Por Raúl Kollman
Siete de diez piensan que el
nuevo cálculo va a ser negativo, la mitad ve que los jubilados están peor que
hace dos años y el ochenta por ciento afirma que no se puede vivir con los
haberes mínimos.
Apenas uno de cada cuatro
argentinos, una minoría, cree que la reforma previsional va a ser beneficiosa
para los jubilados. Y siete de cada diez personas sostienen que la nueva
fórmula de cálculo del aumento de haberes va a ser perjudicial, negativa, para
los jubilados. Ambos datos son una demostración de que gran parte de los
ciudadanos ya sabe, algunos un poco más y otros un poco menos, que la reforma
reduce los aumentos a los jubilados y que el gobierno quiere “ahorrar” más de
100.000 millones de pesos en 2018 a costa de los ingresos de la clase pasiva.
Esa mirada negativa sobre el ajuste que implica la reforma se percibe también
en otras opiniones. Prácticamente la mitad de la población dice que los
jubilados están peor que hace dos años, es decir durante el gobierno
kirchnerista, mientras que apenas uno de cada cinco argentinos piensa que los
jubilados mejoraron la situación desde 2015. En sintonía con ese análisis, la
casi totalidad de los ciudadanos evalúan que una persona que percibe la
jubilación mínima no puede vivir dignamente.
Las conclusiones surgen de
una amplia encuesta, realizada en exclusiva para PáginaI12, por el Centro de
Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se
entrevistaron 800 personas de todo el país, respetándose las proporciones por
edad, sexo y nivel económico-social. El sondeo, telefónico, se terminó de
procesar ayer.
“Todo parece indicar que se viven tiempos
turbulentos en esta Argentina de hoy –analiza Bacman–. La gente está muy
preocupada. Luego de su triunfo electoral, el gobierno nacional siguió de
manera inflexible con su metódico plan económico: se produjo el tan temido
aumento de tarifas, los combustibles también subieron, el gobierno no logra
encontrar la receta que le permita bajar la inflación. Y en tal contexto, la
economía desde el mes pasado se ha ubicado nuevamente en el centro de la escena
y se convierte otra vez en la principal preocupación de los argentinos. Se
viene fin de año y se percibe un clima enrarecido por la economía y también por
la política. No debe causar sorpresa alguna que las tres reformas que el
gobierno ha enviado para su aprobación al Congreso Nacional no logren buena
aceptación en la opinión púbica argentina. Y es lógico: tal como se vio el mes
pasado, en un clima social bastante crítico, las reformas producen desconfianza
y rechazo”.
En la encuesta del CEOP se
perciben dos fenómenos. El primero es que es que los ciudadanos están
preocupados. Los jubilados, porque deteriora su situación inmediata: en marzo
iban a percibir un aumento del 13 o 14 por ciento, de acuerdo a la actual
fórmula, y si el gobierno suplanta el cálculo, se prevé que el aumento sólo sea
del 5,7 por ciento. Pero también hay una preocupación por el largo plazo, es
decir porque el deterioro en la movilidad jubilatoria va a afectar a los
futuros jubilados, que percibirán un haber inicial significativamente menor.
También sigue instalada en la conciencia la idea de que puede venir una
privatización, con planes aún más perjudiciales.
“En la medida que se avanza
en la lectura de los resultados que este trabajo de campo arroja, los aspectos
subyacentes se hacen manifiestos: la preocupación da lugar al enojo –apunta el
titular del CEOP–. Y también es lógico que esto ocurra. La percepción se
sostiene en la evaluación de la situación de aquellos que han dado una parte
importante de su vida al trabajo y que los encuestados ven que penan como
jubilados y que, en definitiva, no poseen el derecho a acceder a una vida digna
y sustentable. En tal sentido, la opinión de la gente es taxativa: alrededor de
las tres cuartas partes de los entrevistados manifiestan que están convencidos
que a los que tienen la jubilación mínima, lo que ganan ‘no les alcanza para
vivir dignamente’. Realmente lapidario. Estamos hablando de que así lo ven tres
cuartas partes de los consultados, una proporción altísima”.
Como es lógico, cualquier
ciudadano percibe que aumentaron, incluso por encima de la inflación, las
tarifas, los medicamentos y los alimentos, es decir lo que constituye el consumo
elemental de los jubilados. De manera que no requiere de análisis muy
sofisticados darse cuenta que la nueva fórmula es perjudicial. A eso debe
agregarse que desde el primer día una gran mayoría de argentinos cree que la
administración Macri beneficia a los sectores de mayores recursos. La
combinación de percepciones –que se perjudica a los jubilados y se beneficia a
los poderosos– arma un cóctel explosivo en la opinión pública.
“¿El riesgo? –se pregunta
Bacman– Concretamente recae en el fuerte impacto negativo que puede producir en
la sociedad cuando la nueva ley previsional sea aprobada. Es cierto que el
gobierno está esperanzado que con la nueva composición del Congreso la ley sea
aprobada. Pero, luego viene la reacción de la gente. A la luz de estos
resultados puede vislumbrarse un alto rechazo por parte de la sociedad. Sobre
llovido, mojado. El ajuste los perjudica y la mayor parte de los entrevistados
entiende que los jubilados están peor que dos años atrás. En todo está el
verdadero riesgo: al caldeado clima social de fin de año, se le puede adicionar
las consecuencias de esta reforma previsional”.
“En síntesis –redondea
Bacman–, los argentinos se perciben bastante lejanos a esta reforma
previsional. No creen que beneficie a los jubilados; están convencidos que la
situación de los pasivos más vulnerables va a tender a empeorar y avizoran un
futuro en el que también ellos van a ser perjudicados. Para muchos, incluidos
la mayor parte de los independientes, este no es el cambio que esperaban. Habrá
incluso una franja enojada porque la reforma va en contra de las promesas de
campaña. No son cuestiones que se borren fácilmente”.
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