Roberto Caballero |
El Ceo está en jaque
Reconocido como “socio de honor” por AIR, la asociación de radioteledifusores que también otorgó esas distinciones a dos cadenas que promovieron el golpe contra Hugo Chávez en 2002, el CEO de Clarín comparó a Argentina con Venezuela y llamó al 8N contra el 7D. El apoyo de Elisa Carrió y Luis Barrionuevo a su convocatoria.
En el ajedrez, el rey es la pieza más importante. Cuando corre riesgo
de ser capturado, se dice que está en jaque. Si no puede librarse de la
amenaza, entonces es mate. Está derrotado.
Héctor Magnetto es la pieza más importante del Grupo Clarín. Como
en el ajedrez, su poder radica en exponer a otras piezas, preservando
siempre la integridad propia. Sin embargo, su aparición en público de
esta semana, en Uruguay, donde fue designado “socio de honor” por la
Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR), pareció una jugada
desesperada, en la estrategia de desafío a los tres poderes del Estado
que se planteó para evitar cumplir con la Ley de Medios de la
democracia. Magnetto decidió salir de su casillero y quedó expuesto.
¿Habrá sido por soberbia? ¿Será que ya no escucha, como dicen sus
viejos colaboradores? ¿Acaso buscó victimizarse ante la opinión pública
hablando con la dificultad que se le conoce, para traccionar apoyos que
dejó de recibir? ¿O es consciente de que es la última jugada?
En todo caso, lo importante no es cómo habla, sino lo que dijo.
Porque al salir a pelear puso en situación de vulnerabilidad a los pocos
alfiles y peones que le van quedando. Los dejó desnudos sobre el
tablero. Dijo Magnetto, en el país oriental: "En este momento, la
libertad de expresión y la independencia de la justicia están sometidas a
una presión importantísima, con resultado adverso. No hay libertad de
expresión, sin prensa independiente. Si se debilita una de ellas, entran
en peligro las dos", y volvió a advertir sobre una supuesta "actitud
grosera de presión sobre el Poder Judicial". ¿Quién dijo que la justicia
no debía dejarse presionar, últimamente? Ricardo Lorenzetti, presidente
de la Corte, en realidad, fue hecho decir esto por Magnetto desde la
tapa de su diario de agitación. Lorenzetti no había dicho exactamente
eso. Manifestó, en realidad, que los jueces no debían sentirse
presionados ni por gobiernos ni por corporaciones económicas. Esto
último no fue recogida por los medios del Grupo Clarín, que tampoco
dieron espacio al pedido lógico de rectificación de Lorenzetti, si es
que lo hubo. La presunta hipertensión política hacia el magisterio que
denuncia Magnetto, casualmente, fue también la crítica de la oposición
indignada al oficialismo tanto en el Congreso y en el Consejo de la
Magistratura para defender a un grupo de jueces del Fuero Civil y
Comercial Federal demasiado contemplativos con los requerimientos
judiciales de la única empresa que viene trabando el artículo 161, desde
hace tres años. Quizá Magnetto llama "presión importantísima" o
"actitud grosera de presión sobre el Poder Judicial" a poner luz sobre
algunos magistrados que viajaron a Miami a un congreso de CERTAL (Centro
de Estudios para el Desarrollo de las Telecomunicacionesy el Acceso a
la Información de América Latina), una ONG financiada, entre otros, por
Cablevisión, que tiene a gerentes y abogados del grupo (por ejemplo,
Hernán Verdaguer, gerente de Asuntos Regulatorios de Clarín, y Santiago
Piris, que suele firmar, precisamente, como abogado de Cablevisión), y a
familiares de camaristas en su plantel (aparecen los apellidos de
Recondo y Mahiques en su plantel), donde opinaron de manera adversa a
las leyes de desconcentración mediática sobre las que, eventualmente,
tienen algún poder de decisión vía cautelares. No es cuestión de
desconfiar así porque sí de los usías, pero negar que su imparcialidad
está en duda sería una tontera. El propio Francisco de las Carreras, a
quien el ministro de Justicia Julio Alak quiere que se investigue
penalmente por presunta "recepción de dádiva", admitió el tuteo con los
empresarios de CERTAL, aunque negó que le hayan pagado todos los gastos:
sólo el pasaje y la hotelería. Desde que se conoció la sintonía fina
ideológica entre jueces y "la actora", que es la misma que financia
total o parcialmente este tipo de foros por la "libertad de expresión"
entre palmeras y piscinas de hoteles 5 estrellas, el interrogante es
obvio: ¿Cómo hace un juez, por idóneo que fuera, para fallar contra un
monopolio cuando está de acuerdo con los argumentos del monopolio? Está
difícil la cosa, aun para "un juez prestigioso y de conducta intachable"
como De las Carreras, según la calificación del diario Clarín, en su
edición de ayer, página 18.
Y eso no es todo: el jueves, ante el Consejo de la Magistratura,
Gustavo Bocanera, secretario de la Cámara en lo Civil y Comercial
Federal, confesó que Carreras no fue el único que viajó al congreso de
CERTAL. También lo hicieron Alfredo Gusman, Santiago Kiernan y Ricardo
Guarinoni, además de Ricardo Recondo.
Mientras tanto, ante los escándalos que envuelven al fuero que
decide sobre el artículo 161, el Ejecutivo sueña con un per saltum que
le evite quedar en manos del humor de estos jueces viajantes. Que sea la
Corte la que decida sería, a ojos del oficialismo, una idea saludable.
En este caso, sería como mirar la mitad del vaso lleno. La dilación,
después del fallo del máximo tribunal que dio plazo hasta el 7D,
profundizaría un escenario de crisis institucional –que ya lleva tres
años– derivada del capricho de una corporación económica que pretende
hacer bailar al Legislativo, al Judicial y al Ejecutivo con la música
que ella quiere.
Volvamos al que escribe las partituras, entonces. "Lamentablemente
Argentina está en un proceso muy parecido al que vive Venezuela, aunque
todavía no llegamos a su nivel (…) Son gobiernos con tendencia
claramente autoritaria", alertó Magnetto, desde el llano. El argumento
que compara a Cristina Kirchner con Hugo Chávez es el mismo que
utilizaron Patricia Bullrich, Federico Pinedo y todos los opositores que
viajaron a Caracas para festejar el triunfo de Capriles y tuvieron que
volverse magullados por la apabullante victoria electoral bolivariana.
Es el que se pretendió instalar durante meses al grito paródico de
"¡exprópiese!" desde el prime time dominical de Canal 13, en el show de
Jorge Lanata, buscando un idéntico patrón entre el demonizado proceso
chavista de distribución y el del kirchnerismo, dos modelos que tienen
en común políticas de promoción social ascendente y autonomía regional,
pero que no son exactamente iguales por razones históricas, culturales y
económicas. Aunque falaz y antojadiza, la asociación sin matices ni
contextos le sirve a Magnetto para tejer solidaridades con cámaras
patronales internacionales, como la SIP y la AIR, integradas por
antichavistas furibundos de excelentes relaciones con el Departamento de
Estado, de cara al 7D.
A propósito, la AIR que distinguió al CEO de Clarín tiene un
presidente que se retiró del ejército chileno en 1989. Su nombre es Luis
Pardo Sainz. El 17 de septiembre pasado fue entrevistado por el abogado
de La Nación Adrián Ventura, que le preguntó qué cosas le llamaban la
atención de nuestro país. Esta fue la respuesta: "La Argentina está
atravesando una crisis institucional muy difícil. Hay un grupo de poder,
que está en el Gobierno, y que se ocupa de capturar las instituciones
del Estado y a los medios (…) El temor está instalado y muy esparcido.
El hecho de que la AFIP visite a cualquier persona que haga una crítica,
o que un funcionario le diga a un empresario crítico que lo va a fundir
[como dijo el viceministro de Economía, Áxel Kicillof, sobre el grupo
Techint] y que el empresario ensaye una explicación pública son hechos
que muestran que las cosas funcionan mal. Hay un nivel de degradación
que la Argentina no había vivido nunca antes." Todos los lugares comunes
de la agenda catastrófica que promueven Clarín y La Nación. No falta
ninguno. ¿O sí? Claro, el 7D: "Esa fecha aparece en un fallo de la
Corte. Según ese fallo, ese día termina la vigencia de una medida
cautelar y comienza a correr el plazo de un año para desinvertir. La
Presidenta malinterpreta el fallo y le hace decir algo que no dice."
Esto es falso. Vayamos al fallo de la Corte: "En consecuencia, a partir
del 7 de diciembre de 2012 vence la suspensión del artículo 161 y se
aplica a la actora. De ahí que estando su plazo para adecuarse (el del
año que habla la ley) vencido el 28 de diciembre de 2011, sea plenamente
aplicable a la actora con todos sus efectos a partir de la fecha
indicada." Traducción: ya se venció el plazo de un año, sólo que no se
ejecuta por el paraguas de la cautelar. Al vencer el 7D la cautelar, el
otro plazo también caducó.
Digamos que AIR respalda a la cadena RCTV (Radio Caracas
Televisión), vocera de la derecha venezolana, que el 11 de abril de 2002
pretendió derrocar con un golpe de Estado a Hugo Chávez, poniendo en su
lugar a Pedro Carmona. Los propietarios de RCTV recibieron el mismo
reconocimiento que Magnetto, junto a los de Globovisión, el canal que
durante las 47 horas que Chávez estuvo detenido, le negó pantalla a las
muchedumbres que ganaron las calles para defender al presidente
democrático. Otro grupo premiado es Circuito Belfort, socio de
Globovisión en una cadena de radios que concentra más de 50 frecuencias
de AM y FM en Venezuela. Nelson Belfort, su dueño, integra el Consejo
Directivo de AIR, junto a los argentinos Heber Martínez (ATA- Asociación
de Teleradiofusores Argentinos); y Carlos Molina y Edmundo Rébora
(ARPA- Asociación de Radiodifusoras Argentinas), todos ellos, buenos
conocidos de Magnetto.
En su aparición uruguaya, el CEO de Clarín, mientras se mostraba
orgulloso por el respaldo de sus pares de AIR, declaró: "Soy optimista
porque la sociedad está empezando a reaccionar y pienso que tiene
reservas para sostener esta batalla en el tiempo." Es obvio que aludió
así al cacerolazo del 13 de septiembre y a la convocatoria del próximo
viernes, el 8 de noviembre, que Elisa Carrió, Luis Barrionuevo, Fernando
Iglesias, Cecilia Pando y un grupo de blogeros de la derecha
republicana motorizan desde las redes sociales, con la cobertura de los
diarios Clarín y La Nación. Toda la "sociedad" de la que habla Magnetto
es, en rigor de verdad, un sector de la clase media –no toda– que
reproduce su agenda disconforme por "la inflación", "el cepo al dólar",
"la inseguridad" y la "dictadura K". Como si esas audiencias cautivas
fueran un ejército zombie que reacciona a pedido suyo "para sostener
esta batalla en el tiempo". Pero, ¿de qué batalla habla? "Nosotros no
hacemos salchichas ni dulces, trabajamos sobre una materia prima que se
relaciona con la democracia y las libertades. (…) Hay una
responsabilidad social de los medios de comunicación: están defendiendo a
la democracia. Por eso nos pegan", declaró, épico, en el Uruguay. La
presunta "batalla" por "la libertad de expresión y la democracia" que
Magnetto dice estar librando existe sólo en su fantasía. La Corte
Suprema ya opinó: "A la hora de identificar el perjuicio (la actora)
señala que este radica en la pérdida de licencias que les han sido
concedidas, lo que les causa zozobra económica y financiera (…) afecta
irremediablemente el derecho de propiedad (…) La propia pretensión de
los demandantes ubica a la cuestión litigiosa dentro del campo
patrimonial (…) No existen argumentos que relacionen directamente la
norma de desinversión con la libertad de expresión."
Lo que el empresario antikirchnerista quiere vestir de epopeya,
entonces, es apenas la defensa de su patrimonio excedido, sometiendo a
todo el sistema institucional a su capricho. ¿Acaso pretende que la
sociedad le defienda su dinero? Nunca hay que olvidar que cuando
Magnetto tuvo la defensa de la libertad de expresión de toda la sociedad
en su custodia, silenció un genocidio con 30 mil desaparecidos y se
apropió de Papel Prensa, junto a La Nación. (Nota al margen: el aviso
clarinizado de esta semana de El Cronista Comercial, donde asocia
dictadura con kirchnerismo, es una falta de respeto inconcebible a la
memoria de Rafael Perrota, ex director del diario, torturado y
desaparecido por una dictadura de verdad –ver último libro de María
Seoane–. Banalizar el mal es una forma de complicidad solapada con ese
mal).
Está claro que las garantías judiciales de las que goza Magnetto
exceden a las de cualquier ciudadano promedio. El viernes 1 se conoció
la noticia de un hombre que cometió robo famélico. Fue condenado por
llevarse sin pagar dos bifes (27 pesos) para alimentar a su hijo, que no
comía hacía tres días. Luego de cuatro años, se llegó al colmo:
querían, además, cobrarles las costas del juicio. Tuvo que intervenir
una sala de la Cámara de Casación para que el hombre fuera absuelto. A
la inversa, casi tres largos años se tomó el mismo Poder Judicial para
designar juez en la causa que investiga los delitos de lesa humanidad
cometidos en el despojo a la familia Graiver, en la que Magnetto está
denunciado por la secretaría de Derechos Humanos de la Nación, leading
case de la connivencia empresaria y genocida. Quedó, finalmente, a cargo
del expediente el juez federal Julián Ercolini, después de que este
diario y la propia secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Martín
Fresneda y el incansable Luis Alen, expusieran la injustificada demora.
Ahora Ercolini puede citar al CEO de Clarín y también al dueño de La
Nación, Bartolomé Mitre, a las indagatorias que vienen pedidas desde el
comienzo de la denuncia. Ya van tres años. A veces, demorar, dilatar
acciones judiciales sin tiempo, parece ser una medida del poder real
que se detenta. Y también una manera de instalar un sistema judicial
donde hay algunos que son más iguales que otros.
Alguna vez, Guillermo Moreno denunció que a través de la firma
Impripost (que Clarín tiene en sociedad con la siderúrgica Techint, en
una suerte de insólito joint venture) dedicada, entre otras cosas, a la
impresión de resúmenes de tarjetas de crédito, Magnetto accedía a los
consumos, algunos muy altos, de funcionarios judiciales diversos, y que
estos eran amigablemente notificados cuando los gastos no se
correspondían con sus ingresos, dejándoles la opción de agradecerles de
por vida por el oportuno aviso. Lo dijo Moreno. Está filmado. Se lo pudo
ver en el programa Bajada de línea, de Víctor Hugo Morales, en Canal 9.
Que se sepa, no hay ninguna investigación al respecto. Todavía. «
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