Por Fernando
Del Corro *
La Locomotora Justicialista
fue presentada el 19 de octubre de 1951 en el complejo ferroviario de Retiro.
Había nacido
en Italia en 1882 pero a los seis años lo trajeron a la Argentina donde hizo
todo su ciclo educativo hasta recibirse de ingeniero mecánico.
Cuando apenas tenía 12 años, algo hoy imposible,
consiguió trabajo en los talleres que el entonces Ferrocarril Central
Argentino, luego devenido en Ferrocarril Nacional Bartolomé Mitre tras su
estatización en tiempos de la primera presidencia de Juan Domingo Perón.
Se trataba de los talleres situados en la localidad de
Victoria, en el partido de San Fernando del Gran Buenos Aires. Se jubiló a los
60 años, pero siguió trabajando como contratado y fue en este último período
durante el cual concretó el desarrollo de sus principales innovaciones que
Perón impulsó, como otros proyectos de alta tecnología, luego, en general,
tirados al arcón de los trastos inútiles por los golpistas de 1955 y, en este
caso además, durante la gestión posterior de Arturo Frondizi.
En el primer caso por antiperonismo y en el segundo por
la iniciativa impulsada por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento
(hoy más conocido como Banco Mundial) que apuntó al desguace de los
ferrocarriles mediante el denominado Plan Larkin.
Cuando sólo tenía 28 años Pedro Celestino Saccaggio, ya que de él se trata,
desarrolló la modernización de la calefacción y de la iluminación de los
convoyes mediante el uso de la energía eléctrica en lugar de la producida por
el vapor de la locomotora y unos años después, en el marco del empuje a la actividad
petrolera por el general Enrique Mosconi durante la presidencia de Marcelo de
Alvear, ideó modificaciones en las viejas locomotoras propulsadas por el carbón
importado desde el Reino Unido por combustibles líquidos elaborados en el país
a partir del petróleo nacional.
Además, en 1929, diseñó las usinas eléctricas móviles,
o sea transportes ferroviarios que se autogeneraban la energía que utilizaban,
mientras que en 1933 concretó la locomotora diesel que innovó el sistema
ferroviario.
Se anticipó así a todo el mundo dado que la primera
que funcionó, en Chicago, Estados Unidos de América, lo hizo un año más tarde.
Pasó
más de una década y media hasta que esa moderna máquina fuera aceptada en el
país. Fue como resultado de la estatización de los ferrocarriles llevada
adelante por Miguel Miranda al promediar la primera presidencia de Juan Domingo
Perón.
A partir 1949 Saccaggio pasó a tener otro respaldo y
fue así que en los talleres del barrio porteño de Liniers del redenominado como
Ferrocarril Nacional Domingo Faustino Sarmiento, vio la luz la primera
locomotora diesel-eléctrica argentina, catalogada como CM1 y bautizada
“Justicialista”.
El pueblo argentino supo de ella cuando fue presentada
por Perón y Saccaggio en 1951.
El suceso que tuvo permitió que el primero de mayo de
1952, en el marco de los planes quinquenales de desarrollo, se diese a conocer la Resolución 79/52 del
Ministerio de Transporte por la cual se dio nacimiento a la “Fábrica Argentina
de Locomotoras” (FAL).
En 1953 desde ella vio la luz una segunda locomotora,
considerablemente más avanzada tecnológicamente que la CM1, la CM2, denominada “Argentina”.
La idea era llegar a producir 610 locomotoras de 2.400
y 800 caballos de fuerza (HP) y 10 usinas móviles, una de las cuales ya había
sido construida y funcionó hasta 1962.
Con
el golpe de estado de 1955 se acabó el proyecto. El gobierno de facto clausuró
la fábrica y la desmanteló.
En el Galpón 35 de los talleres de Liniers, en el
oeste porteño, había originalmente más de 100 operarios involucrados en la
fabricación de diversos productos, uno de ellos el coche motor “Presidente
Perón”.
Luego, como el espacio era reducido para cubrir las
necesidades, la FAL
fue trasladada a los talleres del Ferrocarril Nacional General San Martín en la
ciudad de Mendoza.
Por otra parte se compraron motores italianos a la Fiat y a la Cantieri Riunitti
dell Adriático, y, dada la falta de elementos nacionales apropiados de la
siderurgia también se los adquirió en el exterior.
Lamentablemente, con la clausura de la planta y la
desactivación del plan se destruyeron planos, maquetas y moldes. Incluso los
materiales se vendieron como chatarra y los impulsores Fiat se utilizaron,
desde 1964, para las locomotoras GAIA.
La
vida activa de la CM1
se inició en el verano 1952/1953 cubriendo el tramo Constitución-Mar del Plata,
de casi 400
kilómetros, para el que se demoraban unas cuatro horas a
una media horaria de los 90
kilómetros.
Con el correr del tiempo se la utilizó para tramos más
largos llegando a las ciudades de Mendoza y San Carlos de Bariloche.
En su etapa experimental, como prueba de arrastre,
Saccaggio apeló a sólo cinco vagones que representaban un peso de unas 300
toneladas, es decir considerablemente menos que lo habitual.
Como ya se señaló había componentes básicos de la
locomotora como motores y sistema eléctrico y la materia prima para partes
estructurales como los bogies, producidos en la Argentina.
La
“Locomotora Justicialista” fue presentada el 19 de octubre de 1951 muy cerca
del complejo ferroviario del barrio porteño de Retiro, en la rotonda denominada
Plaza Canadá.
El anuncio estuvo a cargo del propio Juan Perón
acompañado por el ingeniero Saccaggio.
Pocos años después los controles técnicos hicieron ver
que la CM1, luego
de concretado un recorrido promedio diario de 850 kilómetros
mostraba apenas desgastes insignificantes.
Como en muchas otras cosas, los golpistas del 16 de
septiembre de 1955 optaron por cambiar el nombre de las dos locomotoras y así la
“Justicialista” pasó a ser “Libertad” y la “Argentina” “Roca”.
Fueron destinadas al expreso “El Marplatense” para el
tramo Constitución-Mar del Plata, pero al abandonarse su mantenimiento con el
correr del tiempo empezaron a sufrir inconvenientes funcionales.
En 1961, como parte del Plan Larkin se las desguazó y
sus restos fueron vendidos como chatarra.
Así terminó una historia, como tantas otras que
hubiesen cambiado el desarrollo de la Argentina.
FdC/
(x) Periodista,
profesor de Historia graduado en la
Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos
Aires (UBA) y docente en la
Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UBA.
N&P: El Correo-e del autor es Fernando Jose Del Corro fernandus44@yahoo.com.ar
AMBITO Financiero
19/10/2011
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