
"Seguramente pasarán muchos menos para que una
verdadera movilización de las fuerzas culturales, humanísticas, críticas,
analíticas, científicas y tecnológicas del país, reaccione con argumentos
novedosos y congregantes ante estos macaneos vergonzosos, al gusto de una nueva
clase de lúmpenes-empresarios. Hay que decirles que están secas las pilas de
esos timbres que van a apretar", afirma Gonzalez.
El falso "bus“ donde Macri simula estar con
"pasajeros" de verdad, es un resumen de su política comunicacional:
demagogia y simulación. Vender mentiras.
Puestas en escena. Globos de colores. Mise en Scene: lo único que podemos hacer
desde la cultura para contrarrestar esto, estimado Horacio, es apelar a lo
único que sabemos hacer: frente al marketing y el vaciamiento de las ideas y
los debates (el vaciamiento de la palabra, de la noción de deber civil,
frente a la banalización constante del compromiso político, frente a la
banalización de la militancia), responder con la cultura, la palabra, la
poesía: la política. Volver a situar el discurso político como discurso
develador de verdades incómodas y criticas con el verdadero poder, aquel que
como dijo Saramago, es invisible, no se muestra, y no va a elecciones. Nadie lo
elige y no se hace ver: y no le gusta que lo nombren. Que lo señalen con el
dedo. Y eso fue lo que se hizo durante una década: mostrar lo que no podia ser
mostrado (el verdadero poder detrás del poder formal), juzgar lo que no podia
ser juzgado, decir lo que estaba prohibido mencionar. Volver más democrática
la cultura y la sociedad, visibilizando poderes que condicionan nuestra vida,
pero no se hacen ver, no se dejan ver, no van a elecciones. Mostrando al
pais la verdad. Hacerlo tiene un costo. Nada es gratis. Nada es fácil. La
gran victoria de la oposición mediática fue precisamente esa: no haber
enhebrado un discurso consistente propio (que no tienen), sino haberle quitado
valor, espesura, "peso ético" y moral a nuestra palabra. Nos han
robado la palabra. Y lo han hecho de un modo muy sencillo, ya estudiado por
Ibsen y las neurociencias: la estigmatización. Con la estigmatización lograron
proscribir e imponer el silencio, renunciando a todo debate politico. (Hay
honrosas excepciones en todos los medios, gente digna que aun intenta debatir,
dialogar, decir verdades incómodas)
Reemplazando la palabra politica (que ponia y puso
esos poderes en cuestión, los nombra, los desvela en los dos sentidos de la
palabra, en una ambigüedad sugestiva) por el marketing y el
"managment", por el "coaching" de ocasión de gurues
extranjeros. Gonzalez olvida una pata importante de la propaganda
pro-amarilla-globos vacios: la estigmatización a priori del que piensa
diferente. Una vez estigmatizando todo lo "K", el terreno arrasado
queda listo para una verdadera puesta en escena, donde se desdibuja
–desdibujada la palabra política- la linea tajante entre mentira y verdad. En
el marketing nada es mentira y nada es verdad. En la política si. En el
marketing la palabra no cuenta. No sirve. Se puede contratar actores para
que simulen ser pobres pasajeros al costado de un camino en un bus rodeado de
guardaespaldas. Esa escenificación es lo que se "ve". Lo que tenemos
que hacer, Horacio, como en el caso del Bus, es mostrar el "detrás de
escena", donde se esconde lo "falso" (y a su vez verdadero: el
verdadero poder, que usa, incluso al presidente, junto a los otros
"actores", como genuinos "títeres").
Mostrar donde están y quién mueve los hilos,
incluyendo los hilos detrás del presidente, que es otro actor. Son todos
actores. Por eso Duran Barba dice con razón que el "no trabaja para el
gobierno ni el Pro". Está por encima. La tarea es descubrir quien es el
títere y quien lo mueve. Y para qué. De qué se trata el espectáculo que vemos.
A donde apunta. Donde termina. A donde nos conduce. El presidente, en ese bus
falso, no es el presidente: es un actor más. Son todos actores: pasajeros
falsos y ministros "falsos". Incapaces de decir la verdad. Lo único que nos queda es empezar un nuevo camino
político y cultural, donde la palabra (la palabra prohibida, la palabra
política, que señala a esos verdaderos poderes, que manejan los hilos) vuelva
a contar. Vuelva a nombrar. Vuelva a mostrar. Donde la verdad vuelva a
tener un sentido critico. Donde la mentira y la verdad no sean simples puestas
en escenas, meros "relatos".
Durán Barba simplemente Horacio, vio una oportunidad y
la aprovechó. Vio que los medios no generaban debate, no generan conciencia:
vio que podian ser funcionales a un candidato vacío, light, anti politico. Sin
programa. Sin discurso. Donde todo es show. Donde todo es como el bus
detenido: algo falso. Una puesta en escena. Un engaño a la sociedad. Una
falsa promesa de “cambio” en lo que no se puede cambiar. Para luego hablar
de que los pobres son “estructurales”, son “estructura”, y de que todos los
planes para sacarlos del pozo y el olvido tienen un enorme “costo” fiscal, que
no analizan a la hora de sobreendeudar al país en los centros financieros, que
solo especulan, nunca producen nada. Fugan ganancias. Juegan con el hambre.
Los medios tienen la capacidad de revertir esto, de
advertirle esto a sus lectores. No lo han hecho. Ni antes ni ahora. Ni en dictadura ni en democracia se han atrevido a
cruzar esa linea, a dar ese paso, que supone dejar la banalización, dejar el espectáculo,
decir las cosas. (porque hacerlo supondría quedarse sin “lectores”, ese es el
“precio a pagar”, dijo Rousseau: quedarse solo)
Pero ser íntegro, tener unos principios. Ettiene de la
Boetie ya lo vio en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Llamar a
las cosas por su nombre. De eso se trata la política. El pan y circo no
quiere que las cosas lleven un nombre. Prefiere que ciertos mecanismos queden
invisibles y que la política sea “distracción”, show, mirar para otro lado. No
donde hay que mirar, poner los ojos. No ver. Como con el obelisco de pan dulce,
1979: 30 mil muestras de pan. Eso comieron los paseantes. Eso era el “arte”.
Hoy volvemos a re-discutir el número. Pero no lo que pasó. Lo tienen que hacer
(nombrar) la cultura y la política. La palabra. La reacción es empezar por
asumir el discurso prohibido. No desligarse de él, siendo funcional a la apatía
política y la escenificación. Mostrar que lo verosímil (el diálogo de un
presidente con pasajeros de un bus detenido en Pilar) puede ser falso. Un
engaño deliberado y estudiado minuciosamente: organizar y estudiar la capacidad
de mentir. Eso es el marketing. Eso no es la política.
Del Blog: Será Justicia https://gcroxattoblog.wordpress.com
Cristina Fernandez de Kirchner