Julia Mengolini, es panelista del programa Duro de Domar pero además es militante de La Cámpora. En una entrevista con Política Argentina dio su opinión acerca de cómo ve la oposición hoy, la militancia en las facultades y sobre la repercusión en los jóvenes que tuvo la muerte de Néstor Kirchner.
-¿Cómo llegaste al programa Duro de Domar?
-Por esas casualidades de la vida. Yo soy abogada y también estudié periodismo en TEA. Escribía en el suplemento joven del diario Miradas al Sur junto a Matias Castañeda (actual panelista de DDD). En ese momento yo estaba trabajando como secretaria parlamentaria en el despacho de Juan Cabandié junto con Carlitos Figueroa (actual ‘notero' de DDD) que también es abogado y compañero mío de la militancia desde la época universitaria. (Diego) Gvirtz habló con Matias Castañeda porque estaba buscando un notero para el programa. Matías pensó en Carlitos automáticamente y como yo estaba ahí ese día fui a almorzar con ellos y Matias me dijo: "Vos también podrías ir, Gvirtz te tiene que conocer". Entonces fui a acompañar a Carlitos, llegué antes entonces me quedé charlando y haciendo tiempo afuera del estudio con Gvirtz. Hablamos dos horas de política, entre otros temas, y se ve que le caí bien porque a las dos semanas me llamó para el panel.
Fue extraña mi sensación porque era algo que nunca me había esperado y sabía que iba a cambiar drásticamente mi vida. Me daba mucho miedo la exposición y sobre todo no estar a la altura de las circunstancias. Le dije que sí y me fui a mi casa muerta de miedo y así estuve por dos semanas.
-Hubo un cambio dentro del programa que se notó fuertemente con la salida de algunos panelistas...
-Estaba muy tenso el clima. Y la gente que veía el programa me lo decía. Y era así, porque nos llevábamos mal de verdad. El ‘chavo' (Fucks) y Fernanda (Iglesias) se odiaban. Él hablaba demasiado y no daba lugar a los otros, y ella ya no encontraba su espacio porque cada vez había menos chimentos. Por eso Gvirtz optó por sacarlos. Estaba todo demasiado tenso y eso se traducía.
-¿Cómo se explica que programas con relativo poco rating (Duro de Domar, Televisión Registrada y 6,7,8) tengan un impacto social tan grande, ya que se habla mucho de ellos?
-Si lo viera tan poca gente no tendríamos la repercusión que tenemos. Ahora, y más allá de la sospecha respecto a la medición concreta de Ibope, hay algo que el rating no mide y es el impacto que tiene sobre una persona. Cuando mirás Bailando por un Sueño es básicamente una especie de caja luminosa que está prendida en tu living. Ahora cuando tenés prendido 6,7,8 te están haciendo pensar. Ese programa organizó una marcha y juntó 10 mil personas en el obelisco. Y eso no lo hace Bailando por un sueño por más que tenga 40 puntos de rating, porque entretiene nada más. El rating es meramente cuantitativo, más allá de que no lo creo a ese número.
-A 6,7,8 y Duro de Domar se los critica por no ser programas periodísticos, sino militantes.
-Me parece una gansada total. ¿Qué fue Rodolfo Walsh? ¿Qué es (Horacio) Verbitsky o (Miguel) Bonasso? Son periodistas y militantes grosos. No hay ninguna contradicción entre esas disciplinas. Es más, a mi me parece mucho más genuino que un periodista se plante desde su lugar de militante porque está siendo sincero al decirte exactamente desde qué lugar te está hablando, sin ocultarte nada. No hay lugar a confusiones. La independencia no existe. Siempre se habla desde un interés, tuyo, coorporativo, del estado, o del que sea. Entonces el que viene y dice que habla desde la independencia está mintiendo.
-¿Percibís un crecimiento de la militancia universitaria?
-Respecto a los ‘70 no hay dudas que bajó, pero a la vez aumentó en relación a los '90s, cuando casi nadie militaba. Me parece fundamental la militancia en la facultad. Porque apunta a cambiar un montón de cosas desde un sitio importante para pensar en un proyecto de país. Lo que hace la militancia universitaria es crear puentes entre la universidad en que militás y el afuera.
-Y respecto a la facultad de Sociales donde hay tantos partidos chicos que tienen diferencias ínfimas y se pelean por esas cosas, en vez de crear un frente que reúna los puntos importantes en común...
-Es verdad que eso sucede en Sociales, donde un ‘trosko' me reparte un volante que dice No a la Ley de Medios; me dan ganas de partírselo por la cabeza. Sociales no es representativa de nada de lo que pasa afuera, porque el Partido Obrero saca menos del 1 por ciento de los votos y en Sociales tiene el centro de estudiantes. La izquierda va a subdividirse siempre. Es conocido el chiste: "Dos ‘troskos', tres corrientes". Porque cuando son tan puristas creen que tienen la verdad y no tienen ninguna vocación de poder ni la humildad para consensuar.
-¿Qué rol te parece que juegan las redes sociales hoy en día?
-Hay mucha gente que se confunde militancia con estar todo el día en la computadora. Son herramientas súper horizontales y democráticas para la discusión y sin ninguna mediación. Sin embargo es ‘clasemediera', porque vos vas al Segundo Cordón del Conurbano y no están twitteando. Hay que tener cuidado y no pensar que la discusión pasa por ahí. Es una herramienta más.
-¿Qué impacto tuvo la muerte de Néstor Kirchner y qué consecuencias te parece que traerá?
-El hecho político fue la movilización popular y el tremendo amor que expresó el pueblo para con Néstor. Desarmó como nunca el relato hegemónico de los grandes medios. TN, por ejemplo, tuvo que mostrar algo que no hubiera querido mostrar nunca. No podían evitarlo. Felipe Solá lo resumió muy bien cuando dijo: "Si el pueblo es el que llora, es la oposición la que tiene que estar confundida". El otro día Dolina decía que cuando alguien muere, uno hace el raconto y dice: "Ah, mira vos, pero ¿cómo?, ¿todo esto había hecho?" Si uno sale un poco del día a día de TN ve las cosas con más perspectiva. Probablemente tenga que ver con eso la ficha que le cayó a la gente que ahora se hizo kirchenerista.
-¿Creés que la situación interpeló a muchos jóvenes y los convocó a militar?
-Parte de la juventud entendió que se tiene que hacer cargo del rumbo del país, casi como en agradecimiento a Néstor. Además, el discurso de Cristina después de la muerte de su marido apuntó fuertemente a los jóvenes. La juventud tiene que tener militancia, organización y un lugar de decisión, y para eso ya hay pibes que ocupan espacios estratégicos. Por eso también es importante que los jóvenes nos formemos y estudiemos. Porque si vos vas a heredar el poder, el manejo y la administración del Estado tenés que ser un cuadrito.
-¿Cómo ves a la oposición?
-Como bola sin manija. Los veo desorientados. Me parece que ahora van a tener que dar cuenta de lo que es el kirchnerismo, porque hasta unas semanas esos tipos decían que el kirchnerismo se había terminó. ¿Qué hacer con ese discurso que te sostenía a vos mismo?
-¿Cuáles son los "debe" de la gestión iniciada en 2003?
-Creo que la juventud tiene que tener el rol de correr por izquierda a la agenda del gobierno para meter presión y lograr que sea más profunda y transformadora todavía. A mí me gustaría que se estatizaran más cosas. Con respecto a la diversidad todavía hay mucho por hacer. Por ejemplo que no haya discriminación a la hora de entrar a un laburo respecto a la gente que tiene HIV, o que un homosexual pueda donar sangre. Hay que profundizar la Asignación Universal por Hijo, porque todavía hay un palo y medio de chicos en condiciones de cobrarla y no la cobran, y tiene que seguir creciendo la industria y bajando el desempleo. No puede quedar un solo argentino sin empleo. Y sobre todo hay que ahondar en medidas que tiendan a la redistribución de la riqueza y a la justicia social. El proyecto de reparto de ganancias impulsado por Recalde es genial.
-¿Y en 2011, qué vaticinarías?
-Creo que el año que viene gana Cristina. Y si en dos mandatos hicieron lo que hicieron, en un tercero va a ser un descontrol de medidas transformadoras. Además, está tan desarmada la oposición, Clarín está cada día más débil y hay un pueblo que día a día apoya más las medidas del Gobierno.
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