En este día Estados Unidos relega su dominio, aunque
condicionado, del Canal interoceánico, reintegrándoselo a Panamá, para quien se
abre una nueva era económica. Pero Washington se reservó el derecho de
intervenir militarmente, de allí la condicionalidad.
Cruceros exclusivos al Canal de Panamá, desde Los Ángeles y desde Fort Lauderdale.
De esta manera Estados Unidos arrió su bandera anticipadamente, por miedo a los abucheos (la ceremonia debía haber sido el 1 de enero de 2000). Pero, la fiesta ya se había desatado, con música salsa y brindis patrios, encendidos discursos en despachos y plazas, y un generalizado orgullo nacional acompañarían a la devolución a Panamá del canal construido por Estados Unidos en el istmo centroamericano y abierto al tráfico mercante el 15 de agosto de 1915. Determinados por sus egoístas intereses particulares y la incertidumbre, algunos panameños hubieran preferido la permanencia estadounidense porque les aportaba dólares y “seguridad”. El 70,4% de los nacionales pensaba que su país no estaba en condiciones para defender el canal y sus fronteras, según una encuesta publicada por el diario La Prensa (tan fiable como “Clarín” en Argentina). A las 12:01 p.m., el mediodía, a pedido de las autoridades y de la histórica efemérides, automovilistas y pilotos de lanchas y buques costeros harían sonar sus bocinas o silbatos porque para entonces se completó la transferencia de la histórica vía acuática de 76 kilómetros que comunica los océanos Pacífico y Atlántico. Aportó este año fiscal 570 millones de dólares en el peaje cobrado a los barcos que la transitan, a razón de 36 diarios. Trabajan en sus diferentes tramos y oficinas 9.136 empleados, 8.832 nacionales. Panamá, exprovincia de Colombia, consiguió la independencia en 1903 porque así lo quiso Estados Unidos para construir una obra que hizo leyenda, obligó a la contratación de 70.000 braceros y aún condiciona el futuro de la nación istmeña. Pasan a ser patrimonio nacional los terrenos ribereños donde se asentaban las bases militares. Pantallas de televisión gigantes fueron instaladas en varios puntos de la capital y ciudades del interior para que los panameños puedan seguir desde la calle la ceremonia de entrega. Conciertos, fuegos artificiales y 21 cañonazos anunciarán asimismo el cumplimiento del Tratado de Entrega firmado en 1977 por el difunto general Omar Torrijos y el presidente James Carter.
De esta manera Estados Unidos arrió su bandera anticipadamente, por miedo a los abucheos (la ceremonia debía haber sido el 1 de enero de 2000). Pero, la fiesta ya se había desatado, con música salsa y brindis patrios, encendidos discursos en despachos y plazas, y un generalizado orgullo nacional acompañarían a la devolución a Panamá del canal construido por Estados Unidos en el istmo centroamericano y abierto al tráfico mercante el 15 de agosto de 1915. Determinados por sus egoístas intereses particulares y la incertidumbre, algunos panameños hubieran preferido la permanencia estadounidense porque les aportaba dólares y “seguridad”. El 70,4% de los nacionales pensaba que su país no estaba en condiciones para defender el canal y sus fronteras, según una encuesta publicada por el diario La Prensa (tan fiable como “Clarín” en Argentina). A las 12:01 p.m., el mediodía, a pedido de las autoridades y de la histórica efemérides, automovilistas y pilotos de lanchas y buques costeros harían sonar sus bocinas o silbatos porque para entonces se completó la transferencia de la histórica vía acuática de 76 kilómetros que comunica los océanos Pacífico y Atlántico. Aportó este año fiscal 570 millones de dólares en el peaje cobrado a los barcos que la transitan, a razón de 36 diarios. Trabajan en sus diferentes tramos y oficinas 9.136 empleados, 8.832 nacionales. Panamá, exprovincia de Colombia, consiguió la independencia en 1903 porque así lo quiso Estados Unidos para construir una obra que hizo leyenda, obligó a la contratación de 70.000 braceros y aún condiciona el futuro de la nación istmeña. Pasan a ser patrimonio nacional los terrenos ribereños donde se asentaban las bases militares. Pantallas de televisión gigantes fueron instaladas en varios puntos de la capital y ciudades del interior para que los panameños puedan seguir desde la calle la ceremonia de entrega. Conciertos, fuegos artificiales y 21 cañonazos anunciarán asimismo el cumplimiento del Tratado de Entrega firmado en 1977 por el difunto general Omar Torrijos y el presidente James Carter.
Firma del Tratado de Entrega del Canal de Panamá entre Carter y Torrijos.
Pero el Tratado de Neutralidad anexo, una auténtica espada de Damocles,
establece que Estados Unidos podrá intervenir militarmente si considera que
peligra el funcionamiento del canal. El gobierno niega que esto vaya a ocurrir
algún día, y ha reiterado al mundo que nada tiene que temer, ni siquiera el
efecto 2000 porque el manejo de las esclusas es casi todo mecánico, con
perillas e interruptores que datan de principios de siglo.
Panamá, prometió la
presidenta Mireya Moscoso asume el resto, cumplirá a satisfacción con el
tráfico marítimo internacional y establecerá las medidas y acuerdos necesarios
para proteger el cauce artificial, intentado en 1880 por el ingeniero francés
Ferdinand de Lesseps, triunfador en Suez. El renacimiento de la autoestima e
identidad no ocultan las preocupaciones de los sectores de izquierda. “Lo
importante no es preocuparme si vienen o no vienen (los yanquis), sino que
nosotros no brindemos ningún tipo de excusa para que esto suceda”, subraya el
político y cantautor panameño Rubén Blades, el intérprete de “Pedro Navaja”,
protagonista de un concierto gratuito llamado Patria Entera. Grupos de
activistas recordarán en actos paralelos a los compatriotas que perdieron la
vida protestando contra la presencia “gringa”, y la derogación del Tratado de
Neutralidad. Los seguidores de Torrijos, fallecido el 31 de julio de 1981,
acudirán a la Plaza 5 de Mayo, la misma en que el general explicó los tratados
canaleros. El Partido Revolucionario Democrático (PRD), fundado por Torrijos,
ha acusado al gobierno de Moscoso, viuda del caudillo conservador Arnulfo
Arias, derrocado en 1968 por Torrijos, de minimizar la figura de su líder.
Escrito por Daniel Chiarenza
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