Si los espacios no los ocupa la Política, lo van a ocupar la Corporaciones y esa película ya la vimos.
Esta semana que pasó estuvo un tanto movidita, hasta divertida, podríamos decir.
Desde que la Presidenta hizo público el informe sobre Papel Prensa los hechos se han sucedido con un vértigo tal que muchas veces la coyuntura no nos deja apreciar los importantes cambios que está viviendo nuestra sociedad.
Cuando en su momento desde éste mismo espacio dijimos que el único que había entendido cabalmente lo sucedido en las elecciones del 28 de Junio de 2009 había sido el Gobierno, muchos lo interpretaron como un “darnos ánimo” ante la “derrota”. Es más, muchos otros se rieron de Néstor Kirchner cuando expresó que el mensaje del Pueblo en las urnas había sido el profundizar aún más éste modelo, y vimos que fue así.
Desde ese día el Gobierno de Cristina Fernández tomó las decisiones más importantes que Gobierno alguno haya tomado, por lo menos desde el 83 a la fecha. Y prescindiendo de analizar las medidas económicas contracíclicas que nos ayudaron a sortear sin grandes sobresaltos –mal que les pese a muchos- la crisis más grande que el mundo recuerda desde la década del 30, quiero referirme a lo que se llama “la madre de todas las batallas”, la Ley de Servicios Audiovisuales.
A partir de lo sucedido durante el tratamiento de la resolución 125, donde los medios de comunicación concentrados jugaron un papel protagónico tanto en desarrollo como en el desenlace del conflicto, el cuál fue bautizado por ellos como “el conflicto con EL CAMPO”, donde nos mostraban por un lado a una caterva de avaros dictadores que pretendían quedarse con todo, y por el otro a pobres y esforzados chacareros que defendían su trabajo, su propiedad y al bienestar de todos los ciudadanos, algunos empezamos a ver cómo venían las cosas y no por esclarecidos ni por conocer demasiado del tema específico, sino por un sentido de ubicación social. Si de un lado está la Sociedad Rural uno, y por una sencilla cuestión de supervivencia, debe estar irremediablemente del otro lado.
Allí muchos que habíamos estado en un estado de “hibernación política” empezamos a ver que se estaban jugando cosas realmente importantes como para seguir “durmiendo” en la paz de los cementerios y nos empezamos a dar cuenta que todo el “bombardeo de saturación” al que estuvimos expuestos desde las radios, los canales de televisión, los diarios y hasta los mensajes de texto en los celulares y los correos electrónicos no eran inocentes, sino que respondían a operaciones que podíamos sospechar pero no podíamos probar.
En ese momento nos dimos cuenta que recibir información diferente a la que los medios tradicionales nos brindaban era una tarea titánica. Allí empezamos a escuchar Radio Nacional, ver Canal 7 y también a descubrir que internet no solo servía para recibir cadenas de mails estúpidos que nos quieren vender Viagra, pedirnos que reenviemos un mail solidario para la operación en USA de un niño desvalido –que ya debería tener como 45 años dada la antigüedad del mensaje original- o convocarnos a marchas en contra de la dictadura K. Descubrimos sitios Nac y Pop que empezaban a brotar para romper con el discurso hegemónico. Y vimos que era posible informarnos desde otro lugar, con Periodistas que no tenían cabida en los “grandes medios” ó militantes que actualizaban cada tantos sus blogs y que eran más confiables.
Luego llegó el Proyecto de Ley de Servicios Audiovisuales y lo que parecía una sospecha, se empezó a mostrar en forma más evidente. El “ninguneo” al principio, la desmesura de los políticos opositores, ya a esa altura denominados “LA OPOSICIÓN” como antes había sido “EL CAMPO”, como si fueran un actor homogéneo, sin fisuras, después y para finalizar con las mentiras más descaradas, tergiversando o en algunos casos inventando artículos completos de la Ley para demostrarle a “LAGENTE” lo perverso de los K, que obviamente vienen por todo.
En ese momento muchos se dieron cuenta que no había lugar para tibiezas. Como con “la 125” algunos intelectuales formaron Carta Abierta, las diversas Agrupaciones que venían luchado desde hacía muchos años formaron la Coalición por una Radiodifusión Democrática, a éstos se sumaron artistas y organizaciones populares.
Gracias a la capacidad del Gobierno y de los legisladores oficialistas en el Congreso Nacional que lograron consensuar con legisladores de otras fuerzas, la Ley fue aprobada por amplia mayoría, lo que igualmente no impidió que los más exaltados denunciaran pactos espurios o lisa y llanamente sobornos.
Así fue como los “dueños” de las palabras empezaron a perder credibilidad, el diario Clarín disminuyó en sus ventas un 14% desde Enero de 2010 a hoy (IVC), mientras que las visitas a su versión on line cayeron en los últimos 3 meses en un 21,3% (alexa.com).
Así llegamos al punto de empezar a conocer de a poquito el tremendo negociado que se realizó con Papel Prensa, y más allá del negociado en sí, las consecuencias que tuvo y tiene todavía para la libertad de prensa. Consecuencias que pagamos muy caras, ya que el silencio o la manipulación de las noticias nos costaron años de muerte, saqueo de riquezas y hasta se nos vendió una guerra que hasta el 13 de Junio de 1982 estábamos ganábamos y a último momento perdimos.
Nos costó golpes económicos con saqueos y violencia que prepararon el terreno para que los ’90 fueran lo que fueron, mientras estábamos narcotizados viendo como se caía todo lo que habíamos tratado de construir, mientras nos vendían el fin de las ideologías y el individualismo, el sálvese quién pueda a cualquier costo.
Nos costó el robo de nuestros ahorros mientras la miseria nos rodeaba y la desesperación de personas que buscaban culpables en cualquier lado. Es más, hasta nos vendieron que la crisis había causado dos muertes.
Como en tiempos de la Dictadura la política volvió a ser una mala palabra; necesitábamos administradores. Administradores de un status quo inmodificable que solo gestionara para los ganadores. Entonces hoy vemos que una pelea que parecía que era solo una cuestión de dinero se transforma en algo que no es ni más ni menos que el Poder. Y no, como nos quieren vender desde esos mismos medios, el Gobierno contra el periodismo independiente, sino el verdadero poder, ese que es dueño de vidas y haciendas.
Por eso la lucha por la liberación empieza liberando las palabras, por eso odian a los “Blogueros K” y dicen que son todos mercenarios –el ladrón piensa que todos son como él- odian a programas de la TV Pública que dicen nadie ve, por eso las campañas de demonización de las redes sociales como Facebook o Twitter y no quieren que los funcionarios ni el opositorio las usen, ya que allí no hay lugar a filtros ni interpretaciones. Obviamente tampoco guiones ni entrevistas amañadas; fui testigo vía twitter, de cómo el Diputado Fernando Iglesias, ante la insistencia de Dante Foresi de El Vigía para que se definiera sobre el caso de la Represa de Ayuí, dijo las sandeces que reproducimos el Sábado pasado y allí se notó que no le pasaron letra, contestó lo que realmente sentía.
Y liberar la palabra nos lleva a poder discernir qué es lo que nos conviene, nos lleva a participar y a preguntar, nos lleva a debatir. En síntesis nos lleva a ser un poco más democráticos y entonces los que quieran ser nuestros representantes se tendrán que esforzar en ser coherentes y no solamente a “medir bien” con un libreto fabricado en los laboratorios de un asesor de imagen. Es decir, nuestros representantes tendrán que hacer Política, ser elegidos por sus capacidades y no salir favorecidos en un casting.
Por eso tenemos que estar muy alertas y derrotar al monopolio de la palabra. Una vez derrotado éste, que es el más peligroso para la Democracia, los otros sabrán que las reglas del juego son iguales para todos y que las tienen que cumplir.
Y ya que estamos en la semana pasada, viene a cuento el tema de las escuelas secundarias tomadas en la CABA, donde pibitos de 15 ó 16 años nos dieron una clase de democracia. Después de que el Gobierno de Macri los hubiera ignorado olímpicamente durante mucho tiempo, estos pibes tomaron los colegios y cuando el Ministro Bullrich quiso conformarlos con palabras vacías, con promesas sin plazos, lo pararon en seco y no se dejaron engañar, le exigieron acciones concretas. Contra esto al Gobierno del PRO no se le ocurrió mejor cosa que tratar de desprestigiarlos, con la complicidad de comunicadores como el impresentable Feimann (el malo), diciendo que “hacen Política” como si fuera mala palabra –tal vez lo sea para muchos votantes del PRO, resabios de la Dictadura- y yo quiero decirles que los estudiantes hacen política, y es lo que deberíamos hacer todos los que queremos defender nuestros derechos, así sea el derecho de vivir tranquilo. Porque si los espacios no los ocupa la Política, lo van a ocupar la Corporaciones y esa película ya la vimos.
Fuente: El Noticialista
Compañero Juani , gracias por el posteo de la nota. Un abrazo.
ResponderEliminarMarcelo