
¿Cuál fue el objetivo de su exposición?
El presente post registra parte de los resultados de la medición realizada por Consultora Equis entre el 17 y el 27 de junio de 2010 .
Se utilizó el método interaccional a través de entrevistas personales de tipo telefónicas mediante la aplicación de un cuestionario semiestructurado diseñado ad-hoc.
Los entrevistados fueron personas de ambos géneros mayores de 18 años de todos los niveles socioeconómicos, residentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Para la selección de los entrevistados, entonces, se aplicó un muestreo probabilístico de tipo aleatorio polietápico consistente en:
Selección de región de residencia.
Selección de barrio de residencia.
Selección de manzana de residencia.
Selección de hogar.
Selección de persona.
El último nivel de selección fue ajustado por cuotas de género y edad de acuerdo a parámetros censales, el tamaño de la muestra fue de 400 casos, estimándose un margen de error máximo de +/- 4,9% para distribuciones simétricas con un nivel de confianza de 95%.
Cristina en el 2007 sacó 22% en el distrito y 46% a nivel nacional y Heller 10 en 2009...
En fin, no abusemos de las conclusiones compañeros y compañeras... y tú que piensas de la metodología utilizada por Equis Patán..., acaso es tan sólida como las de las Calificadoras de Riesgo ...?
Por José Natanson
Página 12
La juventud –entendiendo por ella el grupo etario que va desde la pubertad hasta la adultez– es un fenómeno de la segunda mitad del siglo XX. Su emergencia en los años de la posguerra se explica por una combinación de factores. El primero, de tipo material, tiene que ver con los cambios en la economía, sobre todo la expansión del sector servicios, que comenzó a demandar una mayor cantidad de profesionales y técnicos. En un contexto de prosperidad, muchas familias impulsaron a sus hijos a prolongar los estudios. La extensión de la cobertura universitaria creó una enorme masa de jóvenes que compartían sus experiencias y sus sueños en espacios comunes de socialización: las sedes de las universidades, los campus y sus extensiones (los bares). Más educados y conscientes que sus padres, tenían tiempo y recursos para pensar y actuar.
Pero además el pleno empleo –que durante un par de décadas se vivió en Europa y Estados Unidos pero también, en menor medida, en países de desarrollo medio como Argentina o Chile– permitió que incluso aquellos jóvenes que pasaban sin mucho trámite de la adolescencia al mercado laboral tuvieran recursos para sostenerse a sí mismos. Ya no necesitaban de la familia para sobrevivir.
Y además el mundo estaba cambiando a una velocidad nunca antes vista. Esto creó un divorcio entre el presente y el pasado, una suerte de discontinuidad histórica, que debilitó el valor de la experiencia, incapaz de lidiar con fenómenos completamente nuevos. La sabiduría de los ancianos perdió buena parte de su peso simbólico, menos por la maldad de los nuevos jóvenes que por las transformaciones estructurales de la economía y la sociedad, abriendo un abismo generacional. Los aceleradísimos cambios tecnológicos le dieron a la juventud una ventaja sobre los adultos. Por primera vez en la historia, los jóvenes sabían cosas que sus padres no. Un ejemplo simple es el del padre que le pide a su hijo adolescente que lo ayude con la computadora. No es difícil imaginar el impacto de esta nueva realidad en la autoconfianza juvenil.
Complementariamente, y como reflejo de estos cambios, la juventud protagonizó lo que Eric Hobsbawm definió como una “revolución cultural”. La emergencia de la juventud como un grupo social no sólo autónomo, sino también dotado de recursos, convirtió a los jóvenes en el eje de los mercados de consumo del capitalismo, cuyo paradigma fue el rock: las ventas de discos en Estados Unidos pasaron de 277 millones en 1955 a 2000 millones en 1973 (los números son de Hobsbawm). Y también hubo otros reflejos: el auge del turismo juvenil (nace la Lonely Planet y la cultura mochilera) y de las drogas (como señala Hobsbawm, el hecho de que la droga preferida por los jóvenes occidentales, la marihuana, sea menos dañina que las drogas de sus padres, el alcohol y el tabaco, hizo que fumarla fuera no sólo acto de desafío, sino también de superioridad). Y el gran símbolo de la época, el héroe que vive intensamente y muere joven: el antecedente es James Dean, y luego hay miles de ejemplos, desde Janis Joplin y Brian Jones al Che Guevara o Rodrigo.
En este marco, no debería resultar llamativo que los jóvenes se convirtieran en protagonistas políticos. Lo fueron en el Mayo francés de 1968, en las movilizaciones anti-Vietnam en Estados Unidos en 1967 y en el “otoño caliente italiano” de 1969. Y también en Argentina, en el Cordobazo coprotagonizado por los estudiantes universitarios. En todos estos casos, la juventud fue un actor político central, pero de duración fugaz y más reactivo que propositivo, lo cual se vincula con su estado natural –la juventud es una etapa transitoria por definición– y con el espíritu subjetivista, casi emocional, de sus consignas.
En la Argentina de los ’70, el peronismo montonero y las guerrilleras fueron un fenómeno más duradero. Pero la intención de esta nota no es desarrollar este tema, que excede largamente a su autor, sino marcar algunas diferencias con la juventud actual y especular sobre la relación que con ella ha establecido el kirchnerismo.
En primer lugar, señalemos que hoy la juventud de clase media argentina no es muy diferente de la del primer mundo. Se trata de jóvenes que estudian muchos años y que en algunos casos prolongan su carrera universitaria en el exterior. Se emancipan tardíamente y se casan (cuando tienen la ocurrencia de hacerlo) pasados los 30; tienen hijos tarde, y pocos. Pero ésta es sólo una parte de la juventud. En paralelo, los sectores más pobres desarrollan un ciclo de vida corto, donde todas las etapas se aceleran: el paso de la niñez a la vida adulta es veloz por la necesidad de generar prontamente un ingreso, la emancipación es temprana, los hijos llegan rápido y de a muchos y la muerte los alcanza más jóvenes, como resultado de los déficit alimentarios y sanitarios. Esto se comprueba al comparar los datos de esperanza de vida y la tasa de fecundidad entre provincias: una persona vive en Chaco, en promedio, cinco años menos que en la Capital. La investigadora Susana Torrado lo resume en una frase: “Vivir en apuros para morirse joven”.
Como sostiene el sociólogo Gabriel Kessler, esta doble condición le da a la estructura demográfica argentina una particularidad: comparte con los países en desarrollo la presencia de muchos niños (pobres), pero se asemeja a los más desarrollados en cuanto al alto porcentaje de adultos mayores.
Desde el punto de vista cultural, los jóvenes de hoy no confrontan con los adultos como sucedía en el pasado. La juventud de los ’60/’70 era una juventud que se afianzaba contra los mayores, que eran los que no los entendían, los que les bloqueaban las oportunidades y los que dominaban el planeta (el mundo de posguerra era una gerontocracia, comprobable en el hecho de que casi todos los grandes líderes de la época eran viejos: Churchill, De Gaulle, Stalin, Perón, Gandhi). Las cosas hoy son diferentes. Como señala el Informe sobre Juventud en el Mercosur del PNUD, los jóvenes de hoy alcanzan un “pacto familiar” mediante una negociación con sus padres.
Y esto, sumado a los bajos salarios y el auge del “trabajo basura”, explica el retraso de la emancipación (en el sentido de la formación de una familia propia) entre los jóvenes de clase media. La comodidad y la relativa libertad que se respiran en el hogar familiar, junto a las dificultades del mercado laboral, estiran el momento de abandonar el nido, tibio y de heladera llena. Sucede que los jóvenes de hoy pueden ser hippies, pero también pueden ser los hijos de los hippies (o de su variante patética, el deslizamiento del hippismo hacia el new age descuartizado por Michel Houellebecq en Las partículas elementales). Y como siempre es el cine, antes que la sociología, el que mejor refleja este tipo de cosas, recordemos el gran ejemplo de Los Fockers, en la que Ben Stiller, productor de la película y ácido crítico de la sociedad norteamericana, visita a sus padres: Dustin Hoffman, que pasó de abogado a amo de casa, y Barbra Streisand, terapista sexual, cultores ambos de la vida sana, el sexo libre y el aire puro. En Los Fockers, Ben Stiller no sólo no discute con sus padres: se avergüenza de ellos.
Ahora bien, ¿cómo se sitúa el kirchnerismo frente a la juventud? ¿Y cómo frente a las dos juventudes que conviven en la Argentina del Bicentenario? En un principio pareció prestarles poca atención a los jóvenes, enfrascado en un relato generacional que alude a la juventud, pero a la de los ’70, y que muchas veces se reduce a la disyuntiva exasperante de “jóvenes idealistas que hacían la revolución” versus “jóvenes consumistas que sólo quieren jugar a la PlayStation”. Para ser justos, hay que decir que ni los Kirchner ni sus más conspicuos funcionarios, muchos de los cuales fueron protagonistas de los ’70, han suscripto públicamente esta tesis, aunque sí algunos de sus intelectuales más o menos orgánicos.
Pero el tiempo ha producido un fenómeno nuevo: la emergencia de una militancia juvenil kirchnerista, probablemente un subproducto de la progresiva transformación del kirchnerismo en una “minoría intensa”, un sector de la sociedad cuantitativamente minoritario pero cohesionado, con un liderazgo y un programa, en buena medida resultado de iniciativas como la ley de medios y la Asignación Universal.
En todo caso existen hoy círculos de jóvenes militantes kirchneristas. Se trata por supuesto de grupos reducidos, mayoritariamente de clase media, irrelevantes desde el punto de vista del padrón electoral, pero activos e influyentes en los medios y las nuevas formas de comunicación, como las redes sociales y los blogs. Existen, por ejemplo, algunos muy buenos blogs kirchneristas. Atribuirlos a una simple maniobra oficial es absurdo: incluso si el Gobierno los apoyara financieramente, ese apoyo llegó después y no antes de su creación. Y en todo caso existen otros partidos, que también manejan recursos y no dudan en utilizarlos, pero que carecen de este tipo de militancia: ¿dónde están los blogs del radicalismo? ¿Dónde los del PRO? ¿Alguien conoce un blog que defienda las ideas de De Narváez? Quizás haya que remontarse a los primeros años del alfonsinismo para encontrar un fenómeno similar, aunque aquel momento probablemente haya sido más masivo y aunque tuvo una expresión universitaria (la Franja Morada) y partidaria (la Junta Coordinadora) más definidas.
Mi tesis, en el final de esta nota, es que el kirchnerismo descuida las políticas específicamente orientadas a las “dos juventudes”, sus problemas y necesidades.
Algunos ejemplos desordenados. En los sectores de menores recursos, de ciclo de vida corto, sobresale la ausencia de políticas para enfrentar el drama del embarazo adolescente, que alimenta los mecanismos de transmisión inter-generacional de la pobreza (el principal avance en este tema fue la ley de salud reproductiva sancionada en la etapa duhaldista, pero es insuficiente y encuentra graves problemas de aplicación; el hecho de que el Gobierno no quiera ni hablar de despenalización del aborto impone un límite difícil de superar). Otras políticas posibles son aquellas tendientes a reducir la deserción escolar en las madres adolescentes y jóvenes, a través por ejemplo de becas específicamente dirigidas a ellas. O políticas que faciliten la construcción o alquiler de viviendas propias para los jóvenes de bajos recursos recién emancipados. O programas más amplios de primer empleo (hay uno del Ministerio de Trabajo). O medidas tendientes a acercar la universidad, que sigue siendo un reducto de la clase media, a los jóvenes más pobres.
En cuanto a la juventud de clase media, se trata de buscar políticas orientadas a facilitar, entre otras cosas, la emancipación a través de subsidios, por ejemplo a la compra de la primera vivienda u orientados a reducir el precio de los alquileres. Es notoria también la ausencia de una política universitaria más definida (curiosamente, el menemismo sí tuvo una: la creación de universidades nacionales en el Conurbano, cuyo objetivo fue reducir el peso de la UBA pero que, aunque desordenadas y de desigual nivel, le agregaron diversidad a la educación terciaria y la acercaron a los jóvenes de los sectores populares).
Desde un punto de vista más simbólico, la estrategia comunicacional del Gobierno ignoró a la juventud durante años y recién desde hace un tiempo ha comenzado a considerarla. Y su política cultural, de raigambre “jauretcheriana” y “pacourondista”, parece limitada sólo a los jóvenes de los ’60/’70, sin considerar a los jóvenes de hoy.
No hay mucho misterio: se trata de atender las necesidades de una juventud partida y registrar la politización de un sector de los jóvenes, fenómeno que el mismo kirchnerismo ha generado y en el que apenas parece haber reparado.
Julieta tenía sólo cuatro meses cuando una patota chupó a sus padres, en el ’77. Su madre logró recuperar la libertad. Abajo Izquierda: Julio Panebianco tenía 22 años cuando se lo llevaron y militaba en la JTP. Abajo Derecha: Julieta y su hermano, de chicos. Los dos presenciaron cuando lo secuestraron.
El martes 15 de junio la señora Mirtha Legrand sacudió el solemne y acartonado almuerzo de su programa para confesar con cara de circunstancia que una sobrina suya había sido secuestrada junto a su marido durante la dictadura y que gracias a su gestión había logrado que la liberasen a las cuarenta y ocho horas. La conductora explicó al aire que le solicitó ayuda primero a los interventores de Canal 13 y después al ministro del Interior de Jorge Rafael Videla, el general Albano Harguindeguy. “A mi sobrina la liberaron, pero al marido no”, precisó.
–Mi mamá al principio pensó que habían estado en el Regimiento de Patricios por la distancia del trayecto desde nuestro departamento hasta su destino final, y porque todavía no estaba extendido el conocimiento de los centros clandestinos de detención. La detuvieron militares y conectó con ese regimiento donde hay militares. Mis dos abuelos, materno y paterno, enseguida hicieron los trámites de habeas corpus . Toda la familia se movilizó por mis padres, y sabían que Legrand había hecho gestiones con los milicos para que larguen a mi vieja, pero mi mamá no declaró en sus testimonios judiciales que le hayan dicho que la habían soltado por ser la sobrina de ella.
–¿Por qué pensás que habla ahora, más de treinta años después?
–¿Qué te pasó a vos?
Julieta es delgada, usa el pelo largo y llegó al bar abrigada con un sacón de lana de color violeta. Ahora, sentada junto a Miradas al Sur en un entrepiso con paredes de madera, gesticula con las dos manos al hablar. El corazoncito que lleva colgado del cuello le baila cuando se revuelve sobre la silla.
–El día que secuestran a tus viejos, ¿vos estabas ahí?
· Juan Alé es consultor político y analista de política nacional e internacional.
Me llega una interpretación del periodista Tato Contissa , residente en la ciudad austral por más de 20 años, sobre las condiciones estructurales que explican la explosiva situación social que se observa hoy en Bariloche :
Distinto es hoy en Bariloche, Río Negro, Argentina, cuando un caso final de escisión social provocado por un diseño económico de exclusión implantado en la dictadura, alimentado por la desidia política de 27 años de gobiernos radicales de los cuales diez fueron los arrasadores años del menemismo, tiene en la ciudad la voz siniestra del grupo Clarín en el único canal de aire y todo el sistema mediático cautivo de la economía publicitaria del modelo. Más los infelices, los ventajeros, y los fascistoides que hay en cualquier sociedad que supere los cien mil habitantes.
La práctica es la de siempre, jibarismo informativo: técnica de reducción de hechos a los moldes estereotipados que sirven para la consagración de los prejuicios sociales y raciales, criminalización de la pobreza, apelación al miedo, incitación a la violencia desde una hipócrita condena a la violencia. Nada nuevo.
Pero: algo nuevo.
Creo que esta semana, mañana a más tardar, el caso Bariloche se va a convertir en una blumerización rediviva de la amenaza de la inseguridad como consecuencia del “gobierno de mierda que tenemos a nivel nacional”.
Todos saben que el grupo está desesperado por razones que bien valen una desesperación: potencial: prisión para la señora de Noble, avance sobre el caso Papel Prensa, Ley de Medios descongelada por la Corte, más los riesgos mundialistas de que la alegría no sea sólo brasilera. De manera que un caso como el caso Bariloche acomoda la piedra en el zapato de la sensibilidad nacional.
Nieva en la ciudad de los Césares como sofocaba el calor en Missisipi, pero el incordio meteorológico no puede encubrir los verdaderos dolores. La dictadura coincide en 1976 con dos proyectos económicos montados sobre el turismo artesanal de la ciudad andina. El Cerro (Catedral) y el Lago (Nahuel Huapi) son los socavones sobre los que se montará la Industria.
Parecía prometedor el “modelo de negocios”, frase noventista que sintetiza perfectamente lo que el General Suárez Mason armara con mascarones y testaferros en poco menos de tres años. Un modelo así demandaba blanquear la imagen de la ciudad. Cosa similar operaron los genocidas en las villas de la Capital Federal, como bien nos lo cuenta Eduardo Blaustein en “Prohibido vivir aquí”, operativo que significó la expulsión de 200 mil personas hacia el otro lado de la General Paz. De manera que está claro que el “mettier” tenía manuales.
En Bariloche el confinamiento fue hacia el “Alto”, si bien hoy se lo ve, cerca del centro de la ciudad y fuera de los circuitos visitados por el turista. ¿Por qué fuera? Porque la vista de los aindiados desmejoraba “el producto”. ¿Por qué no lejos? Porque alguien tenía que poner las mesas, lavar los platos y hacer las camas, sacar la basura, limpiar los pisos….es decir, hacer el trabajo del servicio turístico. Hasta entonces las empresas familiares alcanzaban, pero con el “boom” industrial la proletarización era imprescindible.
El quiebre coincide con una segunda ola migratoria desde los principales centros urbanos del país hacia la capital de Los Lagos. Entre 1976 y 1980 la población se duplica, y el crecimiento se hace sostenido hasta una meseta de 100 mil habitantes que puede establecerse intercensalmente entre 1985 y 1995. Bariloche se “babeliza”, un mix cultural que contiene desde pueblo originarios hasta progresismo jipón, nazismo de probeta con liberalismo conservador decimonónico hacen a un amplísimo espectro de rudimentos ideológicos. Quiero decir con esto que es y ha sido casi siempre, muy difícil hacerse entender en Bariloche.
El sentimiento de pertenencia también es extraño, pero no por ello menos argentino. Con decirles que, al par de la Fiesta de la Nieve que es siempre pretendidamente “ for export”, la otra fiesta popular importante es la de las colectividades Europeo- Argentinas, una fiesta en la que todos se reúnen para decir que vienen de otro lado, que no son de aquí.
Una sociedad así, tan a escala de la sociedad argentina, necesita fuertes redes políticas de contención, altos niveles de organización, y un modelo económico que integre, incluya y potencie materialmente lo colectivo. Adicionalmente la ciudad tiene, culturalmente, menos peronismo que la Recoleta.
Conservando el “modelo de negocios de la dictadura”, con el que la actividad económico dinámica que es el turismo sólo participa del 17 por ciento del PBI, Bariloche hace veinte años que está destinada al incendio. Pero mañana Clarín, con sus voceros locales, dirá que este es un típico caso de inseguridad, consecuencia de la permisividad de un Gobierno Nacional garantista que tiene en el pobrerío la tropa criminal disponible para su eternización en el poder.
Como contrapartida le ofrecerán a la sociedad argentina las pócimas curativas de los Morales, Bulrrich, Cobos, Carrió, es decir los funcionarios funcionales de una política que abrió la puerta del infierno que generaron los otros, la secuela menemista de Duhalde, Sola, De Narváez, Macri y aínda mais. En la provincia y en Bariloche son otros los nombres, pero el Clarín sonará igual
Publicado por Artemio López en 10:45:00 AM 5 comentarios