Por Sebastián Feijoo
sfeijoo@miradasalsur.com
El documental Putos Peronistas. Cumbia del sentimiento es un testimonio contundente sobre la agrupación política que se levantó desde la ruta y el fango de La Matanza para reclamar igualdad.
Somos los Putos Peronistas! Representamos al pueblo, al homosexual, al homosexual de barrio que tiene sobre sí una doble condena: por su condición de pobre y por sus preferencias sexuales. Somos los peluqueros, los pantaloneros, somos las tortas, las travas con siliconas baratas y las transexuales sin identidad. Somos peronistas: la identidad política con la que se identifican los desposeídos de nuestra tierra. Que añoran aquellos tiempos en que dignidad y trabajo eran palabras tan corrientes. No somos un grupito gay más. No hacemos un gueto de nuestras vidas. ¡Creemos que la única minoría en nuestro país es la maldita oligarquía, y del otro lado de ellos se encuentra el pueblo en sus diferentes vertientes políticas, sociales y también sexuales!”
Cumbia, luces, disfraces, besos, un par de tetas al aire y una remera del Gauchito Gil. La incipiente agrupación nacida en La Matanza desembarca en un boliche de la Ciudad de Buenos Aires. Es una noche especial de 2008. Evita, acompañada de un Perón emocionado, agita esas palabras, broncas y sueños: ni más ni menos que la declaración fundacional de los Putos Peronistas. Claro, no eran los verdaderos Juan Domingo Perón y Eva Duarte. Se trata de una encarnación cargada de pompa y emoción, protagonizada por los militantes Ariana Cano y Nazareno Sbrancia. La respuesta es generalizada e inmediata: “¡Aquí están, estos son: son los putos de Perón!”. “¡El gay es gorila, el puto es peronista!”, rematan desde el escenario con convicción. Esa escena demoledora pertenece a Putos Peronistas. Cumbia del sentimiento, el flamante documental de Rodolfo Cesatti.
“Apenas vi la foto de la bandera que decía ‘Putos Peronistas. La Mataza presente’, entendí que ahí había algo muy fuerte. Estaban integrando con una naturalidad increíble la putez, un territorio con tanta pobreza como la Matanza y una identidad política que históricamente trabajó para los desposeídos. Les fui a proponer hacer un documental y en un principio se mostraron muy reticentes porque recién estaban empezando. Y era verdad. En las reuniones iniciales había tres, cinco, siete personas. Después vino la explosión. Pero me interesaba rescatar todo desde su inicio. Hubiera sido maravilloso registrar a los primeros obreros que metieron las patas en la fuente. Me interesaba registrar el crecimiento de algo tan singular y revolucionario. No podía pasar como con el Frente de Liberación Homosexual (FLH), que en los ’70 hizo un aporte muy valioso pero sólo se visibilizaron para un gueto y no quedó casi nada. Los Putos Peronistas demostraron que, más allá de sus gustos sexuales y vidas, son militantes, por eso comprendieron la necesidad de documentar su lucha”, explica Cesatti, director, productor, guionista y ocasional camarógrafo del film.
El debut oficial de la agrupación no pudo ser más simbólico. Fue el 17 de noviembre de 2007, cuando la Marcha del Orgullo Gay coincidió con el día del militante peronista. Pablo Ayala, portero de escuela y miembro de la JP de La Matanza; La Matías, peluquero de barrio y transformista de noche, y La Iara, mucama travesti de día y prostituta de noche, llegaron a la Plaza de Mayo con una bandera que desafiaba la seudo tolerancia gay friendly: “Putos Peronistas. La Matanza, presente”. Se trata del nacimiento formal del primer colectivo peronista de lesbianas, travestis, trans y putos –su antecedente es FLH, que en ’72 entró a la Plaza de Mayo con una bandera que decía: “Los putos con Perón”. Desde los márgenes de la Ruta 3 se gestó una fuerza capaz de apropiarse de lo que tantas veces se usa como un insulto para resignificarlo y abrazarlo a los idearios del movimiento político más determinante de la Argentina. Putos Peronistas funciona como una definición identitaria arrolladora –de un calibre y efectividad que más de un seudo genio del marketing debe envidiar–, que contiene y convoca.
El documental –que esta semana se exhibirá en el Artecinema (Salta 1620), todos los jueves de junio en el Malba y desde el 14 en el Cine Gaumont– no sólo cuenta una historia apasionante y apasionada de marginados que se reúnen para darse su propia dignidad y después reclamar sus derechos ante la sociedad. También retrata cómo ese colectivo crece y se compromete con otras problemáticas de la vida política argentina. Ese recorrido vital es tratado por Cesatti con sensibilidad y precisión. Sin apelar a golpes bajos, ni exhibiciones sin sentido. Eludiendo lógicas televisivas –donde las travestis son sometidas a un morbo casi policial–, Cesatti teje planos que muestran poco de lo privado y dicen mucho de un estilo de vida al que la gran mayoría de las travestis son condenadas y en el que cada noche se juegan la salud y la vida. El film recibió los premios como Mejor Película del Festival Libercine (2011) y una mención de honor en el Festival de Cine y DD.HH. DerHumAlc (2012). El director destaca: “Fueron casi cuatro años de laburo y más de 160 horas de grabaciones. Y yo banqué casi todo de mi bolsillo. María Rachid, cuando estaba en Inadi, no nos quiso ayudar porque exigía que sacáramos del documental la frase: ‘El gay es gorila, el puto es peronista’. Una locura porque es parte del manifiesto de la agrupación. Luego de que se aprobó la Ley de Identidad de Género, el Incaa nos apoyó con financiación. Así que fue un esfuerzo enorme. Ahora el objetivo es que mucha gente vea el documental”.
El relato se desarrolla entre la marcha que conmemora a los desaparecidos cada 24 de marzo; las del orgullo gay en Plaza de Mayo; la presencia en las comisiones en el Senado por la Ley de Matrimonio Igualitario, su sanción y promulgación; una entrevista para Radio Nacional en la ex Esma –realizada por Miriam Lewin y Eduardo Anguita–; el apoyo a la Ley de Medios en la Plaza del Congreso; el acompañamiento a la asunción de Néstor Kirchner como titular del PJ en Ferro; la posterior muerte de Kirchner; y la campaña para la aprobación de la Ley de Identidad de Género. La militancia cotidiana de la agrupación incluye la edición de un fanzine –La Paquito–, hasta hace muy poco un programa radial que en breve volvería al aire, el reparto de preservativos, y las campañas de concientización de derechos para trans, lesbianas y putos, entre otras actividades.
“Hemos hecho durante muchos años películas de derrotas. Los documentales sobre desaparecidos en algún punto lo son. Por supuesto que fueron y son necesarios, y extremadamente valiosos. Pero otra cosa que me atrapó de esta historia es que los Putos Peronistas, más allá de sus orígenes y enormes dificultades, políticamente fueron partícipes de muchas victorias. La película muestra como avanzan y se va transformando la realidad social y la individual de algunos de los militantes. Me parece muy valioso ese mensaje esperanzador como estímulo para todas las luchas que faltan”, propone Cesatti.
Del peronismo se ha dicho casi todo. Y se dirá mucho más. También que era –o es– un movimiento machista y retrógrado. Más allá de las contradicciones y diferentes posturas dentro del movimiento, resulta imposible comparar los niveles de integración social de las minorías sexuales en los ’40 y ’70 con las del 2012. Pero la agrupación matancera reivindica como lazos que unen a los putos con el peronismo la figura de Paco Jamandreu –el modisto y amigo personal de Evita– y la frase “Ser puto, ser pobre y ser Eva Perón en este país despiadado es la misma cosa” –que José Pablo Feinmann guionó y puso en boca de Jamandreu en la película Eva Perón, de Juan Carlos Desanzo–; Miguel de Molina, el actor español al que Perón le concedió asilo político para salvarlo de la persecución franquista, y el acercamiento del FLH a Montoneros –cuenta la leyenda que un militante le dijo a Mario Firmenich: “Ustedes ponen los huevos por la revolución: nosotros ponemos el culo”. Pero acaso la mayor identificación venga desde las reivindicaciones históricas del peronismo para con los desposeídos y el puente con el kirchnerismo resultó otro paso natural, potenciado por la sanción de leyes como la del Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género. Pero la lucha sigue. Los derechos reconocidos por ley deben hacerse carne social. Por eso, en el cierre del documental, Iara –de un crecimiento de vida y político conmovedor– encabeza un acto y reclama lo que puede ser la diferencia entre la vida y la muerte: “Anoche estuve en la ruta y estoy acá. Creo que eso dice mucho. ¡No a la ruta, basta de prostitución! ¡Queremos un trabajo digno! ¡Estamos cansadas de tirarnos de los autos y derramar sangre en la ruta! Gracias a este Gobierno. Gracias Cristina, gracias Néstor, ¡¡¡Viva Perón, carajo!!!”.
Punto de partida
“Sabe todo, piensa todo y milita con todo”
No deja de ser un dato llamativo que el fundador de Putos Peronistas sea heterosexual. Pero decididamente este hecho le da más riqueza y mística a la experiencia. Pablo Ayala es un profundo conocedor del peronismo, dueño de un compromiso férreo, que militó muchos años en la JP de La Matanza.
Rodolfo Cesatti siente una gran admiración por Ayala: “Para mí, Pablo es el primer peronista. Sabe todo, piensa todo y milita con todo. Cuando fue al traslado de los restos de Perón a San Vicente conoció a un par de travestis que el dijeron la frase: ‘El puto es peronista, el gay es gorila’. Ahí comprendió que el peronismo le debía cobijo a quienes son los más desclasados de la sociedad. Él alimenta el corazón de los PP y les da elementos para enriquecer su lucha y pensamiento. Todo esto en desmedro de su carrera política en La Matanza. Y no acepta ningún cargo porque considera que no le corresponde. Todo lo que trabajó para y por ellos es invaluable”.
Proyectos
La lucha por más igualdad no se detiene
El documental sobre los Putos Peronistas da cuenta de un momento histórico de triunfos políticos y un clima social favorable a la integración. Pero el camino hacia una igualdad de derechos efectiva exige cambios culturales que demandarán mucho más esfuerzo.
“Seguimos trabajando. Las compañeras travestis continúan siendo el sector más vulnerable –explica Alan Thomas, militante de PP y una de las voces de mayor protagonismo en el documental–. Generalmente son echadas de sus casas y la mecánica social las condena a la prostitución. En ese marco conviven con la droga y lo peor de la noche. Muchas de ellas no salen de día a la calle porque tienen vergüenza. Por eso necesitan más que nadie un trabajo digno y educación. Es el único camino para poder desandar una mala vida que conforma un circulo vicioso dramático.”
En este sentido, Thomas explica que la agrupación dedica esfuerzos en diferentes frentes para generar inclusión: “Por un lado estamos gestando dos cooperativas. Una pequeña imprenta para estampar remeras y gorritas (situada en Capital Federal) y otra de comidas para eventos (en La Matanza). Paralelamente, impulsamos que las chicas se incorporen en bachilleratos populares para que tengan educación. Y por último estuvimos reunidos en el Ministerio de Trabajo y comenzamos a tirar ideas para generar algún tipo de normativa para que el Estado incorpore un piso mínimo de empleadas trans. La aceptación social es un proceso lento y una ley así podría acelerar el largo proceso de una igualdad efectiva”.
03/06/12 Miradas al Sur
sfeijoo@miradasalsur.com
El documental Putos Peronistas. Cumbia del sentimiento es un testimonio contundente sobre la agrupación política que se levantó desde la ruta y el fango de La Matanza para reclamar igualdad.
Somos los Putos Peronistas! Representamos al pueblo, al homosexual, al homosexual de barrio que tiene sobre sí una doble condena: por su condición de pobre y por sus preferencias sexuales. Somos los peluqueros, los pantaloneros, somos las tortas, las travas con siliconas baratas y las transexuales sin identidad. Somos peronistas: la identidad política con la que se identifican los desposeídos de nuestra tierra. Que añoran aquellos tiempos en que dignidad y trabajo eran palabras tan corrientes. No somos un grupito gay más. No hacemos un gueto de nuestras vidas. ¡Creemos que la única minoría en nuestro país es la maldita oligarquía, y del otro lado de ellos se encuentra el pueblo en sus diferentes vertientes políticas, sociales y también sexuales!”
Cumbia, luces, disfraces, besos, un par de tetas al aire y una remera del Gauchito Gil. La incipiente agrupación nacida en La Matanza desembarca en un boliche de la Ciudad de Buenos Aires. Es una noche especial de 2008. Evita, acompañada de un Perón emocionado, agita esas palabras, broncas y sueños: ni más ni menos que la declaración fundacional de los Putos Peronistas. Claro, no eran los verdaderos Juan Domingo Perón y Eva Duarte. Se trata de una encarnación cargada de pompa y emoción, protagonizada por los militantes Ariana Cano y Nazareno Sbrancia. La respuesta es generalizada e inmediata: “¡Aquí están, estos son: son los putos de Perón!”. “¡El gay es gorila, el puto es peronista!”, rematan desde el escenario con convicción. Esa escena demoledora pertenece a Putos Peronistas. Cumbia del sentimiento, el flamante documental de Rodolfo Cesatti.
“Apenas vi la foto de la bandera que decía ‘Putos Peronistas. La Mataza presente’, entendí que ahí había algo muy fuerte. Estaban integrando con una naturalidad increíble la putez, un territorio con tanta pobreza como la Matanza y una identidad política que históricamente trabajó para los desposeídos. Les fui a proponer hacer un documental y en un principio se mostraron muy reticentes porque recién estaban empezando. Y era verdad. En las reuniones iniciales había tres, cinco, siete personas. Después vino la explosión. Pero me interesaba rescatar todo desde su inicio. Hubiera sido maravilloso registrar a los primeros obreros que metieron las patas en la fuente. Me interesaba registrar el crecimiento de algo tan singular y revolucionario. No podía pasar como con el Frente de Liberación Homosexual (FLH), que en los ’70 hizo un aporte muy valioso pero sólo se visibilizaron para un gueto y no quedó casi nada. Los Putos Peronistas demostraron que, más allá de sus gustos sexuales y vidas, son militantes, por eso comprendieron la necesidad de documentar su lucha”, explica Cesatti, director, productor, guionista y ocasional camarógrafo del film.
El debut oficial de la agrupación no pudo ser más simbólico. Fue el 17 de noviembre de 2007, cuando la Marcha del Orgullo Gay coincidió con el día del militante peronista. Pablo Ayala, portero de escuela y miembro de la JP de La Matanza; La Matías, peluquero de barrio y transformista de noche, y La Iara, mucama travesti de día y prostituta de noche, llegaron a la Plaza de Mayo con una bandera que desafiaba la seudo tolerancia gay friendly: “Putos Peronistas. La Matanza, presente”. Se trata del nacimiento formal del primer colectivo peronista de lesbianas, travestis, trans y putos –su antecedente es FLH, que en ’72 entró a la Plaza de Mayo con una bandera que decía: “Los putos con Perón”. Desde los márgenes de la Ruta 3 se gestó una fuerza capaz de apropiarse de lo que tantas veces se usa como un insulto para resignificarlo y abrazarlo a los idearios del movimiento político más determinante de la Argentina. Putos Peronistas funciona como una definición identitaria arrolladora –de un calibre y efectividad que más de un seudo genio del marketing debe envidiar–, que contiene y convoca.
El documental –que esta semana se exhibirá en el Artecinema (Salta 1620), todos los jueves de junio en el Malba y desde el 14 en el Cine Gaumont– no sólo cuenta una historia apasionante y apasionada de marginados que se reúnen para darse su propia dignidad y después reclamar sus derechos ante la sociedad. También retrata cómo ese colectivo crece y se compromete con otras problemáticas de la vida política argentina. Ese recorrido vital es tratado por Cesatti con sensibilidad y precisión. Sin apelar a golpes bajos, ni exhibiciones sin sentido. Eludiendo lógicas televisivas –donde las travestis son sometidas a un morbo casi policial–, Cesatti teje planos que muestran poco de lo privado y dicen mucho de un estilo de vida al que la gran mayoría de las travestis son condenadas y en el que cada noche se juegan la salud y la vida. El film recibió los premios como Mejor Película del Festival Libercine (2011) y una mención de honor en el Festival de Cine y DD.HH. DerHumAlc (2012). El director destaca: “Fueron casi cuatro años de laburo y más de 160 horas de grabaciones. Y yo banqué casi todo de mi bolsillo. María Rachid, cuando estaba en Inadi, no nos quiso ayudar porque exigía que sacáramos del documental la frase: ‘El gay es gorila, el puto es peronista’. Una locura porque es parte del manifiesto de la agrupación. Luego de que se aprobó la Ley de Identidad de Género, el Incaa nos apoyó con financiación. Así que fue un esfuerzo enorme. Ahora el objetivo es que mucha gente vea el documental”.
El relato se desarrolla entre la marcha que conmemora a los desaparecidos cada 24 de marzo; las del orgullo gay en Plaza de Mayo; la presencia en las comisiones en el Senado por la Ley de Matrimonio Igualitario, su sanción y promulgación; una entrevista para Radio Nacional en la ex Esma –realizada por Miriam Lewin y Eduardo Anguita–; el apoyo a la Ley de Medios en la Plaza del Congreso; el acompañamiento a la asunción de Néstor Kirchner como titular del PJ en Ferro; la posterior muerte de Kirchner; y la campaña para la aprobación de la Ley de Identidad de Género. La militancia cotidiana de la agrupación incluye la edición de un fanzine –La Paquito–, hasta hace muy poco un programa radial que en breve volvería al aire, el reparto de preservativos, y las campañas de concientización de derechos para trans, lesbianas y putos, entre otras actividades.
“Hemos hecho durante muchos años películas de derrotas. Los documentales sobre desaparecidos en algún punto lo son. Por supuesto que fueron y son necesarios, y extremadamente valiosos. Pero otra cosa que me atrapó de esta historia es que los Putos Peronistas, más allá de sus orígenes y enormes dificultades, políticamente fueron partícipes de muchas victorias. La película muestra como avanzan y se va transformando la realidad social y la individual de algunos de los militantes. Me parece muy valioso ese mensaje esperanzador como estímulo para todas las luchas que faltan”, propone Cesatti.
Del peronismo se ha dicho casi todo. Y se dirá mucho más. También que era –o es– un movimiento machista y retrógrado. Más allá de las contradicciones y diferentes posturas dentro del movimiento, resulta imposible comparar los niveles de integración social de las minorías sexuales en los ’40 y ’70 con las del 2012. Pero la agrupación matancera reivindica como lazos que unen a los putos con el peronismo la figura de Paco Jamandreu –el modisto y amigo personal de Evita– y la frase “Ser puto, ser pobre y ser Eva Perón en este país despiadado es la misma cosa” –que José Pablo Feinmann guionó y puso en boca de Jamandreu en la película Eva Perón, de Juan Carlos Desanzo–; Miguel de Molina, el actor español al que Perón le concedió asilo político para salvarlo de la persecución franquista, y el acercamiento del FLH a Montoneros –cuenta la leyenda que un militante le dijo a Mario Firmenich: “Ustedes ponen los huevos por la revolución: nosotros ponemos el culo”. Pero acaso la mayor identificación venga desde las reivindicaciones históricas del peronismo para con los desposeídos y el puente con el kirchnerismo resultó otro paso natural, potenciado por la sanción de leyes como la del Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género. Pero la lucha sigue. Los derechos reconocidos por ley deben hacerse carne social. Por eso, en el cierre del documental, Iara –de un crecimiento de vida y político conmovedor– encabeza un acto y reclama lo que puede ser la diferencia entre la vida y la muerte: “Anoche estuve en la ruta y estoy acá. Creo que eso dice mucho. ¡No a la ruta, basta de prostitución! ¡Queremos un trabajo digno! ¡Estamos cansadas de tirarnos de los autos y derramar sangre en la ruta! Gracias a este Gobierno. Gracias Cristina, gracias Néstor, ¡¡¡Viva Perón, carajo!!!”.
Punto de partida
“Sabe todo, piensa todo y milita con todo”
No deja de ser un dato llamativo que el fundador de Putos Peronistas sea heterosexual. Pero decididamente este hecho le da más riqueza y mística a la experiencia. Pablo Ayala es un profundo conocedor del peronismo, dueño de un compromiso férreo, que militó muchos años en la JP de La Matanza.
Rodolfo Cesatti siente una gran admiración por Ayala: “Para mí, Pablo es el primer peronista. Sabe todo, piensa todo y milita con todo. Cuando fue al traslado de los restos de Perón a San Vicente conoció a un par de travestis que el dijeron la frase: ‘El puto es peronista, el gay es gorila’. Ahí comprendió que el peronismo le debía cobijo a quienes son los más desclasados de la sociedad. Él alimenta el corazón de los PP y les da elementos para enriquecer su lucha y pensamiento. Todo esto en desmedro de su carrera política en La Matanza. Y no acepta ningún cargo porque considera que no le corresponde. Todo lo que trabajó para y por ellos es invaluable”.
Proyectos
La lucha por más igualdad no se detiene
El documental sobre los Putos Peronistas da cuenta de un momento histórico de triunfos políticos y un clima social favorable a la integración. Pero el camino hacia una igualdad de derechos efectiva exige cambios culturales que demandarán mucho más esfuerzo.
“Seguimos trabajando. Las compañeras travestis continúan siendo el sector más vulnerable –explica Alan Thomas, militante de PP y una de las voces de mayor protagonismo en el documental–. Generalmente son echadas de sus casas y la mecánica social las condena a la prostitución. En ese marco conviven con la droga y lo peor de la noche. Muchas de ellas no salen de día a la calle porque tienen vergüenza. Por eso necesitan más que nadie un trabajo digno y educación. Es el único camino para poder desandar una mala vida que conforma un circulo vicioso dramático.”
En este sentido, Thomas explica que la agrupación dedica esfuerzos en diferentes frentes para generar inclusión: “Por un lado estamos gestando dos cooperativas. Una pequeña imprenta para estampar remeras y gorritas (situada en Capital Federal) y otra de comidas para eventos (en La Matanza). Paralelamente, impulsamos que las chicas se incorporen en bachilleratos populares para que tengan educación. Y por último estuvimos reunidos en el Ministerio de Trabajo y comenzamos a tirar ideas para generar algún tipo de normativa para que el Estado incorpore un piso mínimo de empleadas trans. La aceptación social es un proceso lento y una ley así podría acelerar el largo proceso de una igualdad efectiva”.
03/06/12 Miradas al Sur
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