Debemos destacar el énfasis en el área del aprendizaje y la formación profesional. La estructura de la enseñanza técnica fue reformada por el peronismo de acuerdo con los lineamientos de la política educativa nacional. El Primer Plan Quinquenal expuso, respecto de la enseñanza técnica, el objetivo de refundir la dispersión que la caracterizaba en un solo organismo y convertirla en camino para que el obrero y el artesano lleguen a la universidad. De la Sección Tercera del nuevo Consejo Nacional de Educación dependía la enseñanza técnica en sus tres grados: Capacitación, perfeccionamiento y especialización. El título de perito en la especialidad correspondiente habilitaba para el ingreso a la universidad.
A la vez que se uniformaban los planes de los tres ciclos implantados, se unificaban por decreto 19379/48, las Escuelas de Artes y Oficios, las Técnicas de Oficios y las Industriales. Todas se denominaron Escuelas Industriales de la Nación. Las de Artes y Oficios pasaron a constituir el ciclo básico o de capacitación y al cabo de dos años de estudios otorgaban el correspondiente certificado. Las escuelas Técnicas de Oficios correspondieron al ciclo medio o de perfeccionamiento y permitían obtener, después de otros dos años, el certificado de experto en un oficio. El ciclo superior o de especialización, equivalente a las Escuelas Industriales, se extendía durante tres años y hacía posible acceder al título de técnico en un oficio.
Estos planes fueron nuevamente reformados en 1952; por decreto 2164 se implantó un ciclo básico que reemplazó a los anteriores de capacitación y perfeccionamiento, con una duración de tres años y la posibilidad de obtener un certificado de experto en el oficio cursado. El ciclo superior, también de tres años, con un mayor número de clases de taller, otorgaba el título de técnico.
Se implantaron además cursos complementarios técnicos y humanísticos. Técnicos, de un año de duración para egresados de escuelas industriales regionales, ciclos básicos del bachillerato, magisterio y escuelas de comercio; humanísticos para los egresados de los cursos nocturnos. Quedaron además diferenciadas tres categorías de establecimientos dependientes de la ya creada Dirección General de Enseñanza Técnica y se estableció el régimen de homologación de planes.
Casi paralelamente a este proceso y con el fin de impulsar la enseñanza técnica en el interior del país, se crearon las Misiones Monotécnicas y de Extensión Cultural para difundir la artesanía rural en el primer grado y en diversos oficios. Cada misión funcionaba, con carácter transitorio, en la más alejadas comunidades rurales que señalara el Departamento de Justicia e Instrucción Pública. Las Misiones de Cultura Rural y Doméstica tuvieron características similares, pero estuvieron destinadas a la formación de la mujer en las artesanías rurales y quehaceres domésticos.
En lo que respecta al aprendizaje y perfeccionamiento obrero, la labor de Perón comenzó en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Por su iniciativa, desde 1944, el gobierno militar comenzó a centrar su atención en los problemas obreros. Perón encarnaba una política social lúcida y original cuyos objetivos fueron organizar las masas obreras, antes desarticuladas o controladas por sindicatos de extrema izquierda, llenar el vacío existente en el país en materia de legislación social e instaurar un Estado fuerte capaz de terminar con el enfrentamiento de clases.
La obra legislativa que realizó el Coronel-Secretario, en pocos meses, con innegable eficacia, se manifestó en una multitud de medidas y leyes entre las que figura la organización del aprendizaje industrial y la capacitación obrera.
Por decreto 14538 del 3 de junio de 1944 se organizó y reglamentó el aprendizaje y trabajo de los menores y se creó la dirección de Aprendizaje y trabajo de los Menores, dependiente de la Secretaría de Trabajo y previsión. El objetivo formulado era “...propender al mejoramiento moral y material de los trabajadores...” ya que “...si el obrero aumenta su nivel cultural y técnico podrá esperar y pretender un lógico acrecentamiento de su capacidad de producción y, en consecuencia, salarios más altos y una mejor ubicación en los cuadros sociales...”. La creación se fundamentaba en los imperativos de la justicia social a la vez que, especialmente, se proponía satisfacer las exigencias del “...creciente desarrollo de las industrias argentinas...”, necesitadas cada vez en mayor medida de personal especializado.
El decreto 14538/44 fue modificado por otros dos, en 1945 y 1946 y, finalmente, convertidos en ley 12921, el 21 de diciembre de 1946 . Las modificaciones operadas se refirieron fundamentalmente a la creación de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP), ente autárquico que suplía a los organismos anteriores y centralizaba la acción del Estado en materia de aprendizaje y perfeccionamiento obrero. Presidida por el Secretario de Trabajo y Previsión o funcionario que éste indique, sus miembros eran designados por el Poder ejecutivo y desempeñaban sus funciones “ad honorem”.
Los sesenta y seis artículos de la norma legal están organizados en catorce capítulos a través de los cuales se estructura un sistema completo en el que el Estado tiene el papel primordial de vigilar, controlar y dirigir el trabajo de los menores entre 14 y 18 años. Estos menores estaban comprendidos en tres categorías: aprendiz, menor ayudante obrero y menor instruido, establecidas según el grado de capacitación logrado en el proceso de aprendizaje. Se consideraba aprendizaje a todo régimen de trabajo cuya organización permitiera asegurar la enseñanza de un oficio, en forma gradual, metódica y acorde con la edad y el vigor físico. La enseñanza teórica de conocimientos indispensables para la formación cultural, moral y cívica, complementaba la actividad práctica.
Los cursos se organizaron en tres categorías: de aprendizaje, complementarios y de preaprendizaje. Los primeros, para menores de 14 a 16 años, se ofrecían en los mismos establecimientos industriales o en las escuelas instaladas por la CNAOP. Los establecimientos industriales estaban obligados a ocupar un número preestablecido de menores y a organizar cursos para la formación técnica de sus aprendices, según planes de estudio aprobados por la Comisión Nacional. Paralelamente, dicha Comisión instaló escuelas profesionales y técnicas de medio turno para aquellos aprendices que no asistieran a los cursos antes mencionados en las fábricas o desearan completarlos.
Los cursos complementarios para menores de 16 a 18 años que trabajaran ocho horas se dictaban en las propias fábricas o talleres. Comprendían una tarea semanal de diez horas, tenían carácter obligatorio y una duración de uno a tres años, según el oficio. Cursos similares se organizaron para obreros adultos que quisieran completar su formación técnica y cultural. En los planes de estudio se incluyeron nociones de cultura general (idioma nacional, geografía e historia argentina), una preparación específica en el oficio y nociones de legislación obrera y reglamentos de trabajo.
En las escuelas de medio turno, primarias, podían funcionar los llamados cursos de preaprendizaje que, sin ser estrictamente profesionales, enseñarían trabajos industriales adecuados a la edad y el sexo.
Otros dos tipos de establecimientos completaban el sistema. Las Colonias Escuela, destinadas a menores inadaptados, deficientes, huérfanos o abandonados, bajo un régimen mixto de enseñanza y producción, y las Escuelas-Fábrica. Instaladas éstas para formar aprendices en aquellas industrias que lo necesiten. Las escuelas-fábrica estaban también sujetas a un régimen de enseñanza y producción y se orientarían, como dijimos, hacia el fomento de las industrias nuevas o al perfeccionamiento de las existentes. En estas escuelas se fabricaban además, los útiles y elementos necesarios para el mantenimiento de los servicios de asistencia social y otros de previsión.
Tanto el decreto original como los que lo modificaron, atendieron especialmente todo lo referido a las condiciones de trabajo de los menores: duración de la jornada y salarios. También, la confección de registros de menores que trabajan y la coordinación de exámenes médicos, psicofísicos y psicotécnicos, a cargo del Instituto de Psicotecnia y Orientación Profesional; la elaboración de estadísticas, organización de bibliotecas y campañas de propaganda en todo el país.
Para hacer posible el cumplimiento de la ley se había creado un fondo especial, denominado “Fondo para Aprendizaje”, administrado por la CNAOP y constituido por el producido de un impuesto “para aprendizaje” de diez por mil sobre el total de los sueldos pagados al personal ocupado en los establecimientos industriales de cualquier índole, excepto los del Estado. A él se sumaban las donaciones, legados, multas y los saldos sobre los recursos efectivos y los gastos reales.
Aquellas empresas que organizaron cursos de aprendizaje o contribuyeron a su sostenimiento en las escuelas de la Comisión, se vieron beneficiadas con una reducción al dos por mil del impuesto antes mencionado. Esta circunstancia ha permitido afirmar que la instalación de una escuela fábrica favorecía doblemente a los empleadores: por una parte les permitía obtener mano de obra joven y barata, y por otra, reducir el monto del impuesto .
Atendiendo a los aspectos positivos de la medida es preciso notar que la habilitación de las escuelas y los cursos benefició a muchos jóvenes trabajadores que, luego de las jornadas en la fábrica, pudieron seguir estudiando y perfeccionarse. Asimismo, las normas del decreto 14538/44 y sus modificaciones, constituyen un jalón importante en el propósito de restablecer el aprendizaje orgánico. Sin embargo, la medida atendía exclusivamente al llamado “aprendizaje industrial” que, más que aprendizaje en el sentido tradicional, era una formación profesional, según la distinción establecida en los manuales de derecho laboral .
La característica fundamental de este aprendizaje, contemplado en la norma legal referida, es el ensamble del trabajo del taller con una enseñanza suplementaria organizada en cursos especiales. Los jóvenes que reciben el nombre genérico de aprendices, más bien se “forman” por la observación, la imitación y la colaboración, sin una enseñanza directa; por esto necesitan el complemento de cursos teórico-prácticos fuera de las horas de trabajo.
El aprendizaje tradicional o artesano, que suponía la obligación de enseñar por parte del maestro, no fue reglamentado y, en realidad no ha sido objeto de legislación en nuestro país ; probablemente porque la evolución industrial determinó su gradual pérdida de importancia en la práctica.
En 1948 Perón destacaba la labor desarrollada por la CNAOP, encuadrándola en el área de la acción social del gobierno. Apuntaba la existencia, en ese año de cinco escuelas fábrica, veintisiete cursos de aprendizaje, cinco escuelas privadas de fábrica, veinte cursos de medio turno, y anunciaba los planes de creación de la Universidad Obrera .
Los primeros resultados fueron notables. Entre 1947 y 1951 se crearon setenta y ocho escuelas fábrica, ciento tres escuelas de aprendizaje, ciento seis escuelas de medio turno, trescientos cuatro escuelas de capacitación obrera para adultos y setenta y ocho de capacitación profesional para mujeres .
El Segundo Plan Quinquenal proyectaba para el quinquenio 1953-1957, en el ámbito del aprendizaje y orientación profesional, el reajuste de los programas, adecuándolos a la necesidad de una formación más especializada. Estas previsiones comenzaron a concretarse ya en 1953. Ese año se renovaron planes y programas de estudio y, previa consulta con entidades gremiales y patronales, se seleccionaron las especialidades de las escuelas fábrica, a la vez que se crearon nuevos establecimientos .
El impulso de la CNAOP parecía no detenerse. Es que se adaptaba coherentemente al régimen; satisfacía las necesidades de los sectores sociales del trabajo, los requerimientos de la política de industrialización del país y, al mismo tiempo, encarnaba los principios de justicia social que inspiraban al conductor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario