la puerta de la fábrica en donde el proceso se inició, o de la misma manera que la Capital Federal ya no termina en la Avenida General Paz; la Nación debe ser pensada y actuada desde la región suramericana y no desde los límites físicos que están establecidos en la actualidad.

Por otra parte, el segundo eje propuesto pasa por repensar al peronismo y a los movimientos nacionales desde la re-localización de los intereses sociales sectoriales (de clase).

También, es importante remarcar que las nuevas formas de trabajar, de producir valor, han modificado las estructuras sociales, la estratificación social de la Argentina y de todos los países de la región, amén de las formas de pensar, de crear y de actuar de todo el pueblo.

Las fronteras entre las clases sociales ya no son las mismas que conociéramos hasta mediados de los años ´70, por lo tanto las alianzas entre los trabajadores y las capas medias están supeditadas a la comprensión de los cambios sufridos en los últimos años.

Claro que el peronismo es un movimiento poli clasista, ¿Pero cuáles son hoy día las fracciones sociales constitutivas del peronismo, o cuáles deberían ser?

Sobre la base de este razonamiento, como jugaría hoy día aquel viejo tema de la burguesía nacional.

Gran parte de la UIA entre los años 1996 y 2003 se recostó a favor del nuevo proceso político, acompañando de alguna manera el movimiento de la CGT, la Pastoral Social, los llamados nuevos movimientos sociales.

Ahora la situación es diferente, la UIA parece inclinada para agruparse junto a la AEA y al grupo Clarín en oposición al gobierno.

¿Cuál es entonces el sector de los industriales y los empresarios aliados potenciales del proyecto nacional?

El peronismo de entonces contaba en su núcleo duro a la clase obrera, a un sector del ejército, a una fracción de la burguesía industrial, y como argamasa ideológica al cristianismo popular, más allá de otros sectores de otros sectores de la Iglesia y la comunidad.

Hoy, poco de esto existe…

Entonces. ¿Cuál es la base del peronismo?

El sector que se ha conservado a pesar de las transformaciones, es el de las organizaciones de los trabajadores.

Es desde ahí que hay que planear la recomposición del peronismo, y no desde el partido político, atomizado en un conjunto de feudos y vacíos de contenido ideológico y estratégico.

La gran mayoría de los dirigentes políticos sólo piensa en las próximas elecciones y en ocupar cargos.

La clave de la alianza social del peronismo pasa a nuestro entender en sumar a los movimientos sociales, más allá de sus ocasionales dirigentes y a las organizaciones de técnicos y profesionales.

A partir de ahí, con una concreta encarnadura social estaremos en condiciones de reelaborar el proyecto nacional-regional.

El movimiento obrero a demás de columna vertebral, está en condiciones de ponerse a la cabeza de la recomposición del sistema de ideas para la nueva época.

El campo es fértil, el obstáculo es la pequeña burguesía institucionalizada e ilustrada enquistada en el aparato del estado, los partidos políticos, Universidades, y medios de comunicación de masas.

CCHF/

N&P:
El Correo-e del autor es Carlos Fernández <cafchino2000@yahoo.com.ar>

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