Ramón Enrique Gaviola |
Por Viviana Bianchi y Omar Bernaola
Ramón Enrique Gaviola nació
en Mendoza el 31 de agosto de 1900 y murió -olvidado- en la misma ciudad el 7
de agosto de 1989.
Fue el primer astrofísico
argentino y un maestro de integridad.
Científico extraordinario,
excepcional docente y un importante visionario político científico.
Su formación, comenzada en
1917 en la Facultad
de Ingeniería de La Plata,
se desarrolló, por sugerencia del profesor Gans, esencialmente en la Universidad de
Göttingen, Alemania, adonde llegó en 1922, y luego en Berlín.
En aquel país estudiaría
física y sería alumno de los científicos más encumbrados de la época -y del
siglo-, como James Frank, Max Born, Max Plank, Max von Laue, Albert Einstein y
Walter Nernst.
Su trabajo de Proseminar fue
dirigido por von Laue y la mesa examinadora estuvo integrada por Lise Meitner,
Albert Einstein y Peter Pringsheim.
Su tesis de graduación,
dirigida por Max von Laue y Walter Nernst, obtuvo la calificación de
sobresaliente magna cum laude y en 1926 fue la ceremonia ritual de graduación
como Philosophiae Doctoris et Artium Liberalium Magistri, de la Friedrich Wilhelms
Universität de Berlín.
Gaviola vivió el ambiente
excepcional de aquellos años, que lo convirtió en testigo presencial de los
acontecimientos históricos que cambiarían el futuro de la humanidad.
Supo aprovechar esa
experiencia, para tratar de cambiar las condiciones en que se encontraba su
país de origen.
Pero el ambiente académico
donde estudió era muy cerrado.
No cualquier estudiante era
admitido en ese círculo de notables.
Debía demostrar previamente
que en realidad era uno de ellos.
Y la evaluación de este
excepcional grupo selecto para aceptar a Gaviola no estuvo equivocada.
En cierta ocasión el propio
Einstein dijo que si la
Argentina tuviera varios jóvenes como Gaviola... y terminó la
frase inconclusa con un gesto admirativo.
Al terminar sus estudios en
Alemania, Einstein le sugirió que se postulara para una beca Rockefeller al
International Education Board para ir a trabajar en Baltimore en el laboratorio
del gran físico estadounidense Robert Williams Wood.
Resultó primero en el orden
de méritos, pero la beca le fue denegada, por no estar prevista su adjudicación
a alguien que no fuese norteamericano o europeo.
La situación provocó el enojo
de Einstein, quien le reclamó por escrito al representante de la Rockefeller: fue el
primer caso en ser otorgada a alguien proveniente del hemisferio sur.
También en Estados Unidos fue
asistente en el Departamento de Magnetismo Terrestre y trabajó junto a Larry
Hafstad y Merle Tuve en la Carnegie Institution en técnicas de vacío y alta
tensión: en una época tan temprana para la tecnología de aceleradores de
partículas, lograron obtener nada menos que cinco millones de voltios.
El aparato que construyeron
es considerado como el primer antecedente realmente importante de un acelerador
de partículas y permitió abrir el campo experimental a la Física Nuclear.
La foto publicada en The
Sunday Star de Washington el 11 de noviembre de 1928 se encuentra en el Museo
de Ciencia y Tecnología de la Smithsonian Institution
en Washington, D.C.
En la misma se puede ver a y
al joven Gaviola de entonces, junto al aparato que construyeran.
Durante el año 1928 Gaviola
publicó una serie de estudios, entre los cuales cabe destacar el que constituyó
el primer trabajo experimental sobre emisión atómica estimulada, origen del
actual láser y otro que contribuyó al nacimiento de dos nuevas áreas
científicas: la espectrometría fluorescente en bioquímica y el estudio de la
hidrodinámica de las proteínas.
El fluorómetro que diseñó y
construyó para realizarlo hoy es conocido bajo su nombre.
En 1930 regresó a Argentina
para trabajar en la
Universidad de Buenos Aires, donde revolucionó los métodos de
estudio y dio gran impulso a los trabajos experimentales.
Logró además que se dictaran
por primera vez electromagnetismo, termodinámica de la radiación, teoría
cinética y teoría cuántica, que hasta el momento no se encontraban incorporadas
al plan de estudios. Inició una prédica por el desarrollo científico del
país y ocupó importantes cargos, como el de Director del Observatorio Astronómico
de Córdoba, y profesor en varias universidades, como la de Buenos Aires, donde
dirigió la Cátedra
de Físico-Química en la
Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales entre 1930
y 1936.
También impulsó la creación
de la Asociación
Física Argentina, que presidiría, y del Instituto de
Matemática, Astronomía y Física del Observatorio Astronómico de Córdoba.
En particular, su labor como
primer Presidente de la
Asociación Física Argentina fue preponderante: Gaviola se
dirigía en tal carácter a senadores, diputados y ministros para recomendar o
criticar medidas que hacían a la vida científica del país.
La importancia de la Asociación para el
desarrollo de la física en la
Argentina es indudable y en épocas aciagas mantuvo encendido
el interés por la investigación. En 1931 ya contaba con un gran prestigio
internacional.
En ese año, recibió una carta
de Max Born donde le proponía enviar a Georg Rumer, su principal colaborador,
para que trabajara con él.
Desafortunadamente no fue
aceptada la propuesta que elevara Gaviola para el nombramiento y Argentina
perdió una excelente oportunidad para el desarrollo de la Física Teórica en
el país.
Es bueno recordar que si bien
en 1935 Robert Oppenheimer, John Carlson, Homi Bhabha y Walter Heitler habían
propuesto una explicación para las cascadas de radiación cósmica, fueron los
aportes de Georg Rumer y Lev Devidovic Landau los que permitieron establecer
una descripción detallada de la naturaleza de estos fenómenos.
Si la gestión de Gaviola
hubiese tenido éxito, quizás para una época tan temprana podría haberse escrito
una historia diferente en Argentina.
Mientras tanto en 1935 la
situación del Observatorio Astronómico de Córdoba se encontraba en una
situación crítica y hasta se mencionaba su clausura.
El problema principal
consistía en la no terminación de la configuración del gran espejo del
telescopio, de acuerdo a un proyecto iniciado en 1909 para convertirlo en el
telescopio reflector de mayor diámetro del hemisferio sur.
Félix Aguilar, que había sido
designado como uno de los interventores del Observatorio para adoptar una
solución definitiva, consultó a Gaviola sobre el tema y, en cierta forma, este
fue el inicio de Gaviola en la astronomía.
Para introducirse en este
nuevo campo, decidió ir a trabajar con John Strong, en el lugar más capacitado
de ese momento en la construcción de telescopios, el California Institute of
Technology y su asociado, el Mount Wilson Observatory en California.
En este lugar, Strong valoró
la capacidad de Gaviola y al poco tiempo lo nombró su primer asistente.
Juntos reemplazaron el anterior plateado de los espejos de 60 y 100 pulgadas de dicho
Observatorio por el nuevo método introducido por Strong para el aluminizado de
las superficies.
Y es a partir de aquí que
Gaviola inicia una carrera científica vertiginosa que lo llevaría a recibir los
mayores homenajes en este campo.
Sus innovaciones fueron
notables: por primera vez introdujo el concepto de calidad en el análisis del
material de recubrimiento de superficies (control sobre el depósito de
aluminio), mediante la evaluación espectrométrica de los materiales
vaporizados.
Desarrolló además un método
diferencial para el recubrimiento de las superficies de tal forma de efectuar
una deposición localizada que podía ser aplicada a cualquier tipo de
superficie, tuviera ésta o no, simetría axial.
De esta forma obtuvo
infinidad de puntos reflectores llamados estrellas artificiales (depósitos
localizados de aluminio), ya que cada uno de ellos indicaba el comportamiento
de la pequeña zona de la cual provenía la luz.
Esto permitía lograr la
topografía final de las superficies mediante el control del material depositado
y no a partir del pulido del vidrio del espejo principal como era de rutina en
los métodos clásicos.
Esta innovación
revolucionaria tuvo consecuencias inicialmente inimaginables, con los
posteriores avances de la electrónica.
Con la llegada de esta
última, se puede actualmente tener información individual de infinidad de
fuentes reflectoras de luz que luego pueden ser recompuestas en una imagen
única.
Hoy los grandes telescopios
modernos se construyen incorporando la innovación introducida por Gaviola y se
pueden obtener diversas alternativas no alcanzables con las tecnologías
previas.
Se pueden construir pequeños
espejos múltiples, con las indudables ventajas de bajo costo, bajo peso y menor
mano de obra para el configurado de las superficies.
A continuación, y mediante la
ayuda de la electrónica se puede configurar la imagen deseada, incluso teniendo
en cuenta las separaciones de longitudes de onda del espectro emisor para
aplicaciones espectroscópicas.
Respecto a este notable y
valioso trabajo tecnológico realizado por Gaviola, Robert D. Potter del Physics
Science Service de EE.UU., informó el 21 de noviembre de 1939: -El nuevo
método de control de la precisión en grandes espejos de telescopios, que
permite disminuir tiempo, trabajo y dinero a un tercio de los valores actuales
y que ha sido desarrollado por Gaviola...
En una nota previa, los
editores del Science Service lo calificaban como -uno de los avances más
importantes realizados en la construcción de grandes telescopios en nuestros
tiempos.
El informe de Potter era muy
descriptivo de los logros obtenidos: -Ha sido desarrollado por el
astrofísico argentino Enrique Gaviola del Observatorio Astronómico de Córdoba
un nuevo método para controlar la precisión del configurado de espejos gigantes
en telescopios, que reduce en dos tercios el costo, la mano de obra y el tiempo
necesario para esta vital operación. El descubrimiento, considerado como
el más importante del siglo en la construcción de espejos de telescopios,
permite configurar una superficie parabólica a partir de un gran disco de
vidrio en forma directa y realizar un control continuo durante el configurado
del espejo.
Pero el argentino iría mucho
más allá de estos logros, y con el trabajo que realizaría posteriormente sobre
la teoría de la Cáustica
(curva/superficie sobre la cual se mueve el foco de reflexiones de distintos
puntos de un espejo de gran abertura), pondría el broche de oro a su incursión
en la óptica astronómica y en el campo de configuración de superficies con muy
alto grado de resolución.
Estableció entonces la teoría
y la técnica experimental para los recubrimientos superficiales, que
solucionaría las dificultades de las aberraciones ópticas.
Nada menos que Strong, en esa
época la mayor autoridad sobre el tema, describiría esta nueva innovación
diciendo lo siguiente: -Se basa en que las posiciones de los centros de
curvatura, en el plano de una sección transversal que pasa por el centro del
espejo realmente parabólico, no yacen sobre el eje óptico central sino que se
encuentran algo separados, sobre una curva llamada cáustica.
El método incluía además
otras de las innovaciones establecidas por Gaviola: la eliminación del espejo
plano para la configuración de la superficie óptica y el reemplazo de la
cuchilla de Foucault por hilos muy delgados, para producir imágenes de
difracción simétricas.
De esta manera se logró
obtener un verdadero control sobre las aberraciones longitudinales y
transversales y sobre el astigmatismo de las superficies ópticas, con una
precisión bastante mejor que un centésimo de longitud de onda.
Y también se lograba,
finalmente, destrabar el impedimento tecnológico que existía en la construcción
de espejos astronómicos de gran diámetro y se expandían notablemente las
dimensiones del espacio estelar conocido por el ser humano.
Sus técnicas fueron aplicadas
a los espejos reflectores de 60 y 100 pulgadas de Mount Wilson.
Las innovaciones introducidas
por Gaviola fueron realmente revolucionarias en el campo de la astronomía, por
lo que se pensó en aplicarlas al gran telescopio de 200 pulgadas de Monte
Palomar, cuya construcción se encontraba demorada desde hacía varios años,
debido precisamente a dificultades tecnológicas.
Frente a esta posibilidad, el
Physics Science Service de Estados Unidos informó el 14 de diciembre de 1935:
Un nuevo método reemplaza el costoso trabajo de configurar los espejos de
telescopios.
-Los cinco años transcurridos
y las decenas de miles de dólares ya gastados en la configuración del gran
disco de vidrio de 200
pulgadas para eventualmente convertirlo en el espejo del
telescopio gigante del Instituto de Tecnología de California, puede ser la
última vez que los astrónomos tengan que pasar por este tedioso, intrincado y
costoso proceso.
Scientific American se dedicó
en los tres números de enero, febrero y marzo de 1940 a describir estos
trabajos.
En uno de ellos entre otras
cosas decía: -Si la mecánica fina de hoy en día trabaja con la precisión
de 1/20.000 de pulgada, el trabajo óptico de espejos se ha ocupado de
precisiones de alrededor de 1/400.000 de pulgada. La prueba de Gaviola se
ocupa de precisiones de alrededor de 1/4.000.000 de pulgada.
El telescopio de 200 pulgadas de
diámetro finalmente pudo ser puesto en operación luego de que se le
incorporaran las innovaciones tecnológicas propuestas por Gaviola. Gaviola
fue designado Director del Observatorio Astronómico de Córdoba donde
desempeñaría ese cargo de 1940
a 1947 y de 1956 a 1957.
Debido a su iniciativa,
durante el primer período se crearía la Asociación Física
Argentina y durante el segundo el Instituto de Matemática Astronomía y Física.
Bajo su dirección, el
Observatorio de Córdoba se transformó en un centro científico de primer orden,
con astrónomos y físicos que tenían una dedicación exclusiva a la
investigación, un excelente taller de óptica, cursos académicos de calidad,
etc.
Posteriormente desarrollaría
diversas actividades, la última de ellas como docente en el Instituto de Física
de Bariloche y en la
Comisión Nacional de Energía Atómica.
Tanto en la génesis de estas
instituciones como en las de CONICET y SECYT, la acción de Gaviola resultó
también fundamental.
En la séptima reunión de la Asociación Física
Argentina, realizada en La Plata
en abril de 1946, Enrique Gaviola presentó un trabajo titulado Empleo de la
energía atómica (nuclear) para fines industriales y militares.
El análisis es notable, así
como también lo es el hecho de que sea tan poco conocido en la Argentina: concluye con
una descripción, sorprendentemente detallada para el momento en que es escrito,
del posible diseño de una bomba atómica.
¡Nada más ni nada menos!
Sobre todo que con los
conocimientos de hoy se puede apreciar que el análisis, hecho a tientas, es
correcto.
Pero Gaviola chocó con el
científico alemán Richter y lo alejó del misterioso proyecto atómico de la isla
Huemul.
En 1956 Gaviola demostró que
el Norte Chico chileno era una región de muy alta calidad de cielo, por lo cual
propuso la instalación de un Observatorio Interamericano, en el que
participarían la Argentina,
Chile y Uruguay.
La idea no prosperó, pero
tiempo después el proyecto fue retomado por distintas comisiones
norteamericanas y chilenas, que comprobaron, mediante mediciones, la exactitud
de la evaluación del argentino.
Posteriormente se instalaron
en el Norte Chico tres grandes observatorios: el Observatorio Interamericano de
Cerro Tololo, el European Southern Observatory y el Carnegie Southern
Observatory.
Su labor como astrónomo fue
reconocida en 1981, cuando la Unión Astronómica Internacional le dio su nombre
al Asteroide 2504 descubierto en Córdoba en 1967.
Por su labor en física y en
óptica había sido premiado, en 1978, con la Medalla de Oro Dr. Ricardo
Gans, otorgada por la Universidad de La Plata y, en 1980, con la Medalla
de Oro del Centro
de Investigaciones en Optica.
Su obra para el progreso y el
avance de la ciencia fue notable y sin desmayos.
No solo impulsó los trabajos
experimentales en diversas universidades, colegios secundarios y primarios,
sino que dio origen al verdadero nacimiento de la Física Teórica
tanto en Argentina como en Brasil al rescatar al físico Guido Beck de la
sufrida Europa durante la
Segunda Guerra Mundial.
Toda su vida la dedicó al
compromiso ético, no solo en la ciencia sino en los aspectos sociales, donde la
injusticia era el aspecto que más lo irritaba.
Fue miembro activo de la Academia Nacional
de Ciencias de Córdoba; del Alumni Bariloche (y su presidente honorario); de la Asociación Física
Argentina (socio fundador y presidente 1944 -1950 y 1952 -1954); de la Asociación Argentina
para el Progreso de las Ciencias; de la Asociación Argentina
de Amigos de la Astronomía;
de la
Asociación Universitaria Argentino-Norteamericana; de la Asociación
Argentino-Alemana para el Progreso de Ciencia y Técnica;
Corresponsal extranjero de los Annales d'Astrophysique de París; miembro de la Physical Society
de Londres; de la
American Physical Society; de la Sociedad honoraria Sigma
Xi; de la
International Astronomical Union; de la Asociación de la Revista Astronómica;
de la Sociedad
Alemana de Física; de la Comisión de Instrumentos Astronómicos de la International
Astronomical Union; de Verband Deutscher; y de Physikalischer
Gesellschaften.
Parafraseando a Einstein
deberíamos decir ahora: Si la
Argentina tuviera varios jóvenes como Gaviola y además los
retuviera en el país...
Publicado por Agenda de Reflexión el Agosto 31, 2004 04:56 PM |
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