El miércoles venció el plazo para la inscripción de alianzas con vistas a las elecciones de octubre, y su escala previa en las primarias de agosto. El gobierno y la izquierda trotskysta fueron los únicos capaces de mantener la unidad con propuestas coherentes. En cambio, tanto la oposición de derecha como la de izquierda liberal se fragmentaron en segmentos difíciles hasta de describir, que seguirán negociando hasta el último plazo la inclusión de candidatos de uno en las listas de otro. Sus movimientos, registrados con algún detalle con los recursos propios de la prensa del corazón se asemejan a un juego de imanes, que se repelen cuanto más se parecen. Lo más simpático fue la reaparición de Domingo Cavallo, aliado una vez más a José de la Sota, quien lo introdujo en la política electoral hace 25 años. No se informó cuánto costará esta vez la hipotética banca de Ojos Azules. Desde hace cuatro años, el primo inteligente del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macrì, trata de convencerlo de que busque en forma activa el voto del peornismo opositor, mientras Maurizio entiende que ese apoyo llegará por descarte, cuando los náufragos constaten que no tienen otro bote a mano para salvarse. Una vez más, el hijo de Tonino fracasó en el intento. Una de las escasas certidumbres del proceso de cierre de alianzas es que el intendente de Tigre, Sergio Massa, no participará en las primarias del Frente para la Victoria, porque inscribió su propio Frente Renovador. Resta saber si presentará su candidatura o la de su mujer o preferirá no romper lanzas con el gobierno nacional dos eternos años antes de las elecciones ejecutivas de 2015. Con un núcleo duro de adhesiones consolidado en el 30 por ciento, CFK está menos preocupada de lo que la prensa del corazón político quisiera por la decisión que tome su ex jefe de gabinete. El gobierno nacional tiene preparadas las consiguientes respuestas para cualquiera de las opciones de Massa, y sólo ve 2013 como una escala hacia el decisivo 2015. La inquietud mayor se observa en La Plata, porque Massa ha desarrollado el trabajo territorial que el gobernador Daniel Scioli no supo, no pudo o no quiso desde que heredó el sillón de Manuel Fresco. Parafraseando a Randazzo, no le pidan que haga en dos meses lo que no hizo en seis años. Para Massa y para Scioli, una cosa es diferenciarse de Cristina y otra muy distinta enfrentarla.
Página 12
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