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sábado, 9 de julio de 2011

GALASSO: CONVERSACIONES EN EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA DE LA PATRIA.

Cuestiones relacionadas con los seis años que separan la libertad de la independencia
 
-Los sucesos de Mayo de 1810 son una revolución en tanto el poder pasa del virrey, representante del absolutismo, a una Junta que expresa al pueblo.
  Es una revolución democrática, a semejanza en lo fundamental, a la Revolución Francesa.
  No es separatista, ni antiespañola en 1810. La interpretación más correcta, la da Juan B. Alberdi en “Grandes y pequeños hombres del Plata: -La revolución argentina es un detalle de la revolución de América, como ésta es un detalle de la de España, como ésta es un detalle de la revolución francesa y europea [...]
  La revolución de América no era más que una faz de la revolución de España, como lo era ésta de la revolución francesa, como ésta misma lo era de la transformación porque pasa la Europa desde tres siglos.
  Mitre inventó una revolución de Mayo antiespañola, separatista, por el comercio libre (implícitamente pro británica) para legitimar su política de 1862.
  Hoy, inclusive los profesores de la línea de Halperín Donghi –como Luis A. Romero y José Carlos Chiaramonte- admiten que no comparten la versión de la Historia mitrista sobre Mayo.
  Chiaramonte sostiene que ya nadie da validez a la fábula de la máscara de Fernando VII, con la cual se intenta justificar el voto de la Primera Junta del 26 de mayo de obediencia a Fernando VII; sin embargo, el Departamento de Historia del Colegio Nacional Buenos Aires persiste en aceptarla. L. A. Romero, por su parte, afirma que Mitre inventó esa historia pero que debe procederse con cuidado porque es un -factor de cohesión de la nacionalidad (Diario Clarín, 24/5/2002).
  Considero, por el contrario, que es un factor de colonialismo mental, legitimador de la influencia inglesa a partir de 1862.
  La verdad histórica es la de Alberdi.
  La revolución popular española, del 2 de mayo 1808, donde constituye Juntas en nombre de Fernando VII, declara provincias a las colonias (22/1/1809) y convoca a que en América procedan de igual modo, democratizándose.
  (Por eso, entre 1809 y 1811,se producen los alzamientos en Hispanoamérica, en casi todos los casos, a nombre de Fernando VII).
  Por esta razón, hay españoles en la Junta y en el 2º Triunvirato.
  Por eso French y Beruti reparten estampas con la cara de Fernando VII (Diario de un Testigo) y por eso flamea la bandera española en el Fuerte hasta 1814.
  Cuando la revolución democrática española es derrotada en 1814 y se vuelve al absolutismo, anulando la Constitución democrática de 1812, reponiendo la Inquisición, etc., se hace necesaria la ruptura (Carta de Posadas a San Martín, del 18/7/1814).
  La independencia, para no recaer bajo el absolutismo, resulta entonces urgente pues ahora España mandará dos flotas para recuperar sus colonias.
  La revolución española de 1808 fue nacional (contra el invasor napoleónico) y se hizo democrática en la lucha, al constituir Juntas Populares que confiaron en que FernandoVII era progresista (estaba enfrentado con su padre, Carlos IV).
  La revoluciones americanas fueron inicialmente democráticas (antiabsolutistas) como prolongación de aquella y se hicieron luego nacionales, es decir, independentistas, cuando fracasa la revolución democrática en España.
  Por esta razón, hay seis años de diferencia entre los sucesos de mayo y el 9 de julio de 1816 en Tucumán, donde se declara la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica.
   
Nación o factoría.
  La instalación del liberalismo económico en la Argentina
-Rivadavia, acompañado por M. J. García, entre 1821 y 1827, fue el precursor de la política liberal en lo económico (libre importación, endeudamiento externo, finanzas en manos de accionistas extranjeros, sociedades mixtas con capital extranjero en la explotación de los recursos naturales).
  Con Mitre, llega el momento fundacional: transportes ferroviarios en poder de empresas inglesas trazados en abanico hacia el puerto de Bs. As., evidenciando así su carácter semicolonial; comercio exterior volcado hacia el Atlántico dando la espalda al anterior comercio hispanoamericano; transporte marítimo en barcos ingleses; endeudamiento externo; instalación de bancos ingleses en Buenos Aires.
  Después, el modelo agroexportador y semicolonial -la granja de la fábrica inglesa-, se fue completando con las cías. de seguros extranjeras, los frigoríficos anglo- yanquis y las compañías de servicios públicos extranjeras, conformando así un país productor de carnes y cereales baratos e importador de artículos manufacturados, sin industrias, sin minería, sin pesquería, sin aprovechamiento hidroeléctrico, con creciente endeudamiento externo y fuertes diferencias entre las clases sociales.
  En la cúspide, una oligarquía colonizada mentalmente dilapidó la extraordinaria riqueza proveniente de la renta agraria diferencial en viajes a Europa y construcciones faraónicas, con mentalidad parasitaria y rentística, que ni siquiera puede considérasele burguesa pues no reinvirtió en la reproducción ampliada, cuando debió hacer echado las bases de la industria y especialmente, de la pesada, intentando el desarrollo de un capitalismo autónomo.
 
La historia en los procesos políticos y sociales
  La historia es la política pasada, y la política la historia presente, machacaba Jauretche en los sesenta.
  Sólo la comprensión de la historia permite entender el presente y forjar el futuro.
  Desde la Izquierda Nacional aprendimos entonces que -Facundo, sin Marx, es incomprensible, pero Marx, sin Facundo, no da soluciones.
  -No mirar hacia atrás sostiene la derecha, pero los empresarios piden antecedentes cuando van a tomar personal, porque ese pasado les enseñará si el posible empleado sirve o no para su empresa.
  Hay que partir de que no hay una historia, sino varias interpretaciones del pasado, que hay corrientes historiográficas antagónicas que responden a ideologías y proyectos políticos antagónicos, porque no hay historia neutra.
  La que pasa por neutra es la Historia Oficial, mitrista, tan tendenciosa como las demás, como lo ha reconocido últimamente el profesor Halperín Donghi, pues después de muchos años de hablar de rigor científico, ahora admite -que todos somos tendenciosos.
  Esto es indiscutible porque si en la heurística se puede exigir la mayor rigurosidad científica, en la hermenéutica juega la ideología, es decir, desde donde se valoran o interpretan los hechos, con qué perspectiva, desde qué posición filosófica y política.
  La historia desde la perspectiva del protagonismo popular, federal-provinciana (porque no es rosista), latinoamericana (porque América Latina es la nación), socialista (porque se basa no en los grandes hombres, sino en el enfrentamiento entre las clases sociales), la estamos haciendo entre muchos.
  Está en construcción.
  ¿No mirar para atrás?
  -Claro que no conviene mirar hacia atrás cuando se ha inventado una historia beatífica que no bien recibe la crítica, muestra un rostro horroroso.
  Por ejemplo, la Sociedad Rural se preocupa ahora por la pobreza, pero no quiere mirar su propio pasado, cuando atacaban el Estatuto del Peón en 1944 o cuando La Prensa decía que no había que aumentar jornales porque los peones no sabían administrar el dinero.
  Asimismo, los que se llenan la boca defendiendo la democracia provienen, en general, de partidos que han sido cómplices de la proscripción de las mayorías populares durante casi dos décadas y aún reverencian a sus próceres que aceptaron en silencio bombardeos como el del 16 de junio, y fusilamientos como en el ‘56.
  Los radicales, por ejemplo, abominan inclusive hasta de su propia historia buena, como lo fue la resistencia radical entre 1930 y 1934 contra la usurpación del poder por uriburistas y justistas.
  Ni qué decir de su historia mala, cuando ofrecieron intendentes a la dictadura genocida en la década del ‘70.
  Por eso, no quieren mirar hacia atrás.
  -En cambio, el conocimiento de la verdadera historia permite consolidar el pensamiento político en el presente, para avanzar hacia el futuro.
 
El Peronismo y su rol histórico
  -El peronismo nació como un frente policlasista, integrado por la clase trabajadora, sectores del empresariado mercadointernista (una burguesía nacional no muy conciente de su rol histórico), clase media popular e inclusive sectores del ejército y la Iglesia Católica.
  Entre 1945 y 1955 desarrolló un proyecto de Liberación nacional sintetizado en tres banderas: justicia social, independencia económica y soberanía política, dentro del marco de las relaciones capitalistas pero con fuerte perfil obrerista, que Perón llamó -la comunidad organizada.
  Estos procesos de Liberación Nacional a veces declinan (MNR en Bolivia), a veces tienden a proyectos de capitalismo autónomo, y a veces, se profundizan camino al socialismo (Cuba).
  En el caso del peronismo, a partir de la muerte de Perón- líder contenedor y aglutinador de los diversos sectores integrantes del movimiento-, se agudizaron los antagonismos internos, mostrando sucesivamente rostros diversos en su dirigencia (socialdemócrata, liberal, nacionalista, nacional-democrático, de socialismo nacional).
  Hoy, mientras el Partido Justicialista es una cáscara vacía y aparecen peronismos disidente, con fuerte perfil derechista, sin embargo, fue tal el impacto del período 1945/55 sobre los trabajadores, tan importante su experiencia de avance, que quedó en ellos fuertemente inserta su adhesión al peronismo, sus hombres, sus ritos, su historia.
  Por eso más allá de graves limitaciones, continúa siendo núcleo central de un proyecto nacional transformador, en tanto no existe ninguna otra fuerza política, a su izquierda, con base obrera.
   
(*)Extraído del reportaje realizado al historiador por Juan Manuel Fonrouge para la revista 2010 en noviembre del 2009
 
Galasso recomienda libros
§ “Revolución y contrarrevolución en la Argentina”, de Jorge A. Ramos
§ “Formación de la conciencia nacional”, de Juan José Hernández Arregui.
§ “José Hernández y la guerra del Paraguay”, de Enrique Rivera.
§ “Historia económica, política y social de la Argentina”, de Mario Rapoport.
§ “Historia elemental de los argentinos”, de Rubén Bortnik
§ “Manual de zonceras argentinas”, de Arturo Jauretche.
§ “El medio pelo en la sociedad argentina”, de A. Jauretche.
§ “Crónica histórica Argentina”, de A. J. Pérez Amuchastegui.

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